Pode­mos ser otra cosa- Iker Casanova

Entre el entu­sias­mo de los suyos el pre­si­den­te de Espa­ña lee los tér­mi­nos de la decla­ra­ción de gue­rra a su pro­pio pue­blo. El mapa de los recor­tes apli­ca­dos en los últi­mos meses cons­ti­tu­ye un auto­rre­tra­to ideo­ló­gi­co de la dere­cha espa­ño­la. Según el PP, los pro­ble­mas del Esta­do son los siguien­tes: los nacio­na­lis­tas han hun­di­do el país obli­gan­do a hacer auto­no­mías; los fun­cio­na­rios son unos vagos, al igual que los estu­dian­tes, los sin­di­ca­lis­tas y los disi­den­tes en gene­ral; la sani­dad está en quie­bra por los inmi­gran­tes y los simu­la­do­res de bajas y enfer­me­da­des; los para­dos chu­pan del bote sin bus­car empleo; des­pe­dir es muy difí­cil; el Esta­do está sobre­di­men­sio­na­do, lo públi­co está siem­pre mal ges­tio­na­do y lo pri­va­do es efi­cien­te; exis­ten dema­sia­das regu­la­cio­nes que asfi­xian la economía.…

Sus pro­pues­tas de solu­ción no plan­tean nin­gu­na crí­ti­ca ni pro­pó­si­to de enmien­da sobre el mode­lo pro­duc­ti­vo y polí­ti­co que ha gene­ra­do esta cri­sis, sino al con­tra­rio, una pro­fun­di­za­ción faná­ti­ca en la orto­do­xia neo­li­be­ral: pri­va­ti­zar y libe­ra­li­zar, con el aña­di­do his­pano de recen­tra­li­zar. Sin embar­go, los acree­do­res del Esta­do exi­gen dine­ro y no decla­ra­cio­nes ideo­ló­gi­cas, así que Rajoy ha hecho para tapar los desa­gui­sa­dos que sus ami­gos han crea­do en la ban­ca espa­ño­la lo que no esta­ba dis­pues­to a hacer para pagar las medi­ci­nas a ancia­nos indi­gen­tes: subir los impues­tos de for­ma masi­va. Pero la cabra tira al mon­te y de for­ma deli­ran­te y sui­ci­da, como el escor­pión que pica a la rana en medio del río, «es mi natu­ra­le­za», lo ha hecho solo a los pobres y de for­ma letal para la economía.

El Gobierno ha dado la espal­da de for­ma pre­me­di­ta­da a la posi­bi­li­dad de aco­me­ter refor­mas estruc­tu­ra­les para salir de la cri­sis sin afron­tar recor­tes socia­les, lo que es lógi­co si tene­mos en cuen­ta que la fun­ción de un gobierno de dere­chas es bene­fi­ciar a las cla­ses altas. Pero, inclu­so des­de esa ópti­ca, han aña­di­do la mio­pía a la mal­dad. La refor­ma fis­cal no con­tem­pla una subida/​reimplantación/​creación de los impues­tos de suce­sio­nes, plus­va­lías, patri­mo­nio, de los tra­mos más altos del IRPF, del Impues­to de Socie­da­des, del IVA de lujo, sobre las gran­des for­tu­nas…, ni la anu­la­ción de las SICAV y otras for­mas de eva­sión legal, ni anun­cia un plan de cho­que con­tra el frau­de. De hecho, la prin­ci­pal apro­xi­ma­ción de este gobierno al frau­de ha sido una amnis­tía para los defraudadores.

La subi­da de los impues­tos indi­rec­tos es la más injus­ta por­que qui­ta a todos lo mis­mo, inde­pen­dien­te­men­te de su ren­ta. Pero ade­más, el resul­ta­do inme­dia­to será un des­cen­so del con­su­mo que, apar­te de frus­trar la pre­vi­sión recau­da­to­ria, resul­ta­rá fatal para el comer­cio tra­di­cio­nal, la indus­tria del ocio, la cul­tu­ra… afec­ta­das tam­bién por otras des­re­gu­la­cio­nes que solo bene­fi­cia­rán a las mul­ti­na­cio­na­les. El des­cen­so gene­ral del con­su­mo, empu­ja­do tam­bién por los recor­tes a los fun­cio­na­rios y otros colec­ti­vos que dedi­can al gas­to bási­co la tota­li­dad de sus ingre­sos, va a hacer que des­pués el res­to de los sec­to­res se vean afec­ta­dos en cade­na, has­ta caer en una rece­sión de dimen­sio­nes inéditas.

Esta­mos asis­tien­do al colap­so del mode­lo socio­eco­nó­mi­co de las bur­bu­jas implan­ta­do por el PPSOE en el Esta­do espa­ñol en las últi­mas déca­das. Una eco­no­mía que de for­ma irres­pon­sa­ble se había basa­do en los apa­ren­te­men­te espec­ta­cu­la­res datos de cre­ci­mien­to apor­ta­dos por la «bur­bu­ja inmo­bi­lia­ria» y su her­ma­na del sec­tor públi­co, la «bur­bu­ja de las infra­es­truc­tu­ras». Des­cui­dan­do la for­ma­ción y la inves­ti­ga­ción; tra­tan­do de ganar com­pe­ti­ti­vi­dad úni­ca­men­te a tra­vés de la mode­ra­ción sala­rial; trans­fi­rien­do ren­ta de los tra­ba­ja­do­res a los empre­sa­rios; pri­va­ti­zan­do empre­sas públi­cas ren­ta­bles; gene­ra­li­zan­do la pre­ca­rie­dad labo­ral; bajan­do impues­tos a los ricos; endeu­dán­do­se de for­ma teme­ra­ria e inne­ce­sa­ria; fomen­tan­do un mode­lo ban­ca­rio que se había hecho fuer­te a tra­vés del ladri­llo y del cobro de hipo­te­cas con­fis­ca­to­rias… el Esta­do espa­ñol cami­na­ba con paso fir­me hacia el desas­tre. El esta­lli­do par­cial del sis­te­ma espe­cu­la­ti­vo de las finan­zas glo­ba­les fue el prin­ci­pio del fin. Las medi­das adop­ta­das por el PP van a pro­fun­di­zar aho­ra la deba­cle. Tal y como dijo Rajoy sobre la hoy que­bra­da Comu­ni­dad Valen­cia­na: «Ese es el mode­lo que yo quie­ro apli­car para el Gobierno de España».

El mode­lo auto­nó­mi­co espa­ñol (para­dig­ma de una infla­ción ins­ti­tu­cio­nal que se extien­de a otros ámbi­tos) es absur­do, caro e insos­te­ni­ble. Los dipu­tados de Amaiur lo deno­mi­na­ban esta sema­na «bur­bu­ja ins­ti­tu­cio­nal». Este mode­lo sur­ge en la tran­si­ción, con la inten­ción de disi­mu­lar el hecho nacio­nal vas­co y cata­lán, prin­ci­pal­men­te, cuyo reco­no­ci­mien­to era obli­ga­do por la deman­da real exis­ten­te. Pen­sa­ron que la mejor for­ma de escon­der un árbol era plan­tar un bos­que y aho­ra el café para todos demues­tra su cos­te. Pare­ce absur­do crear toda una auto­no­mía para repre­sen­tar a cier­tas pro­vin­cias cuyos legí­ti­mos intere­ses podrían ser admi­nis­tra­dos por una dipu­tación pro­vin­cial que se encar­ga­ra de la ges­tión cul­tu­ral y la pro­mo­ción socio­eco­nó­mi­ca del terri­to­rio, pero pre­fi­rie­ron esa vía que adop­tar una estruc­tu­ra que des­ta­ca­ra la sin­gu­la­ri­dad de vas­cos y catalanes.

Una vez pues­to en mar­cha el sis­te­ma, el PPSOE cayó sobre el poder auto­nó­mi­co como una pla­ga de lan­gos­tas. Sin lugar a dudas, los más inefi­cien­tes y des­pil­fa­rra­do­res han sido los gober­nan­tes del PP, empe­ña­dos en actuar como reye­zue­los en unas comu­ni­da­des que aca­ba­ban sobre­di­men­sio­na­das por sus ansias de poder y las nece­si­da­des de ali­men­tar una red clien­te­lar de carác­ter neo­ca­ci­quil, con las cajas de aho­rros pros­ti­tui­das para el sos­te­ni­mien­to de la polí­ti­ca del ladri­llo y la infra­es­truc­tu­ra absur­da. Sobran los ejem­plos de su mala ges­tión: las auto­no­mías y ayun­ta­mien­tos más endeu­da­dos, el mayor núme­ro de pro­ce­sa­dos por corrup­ción, las infra­es­truc­tu­ras más inú­ti­les, las tele­vi­sio­nes públi­cas más sec­ta­rias y defi­ci­ta­rias, las cajas más arrui­na­das… El PP ha situa­do a una cater­va de corrup­tos a saquear y arrui­nar el Esta­do, y cuan­do lo ha con­se­gui­do denun­cia la inefi­cien­cia de lo públi­co y pide su pri­va­ti­za­ción. Así se aho­rra­ran tener que pasar por el moles­to tran­ce de unas elec­cio­nes para acce­der a la ges­tión de aque­llas par­ce­las de poder que la eli­te eco­nó­mi­ca a la que sir­ven no tie­ne aún en propiedad.

La inde­pen­den­cia es una nece­si­dad vital para nues­tra eco­no­mía. Que nadie ven­ga con la memez de que en el mun­do actual no exis­te la inde­pen­den­cia. Hay esta­dos con el máxi­mo nivel de sobe­ra­nía y hay pue­blos suje­tos a domi­na­cio­nes aña­di­das a la lógi­ca inter­de­pen­den­cia de un mun­do glo­bal. ¿Por qué los vas­cos no dis­po­ne­mos de los recur­sos legis­la­ti­vos, eco­nó­mi­cos y polí­ti­cos con los que sí cuen­ta el Gobierno espa­ñol, para poder usar­los en sen­ti­do dis­tin­to, en con­so­nan­cia con nues­tra reali­dad socio­eco­nó­mi­ca y nues­tra volun­tad polí­ti­ca? ¿Por qué no tene­mos voz ni voto en los foros inter­na­cio­na­les don­de se deci­de nues­tro futu­ro? Por­que no somos un esta­do independiente.

Es cier­to que hay medi­das que hay que tomar ya, y que pue­den poner­se en prác­ti­ca inclu­so des­de el men­gua­do mar­co com­pe­ten­cial actual, pero si no libra­mos a nues­tro país del ancla his­pa­na nos ter­mi­na­re­mos por hun­dir. Pon­ga­mos un ejem­plo: Patxi López dice que no acep­ta las medi­das de Rajoy pero ¿qué pasa­rá si, como es pre­vi­si­ble, el Tri­bu­nal Cons­ti­tu­cio­nal obli­ga a apli­car los recor­tes? Que gra­cias a la fal­ta de com­pe­ten­cias nues­tros pen­sio­nis­tas ten­drán que pagar sus medi­ci­nas, los fun­cio­na­rios redu­cir sus suel­dos y los peque­ños comer­cian­tes echar la per­sia­na. ¿Segui­rá dicien­do enton­ces López que el deba­te sobre el nivel de auto­go­bierno, y en su caso la inde­pen­den­cia, es una preo­cu­pa­ción iden­ti­ta­ria aje­na a las nece­si­da­des e inquie­tu­des coti­dia­nas de la ciudadanía?

En el Esta­do espa­ñol han esta­lla­do las bur­bu­jas inmo­bi­lia­ria, de infra­es­truc­tu­ras e ins­ti­tu­cio­nal. Ha esta­lla­do la bur­bu­ja Espa­ña. Que­da un esta­do arrui­na­do eco­nó­mi­ca y moral­men­te, pró­xi­mo a la inter­ven­ción. Espa­ña cum­ple de for­ma cre­cien­te los requi­si­tos para ser cali­fi­ca­do como un esta­do falli­do: las ins­ti­tu­cio­nes polí­ti­cas, judi­cia­les y eco­nó­mi­cas se per­ci­ben como un pro­ble­ma en sí mis­mas y es el pro­pio Esta­do, por su polí­ti­ca y estruc­tu­ra, la cau­sa direc­ta del des­cen­so de la cali­dad de vida de su pobla­ción. Ade­más no ha podi­do, ni podrá ya nun­ca, supe­rar las ten­sio­nes deri­va­das de la negli­gen­te ges­tión de su plu­ri­na­cio­na­li­dad. Las fuer­zas cen­trí­fu­gas ya están des­ata­das y a medio pla­zo se cum­pli­rá el ada­gio de Cáno­vas de que «son espa­ño­les los que no pue­den ser otra cosa». Noso­tras sí pode­mos, que­re­mos y vamos a ser otra cosa: ciu­da­da­nas de Eus­kal Herria, un esta­do inde­pen­dien­te, peque­ño y bien ges­tio­na­do, con una eco­no­mía popu­lar basa­da en el res­pe­to a la natu­ra­le­za y des­ti­na­da a garan­ti­zar el bien­es­tar mate­rial y cul­tu­ral de sus gentes.

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