¿Revo­lu­ción selec­ta?- Borro­ka Garaia

Las revo­lu­cio­nes se pro­du­cen en los calle­jo­nes sin sali­da. B. Brecht 

A prin­ci­pios de año en una entre­vis­ta con­ce­di­da al dia­rio Gara, el líder del Sinn Féin Gerry Adams , pese a que no sea una de mis prin­ci­pa­les refe­ren­cias inter­na­cio­na­les, reali­zó una defi­ni­ción que lla­ma a la refle­xión en cuan­to al sig­ni­fi­ca­do pro­fun­do de ser revo­lu­cio­na­rio a nivel per­so­nal: “Soy un aspi­ran­te a revo­lu­cio­na­rio”. Recien­te­men­te podía­mos leer tam­bién en una intere­san­te entre­vis­ta a Ampa­ro Lashe­ras, ésta ya en casa, que “ser revo­lu­cio­na­ria es algo muy serio y muy impor­tan­te y gen­te espe­cial que lo dan todo. Yo, siem­pre me he con­si­de­ra­do una modes­ta dis­cí­pu­la de la revo­lu­ción que hago lo que pue­do.” En otra entre­vis­ta, en este caso a Darío Ama­dor, bri­ga­dis­ta argen­tino que par­ti­ci­pó en la gue­rri­lla san­di­nis­ta afir­ma­ba que “es pre­ci­so bajar a la tie­rra al Che Gue­va­ra y trans­for­mar­lo en un hom­bre común que hizo cosas poco comu­nes en situa­cio­nes poco comu­nes. Para mí ha habi­do dece­nas de miles de Che en Amé­ri­ca Latina”.

Y es que pare­ce que de siem­pre nos hemos crea­do cons­cien­te o incons­cien­te­men­te una ima­gen de los y las revo­lu­cio­na­rias como una espe­cie de super-hom­bres y super-muje­res que prác­ti­ca­men­te rozan el terreno celes­tial casi en for­ma de san­to­ral don­de el pue­blo y la mili­tan­cia en gene­ral mira hacia arri­ba des­de un exce­so de humil­dad y en algu­nos casos has­ta pare­cie­ra que de fal­ta de auto­es­ti­ma. Aquí, en mi opi­nión, la izquier­da debe­ría rea­li­zar una fuer­te auto-crí­ti­ca por­que a lo lar­go de la his­to­ria ha pro­mo­vi­do en dema­sia­das oca­sio­nes una espe­cie de cul­to a la ima­gen o a la per­so­na que no se sos­tie­ne des­de nin­gún pun­to de vis­ta en rela­ción a los bare­mos ideo­ló­gi­cos en teo­ría defen­di­dos. No es cues­tión de dar ejem­plos, ya que la his­to­ria está pla­ga­do de ellos y prác­ti­ca­men­te en todos los paí­ses se pue­den encon­trar. Afor­tu­na­da­men­te en Eus­kal Herria , la izquier­da revo­lu­cio­na­ria en cier­to modo podrá tener sus defi­cien­cias pero ha sabi­do estar aje­na a esta prác­ti­ca de dudo­sa uti­li­dad y a mi per­so­nal­men­te es una de las cosas que más me gus­tan de nues­tra que­ri­da izquier­da aber­tza­le y creo que es algo a conservar.

El idea­li­zar lo revo­lu­cio­na­rio y a los y las revo­lu­cio­na­rias lo úni­co que con­si­gue es abrir una bre­cha entre el pue­blo y la “cas­ta revo­lu­cio­na­ria”. Lle­gan­do a poder crear adhe­sión pero en sen­ti­do dele­ga­do cuan­do el obje­ti­vo pre­ci­sa­men­te es crear revo­lu­cio­na­rias y revo­lu­cio­na­rios como cham­pi­ño­nes y que se extien­dan en sen­ti­do hori­zon­tal para así poder man­te­ner una linea de defen­sa pre­pa­ra­da y resis­ten­te a todos los envi­tes que se pro­du­cen antes, duran­te y des­pués de la revolución.

El enten­der lo revo­lu­cio­na­rio como algo sacra­li­za­do ade­más tien­de a crear dos pos­tu­ras: La fun­da­men­ta­lis­ta, en la que los revo­lu­cio­na­rios se con­vier­ten en una espe­cie de celo­sos reli­gio­sos con un códi­go moral radi­ca­li­za­do y estric­to al mejor esti­lo cató­li­co aun­que sea en sen­ti­do inver­so don­de se for­ma una espe­cie de club selec­to de la per­fec­ción huma­na y divi­na bus­can­do el peca­do en todas par­tes. Y la otra pos­tu­ra, la de la deja­dez. Si ser revo­lu­cio­na­rio requie­re ese esfuer­zo sobre-humano y solo está des­ti­na­do para per­so­na­li­da­des y mili­tan­tes de ban­de­ra ¿Qué leches voy a hacer yo con mis con­tra­dic­cio­nes y limitaciones?.

El caso es que ni una ni otra pos­tu­ra es rea­lis­ta y sin embar­go pue­de que sean de las mas exten­di­das. El ser humano siem­pre cuen­ta con un fac­tor de con­tra­dic­ción y de error que es intrín­se­co a nues­tra natu­ra­le­za . Eso se tra­du­ce en todo, tam­bién en polí­ti­ca. La dua­li­dad famo­sa del bien y el mal tam­po­co es aje­na a nin­guno de noso­tros y noso­tras. Somos per­so­nas siem­pre en cons­truc­ción. Y para apren­der a andar en bici­cle­ta es pro­ba­ble que te des unas cuan­tas ostias antes. Mal­colm X es con­si­de­ra­do uno de los gran­des revo­lu­cio­na­rios de la his­to­ria. Fue tra­fi­can­te de dro­gas, tam­bién yon­ki, pro­xe­ne­ta, roba­ba a la cla­se tra­ba­ja­do­ra dan­do palos en cual­quier esqui­na y todo tipo de com­por­ta­mien­tos que según él le hicie­ron caer en el mayor abis­mo que pue­de caer un ser humano. Sin embar­go se levan­tó. No exis­ten cuen­tos de hadas y prín­ci­pes impolutos.

Los erro­res, las con­tra­dic­cio­nes, las caren­cias… no te hacen ser menos revo­lu­cio­na­rix… sino que son las bases para que lo seas. Para nues­tro cam­bio y pelea per­so­nal y para el cam­bio de la socie­dad y el sistema.

El revo­lu­cio­na­rix está en todos noso­tros y noso­tras sin excep­cio­nes ya que el cam­bio, nues­tro y de la socie­dad, lo lle­va­mos como decía aquel en todos nues­tros cora­zo­nes. Y eso es la revolución.

Y es que efec­ti­va­men­te, el obje­ti­vo del revo­lu­cio­na­rio es la revo­lu­ción. Pare­ce que en la socie­dad occi­den­tal euro­pea la uti­li­dad de los idea­les revo­lu­cio­na­rios corres­pon­de­rían en el mejor de los casos a otras lati­tu­des. Idea­lis­mo uti­li­za­do sobre supues­tas situa­cio­nes idí­li­cas leja­nas que en reali­dad de idí­li­cas tie­nen poco. Si noso­tros mis­mos nos cons­trui­mos una ima­gen de lo revo­lu­cio­na­rio como algo ajeno a lo coti­diano, como algo sobre-humano y casi inal­can­za­ble para el mero mor­tal y mucho menos en este occi­den­te en el que vivi­mos “bien” . Pues la revo­lu­ción y lo revo­lu­cio­na­rio se con­vier­te en una quimera.

La revo­lu­ción requie­re con­di­cio­nes revo­lu­cio­na­rias. Y no que­pa duda a nadie que lle­var el pro­ce­so de libe­ra­ción nacio­nal vas­co has­ta el final será un pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio o no será. Qui­zás no será un pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio esti­lo toma del pala­cio de invierno, ni tam­po­co será un pro­ce­so con algu­nos con­di­men­tos his­tó­ri­cos que hemos cono­ci­do en el pasa­do en otras lati­tu­des pero por fuer­za ten­drá los ejes bási­cos de toda revo­lu­ción. El ten­sio­na­mien­to polí­ti­co será la cla­ve y la rup­tu­ra la úni­ca vía. Esta coyun­tu­ra no ven­drá dada por deci­sión de la cla­se tra­ba­ja­do­ra vas­ca sino obli­ga­da por impo­si­ción de sus enemi­gos his­tó­ri­cos y de los esta­dos, a los cua­les cono­ce­mos lo sufi­cien­te­men­te bien para enten­der su naturaleza.

Por eso debe­mos apren­der a cono­cer­nos mejor y a creer en noso­tros y noso­tras mis­mas. Yo creo en tí.

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