Las rup­tu­ras revo­lu­cio­na­rias no son pre­es­ta­ble­ci­das- Miguel Urbano

Las rup­tu­ras revo­lu­cio­na­rias, con raras excep­cio­nes, se pro­du­cen sin fecha en el calen­da­rio. En otras pala­bras, no son fácil­men­te pre­vi­si­bles y ocu­rren en luga­res don­de no eran esperadas.

Cito entre otras, la mexi­ca­na, la boli­via­na, la viet­na­mi­ta, la cuba­na, la argelina,la chi­le­na, la por­tu­gue­sa de Abril del 74. En la pro­pia Rusia, la Revo­lu­ción de Octu­bre de 1917, en secuen­cia de la Revo­lu­ción de Febre­ro, con­tra­di­jo tesis de Marx al asu­mir­se como socia­lis­ta en un país capi­ta­lis­ta atrasado.

Difie­ren mucho las moti­va­cio­nes com­ple­jas que están en el ori­gen de esas y otras revo­lu­cio­nes, así como el rum­bo y des­en­la­ce de cada una. Un deno­mi­na­dor común –resul­ten ellas de levan­ta­mien­tos popu­la­res o del fun­cio­na­mien­to de meca­nis­mos ins­ti­tu­cio­na­les- es él recha­zo de los opri­mi­dos a seguir some­ti­dos pasi­va­men­te a las polí­ti­cas de la cla­se domi­nan­te que no dis­po­ne más de la fuer­za sufi­cien­te para impo­ner­las. El aná­li­sis de Lenin sobre el tema man­tie­ne su validez.

En las rup­tu­ras vio­len­tas en que el pue­blo actúa como suje­to direc­to, el momen­to en que las masas se movi­li­zan con­tra el Esta­do opre­sor y lo des­tru­yen es inse­pa­ra­ble de situa­cio­nes his­tó­ri­cas que varían de caso en caso.

En la gran Revo­lu­ción Fran­ce­sa de 1789 una gene­ra­ción de bri­llan­tes pen­sa­do­res había demos­tra­do hace mucho que la monar­quía de dere­cho divino, con sus res­qui­cios feu­da­les, era un régi­men mons­truo­so, una abe­rra­ción en la Fran­cia sete­cen­tis­ta. Más fue pre­ci­so que el pre­cio del pan aumen­ta­ra des­pués de una suce­sión de cose­chas desas­tro­sas para que en el auge de una cri­sis eco­nó­mi­ca pro­fun­da, se pro­du­je­se el levan­ta­mien­to popu­lar en una rup­tu­ra que asu­mió rápi­da­men­te los con­tor­nos del desa­fío revolucionario.

En las gue­rras colo­nia­les, la deses­pe­ra­ción de pue­blos some­ti­dos por las poten­cias euro­peas a sis­te­mas de explo­ta­ción con carac­te­rís­ti­cas casi escla­vis­tas fun­cio­nó cómo mecha de las luchas de libe­ra­ción. Jean Paul Sar­tre sub­ra­yó que, el colo­nia­lis­mo degra­da tan­to al hom­bre que la pro­pia vida, bien supre­mo, pier­de sig­ni­fi­ca­do y la insu­rrec­ción arma­da sur­ge como la opción impues­ta por la defen­sa de la dignidad.

El impo­si­ble apa­ren­te pue­de trans­for­mar­se enton­ces en reali­dad, como acon­te­ció en Viet­nam y en Arge­lia, cuan­do dos peque­ños y pobres pue­blos derro­ta­ron gran­des poten­cias imperiales.

TIEMPO DE VIRAJE

La huma­ni­dad enfren­ta una cri­sis de civi­li­za­ción sin pre­ce­den­tes. Difie­re de otras por­qué es glo­bal. El impe­ria­lis­mo, trans­for­mán­do­se, sin renun­ciar a su esen­cia inhu­ma­na y depre­da­do­ra, pre­ten­de, sobre todo a tra­vés de su polo hege­mó­ni­co, los Esta­dos Uni­dos, man­te­ner a los pue­blos some­ti­dos a su pro­yec­to de domi­na­ción uni­ver­sal. Inca­pa­ces de supe­rar la cri­sis estruc­tu­ral del capi­ta­lis­mo, los EEUU, con el apo­yo de los gran­des de la Unión Euro­pea, des­en­ca­de­na­ran con­tra paí­ses de Asia y de Áfri­ca gue­rras geno­ci­das para saquear sus recur­sos naturales.

Empan­ta­na­do en esas agre­sio­nes, el impe­ria­lis­mo pre­ten­de jus­ti­fi­car­las uti­li­zan­do un engra­na­je mediá­ti­co pla­ne­ta­rio que for­ja una reali­dad vir­tual. Trans­mu­ta el cri­men en vir­tud y enmas­ca­ra gue­rras des­truc­to­ras como “inter­ven­cio­nes huma­ni­ta­rias” en defen­sa de la liber­tad y de la democracia.

Una cons­tan­te en esa per­ver­sa masa­cre mediá­ti­ca es la for­ma­ción de que la era de las revo­lu­cio­nes fina­li­zó y que el neo­li­be­ra­lis­mo, reba­sa­das cri­sis coyun­tu­ra­les, emer­ge como la ideo­lo­gía definitiva.

No con­ven­ce a los pue­blos. El caos mun­dial gene­ra­do por el sis­te­ma capi­ta­lis­ta demues­tra cada nue­vo día que la lucha de cla­ses se inten­si­fi­ca en dece­nas de paí­ses y que la huma­ni­dad se encuen­tra en el umbral de una era de nue­vas revoluciones.

Tóme­se a Gre­cia cómo ejem­plo. No hay cam­pa­ña mediá­ti­ca, ni dis­cur­so de Oba­ma o Mer­kel, o deci­sión de ban­que­ros de los EEUU o de la UE que pue­da apa­gar la evi­den­cia de que los tra­ba­ja­do­res de Gre­cia res­pon­sa­bi­li­zan al impe­ria­lis­mo por los sufri­mien­tos de su pueblo.

PORTUGAL, ANTES Y HOY

En Por­tu­gal ocu­rrie­ron en el siglo XX trans­for­ma­cio­nes socia­les pro­fun­das que los his­to­ria­do­res y cien­tis­tas polí­ti­cos tie­nen difi­cul­ta­des para expli­car. Duran­te casi medio siglo el pue­blo por­tu­gués fue some­ti­do a una dic­ta­du­ra fas­cis­ta. Una úni­ca fuer­za polí­ti­ca orga­ni­za­da, el Par­ti­do Comu­nis­ta Por­tu­gués, com­ba­tió en la clan­des­ti­ni­dad con­tra ese régi­men, bru­tal­men­te repre­si­vo, que man­tu­vo al país en un atra­so eco­nó­mi­co y cul­tu­ral inocul­ta­ble. Las Fuer­zas Arma­das, la igle­sia y la bur­gue­sía apo­ya­ron a Sala­zar. Hubo resis­ten­cia, pero solo una mino­ría par­ti­ci­pó en las luchas socia­les lide­ra­das por la van­guar­dia comu­nis­ta. Fue la gue­rra colo­nial la que fun­cio­nó como espo­le­ta del des­con­ten­to popu­lar, crean­do con­di­cio­nes para la rup­tu­ra de Abril de 1974.

Ocu­rrió enton­ces lo inima­gi­na­ble. El derro­ca­mien­to del fas­cis­mo por el Movi­mien­to de las Fuer­zas Arma­das des­em­bo­co en un pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio. La alian­za del Pue­blo con la van­guar­dia mili­tar, el MFA, per­mi­tió que en tiem­po muy bre­ve Por­tu­gal fue­ra esce­na­rio de una gran revolución.

En poco más de un año, en los gobier­nos pro­vi­sio­na­les del gene­ral Vas­co Gonçal­ves, el pue­blo, reasu­mién­do­se como suje­to de la His­to­ria, reali­zó con­quis­tas revo­lu­cio­na­rias que Euro­pa Occi­den­tal no cono­cía des­de la Comu­na de París.

La rup­tu­ra de la alian­za del movi­mien­to popu­lar con el MFA-afec­ta­do por gra­ves divi­sio­nes inter­nas- abrió las puer­tas al ini­cio de la con­tra­rre­vo­lu­ción. El gol­pe del 25 de Noviem­bre del 75 seña­ló el fin del perio­do revo­lu­cio­na­rio. En la nue­va corre­la­ción de fuer­zas, un MFA que renun­cia­ba a su pro­gra­ma, per­mi­tió que el Par­ti­do Socia­lis­ta y el Par­ti­do Popu­lar Demo­crá­ti­co, hoy PSD, des­en­ca­de­na­sen la con­tra­rre­vo­lu­ción legis­la­ti­va, en un reflu­jo his­tó­ri­co desconcertante.

Pero la gra­dual supre­sión de las con­quis­tas de Abril fue len­ta, en un pro­ce­so sinuo­so, ini­cia­do por Mario Soa­res. Los tra­ba­ja­do­res lucha­ron tenaz­men­te en defen­sa de las nacio­na­li­za­cio­nes. Fue­ron nece­sa­rios casi quin­ce años para que el PS y el PSD, en com­pli­ci­dad, recons­ti­tu­ye­sen el lati­fun­dio, des­tru­yen­do la Refor­ma Agra­ria que resis­tió en una ges­ta heroica.

LUCHAS Y ABSURDOS

Alter­nán­do­se en el poder, el PS y el PSD eje­cu­ta­ron polí­ti­cas de dere­cha de recor­te neo­li­be­ral y en el plano exte­rior se some­tie­ron a todas las exi­gen­cias del impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano y europeo.

El gran capi­tal finan­cie­ro recu­pe­ró el poder polí­ti­co y una estruc­tu­ra mono­po­lis­ta más pode­ro­sa de la que tuvo el fas­cis­mo –en gran par­te con­tro­la­da por el impe­ria­lis­mo domi­na la eco­no­mía nacio­nal, asfi­xián­do­la. Hoy, el país, some­ti­do a uno de los gobier­nos más reac­cio­na­rios de la Comu­ni­dad Euro­pea, está arrui­na­do y fue con­du­ci­do a ori­lla del abismo.

¿Cómo fue posi­ble? Se for­mu­la la pre­gun­ta dia­ria­men­te, pero encon­trar una res­pues­ta no es fácil. Al gobierno de dere­cha y proim­pe­ria­lis­ta de Sócra­tes le suce­dió otro aún peor, más agre­si­vo y más sumi­so a las exi­gen­cias de Bru­se­las y Washing­ton. Las exi­gen­cias tor­tuo­sas del capi­tal entre­gan en oca­sio­nes las insig­nias del poder a polí­ti­cos osten­si­ble­men­te medio­cres. Los EEUU tuvie­ron un Geor­ge Bush hijo; Sala­zar impu­so a Amé­ri­co Tomás.

Pero rara­men­te, igual­men­te en la era fas­cis­ta, Por­tu­gal habrá sopor­ta­do un gobierno con tama­ño rami­lle­te de gen­te per­ver­sa, igno­ran­te o pri­va­da de inte­li­gen­cia mínima.

El Pri­mer Minis­tro refle­ja la ima­gen del con­jun­to. Cul­ti­va un dis­cur­so can­tin­fles­co en que amon­to­na fra­ses pom­po­sas sin sig­ni­fi­ca­do. Pero a dife­ren­cia del mexi­cano Mario Moreno, siem­pre soli­da­rio con los opri­mi­dos, Pas­sos, en sus aren­gas reac­cio­na­rias, pres­ta vasa­lla­je a los opresores.

¿Y qué decir de su minis­tro de Eco­no­mía, per­so­na­je que hace recor­dar a los com­pè­res de las anti­guos espec­tacu­los de veau­de­vi­lle de Lisboa?¿Y de un Rel­vas, cria­tu­ra que pare­ce arran­ca­da de una pie­za de tea­tro del Absurdo?

HASTA CUANDO

La con­de­na de esa estra­te­gia de trai­ción nacio­nal es evi­den­te. Que­dó expre­sa­da en gigan­tes­cas y fre­cuen­tes mani­fes­ta­cio­nes de pro­tes­ta y en dos huel­gas gene­ra­les. ¿Has­ta cuan­do esto va a durar? Cual­quier pre­vi­sión sería irres­pon­sa­ble. La úni­ca cer­te­za es que el fin de la pesa­di­lla exi­ge una rup­tu­ra. Pero las con­di­cio­nes sub­je­ti­vas para que ella asu­ma un carác­ter revo­lu­cio­na­rio no están aún creadas.

¿Qué hacer enton­ces, en esta dra­má­ti­ca cur­va de la his­to­ria portuguesa?

La mayo­ría del pue­blo, bom­bar­dea­do por un engra­na­je mediá­ti­co mon­ta­do por el gran capi­tal, cree aún en la posi­bi­li­dad de una sali­da ins­ti­tu­cio­nal fren­te a la cri­sis, es decir, admi­te que las fuer­zas pro­gre­sis­tas pue­den lle­gar al gobierno a tra­vés de elec­cio­nes para reto­mar el pro­yec­to demo­crá­ti­co de Abril. Esta­mos fren­te a una ilu­sión. La rup­tu­ra, para ser real, no pue­de pro­ce­sar­se en el ámbi­to del sis­te­ma: ten­drá que inten­tar la difí­cil, pero nece­sa­ria, des­truc­ción del sistema.

Ella depen­de de la par­ti­ci­pa­ción torren­cial de las masas popu­la­res. Pero ésta, por la diná­mi­ca de cho­que con el poder, asu­mi­rá gra­dual­men­te un carác­ter revo­lu­cio­na­rio anti­sis­te­mi­co, por­que el obje­ti­vo será enton­ces no un impo­si­ble regre­so a Abril, sino la des­truc­ción del pro­pio sis­te­ma, esto es, del capi­ta­lis­mo. Repi­to la afir­ma­ción ini­cial. Las rup­tu­ras revo­lu­cio­na­rias no son pre­es­ta­ble­ci­das. Con­tra­rían pre­vi­sio­nes y toman casi siem­pre un rum­bo inesperado.

En Por­tu­gal, la actual polí­ti­ca de trai­ción nacio­nal es con­de­na­da por la aplas­tan­te mayo­ría de la pobla­ción. Será final­men­te el pue­blo el que le pon­ga fin.

Vila Nova de Gaia, 13 de Julio de 2012
Tra­duc­ción: Jaz­min Padi­lla. www​.odia​rio​.info

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