La otra cara de la cita olím­pi­ca- Txen­te Rekondo

La cele­bra­ción de los Jue­gos Olím­pi­cos de Lon­dres estos días ser­vi­rá para el bom­bar­deo mediá­ti­co de la cita depor­ti­va, sin embar­go más allá de los titu­la­res y noti­cias mera­men­te liga­das al depor­te, pode­mos encon­trar otra reali­dad muchas veces silen­cia­da u ocultada.

El lla­ma­do “espí­ri­tu olím­pi­co” se ha con­ver­ti­do en una mera ope­ra­ción de mar­ke­ting para ocul­tar el fabu­lo­so nego­cio que supo­ne este tipo de even­tos para las gran­des cor­po­ra­cio­nes, algu­nos sec­to­res empre­sa­ria­les e inclu­so para deter­mi­na­dos depor­tis­tas pro­fe­sio­na­les que verán aumen­tar con su par­ti­ci­pa­ción y vic­to­rias su pro­pio bolsillo.

Así mis­mo, casi nadie que­rrá hablar de los cos­tes que se gene­ran en torno a esta cita olím­pi­ca, paga­dos nor­mal­men­te por los ciu­da­da­nos a “tra­vés de los gobier­nos de turno”, unas inver­sio­nes que como hemos vis­to en los últi­mos años sue­len incre­men­tar­se sobre las pre­vi­sio­nes ini­cia­les, o como en el caso de Gre­cia (Ate­nas 2004) fue­ron uno de los deto­nan­tes de la actual situa­ción en aquél país.

En esta oca­sión ade­más, esta­mos asis­tien­do a la mili­ta­ri­za­ción de los Jue­gos Olím­pi­cos, con un des­plie­gue mili­tar sin pre­ce­den­tes en el pasa­do, y que va uni­do a todo un sin­fín de prohi­bi­cio­nes, algu­nas “anec­dó­ti­cas”, como la prohi­bi­ción de ven­der pata­tas fri­tas que no sean de una cono­ci­da cade­na de comi­da rápi­da, y otras de mayor cala­do polí­ti­co, como el impe­dir la pre­sen­cia en el recin­to olím­pi­co de men­sa­jes polí­ti­cos (ni en cami­se­tas, ni en pan­car­tas…) o la ban­de­ra de cual­quier país que no par­ti­ci­pe en los Jue­gos (algu­nos seña­lan que esta medi­da está des­ti­na­da a evi­tar la pre­sen­cia de mani­fes­tan­tes tibe­ta­nos, pero evi­den­te­men­te alcan­za a otros pue­blos y nacio­nes), que­dan­do de mani­fies­to que la tan cacarea­da liber­tad de expre­sión es una víc­ti­ma más en este com­ple­jo entra­ma­do político-económico

La lla­ma­da segu­ri­dad de los Jue­gos Olím­pi­cos ha ser­vi­do tam­bién para mos­trar las caren­cias de deter­mi­na­dos hábi­tos que se esta­ban pro­du­cien­do en Gran Bre­ta­ña en los últi­mos años, y que guar­da estre­cha rela­ción con la polí­ti­ca de recor­tes y pri­va­ti­za­cio­nes en el sec­tor públi­co del país. La con­ce­sión a la empre­sa G4S de la segu­ri­dad de esta cita olím­pi­ca era un paso más en el rápi­do y sos­pe­cho­so desa­rro­llo que la mis­ma ha teni­do en los últi­mos tiempos.

A día de hoy, esa empre­sa ope­ra en 125 paí­ses (su lema es “ase­gu­ran­do tu mun­do”) y en Gran Bre­ta­ña ha logra­do hacer­se con ser­vi­cios poli­cia­les, el con­trol de pri­sio­nes y cen­tros de deten­ción para meno­res, for­man­do a dife­ren­tes sec­to­res, dotan­do de vigi­lan­cia a empre­sas pri­va­das y a cual­quier ciu­da­dano que lo deman­de… y todo ello gra­cias a las bue­nas rela­cio­nes con impor­tan­tes miem­bros del gobierno (la polí­ti­ca de las puer­tas gira­to­rias fun­cio­na a las mil mara­vi­llas en este país).

Jun­to a esta expan­sión empre­sa­rial se han suce­di­do las denun­cias por abu­sos de dere­chos huma­nos. En Aus­tra­lia detu­vie­ron a un pres­ti­gio­so abo­ri­gen y lo trans­por­ta­ron a tra­vés del desier­to en un vehícu­lo sin con­di­cio­nes, don­de murió a con­se­cuen­cia del calor, lo que supu­so una denun­cia sobre la mani­fies­ta inca­pa­ci­dad pro­fe­sio­nal de algu­nos miem­bros o inclu­so el dete­rio­ro de los ins­tru­men­tos y vehícu­los utilizados.

Esta mis­ma empre­sa ha esta­do envuel­ta en la muer­te del ciu­da­dano ango­le­ño Jimmy Muben­ga, que falle­ció en un vue­lo cuna­do esta­ba sien­do depor­ta­do, mien­tras que sus pro­tes­tas eran igno­ra­das por el res­to de pasa­je­ros y tri­pu­la­ción. Un recien­te infor­me resal­ta­ba el récord que osten­ta esta empre­sa tam­bién a la hora de “dañar tan­to a niños como adul­tos a su cargo”.

El últi­mo escán­da­lo ha esta­do liga­do a las decla­ra­cio­nes de uno de sus res­pon­sa­bles, cuan­do hace unos días ha anun­cia­do que no esta­ban en con­di­cio­nes de garan­ti­zar la segu­ri­dad de los Jue­gos (o sea, en otras pala­bras de cum­plir el con­tra­to) y que por ello deman­da­ban la cola­bo­ra­ción del gobierno (socia­li­zar las pér­di­das y pri­va­ti­zar las ganan­cias). Los diri­gen­tes bri­tá­ni­cos ense­gui­da salie­ron en defen­sa de la empre­sa y movi­li­za­ron de for­ma urgen­te más de tres mil sol­da­dos que se unían a los des­ple­ga­dos anteriormente.

Los abu­sos tan­to de los miem­bros de G4S y de la poli­cía bri­tá­ni­ca se están con­vir­tien­do en una dra­má­ti­ca tóni­ca. En torno a esta situa­ción se ha veni­do gene­ran­do en los últi­mos tiem­pos una espe­cie de cul­tu­ra endé­mi­ca de la lla­ma­da vio­len­cia poli­cial envuel­ta en una evi­den­te sen­sa­ción de impu­ni­dad, lo que ha moti­va­do que una miem­bro de la asam­blea lon­di­nen­se, Jeny Jones, decla­ra­ra que esta­mos ante “mato­nes en uni­for­me, bus­can­do la legi­ti­mi­dad de una pla­ca poli­cial y la impu­ni­dad del sis­te­ma legal”.

Crí­ti­cas de impor­tan­tes figu­ras polí­ti­cas hacia acti­tu­des gro­se­ras y agre­si­vas y de fal­ta de res­pe­to hacia las mino­rías y las muje­res (Eric Ave­bury, Libe­ral Demó­cra­ta), hacia el ape­ti­to mone­ta­rio insa­cia­ble de algu­nos polí­ti­cos (Lord Dho­la­kia), o las pala­bras de Lord Mar­les­ford, seña­lan­do que el per­so­nal de la Agen­cia de Fron­te­ras ha demos­tra­do “ser, de mane­ra sis­te­má­ti­ca, corrupto”.

Esta situa­ción de impu­ni­dad y abu­sos cuen­ta ade­más con la esti­ma­ble cola­bo­ra­ción de deter­mi­na­dos medios de comu­ni­ca­ción que ter­gi­ver­san la reali­dad para jus­ti­fi­car cual­quier abu­so, y cuan­do pos­te­rior­men­te van a apa­re­cien­do datos que con­tra­di­cen sus ver­sio­nes mani­pu­la­das tien­den a olvi­dar­se de la “his­to­ria”. Jun­to a ello es evi­den­te tam­bién la defi­cien­cia de un sis­te­ma judi­cial que apli­ca un doble rase­ro: mien­tras cri­mi­na­li­za las pro­tes­tas ordi­na­rias, pro­te­ge los des­ma­nes policiales.

La mili­ta­ri­za­ción de los Jue­gos de Lon­dres 2012 ha alcan­za­do unas cifras y un des­plie­gue que no se había vis­to en nin­gu­na cita ante­rior. Ade­más, algu­nos apun­tan a que pudie­re obe­de­cer a una estra­te­gia más allá de la cita olím­pi­ca. En ese sen­ti­do se esta­ría “acos­tum­bran­do” a la pobla­ción a pre­sen­ciar el des­plie­gue de las tro­pas para rea­li­zar labo­res poli­cia­les, no en esce­na­rios béli­cos como Afga­nis­tán o Iraq, sino den­tro de las fron­te­ras del pro­pio estado.

Nos encon­tra­ría­mos ante un inten­to de “inte­grar” al ejér­ci­to en labo­res socia­les, lo que ocul­ta una dimen­sión nue­va para este tipo de ser­vi­cios y sobre todo impor­tan­tes cam­bios en torno a la mis­ma con­cep­ción de los mis­mos. Este “expe­ri­men­to” pone en mar­cha la posi­ble coor­di­na­ción entre la poli­cía, las empre­sas pri­va­das de segu­ri­dad y los mili­ta­res, todo ello para garan­ti­zar la segu­ri­dad que esta­blez­can los diri­gen­tes polí­ti­cos del momen­to. En este con­tex­to, la cele­bra­ción de los Jue­gos Olím­pi­co es el esce­na­rio más ade­cua­do para poner en mar­cha lo que ya se está defi­nien­do como “la nue­va mili­ta­ri­za­ción urbana”.

Mark Perry­man, que aca­ba de publi­car un libro (en inglés) titu­la­do “Por qué los Jue­gos Olím­pi­cos no son bue­nos para noso­tros y cómo podrían ser”, ha seña­la­do de mane­ra bas­tan­te acer­ta­da que “de la Noche a la maña­na “Help for Heroes” (una orga­ni­za­ción cari­ta­ti­va para ayu­dar a sol­da­dos bri­tá­ni­cos heri­dos en dife­ren­tes con­flic­tos) se ha con­ver­ti­do en mano de obra bara­ta pero no para pro­te­ger­lo a usted o a mí, sino a McDo­nalds, Coca-Cola, Hei­ne­ken y el resto”.

Gabi­ne­te Vas­co de Aná­li­sis Inter­na­cio­nal (GAIN) /​La Haine

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