Israel es el esta­do más racis­ta del mun­do indus­tria­li­za­do- Lisa Goldman

Nací en 1926 en una gene­ra­ción que está des­apa­re­cien­do gra­dual­men­te. Muy pocos recuer­dan el colap­so y la catas­tró­fi­ca caí­da del segun­do impe­rio más gran­de del mun­do. Fran­cia, la gran poten­cia mun­dial que había cons­trui­do la Línea Magi­not, la más per­fec­ta línea dise­ña­da en la his­to­ria de la defen­sa, que tenía a su dis­po­si­ción un pode­ro­so ejér­ci­to, fuer­za aérea y naval, fue ven­ci­da en sólo tres sema­nas ante nues­tros ató­ni­tos ojos. Esto no sólo fue un shock, sino que des­de enton­ces mi mun­do se ha vuel­vo más frac­tu­ra­do. Con­cep­tos como la per­ma­nen­cia, una reali­dad que se auto­en­tien­de y una vida esta­ble han sido des­car­ta­dos de mi dic­cio­na­rio per­so­nal, aun­que han adqui­ri­do un lugar cen­tral en el léxi­co israe­lí sagra­do y sir­ven como una Línea Magi­not vir­tual. Pue­de que lo que voy a decir sea duro, pero para mí es una cam­pa­na de aler­ta para mis com­pa­trio­tas y por eso he opta­do por decír­se­lo en la len­gua mater­na de mis hijos y nietos.

Israel es el úni­co Esta­do que se esta­ble­ció des­pués de la Segun­da Gue­rra Mun­dial y que des­de los albo­res de su exis­ten­cia se con­vir­tió en un éxi­to asom­bro­so. Podría ser un mode­lo para los muchos paí­ses que emer­gie­ron del domi­nio colo­nial y que toda­vía no han logra­do sus sue­ños. ¿Cómo es posi­ble que, al cabo de sólo unas pocas déca­das, este mis­mo Israel se encuen­tre inmer­so exter­na­men­te en un con­flic­to irre­so­lu­ble y frac­tu­ra­do inter­na­men­te casi en esta­do de pará­li­sis? Creo que la res­pues­ta radi­ca en el hecho de que Israel nun­ca se ha atre­vi­do a enfren­tar­se direc­ta­men­te a los tres pro­ble­mas bási­cos que lo han acom­pa­ña­do des­de el prin­ci­pio de su exis­ten­cia: su lugar en el mun­do ára­be, las dife­ren­cias socia­les y racia­les, y la divi­sión laico-religiosa.

La cul­tu­ra domi­nan­te en Israel siem­pre ha diri­gi­do sus ojos a Occi­den­te. Pero, como siem­pre, este Occi­den­te mide la exis­ten­cia tan­to de Israel como de otros paí­ses en tér­mi­nos de bene­fi­cio eco­nó­mi­co y valor estra­té­gi­co. Los colo­nos euro­peos de Arge­lia, Zim­bab­we y Sudá­fri­ca per­du­ra­ron más tiem­po que el asen­ta­mien­to sio­nis­ta en Israel. El domi­nio que los hom­bres blan­cos tenían de Sudá­fri­ca se con­vir­tió en una poten­cia impre­sio­nan­te, pero cuan­do el orden de prio­ri­da­des cam­bió en el mun­do pare­ció que el muro de apo­yo de Occi­den­te era una ilu­sión pasa­je­ra, trai­cio­ne­ra y enga­ño­sa. De hecho, el Esta­do de Israel es pro­duc­to de la inter­ce­sión judía tra­di­cio­nal. Cuan­do los padres del sio­nis­mo en Euro­pa logra­ron el apo­yo para el esta­ble­ci­mien­to de un Esta­do judío uti­li­za­ron el argu­men­to de que la enti­dad que se iba a crear exten­de­ría una ola de la avan­za­da cul­tu­ra euro­pea por Orien­te Medio. Este enfo­que arrai­gó en la con­cien­cia israe­lí y has­ta aho­ra Euro­pa es la Meca espi­ri­tual para un gran sec­tor de la inte­lec­tua­li­dad israe­lí, espe­cial­men­te para aque­llos escri­to­res con­si­de­ra­dos for­ma­do­res de opi­nión públi­ca. En mi opi­nión, este es uno de los pro­fun­dos con­flic­tos inter­nos en la idea sio­nis­ta. La ideo­lo­gía sio­nis­ta sur­gió en con­tra del con­tex­to del anti­se­mi­tis­mo euro­peo, aun­que los padres del sio­nis­mo se pres­ta­ron volun­ta­rios a ser­vir como agen­tes de esa mis­ma cul­tu­ra que había ali­men­ta­do el odio a los judíos. Por lo tan­to, resul­ta que quie­nes apo­yan este enfo­que con­si­de­ran las gene­ra­cio­nes de anti­se­mi­tis­mo, la expul­sión de Espa­ña y las atro­ci­da­des de la Ale­ma­nia nazi como si hubie­ran ocu­rri­do en otro pla­ne­ta, en una era imaginaria.

Como resul­ta­do de un con­ti­nuo auto­la­va­do de cere­bro, Euro­pa se man­tie­ne en la men­te de muchos israe­líes como un faro cul­tu­ral y una fuen­te de ins­pi­ra­ción para una socie­dad ilus­tra­da. Orgu­llo­sa­men­te nos retra­ta­mos ante nues­tros pro­pios ojos y ante los de nues­tros sim­pa­ti­zan­tes en Euro­pa como la fir­me cabe­za de puen­te para la cul­tu­ra euro­pea en un mun­do atra­sa­do y hos­til. En una extre­ma igno­ran­cia his­tó­ri­ca, los padres del sio­nis­mo no eran cons­cien­tes de los horro­res de la con­quis­ta euro­pea en el mun­do ára­be, des­de el Gol­fo Pér­si­co has­ta el océano Atlán­ti­co. No creo que por con­gra­ciar­nos con la cul­tu­ra euro­pea nos haya­mos gana­do la admi­ra­ción de Euro­pa, pero sin lugar a dudas nos hemos ganan­do el odio de los pue­blos ára­bes, como agen­tes al ser­vi­cio de un peli­gro­so enemi­go y como per­pe­tra­do­res de la ocu­pa­ción en nom­bre de este mis­mo enemi­go. Los pue­blos ára­bes han paga­do un pre­cio muy alto para eli­mi­nar la ocu­pa­ción euro­pea. Su lucha les cos­tó muchas víc­ti­mas, pero en el sen­ti­do for­mal han logra­do la inde­pen­den­cia. Por lo tan­to, pue­den per­do­nar los erro­res del pasa­do cau­sa­dos por la con­quis­ta euro­pea, pero mien­tras exis­ta Israel, no pue­de decla­rar su vic­to­ria final sobre la ocu­pa­ción europea.

Des­de el mis­mo día en que fue esta­ble­ci­do el Esta­do de Israel ha demos­tra­do lo bien basa­da y lógi­ca que es la des­con­fian­za de los ára­bes en noso­tros, des­de la iden­ti­fi­ca­ción de Israel en la déca­da de 1950 con los peca­dos de los fran­ce­ses en Argel, pasan­do por la par­ti­ci­pa­ción de Israel con los ejér­ci­tos de Gran Bre­ta­ña y Fran­cia en 1956 con­tra Egip­to por la nacio­na­li­za­ción del Canal de Suez y ter­mi­nan­do con nues­tro entu­sias­mo acti­vo en la con­quis­ta de Irak, por no hablar de nues­tra con­quis­ta direc­ta y colo­ni­za­ción de Gaza y Cis­jor­da­nia. Israel, una dimi­nu­ta isla, se ha con­ver­ti­do en una mar­ca de ver­güen­za en la orgu­llo­sa fren­te de los pue­blos ára­bes. Esos son los pue­blos que borra­ron todos los ele­men­tos extran­je­ros que habían tra­ta­do de par­ti­ci­par en la región y que ven­cie­ron a los mon­go­les, a los cru­za­dos y a la ocu­pa­ción europea.

Los ante­ce­den­tes his­tó­ri­cos de la región y la situa­ción actual de Israel como una isla soli­ta­ria gene­ran ansie­dad en el cora­zón y pen­sa­mien­tos pesi­mis­tas. Me refe­ri­ré a los pro­ble­mas más impor­tan­tes, los que me qui­tan el sueño.

El racis­mo

El racis­mo y las pro­fun­das bre­chas socia­les son gra­ves pro­ble­mas que han exis­ti­do en Israel des­de sus pri­me­ros días has­ta aho­ra. Herzl, el visio­na­rio del Esta­do, cre­ció en Aus­tria y se con­vir­tió en una gran figu­ra mun­dial. En su con­di­ción de perio­dis­ta entró en con­tac­to con diver­sas cul­tu­ras. Por el con­tra­rio, los que mate­ria­li­za­ron su visión esta­ban influen­cia­dos prin­ci­pal­men­te por una men­ta­li­dad de gue­to del este de Euro­pa. La mayor par­te de los judíos del este de Euro­pa esta­ban cen­tra­dos en sí mis­mos y pade­cían opre­sión, ais­la­mien­to y pogro­mos. Posi­ble­men­te por esta razón, el judío ve una fuen­te de peli­gro en su vecino y en quie­nes son dife­ren­tes de él. A dife­ren­cia de la len­gua habla­da por los judíos de paí­ses ára­bes e islá­mi­cos, la len­gua habla­da por los judíos del este de Euro­pa era com­ple­ta­men­te dife­ren­te de la habla­da en la socie­dad que los rodea­ba. El yid­dish era la for­ma acep­ta­da de comu­ni­ca­ción entre las diver­sas comu­ni­da­des exi­lia­das en el este de Euro­pa. Por otra par­te, los judíos no sabían mucho sobre el Orien­te ára­be y los judíos ára­bes. Pero los judíos de los paí­ses ára­bes estu­vie­ron abier­tos a la cul­tu­ra ára­be tan­to duran­te su edad de oro como en su deca­den­cia, des­de una prós­pe­ra Anda­lu­cía y el glo­rio­so Impe­rio aba­si­da has­ta los oscu­ros días bajo el domi­nio oto­mano. No hubo con­tac­to entre los judíos del gue­to y los judíos de los paí­ses ára­bes. En la visión del habi­tan­te del gue­to, el judío habla­ba el Mama-Loshen, el yid­dish. Por otro lado, el ára­be judío dis­fru­ta­ba de liber­tad de movi­mien­tos y era cons­cien­te de que exis­tían otros judíos en el mun­do que eran dife­ren­tes de él por el idio­ma y las cos­tum­bres, aun­que no cono­cía a los ais­la­dos judíos del gueto.

El encuen­tro entre los judíos de los paí­ses ára­bes y los del este de Euro­pa se pro­du­jo en la Tie­rra de Israel, y fue trau­má­ti­co y estu­vo car­ga­do de sos­pe­chas. Los judíos del este de Euro­pa fue­ron los pri­me­ros en esta­ble­cer­se en Pales­ti­na y deja­ron su hue­lla en el carác­ter espi­ri­tual, cul­tu­ral y polí­ti­co del nue­vo Esta­do, a pesar de que eran pocos en núme­ro cuan­do se esta­ble­ció el Esta­do. Lle­gué a Israel en 1949 y el núme­ro de docu­men­to de iden­ti­dad que reci­bí fue el 733.440, lo que sig­ni­fi­ca que en aquel momen­to el Esta­do tenía menos de tres cuar­tos millón de judíos. Había habi­do cier­ta expec­ta­ti­va de que des­pués del Holo­caus­to y la fun­da­ción del Esta­do gran­des olas de migra­ción de esos judíos que habían sufri­do los abo­mi­na­bles crí­me­nes de Euro­pa inun­da­ría el nue­vo Esta­do. Hubo una amar­ga decep­ción entre los miem­bros vete­ra­nos del “Vie­jo Yishuv” (el orga­nis­mo de judíos resi­den­tes en Pales­ti­na has­ta 1948). Los judíos de Euro­pa no lla­ma­ron a las puer­tas del Esta­do judío. Al mis­mo tiem­po, en 1948 una ola de repre­sión se aba­tió sobre los judíos de los paí­ses ára­bes en ven­gan­za por la derro­ta de sus ejér­ci­tos. Has­ta enton­ces los judíos habían goza­do de una espec­ta­cu­lar y flo­re­cien­te pre­sen­cia en el mun­do ára­be. Se apro­ve­cha­ron de sus con­tac­tos con el mun­do exte­rior y enri­que­cie­ron cul­tu­ral y eco­nó­mi­ca­men­te a sus res­pec­ti­vos paí­ses ára­bes. Se con­cen­tra­ban en las ciu­da­des más gran­des y, por lo tan­to, tuvie­ron una impor­tan­te influen­cia en paí­ses que eran prin­ci­pal­men­te agrí­co­las. Por ejem­plo, más del 20% de los resi­den­tes en la capi­tal ira­quí, Bag­dad, eran judíos. Esta era una situa­ción rara en el mun­do. Pero tras el esta­ble­ci­mien­to del Esta­do de Israel, se vol­vió impo­si­ble la exis­ten­cia de los judíos en Irak, como en otros paí­ses ára­bes. Casi todos los judíos de esos paí­ses aflu­ye­ron al nue­vo Esta­do como refu­gia­dos. A ojos del “Vie­jo Yishuv” estos judíos no eran muy dife­ren­tes del derro­ta­do enemi­go ára­be. Habla­ban su len­gua, habían adop­ta­do sus cos­tum­bres, tenían la piel oscu­ra como ellos e inclu­so ponían nom­bres ára­bes sus hijos. El “Vie­jo Yishuv” los con­si­de­ra­ba pri­mi­ti­vos e infe­rio­res, simi­la­res a los enemi­gos a los que habían ven­ci­do en el cam­po de bata­lla. El cho­que fue enor­me. Un líder del “Vie­jo Yishuv” expre­só la frus­tra­ción que sen­tían dicien­do: “El Esta­do fue fun­da­do para un pue­blo y otro pue­blo vino a esta­ble­cer­se en él”.

Has­ta hoy, más de sesen­ta años des­pués de que se esta­ble­cie­ra el Esta­do de Israel, no se ha repa­ra­do esta rup­tu­ra. Men­tal­men­te adop­ta la for­ma de racis­mo y social­men­te expre­sa la bre­cha entre los esta­tus. Qué extra­ño es que estos dos gru­pos de pobla­ción, tan dife­ren­tes el uno del otro has­ta el pun­to de dis­tan­ciar­se en su orien­ta­ción, hayan ali­men­ta­do tan cui­da­do­sa­men­te esta bre­cha. Los izquier­dis­tas de salón (y vale la pena seña­lar que en Israel los izquier­dis­tas nun­ca han sali­do del salón) repu­dia­ron a los judíos del este tra­tán­do­los de “mate­ria pri­ma” con­su­mi­ble o en la jer­ga comu­nis­ta de la épo­ca, de “lum­pen pro­le­ta­ria­do”. Y ello a pesar del hecho de que los inmi­gran­tes pro­ce­den­tes de Egip­to, Líbano y Bul­ga­ria, y en espe­cial de Irak, trían un his­to­rial impre­sio­nan­te en el Par­ti­do Comu­nis­ta de sus paí­ses de ori­gen. La diri­gen­cia comu­nis­ta en Israel tra­ta a estos inmi­gran­tes con una arro­gan­cia des­ca­ra­da. A prin­ci­pios de la déca­da de 1950 había cam­pos de inmi­gran­tes en los cua­les el 20% de sus habi­tan­tes vota­ba al Par­ti­do Comu­nis­ta en la Knes­set. Nin­guno de ellos fue pro­mo­vi­do a una posi­ción impor­tan­te en el par­ti­do. El Comi­té Cen­tral del Par­ti­do Comu­nis­ta esta­ba y sigue estan­do toda­vía hoy más “puri­fi­ca­do” de judíos miz­rahíes que en cual­quier otro gru­po diri­gen­te del Esta­do. La sos­pe­cha y la arro­gan­cia hacia las comu­ni­da­des miz­rahíes fue una sóli­da barre­ra impe­ne­tra­ble en las filas del Par­ti­do Comunista.

El racis­mo se fil­tró en muchas otras esfe­ras y aumen­tó ver­gon­zo­sa­men­te las dife­ren­cias socia­les. Has­ta hoy en día en la mayo­ría de las ins­ti­tu­cio­nes esta­ta­les impor­tan­tes, y espe­cial­men­te en las de carác­ter aca­dé­mi­co y cul­tu­ral, somos tes­ti­gos de una fal­ta de repre­sen­ta­ción de los que vinie­ron de los paí­ses ára­bes. La izquier­da israe­lí ha adop­ta­do este enfo­que y con­ti­núa con su polí­ti­ca racis­ta que en reali­dad equi­va­le a un sui­ci­dio polí­ti­co sim­bó­li­co por su par­te, al ren­dir­se a sí mis­ma un insig­ni­fi­can­te cul­to eli­tis­ta en la socie­dad israe­lí. La otra for­ta­le­za del racis­mo es la comu­ni­dad judía ultra­or­to­do­xa en Israel. Así pues, si la izquier­da israe­lí mues­tra su racis­mo con cir­cuns­pec­ción y uti­li­za tác­ti­cas de nega­ción para ocul­tar­lo, el blo­que ash­ke­na­zi hare­di (ultra­or­to­do­xo) mues­tra su ver­sión del racis­mo de mane­ra abier­ta y des­ca­ra­da. A ojos de los hare­dim (ultra­or­to­do­xos), los judíos miz­rahíes no eran sino un peli­gro para su exis­ten­cia. Los judíos miz­rahíes no eran extre­mis­ta en su fe. Su prác­ti­ca reli­gio­sa se había desa­rro­lla­do en el con­tex­to de Islam como una prác­ti­ca prag­má­ti­ca y creó una amplia red de rela­cio­nes cul­tu­ra­les y eco­nó­mi­cas con la cla­se diri­gen­te polí­ti­ca islá­mi­ca. La feroz com­pe­ten­cia entre los auto­ri­ta­rios admo­rim (líde­res reli­gio­sos) y las sec­tas riva­les extre­mis­tas no exis­tía en Orien­te. En Irak, Siria, Líbano y Egip­to la cla­se diri­gen­te reli­gio­sa judía mos­tró indul­gen­cia hacia los que pre­di­ca­ban el cam­bio y el pro­gre­so den­tro de la comu­ni­dad judía.

Ade­más, esta cla­se diri­gen­te no se anqui­lo­só sino que ini­ció regu­la­cio­nes halá­ji­cas (de las leyes reli­gio­sas judías) que refle­ja­ban cam­bios en el tiem­po, lugar y nue­vas con­di­cio­nes. Los hare­dim ash­ke­na­zíes con­si­de­ra­ban que esto ponía en peli­gro su exis­ten­cia y, por lo tan­to, tra­ta­ron a los prag­má­ti­cos judíos miz­rahim como pros­cri­tos e impu­ros. Duran­te gene­ra­cio­nes adop­ta­ron una fe sec­ta­ria vio­len­ta y agre­si­va, y des­de den­tro de sus for­ta­le­zas ais­la­cio­nis­tas diri­gie­ron sus dar­dos racis­tas con­tra las comu­ni­da­des miz­rahíes sin freno ni ver­güen­za. Inclu­so se man­tu­vo en un ais­la­mien­to racis­ta den­tro de sus encla­ves en Israel a los judíos miz­rahíes que habían renun­cia­do a sus tra­di­cio­nes prag­má­ti­cas para unir­se a la ultra­or­to­do­xia asque­na­zí y adop­ta­do sus estric­tos códi­gos. Hace dos años me vi obli­ga­do per­so­nal­men­te a lle­var a cabo una mani­fes­ta­ción indi­vi­dual en Tel Aviv con­tra la horri­ble mani­fes­ta­ción de racis­mo en la escue­la Emma­nuel, don­de se había esta­ble­ci­do un muro de sepa­ra­ción en el patio de la escue­la para evi­tar el con­tac­to entre las niñas aske­na­zíes “puras” y las niñas miz­rahíes “impu­ras”. Esta mis­ma escue­la obli­ga­ba a lle­var uni­for­me, pero el color ele­gi­do para los alum­nos de ash­ke­na­zíes era dife­ren­te al de los mizrahíes.

En el camino a la escue­la en Bag­dad duran­te los días en los que la Ale­ma­nia nazi esta­ba en el poder me encon­tré con pin­ta­das en la pared: “El judío es de una raza infe­rior” y «Hitler está des­tru­yen­do los gér­me­nes”. Estas con­sig­nas lle­ga­ron a Irak direc­ta­men­te des­de Ber­lín. Al cabo de seten­ta años, estas pala­bras siguen hora­dán­do­me el alma. Según la racis­ta doc­tri­na hare­di aquí en Israel, mis hijos y nie­tos, que tie­nen un mez­cla de heren­cias ira­quí-rusa-fran­ca-pola­ca-holan­de­sa, tam­bién tie­nen que estar detrás del muro jun­to con otros cien­tos de miles de niños. No voy a negar que este extra­ño muro ha inva­di­do mis pesa­di­llas. Dedi­qué mi juven­tud a luchar con­tra las influen­cias del racis­mo euro­peo y espe­cial­men­te el racis­mo basa­do en la reli­gión, el color o el ori­gen. Un ter­cio de mi pue­blo murió por esta cau­sa. En la leja­na Bag­dad, mis ami­gos tan­to judíos como no judíos y algu­nos de ellos muy que­ri­dos, paga­ron con sus vidas la lucha con­tra este mal­di­to racismo.

¿Cómo hemos arras­tra­do esta enfer­me­dad racis­ta has­ta nues­tros hoga­res aquí? Cuán horri­ble es dar­se cuen­ta de que un pue­blo que pagó un pre­cio terri­ble en san­gre duran­te el siglo pasa­do debi­do a un muro racis­ta alza­do a su alre­de­dor podía per­mi­tir que se cons­tru­ye­ra un muro tan des­pre­cia­ble den­tro de su patria.

Sabe­mos muy bien cuán­do ocu­rrió esta atro­ci­dad y dón­de. Recor­da­mos bien el pre­cio que nues­tro pue­blo ha paga­do por los muros y la sepa­ra­ción según el color. En mi opi­nión, esto es un sacri­le­gio que tuvo lugar en una escue­la judía, que afir­ma ense­ñar la Sagra­da Torá. Si algún otro país hubie­ra esta­ble­ci­do seme­jan­te muro ofen­si­vo, noso­tros como judíos habría­mos sali­do a pro­tes­tar enér­gi­ca­men­te con­tra de él. Y aquí, en Israel, la mayo­ría de la izquier­da guar­dó silen­cio. La cla­se diri­gen­te no movió un dedo. La Cor­te Supre­ma de Jus­ti­cia decre­tó que había que eli­mi­nar el muro. Sin embar­go, los que lo eri­gie­ron anun­cia­ron a viva voz que iban a con­ti­nuar con su polí­ti­ca, aun­que ello impli­ca­ra ir a la cárcel.

Aho­ra, con el colap­so de la fal­sa izquier­da en Israel y el ascen­so al poder de la dere­cha en gene­ral y de la dere­cha hare­di en par­ti­cu­lar, la bre­cha racis­ta se ha con­ver­ti­do en un hecho casi acep­ta­ble. El racis­mo se está arrai­gan­do gra­dual­men­te en la socie­dad israe­lí con el for­ta­le­ci­mien­to polí­ti­co de la dere­cha reli­gio­sa. El racis­mo se diri­ge a los judíos de los paí­ses ára­bes e islá­mi­cos, a los inmi­gran­tes de Etio­pía y Rusia, a los ciu­da­da­nos ára­bes de Israel, a los pales­ti­nos en los terri­to­rios ocu­pa­dos, a los refu­gia­dos y los tra­ba­ja­do­res migran­tes, a los gays y la lis­ta sigue. La cre­cien­te ola de racis­mo sigue aumen­tan­do alen­ta­da por los miem­bros de la Knes­set y del gobierno, tan­to a tra­vés de infa­mes decla­ra­cio­nes públi­cas como de la legis­la­ción de dra­co­nia­nas leyes anti­de­mo­crá­ti­cas con­tra los foras­te­ros, los extran­je­ros y las orga­ni­za­cio­nes de dere­chos huma­nos. En cual­quier caso, Israel pue­de enor­gu­lle­cer­se de tener el dudo­so títu­lo de ser el Esta­do más racis­ta del mun­do desarrollado.

La reli­gión y el Estado

El indi­vi­duo ‑o el Esta­do- que adop­ta un tex­to reli­gio­so como guía espi­ri­tual y docu­men­to cer­ti­fi­ca­do que otor­ga los dere­chos de pro­pie­dad no pue­den per­ma­ne­cer lai­co por mucho tiem­po. Con el empo­de­ra­mien­to de la fuer­za elec­to­ral de los judíos hare­di, tan­to ash­ke­na­zi como miz­rahi, la estruc­tu­ra socio­po­lí­ti­ca se ha vuel­to extre­ma­da­men­te com­pli­ca­da. El empo­de­ra­mien­to de los hare­di, al igual que el empo­de­ra­mien­to de los colo­nos, sur­gió del inver­na­de­ro del sio­nis­mo lai­co. Ben-Gurion apro­bó los par­ti­dos reli­gio­sos cuan­do pre­di­có obse­si­va­men­te sobre la con­cien­cia judía. Se le dio una impor­tan­cia cru­cial a la Biblia, inclu­so para los maes­tros de lite­ra­tu­ra. Con los años, de una elec­ción a otra, el par­ti­do Likud aumen­tó la influen­cia del extre­mis­mo, ya que esta­ba dis­pues­to a pagar cada vez más para hacer­se con el con­trol del gobierno. Los hare­dim no pudie­ron resis­tir la ten­ta­ción y ten­die­ron sus manos para tomar su par­te del pas­tel sin res­pe­tar las ins­ti­tu­cio­nes lai­cas del Esta­do, como los tri­bu­na­les de jus­ti­cia, el ejér­ci­to y los valo­res demo­crá­ti­cos en gene­ral. Así pues, Israel un pio­ne­ro según los pará­me­tros inter­na­cio­na­les en fomen­tar que las fac­cio­nes reli­gio­sas par­ti­ci­pa­ran acti­va­men­te en el mar­co de los par­ti­dos polí­ti­cos. Al hacer­lo, tra­jo la des­truc­ción tan­to a la reli­gión como a las nor­mas de la vida demo­crá­ti­ca y política.

El blo­que reli­gio­so ha gana­do poder e influen­cia, no por su vita­li­dad y ori­gi­na­li­dad con­cep­tual, sino sim­ple­men­te gra­cias al corrup­to soborno polí­ti­co paga­do para for­mar par­te de dudo­sos gobier­nos de coa­li­ción. El dis­tan­cia­mien­to por par­te de la izquier­da de las bases y de las per­so­nas así como su arro­gan­cia desem­pe­ñó un papel no des­de­ña­ble en este dete­rio­ro. La ines­ta­bi­li­dad de la situa­ción de la segu­ri­dad y la des­truc­ción del impo­si­ble sue­ño de alcan­zar la paz al mis­mo tiem­po que con­ti­nua­ba la ocu­pa­ción tam­bién han lle­va­do a cada vez más gen­te a creer que sólo un mila­gro o la mise­ri­cor­dia del cie­lo nos pue­de sal­var de la catás­tro­fe. Habría que recor­dar que a pesar de su supre­ma­cía mili­tar, en los últi­mos cua­ren­ta y cin­co años Israel no ha gana­do una vic­to­ria deci­si­va en el cam­po de bata­lla, ni siquie­ra con­tra mili­cias ordi­na­rias. Des­pués de cada enfren­ta­mien­to se crea­ron comi­sio­nes de inves­ti­ga­ción para exa­mi­nar las cau­sas del fra­ca­so. Cuan­do un tan­que o una cam­pa­ña son una res­pues­ta insu­fi­cien­te, enton­ces flo­re­ce la ten­den­cia a la creen­cia mesiá­ni­ca. El con­flic­to nacio­na­lis­ta entre Israel y el mun­do ára­be se ha ido con­vir­tien­do gra­dual­men­te en una con­fron­ta­ción reli­gio­sa entre el judaís­mo y el Islam. Esta­mos vivien­do en una épo­ca glo­rio­sa de la hala­já judía (ley reli­gio­sa), lo mis­mo que de la ley sha­ria islá­mi­ca. Año tras año las mura­llas de la demo­cra­cia y el Esta­do lai­co se están desin­te­gran­do ante nues­tros ojos bajo la per­sis­ten­te pre­sión del nacio­na­lis­mo religioso.

Hace varios años, Sal­man Rush­die escri­bió que hay dos Esta­dos teo­crá­ti­cos en el mun­do, Irán e Israel. Mien­tras tan­to, la lis­ta ha ido cre­cien­do a con­se­cuen­cia de la decep­cio­nan­te “Pri­ma­ve­ra Ára­be” que había sido la espe­ran­za de los jóve­nes lai­cos y fra­ca­só vol­vién­do­se en su con­tra. En su libro Los Ver­sos Satá­ni­cos Rush­die escri­be: “Algo no está bien en el mun­do espi­ri­tual de este pla­ne­ta […] Hay dema­sia­dos demo­nios den­tro de los seres huma­nos que dicen creer en Dios”. Mi ami­go AB Yehoshua afir­ma que los judíos pue­den ser nor­ma­les sólo en Israel. Pero yo creo que el visio­na­rio lai­co de este Esta­do se está revol­vien­do en su tum­ba vién­do­lo aban­do­nar volun­ta­ria­men­te su des­tino en manos de demo­nios anor­ma­les. Bibi Netan­yahu lle­gó a la sede del gobierno en alas de un eslo­gan hare­di: «Bibi es bueno para los judíos», es decir, bueno para los hare­dim, con la inten­ción de des­truir la demo­cra­cia lai­ca y de esta­ble­cer un Esta­do teo­ló­gi­co repre­si­vo. La mar­cha triun­fal del nacio­na­lis­mo reli­gio­so es a la vez impre­sio­nan­te y ate­rra­do­ra. Miles de gra­dua­dos en edu­ca­ción supe­rior están huyen­do de Israel cada año y pre­fie­ren lle­var una vida anor­mal, en los tér­mi­nos de AB Yehoshua, en paí­ses leja­nos aun­que más nor­ma­les. Me dan envi­dia, pero soy dema­sia­do vie­jo para expe­ri­men­tar una vez más el trau­ma del migran­te y por lo tan­to pre­fie­ro per­ma­ne­cer como un extra­ño en mi pro­pia tierra.

La ocu­pa­ción

La ocu­pa­ción es una ver­da­de­ra catás­tro­fe para Israel. El Gran Israel y el entu­sias­mo por la con­quis­ta para con­tro­lar y asen­tar­se en el mis­mo cora­zón de la den­sa pobla­ción pales­ti­na son una marea arro­lla­do­ra que gol­pea el cora­zón del sio­nis­mo, el cual se con­si­de­ra a sí mis­mo pro­gre­sis­ta, lai­co y socia­lis­ta. El tér­mino “Gran Israel” no sur­gió en el par­ti­do Likud o en una yeshi­va de judaís­mo reli­gio­so nacio­nal, sino que fue acu­ña­do en el kibutz Ein Harod por poe­tas, escri­to­res e inte­lec­tua­les, casi por la corrien­te más pura de lai­cis­mo mode­ra­do. El con­flic­to israe­lo-pales­tino es el prin­ci­pal fac­tor de la for­ma­ción de la ima­gen de Israel en sus diver­sos aspec­tos polí­ti­cos, cul­tu­ra­les y eco­nó­mi­cos. Con los años, la izquier­da y la dere­cha pola­ri­za­ron sus posi­cio­nes has­ta que crea­ron dos ilu­sio­nes opues­tas que sólo tie­nen un frá­gil asi­de­ro en la reali­dad. La izquier­da des­cri­be a los ára­bes como ánge­les ino­cen­tes, víc­ti­mas de la bru­tal agre­sión israe­lí. La dere­cha ali­men­ta un odio ardien­te por los ára­bes, como si fue­ran mons­truos des­bo­ca­dos. Es común­men­te sabi­do que en todos los con­flic­tos pro­lon­ga­dos ambas par­tes se bru­ta­li­zan. Un des­ta­ca­do poe­ta afir­mó una vez: “Ehud Barak es des­pre­cia­ble; debe­ría echar­les los tan­ques enci­ma y aca­bar con ellos con ame­tra­lla­do­ras”. Este poe­ta per­te­ne­ce al cam­po cuer­do que apa­ren­te­men­te está bus­can­do una solu­ción pací­fi­ca. Por supues­to, sabe que nues­tras ame­tra­lla­do­ras ya han dis­pa­ra­do miles de millo­nes de balas de todo tipo en las últi­mas déca­das sin efec­to alguno. Por tres veces hemos con­ver­ti­do el Sinaí en un cemen­te­rio para los sol­da­dos egip­cios. Hemos arra­sa­do Bei­rut has­ta sus cimien­tos y lo hemos con­quis­ta­do. Hemos devas­ta­do al ejér­ci­to jor­dano. Duran­te los últi­mos cua­ren­ta y cin­co años hemos arro­ja­do a la cár­cel a casi todos los inte­lec­tua­les de la resis­ten­cia pales­ti­na. Por cada judío ase­si­na­do en las últi­mas tres gene­ra­cio­nes por lo menos diez pales­ti­nos per­die­ron la vida. Nues­tros arma­men­tos casi se ago­ta­ron en 1973 por todos los ase­si­na­tos que come­ti­mos en el ejér­ci­to egip­cio y sin los abas­te­ci­mien­tos aéreos nor­te­ame­ri­ca­nos nos habría­mos que­da­do con los caño­nes de los rifles vacíos. Un niño en los cam­pos de refu­gia­dos que viven en la pobre­za extre­ma está dis­pues­to a morir como un héroe. No tie­ne nada que per­der. ¿Cuán­tos hijos pode­mos ofre­cer que esta­rían dis­pues­tos a sui­ci­dar­se y morir como héroes?

Muy pocas per­so­nas han con­de­na­do las espan­to­sas decla­ra­cio­nes del Minis­tro de Exte­rio­res Avig­dor Lie­ber­man en Israel y fue­ra de ella. Sin embar­go, Lie­ber­man tie­ne razón al afir­mar que expre­sa en voz alta lo que otros pien­san. No nos enga­ñe­mos a noso­tros mis­mos, la cul­tu­ra en Israel ya se ha vuel­to no menos enve­ne­na­da que las ten­den­cias extre­mas en el Islam. Des­de el jar­dín de infan­cia has­ta edad avan­za­da se han lle­na­do las almas de nues­tros hijos con la pesa­da car­ga del odio, la des­con­fian­za y la aver­sión al extran­je­ro y a los dife­ren­tes, espe­cial­men­te los ára­bes. La sen­sa­ta voz de la cul­tu­ra se está des­va­ne­cien­do. Los auto­res del libro fas­cis­ta Torat HaMe­lech [«La Torá del Rey»], que abo­ga por el ase­si­na­to de ára­bes, se libra­ron de car­gos cri­mi­na­les por inci­tar al racis­mo y la vio­len­cia. El Fis­cal Gene­ral archi­vó el expe­dien­te en su con­tra y, por lo tan­to, se per­mi­tió la ven­ta de este libro odio­so. En el Israel de hoy van bro­tan­do los pri­me­ros reto­ños del fas­cis­mo espi­ri­tual y cul­tu­ral. Un voci­fe­ran­te escri­tor reclu­ta­do por la cla­se diri­gen­te exi­ge que para los estu­dios de lite­ra­tu­ra solo se eli­jan aque­llos libros que pro­mue­ven el ethos sio­nis­ta. Iró­ni­ca­men­te, hay epi­so­dios humo­rís­ti­cos inclu­so mien­tras nos sumer­gi­mos en las pro­fun­di­da­des. En un peque­ño pue­blo cer­ca de Hai­fa, el pre­si­den­te del con­se­jo reli­gio­so dio orden a la biblio­te­ca públi­ca de ence­rrar todas las obras lai­cas en una habi­ta­ción cerra­da a la que sólo pudie­ra acce­der el lec­tor curio­so con cita pre­via y duran­te un perio­do limi­ta­do de tiem­po. En esta casa-pri­sión espi­ri­tual se ha sella­do la boca del poe­ta que que­ría usar una ame­tra­lla­do­ra para ase­si­nar a los ára­bes y los libros escri­tos por los escri­to­res de la cla­se diri­gen­te tam­bién se están cubrien­do de pol­vo. Tam­bién mis pro­pios libros.

Toda­vía me defino como un patrio­ta israe­lí, pero el Israel que se está dete­rio­ran­do gra­dual­men­te, dan­do la espal­da a los valo­res huma­nis­tas y a los dere­chos de la huma­ni­dad, no pue­de ser mi patria espiritual.

La pala­bra “siem­pre” es una ilusión

Casi dos ter­ce­ras par­tes del terri­to­rio de Israel es tie­rra desier­ta inade­cua­da para la agri­cul­tu­ra tra­di­cio­nal. Es un país pobre en recur­sos natu­ra­les. Sin embar­go, es uno de los pocos Esta­dos fun­da­dos des­pués de la Segun­da Gue­rra Mun­dial que se levan­tó rápi­da­men­te has­ta lle­gar al esta­tus de país flo­re­cien­te. Gra­cias a la dili­gen­cia de sus habi­tan­tes y a su inge­nio se han desa­rro­lla­do una agri­cul­tu­ra sofis­ti­ca­da, una alta tec­no­lo­gía y unos cono­ci­mien­tos médi­cos de renom­bre. Israel se encuen­tra entre los paí­ses líde­res en el mun­do en muchos cam­pos. No por casua­li­dad ha gana­do varios pre­mios Nobel en diver­sas dis­ci­pli­nas. A pesar de todos estos logros, toda­vía per­ma­ne­ce en un difí­cil perío­do de tiem­po. A lo lar­go de la his­to­ria una cul­tu­ra u otra está des­ti­na­da a ser ani­qui­la­da y no siem­pre por acon­te­ci­mien­tos dra­má­ti­cos, como la derro­ta total en la gue­rra o colo­sa­les desas­tres natu­ra­les. Fac­to­res bana­les lle­va­ron al decli­ve y muer­te de enti­da­des gigan­tes como la Gre­cia anti­gua, la civi­li­za­ción egip­cia tem­pra­na, el Impe­rio Romano, el Impe­rio Oto­mano, la supre­ma­cía blan­ca en Sudá­fri­ca y el asen­ta­mien­to de Fran­cia en Argel. Sólo los que care­cen de pre­vi­sión y de un pen­sa­mien­to pro­fun­do esgri­men pala­bras alti­so­nan­tes, como “siem­pre”, “eter­na­men­te” y “gene­ra­cio­nes sin fin”.

Creo que el judaís­mo tam­bién está en un esta­do de pro­fun­da cri­sis con­cep­tual y espi­ri­tual tras la des­truc­ción de todas las ideo­lo­gías. Des­de un pun­to de vis­ta espi­ri­tual, la reli­gión de Israel se ha dete­rio­ra­do al nivel de los cemen­te­rios, la ado­ra­ción de ído­los y el extre­mis­mo oscu­ro. Pare­ce como si el lide­raz­go reli­gio­so hubie­ra retro­ce­di­do varios siglos has­ta el mun­do de la supers­ti­ción y la igno­ran­cia fla­gran­te. La reli­gión que había sabi­do cómo fluir al tiem­po que desa­rro­lla­ba la vida a tra­vés de figu­ras bri­llan­tes como Mai­mó­ni­des aho­ra nece­si­ta deses­pe­ra­da­men­te unos diri­gen­tes que lle­ven a cabo refor­mas fun­da­men­ta­les. La mis­ma cri­sis está afec­tan­do tam­bién a los diri­gen­tes polí­ti­cos. Están aflo­ran­do a la super­fi­cie opor­tu­nis­tas de nivel míni­mo y es des­ga­rra­dor ver cómo las per­so­nas tole­ran, e inclu­so per­do­nan, a unos diri­gen­tes corrup­tos y enga­ño­sos que impi­den el paso a los líde­res pro­gre­sis­tas de la talla de Abba Eban y Moshe Sharett.

Gra­ves peli­gros exis­ten­cia­les ame­na­zan a Israel si los diri­gen­tes actua­les no tie­nen la sabi­du­ría de enten­der que Israel no se encuen­tra en las pací­fi­cas regio­nes del nor­te de Euro­pa sino en el tur­bu­len­to cen­tro de un ator­men­ta­do Orien­te Medio. No tene­mos nin­gún lugar en Orien­te Medio en el futu­ro ya que nos hici­mos detes­ta­bles a sus ojos des­pués de haber macha­ca­do día y noche que ellos son detes­ta­ble para noso­tros. Así que es abso­lu­ta­men­te nefas­to. Si no encon­tra­mos una solu­ción apar­te de la ame­tra­lla­do­ra y el tan­que (que ya hemos vis­to que no sir­ven de nada con­tra un niño des­cal­zo con una pie­dra en la mano) pode­mos per­der­lo todo. El Esta­do de Israel es sus­cep­ti­ble de con­ver­tir­se en un fenó­meno pasa­je­ro como el Pri­mer Tem­plo y el Segun­do Templo.

La terri­ble tra­ge­dia es que nues­tros veci­nos se encuen­tran en la mis­ma pési­ma situa­ción, no tie­nen un Gandhi y noso­tros ni siquie­ra un mini-Roosevelt.

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