Ciu­da­da­nos del pri­mer mun­do, bien­ve­ni­dos al sub­de­sa­rro­llo- Alfre­do Saieg L.

Cri­sis vie­nen y cri­sis van, la asiá­ti­ca y la sub pri­me en EE.UU. y la de Por­tu­gal, la de Gre­cia y la de Espa­ña, y la que vie­ne y las que ven­drán, las que suman has­ta hoy la no des­pre­cia­ble cifra de más de 280 en las últi­mas déca­das, des­de que el capi­ta­lis­mo finan­cie­ro sio­nis­ta con sede en la Bol­sa de Wall Street, comen­zó a impo­ner sus polí­ti­cas neo­li­be­ra­les a nivel planetario.

Exis­ten varia­das hipó­te­sis sobre el ori­gen de estas cri­sis, entre ellas la que sos­tie­ne que éstas corres­pon­den a ciclos inevi­ta­bles de un mode­lo eco­nó­mi­co irreal basa­do en la espe­cu­la­ción, el nar­co trá­fi­co y una varia­da gama de ilí­ci­tos que poco tie­nen que ver con las leyes que rigen las eco­no­mías reales, ya sea la ley de ofer­ta y deman­da cuyo dog­ma es el mer­ca­do, ya sea la eco­no­mía pla­ni­fi­ca­da o una mez­cla de ambas.

Lo que es cla­ro sea cual sea su ori­gen, ya sean pro­du­ci­das por ago­ta­mien­to del mode­lo, pro­vo­ca­das a pro­pó­si­to o sim­ple­men­te por su pro­pia inefi­cien­cia, éstas son mani­pu­la­das de for­ma tal que en los hechos no hacen otra cosa que for­ta­le­cer la hege­mo­nía glo­bal del capi­tal finan­cie­ro en des­me­dro de la gen­te y el tam­ba­lean­te capi­ta­lis­mo indus­trial, no tan sal­va­je, aún vigen­te en paí­ses como Chi­na, Rusia y Brasil.

Es así como para supe­rar estas cri­sis se impul­san des­de los Esta­dos, pre­sio­na­dos por la ban­ca y las gran­des empre­sas mul­ti­na­cio­na­les, pro­ce­sos de pri­va­ti­za­ción de todo lo que pue­de con­si­de­rar­se fuen­te de lucro y con­cen­tra­ción de capi­tal, todo se vuel­ve mer­can­cía, la salud, la edu­ca­ción, los ser­vi­cios de uti­li­dad públi­ca, el agua, se refun­da el Esta­do ponién­do­lo al ser­vi­cio exclu­si­vo del capi­tal finan­cie­ro y la demo­cra­cia no vuel­ve a ser ni la som­bra de lo que era. Es decir que estas cri­sis que son de una peque­ña éli­te mun­dial de espe­cu­la­do­res, mafio­sos e inep­tos neo­li­be­ra­les due­ños del dine­ro, de los gran­des medios de comu­ni­ca­ción y la tec­no­lo­gía, se vuel­ven con­tra nosotros.

En el fon­do de las lla­ma­das cri­sis, en los hechos, apa­re­ce la arti­ma­ña que usa el capi­ta­lis­mo finan­cie­ro para reaco­mo­dar­se y pro­fun­di­zar el mode­lo de domi­na­ción, de ir gene­ran­do a tra­vés de los meca­nis­mos que impo­ne para la reso­lu­ción de cada una de ellas mayor con­cen­tra­ción de la pro­pie­dad y de los recur­sos del Esta­do. Cada una de éstas es una oca­sión más para apro­piar­se a como dé lugar de los recur­sos natu­ra­les y el fru­to del tra­ba­jo de todos los habi­tan­tes del pla­ne­ta, ya sea por la “bue­nas” uti­li­zán­do­las como sub­ter­fu­gio o ya sea por medio de gue­rras y gol­pes de esta­do en nom­bre de la demo­cra­cia y la lucha con­tra el terrorismo.

Estas for­mas de sali­das a sus cri­sis son posi­bles por el con­trol que ejer­cen sobre los Esta­dos, espe­cial­men­te sobre el Esta­do nor­te­ame­ri­cano, como tam­bién de los medios de comu­ni­ca­ción y la cla­se polí­ti­ca mun­dial, ampa­ra­dos en la ven­ta­ja de con­tar con el mono­po­lio de las armas y la fal­ta de una alter­na­ti­va popular.

Los resul­ta­dos de estas lla­ma­das cri­sis han sido has­ta hoy siem­pre los mis­mos: los ricos se hacen más ricos y cada día son menos, los pobres más pobres y cada día somos más, el pla­ne­ta con­ti­núa su ace­le­ra­do dete­rio­ro y la demo­cra­cia se va que­dan­do en los huesos.

La cri­sis euro­pea y el fin del Esta­do de bien­es­tar en el pri­mer mundo.


Si algo carac­te­ri­zó has­ta hace muy poco tiem­po atrás a los paí­ses del pri­mer mun­do fue una cier­ta equi­dad en la repar­ti­ción de la rique­za, cues­tión que per­mi­tía a sus ciu­da­da­nos gozar de un rela­ti­vo bien­es­tar. Esto fue posi­ble gra­cias a la exis­ten­cia de un Esta­do regu­la­dor y redis­tri­bui­dor de la rique­za la que en gran medi­da se obte­nía del comer­cio des­igual con el ter­cer mun­do, la apro­pia­ción de sus recur­sos natu­ra­les y la pro­pie­dad de la tec­no­lo­gía. Una con­cep­ción de Esta­do el que aún sien­do capi­ta­lis­ta, ase­gu­ra­ba al ciu­da­dano del pri­mer mun­do cier­tas cues­tio­nes bási­cas como salud, edu­ca­ción, etc., al que se le deno­mi­nó “esta­do de bienestar”.

Todo esto ha comen­za­do a des­apa­re­cer y muy pron­to se extin­gui­rá pro­duc­to de las lla­ma­das polí­ti­cas de recor­tes o de aus­te­ri­dad, supues­ta­men­te nece­sa­rias para supe­rar la cri­sis, las que se apli­can con­tra los tra­ba­ja­do­res y las per­so­nas en gene­ral para des­viar recur­sos hacia la ban­ca pri­va­da y para la trans­for­ma­ción del “esta­do de bien­es­tar” por uno de nue­vo cuño orien­ta­do a favo­re­cer exclu­si­va­men­te al capi­tal finan­cie­ro. Del mis­mo modo ocu­rre con la apro­pia­ción de la rique­za del ter­cer mun­do la que hoy se des­ti­na sin más a engro­sar las arcas de la ban­ca y las cor­po­ra­cio­nes transnacionales.

Es así como los pro­pios ciu­da­da­nos del pri­mer mun­do están vien­do día a día como se dete­rio­ra su cali­dad de vida, dis­mi­nu­yen sus ingre­sos y la pér­di­da pau­la­ti­na, pero a este paso inevi­ta­ble, de la gran mayo­ría de los bene­fi­cios alcanzados.

Des­pués de esta cri­sis y otras que ven­drán será aún más difí­cil dis­tin­guir entre un pobre euro­peo o un nor­te­ame­ri­cano de un pobre del ter­cer mun­do, como tam­po­co será posi­ble dis­tin­guir entre los ricos de los paí­ses cen­tra­les y los ricos del ter­cer mun­do. De con­ti­nuar en esta diná­mi­ca, en unos años más ya no sere­mos sólo los afri­ca­nos, los lati­no­ame­ri­ca­nos, los vapu­lea­dos ter­cer­mun­dis­tas los que habre­mos de sufrir las penu­rias inhe­ren­tes al sub­de­sa­rro­llo, sino tam­bién los ciu­da­da­nos de lo que hoy se cono­ce como el mun­do desa­rro­lla­do, pues­to que que­da­re­mos todos nive­la­dos: unos muy arri­ba, otros muy aba­jo y al cen­tro una peque­ña fran­ja de la socie­dad cons­ti­tui­da por aque­llos y aque­llas que cuen­ten con la suer­te de que­dar entre los ele­gi­dos para admi­nis­trar el mode­lo como empre­sa­rio de segun­da supe­di­ta­do al capi­tal finan­cie­ro, pro­fe­sio­nal de eli­te, polí­ti­co ins­ti­tu­cio­nal, mili­tar o juez de alta jerarquía.

Este es el futu­ro que nos ofre­ce el capi­ta­lis­mo finan­cie­ro sio­nis­ta, cri­sis y más cri­sis en las que ellos se enri­que­cen, los recur­sos natu­ra­les se ago­tan, el pla­ne­ta se extin­gue y la gran mayo­ría de la pobla­ción se pau­pe­ri­za a nive­les extremos.

Todo esto en el con­tex­to de un mun­do que dis­po­nien­do de todas las bases tec­no­ló­gi­cas y mate­ria­les para resol­ver los pro­ble­mas que aque­jan a la huma­ni­dad, éstos, lejos de resol­ver­se, se agu­di­zan y amplían a todos los habi­tan­tes del mun­do, pro­duc­to de la vora­ci­dad del capi­tal financiero.

No está todo dicho.


No obs­tan­te no está todo dicho; la emer­gen­cia en la eco­no­mía mun­dial de otros acto­res con eco­no­mías fuer­tes como la de Bra­sil, India, Rusia, India y Chi­na (BRIC) que abo­gan por un capi­ta­lis­mo de cor­te neo key­ne­siano y la mul­ti­po­la­ri­dad, al que se le suman los gobier­nos pro­gre­sis­tas de Lati­noa­mé­ri­ca y de otras lati­tu­des, pre­sio­nan y de una for­ma u otra resis­ten la vora­ci­dad del capi­ta­lis­mo finan­cie­ro y no acep­tan su hege­mo­nía, como tam­po­co la impo­si­ción a cri­sis y a san­gre y fue­go de las polí­ti­cas impul­sa­das por el FMI y sus acó­li­tos, abo­gan­do por for­mas capi­ta­lis­tas más equilibradas.

No obs­tan­te lo ante­rior, los unos y los otros repre­sen­tan fór­mu­las ago­ta­das que no apun­tan a la reso­lu­ción de los temas cen­tra­les y que jamás al capi­ta­lis­mo le ha intere­sa­do resol­ver, como el cam­bio de la matriz pro­duc­ti­va, la explo­ta­ción del tra­ba­jo asa­la­ria­do, las socie­da­des divi­di­das en cla­ses, la into­le­ran­cia étni­ca, reli­gio­sa y cul­tu­ral, la reorien­ta­ción del desa­rro­llo tec­no­ló­gi­co, la sobre­vi­ven­cia del pla­ne­ta y la huma­ni­dad, como tam­po­co ase­gu­ran la supera­ción de la demo­cra­cia repre­sen­ta­ti­va la que no garan­ti­za la autén­ti­ca par­ti­ci­pa­ción demo­crá­ti­ca que hoy recla­man los ciu­da­da­nos del mundo.

La emer­gen­cia de un nue­vo actor social y político.


La supera­ción defi­ni­ti­va de lo ante­rior­men­te seña­la­do no pode­mos espe­rar­la de nin­guno de aque­llos acto­res que pro­pug­nan varia­cio­nes sobre el mis­mo tema, las solu­cio­nes deben salir de la pro­pia gen­te, de aque­llos que con nues­tro tra­ba­jo gene­ra­mos rique­za, cono­ci­mien­to, cien­cia y tecnología.

Así lo están enten­dien­do amplios sec­to­res de la ciu­da­da­nía, los que en diver­sas lati­tu­des del orbe se orga­ni­zan, salen a las calles a expre­sar su des­con­ten­to y sobre todo, en una pri­me­ra ins­tan­cia, a resis­tir las polí­ti­cas que inten­ta impo­ner el capi­tal finan­cie­ro a nivel glo­bal. La ver­da­de­ra cri­sis del capi­ta­lis­mo será cuan­do éste, ama­ga­do por las gran­des mayo­rías, ya no pue­da rein­ven­tar­se para pro­lon­gar su ago­nía, ni con fal­sas cri­sis y solu­cio­nes de par­che, ni con gue­rras y gol­pes de esta­do ni todo su poder nuclear.

Es una nue­va reali­dad que nos con­vo­ca a todos los ciu­da­da­nos del mun­do a trans­for­mar nues­tra indig­na­ción en des­obe­dien­cia civil, a orga­ni­zar­nos en asam­bleas ciu­da­da­nas comu­na­les y barria­les autó­no­mas, a cons­truir poder ciu­da­dano, a bus­car solu­cio­nes pro­pias a los gran­des pro­ble­mas que hoy nos aque­jan, a refor­mu­lar la demo­cra­cia crean­do nue­vos y moder­nos ins­tru­men­tos de par­ti­ci­pa­ción y que ésta se extien­da mucho más allá de lo polí­ti­co a todos los ámbi­tos de la sociedad.

No se tra­ta hoy de la toma del poder, se tra­ta de crear y ejer­cer el poder ciu­da­dano a tra­vés de múl­ti­ples for­mas de orga­ni­za­ción social que vayan desa­rro­llan­do alter­na­ti­vas y pro­vo­can­do cam­bios reales por medio del ejer­ci­cio de pre­sión y exi­gen­cias sobre el empre­sa­ria­do y el apa­ra­to del Estado.

La prác­ti­ca del ejer­ci­cio del poder y las coor­di­na­cio­nes loca­les, nacio­na­les e inter­na­cio­na­les que comien­zan a dar­se en este pro­ce­so, posi­bi­li­ta­rán en un futu­ro cer­cano el sur­gi­mien­to de una pro­pues­ta de un nue­vo mun­do, de nue­vas for­mas de rela­cio­nes huma­nas, eco­nó­mi­cas y un nue­vo tipo de democracia.

Es un pro­ce­so que da sus pri­me­ros pasos con los Occupy Wall Street en EE.UU., con los indig­na­dos de Euro­pa y Cana­dá, en Túnez y Egip­to, con los tra­ba­ja­do­res grie­gos, con las Asam­bleas ciu­da­da­nas y el movi­mien­to estu­dian­til en Chi­le y Latinoamérica.

Será un pro­ce­so len­to, difí­cil, de avan­ces y retro­ce­sos, no exen­to de repre­sión como par­te de la úni­ca res­pues­ta espe­ra­ble de la éli­te en el poder, un pro­ce­so que ha comen­za­do a dar sus pri­me­ros pasos en un lar­go camino por reco­rrer para evi­tar caer en el des­pe­ña­de­ro al que nos con­du­ce inexo­ra­ble­men­te el capitalismo.

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