Rajoy anun­cia los mayo­res recor­tes eco­nó­mi­cos de la his­to­ria en el esta­do español

Mariano Rajoy

Las pala­bras se que­da­ron esta maña­na cor­tas para defi­nir el bru­tal hacha­zo que el Gobierno del PP ases­ta al “Esta­do del bien­es­tar” espa­ñol. De has­ta 65.000 millo­nes de eurosen dos años y medio, casi cin­co veces más del apli­ca­do por Zapa­te­ro en 2010 (15.000 millo­nes).

Con cas­ti­gos tan impo­pu­la­res como la subi­da del IVA, la reduc­ción de las pres­ta­cio­nes por des­em­pleo, la supre­sión de la paga extra de Navi­dad a los fun­cio­na­rios públi­cos, la reor­de­na­ción de las Admi­nis­tra­cio­nes Públi­cas, el ajus­te adi­cio­nal de 600 millo­nes de euros en los minis­te­rios, otra mer­ma a las ayu­das a par­ti­dos y sin­di­ca­tos, la refor­ma de las pen­sio­nes o el alza de los impues­tos medioambientales.

Pero ese espec­ta­cu­lar recor­te que­dó reves­ti­do con la mis­ma leta­nía que acom­pa­ñó tam­bién al dis­cur­so del ante­rior jefe del Eje­cu­ti­vo: no hay más sali­das, esto es lo hay que hacer, no se pue­de hacer otra cosa. Y aún más: Rajoy reco­no­ció que Espa­ña está tute­la­da, sin manos libres, sin auto­no­mía. Inter­ve­ni­da, a fin de cuen­tas, aun­que en nin­gún momen­to empleó esa pala­bra: “Los espa­ño­les hemos lle­ga­do a un pun­to en que no pode­mos ele­gir entre que­dar­nos como esta­mos o hacer sacri­fi­cios. No tene­mos esa liber­tad. Las cir­cuns­tan­cias no son tan generosas”.

El pre­si­den­te tuvo tam­bién que asu­mir que ha devo­ra­do por com­ple­to su pro­gra­ma elec­to­ral. “No dis­po­ne­mos de más ley ni de más cri­te­rio que el que la nece­si­dad nos impo­ne. Hace­mos lo que no nos que­da más reme­dio que hacer, tan­to si nos gus­ta como si no. Yo soy el pri­me­ro en estar hacien­do lo que no me gusta”.

La retó­ri­ca dra­má­ti­ca, chur­chi­llia­na, cen­tra­da en la cul­tu­ra de los esfuer­zos sin cuen­to con la espe­ran­za de una recu­pe­ra­ción sin fecha, hizo de pues­ta en esce­na del anun­cio de una bate­ría de medi­das que el pro­pio Rajoy asu­mió que “no son agra­da­bles” y “due­len a cada per­so­na”, pero que sí son “impres­cin­di­bles”.

El pre­si­den­te tar­dó en entrar en mate­ria, inten­tan­do retra­sar el sin­sa­bor del rela­to de los ajus­tes obli­ga­dos por la Unión Euro­pea y moti­va­dos por el des­bo­ca­mien­to del défi­cit -3,41% del PIB has­ta mayo, nue­ve milé­si­mas menos del tope de todo el año, 3,5%-. Lo pro­lo­gó con la infor­ma­ción del Con­se­jo Euro­peo y de los acuer­dos alcan­za­dos con los paí­ses del euro. Des­pués des­en­fun­dó el cuchi­llo y des­em­bu­chó medi­da tras medi­da de for­ma rápi­da, con ges­to serio, como en su día hizo Zapa­te­ro. Entre ellas:

-Modi­fi­ca­ción de la pres­ta­ción por des­em­pleo: segui­rá duran­do un máxi­mo de 24 meses, y se man­ten­drá el impor­te actual duran­te los pri­me­ros seis meses. Pero a par­tir de enton­ces, y con el obje­ti­vo teó­ri­co de “ani­mar a la bús­que­da acti­va de tra­ba­jo”, los que se sumen a la cola del paro verán men­gua­da su pres­ta­ción a par­tir del sex­to mes del 60% al 50% de la base reguladora.

-Subi­da del IVA, con carac­ter inme­dia­to, de tres pun­tos en el tipo gene­ral (del 18% al 21%). El tipo redu­ci­do cre­ce­rá del 8% al 10%. Se man­tie­ne el super­re­du­ci­do, para los ali­men­tos de pri­me­ra nece­si­dad, en el 4%.

-Ace­le­ra­ción de la entra­da en vigor de la refor­ma del sis­te­ma de pen­sio­nes (reti­ro a los 67 años) y de la jubi­la­ción anticipada.

-Subi­da de los impues­tos del tabaco.

-Intro­duc­ción de la fis­ca­li­dad medioam­bien­tal, bajo el prin­ci­pio, ha dicho, de “quien con­ta­mi­na, paga”.

-Rajoy ha anun­cia­do una “revi­sión inte­gral de la fun­ción públi­ca” que real­men­te escon­de un empeo­ra­mien­to pro­fun­do de las con­di­cio­nes de los fun­cio­na­rios. Se les redu­ci­rá el núme­ro de días de libre dis­po­si­ción, se “ajus­ta­rá” el núme­ro de libe­ra­dos sin­di­ca­les según lo pre­vis­to en la ley, se “equi­pa­ra­rán con­di­cio­nes de inca­pa­ci­dad a las del res­to de tra­ba­ja­do­res”, se faci­li­ta­rá su “movi­li­dad”. Pero ade­más se les qui­ta­rá la paga extra de Navi­dad por lo menos has­ta 2015 (a par­tir de enton­ces, se les com­pen­sa­rá como apor­ta­ción de fon­do de pen­sio­nes). Tam­bién deja­rán de cobrar esa extra los altos car­gos, según acla­ra­ron des­pués fuen­tes del Ejecutivo.

-El “esfuer­zo” pedi­do a los fun­cio­na­rios será “com­par­ti­do” por altos car­gos de la Admi­nis­tra­ción cen­tral, de la auto­nó­mi­ca y local, y tam­bién por “dipu­tados y sena­do­res”. Se anti­ci­pa así ya un nue­vo recor­te de sus sueldos.

-Se redu­ci­rán ya en lo que que­da de 2012 los cré­di­tos a sub­ven­cio­nes, gas­tos corrien­tes y trans­fe­ren­cias. Pero el año pró­xi­mo, las ayu­das a par­ti­dos, empre­sas y sin­di­ca­tos mer­ma­rán un 20% más, cuan­do ya en este ejer­ci­cio habían decre­ci­do en la mis­ma can­ti­dad. El tajo en el gas­to minis­te­rial en 2012 será de 600 millo­nes de euros.

-Se recor­ta­rá en un 30% el núme­ro de con­ce­ja­les. Se apli­ca­rá una “drás­ti­ca reduc­ción” o eli­mi­na­ción direc­ta de las empre­sas y fun­da­cio­nes públi­cas en el ámbi­to local para evi­tar “dupli­ca­cio­nes o tri­pli­ca­cio­nes de servicios”.

-Leyes de uni­dad de mer­ca­do y de fle­xi­bi­li­za­ción de los hora­rios comerciales.

-Pri­va­ti­za­ción de Ren­fe, puer­tos y aeropuertos.

“Nos encon­tra­mos en una situa­ción extra­or­di­na­ria­men­te gra­ve y es pre­ci­so corre­gir­la con urgen­cia”, refor­zó Rajoy. “Tene­mos que salir de este ato­lla­de­ro y nece­si­ta­mos hacer­lo cuan­to antes. Y aquí no caben ni fan­ta­sías ni ocu­rren­cias. Por­que no hay mucho que esco­ger: o redu­cir los gas­tos o aumen­ta­mos los ingre­sos, o si no nos que­da más reme­dio, hace­mos ambas cosas”.

Y su Gobierno las va a apli­car. Aun­que le supon­ga por delan­te hacer esta­llar las cos­tu­ras del Estado.

El pleno reci­bió con pro­fun­do males­tar el dis­cur­so de Rajoy. El rumor fue cre­cien­do de menos a más, según el pre­si­den­te sol­ta­ba, una tras otra, medi­da dura tras medi­da dura. Al final, entre el aplau­so de su ban­ca­da, se oye­ron gri­tos de la opo­si­ción: “¡Dimi­sión, dimi­sión!”.

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