Cua­ren­ta días en el fon­do del pozo- Perio­dis­mo Humano

Alfre­do Gon­zá­lez, José Anto­nio Pérez Moli­na, Víc­tor Manuel Almei­da, Pri­mi­ti­vo Basa­lo, José Arau­jo, José Pérez, Segun­do Porto. 

A tan solo 3 kiló­me­tros lejos de la luz del sol, en el inte­rior de la mina, el aire comien­za a hacer­se más espe­so y la hume­dad hace acto de pre­sen­cia, se va cla­van­do en los hue­sos casi sin que uno se dé cuen­ta. “Esto es lo mejor de la mina”, comen­ta Pri­mi­ti­vo Basa­lo cuan­do nos ve lle­gar. Nos reci­be jun­to con sus 6 com­pa­ñe­ros den­tro del habi­tácu­lo de no más de 40 metros cua­dra­dos que se han acon­di­cio­na­do para el encierro.

Un rin­cón reves­ti­do de made­ra que duran­te estos 40 días que lle­van ya meti­dos bajo tie­rra, han con­ver­ti­do en su hogar. Den­tro de él, un peque­ño des­ni­vel divi­de lo que podría ser el salón-come­dor en el que hay una mesa hecha de tablo­nes de made­ra con sus res­pec­ti­vos asien­tos, y el sitio en el que duer­men. En lugar de col­cho­nes, tie­nen col­cho­ne­tas y en lugar de sába­nas, sacos de dor­mir. “Más allá de don­de dor­mi­mos hay una gale­ría”, comen­ta Pri­mi­ti­vo, pero ellos se las han arre­gla­do para cons­truir una pared con una fina made­ra en la que ade­más de pro­te­ger­les de la corrien­te, pue­dan col­gar algu­nas fotos de la fami­lia y has­ta un peque­ño aba­ni­co, a modo de decoración.

Segun­do Por­to nos mues­tra la ducha que han impro­vi­sa­do den­tro de la mina. 

Fue­ra han con­se­gui­do hacer­se una ducha con un bidón de plás­ti­co que recar­gan a dia­rio con el agua calien­te que les traen sus com­pa­ñe­ros del exte­rior. Dejan más que cla­ro que son per­so­nas que están acos­tum­bra­das a sobrevivir.

Ellos 7, jun­to con Eduar­do Gon­zá­lez que tuvo que aban­do­nar hace más de una sema­na el encie­rro a cau­sa de un prin­ci­pio de neu­mo­nía, deci­die­ron volun­ta­ria­men­te, del total de los 30 mine­ros que hay en el pozo de San­ta Cruz del Sil (Pon­fe­rra­da), que­dar­se ence­rra­dos en señal de pro­tes­ta por el 63% de los recor­tes que des­de el Minis­te­rio de Indus­tria se quie­re apli­car al sec­tor del car­bón, y que prác­ti­ca­men­te supon­dría su fin. “Noso­tros opta­mos por que­dar­nos ence­rra­dos, pero otros están cor­tan­do las carre­te­ras, están los que se han ido a Madrid en la mar­cha… cada uno apor­ta de una mane­ra dife­ren­te”, comen­ta Víc­tor Manuel Almeida.

A pesar de que los días de encie­rro empie­zan hacer mella en su esta­do aní­mi­co – algo que ellos mis­mo reco­no­cen- y de lo inter­mi­na­bles que se les lle­gan hacer allí meti­dos, tan solo guia­dos por las horas del desa­yuno, la comi­da y la cena que las mar­ca la lle­ga­da de los com­pa­ñe­ros que les lle­van los ali­men­tos des­de el exte­rior, siguen man­te­ni­do la espe­ran­za, “que es lo últi­mo que se pier­de”, de que la situa­ción se arre­gle, así como las ganas de seguir luchan­do por con­se­guir­lo. “Es todo o nada” (…) “Esto es lo úni­co que tene­mos y hay que afe­rrar­se a ello como sea”. “Los de otros sec­to­res no luchan de la mis­ma mane­ra por­que no pier­den el pues­to de tra­ba­jo. Pero para noso­tros esto no es un recor­te sala­rial, es el cie­rre de las minas y por tan­to, que­dar­se sin tra­ba­jo”. Quien habla es José Pérez de 35 años de edad, el ben­ja­mín del gru­po, casa­do y con una niña de 4 años, para quien lo más duro moral­men­te de estar allí den­tro meti­do es no poder ver a la fami­lia, aun­que al mis­mo tiem­po pen­sar en ella es lo que le hace fuer­te, tan­to a él como al res­to de sus com­pa­ñe­ros. “Vivir o morir”, comen­ta Pri­mi­ti­vo Basa­lo al res­pec­to, a lo que aña­de: “esta gue­rra no la empe­za­mos noso­tros. El con­ve­nio ya esta­ba fir­ma­do has­ta 2018, para enton­ces se acor­dó un recor­te del 10% y que la mine­ría que se pudie­ra seguir sus­ten­tan­do segui­ría y la que no, cerra­ría. ¿A qué vie­ne el recor­te del 63% enton­ces?” (…) “No esta­mos pidien­do nada que no nos corres­pon­da. Qué cum­plan lo pactado”.

Boca­mi­na de San­ta Cruz del Sil. A 3 kiló­me­tros de este pun­to se encuen­tran los 7 mine­ros encerrados. 

“¿Dón­de vamos a ir si la mina cie­rra?”, Alfre­do Gon­zá­lez lan­za al aire la pre­gun­ta que se les pasa por la cabe­za a todos los mine­ros duran­te estos días. “En toda Espa­ña aho­ra no hay nada de tra­ba­jo, pero aquí (comar­ca del Bier­zo y Pon­fe­rra­da), no hay nada, de nada” (…) “Ade­más no lucha­mos solo por noso­tros, sino tam­bién por las gene­ra­cio­nes futu­ras que quie­ran tra­ba­jar en la mina”. “Es que para noso­tros”, aco­ta José Pérez al res­pec­to, “esto es nues­tra vida” (…) “Somos mine­ros y esta­mos muy orgu­llo­sos de ser­lo”.

Estos 40 días de encie­rro con sus res­pec­ti­vas horas, minu­tos y segun­dos, han dado mucho para la refle­xión y el deba­te entre ellos sobre todo lo que está suce­dien­do en Espa­ña y en con­cre­to a su sec­tor. Ese deba­te es ali­men­ta­do por la pren­sa dia­ria que sus com­pa­ñe­ros del exte­rior se encar­gan de hacer­les lle­gar y con mucha de la cual se sien­ten resen­ti­dos y lo hacen notar: pri­me­ro por­que con­si­de­ran que hubo cen­su­ra infor­ma­ti­va sobre sus movi­li­za­cio­nes por par­te de algu­nos medios de comu­ni­ca­ción al ini­cio; en segun­do lugar, por habér­se­les tacha­do de terro­ris­tas; y en ter­ce­ro, por­que creen que se sigue fomen­tan­do el mito del alto sala­rio que cobra un mine­ro y lo joven que se jubi­la. “A la gen­te que está dicien­do que nos reti­ra­mos con 41 años le diría que noso­tros no coti­za­mos como un tra­ba­ja­dor nor­mal por año, sino por año y medio” (…) “Algu­nos mar­chan de la mina con 41 años sí, pero muchos con sili­co­sis, arti­cu­la­cio­nes macha­ca­das, quien más o quien menos ha teni­do algún acci­den­te que le ha deja­do un bra­zo, una pier­na o un dedo mal… y lue­go está la espe­ran­za de vida de un mine­ro que se ha tira­do 20 años bajo tie­rra. El que lle­ga a los 80 años es un fenó­meno”, seña­la Pri­mi­ti­vo Basa­lo en un tono bas­tan­te doli­do. Su com­pa­ñe­ro José Pérez con­ti­núa: “si saca­mos una pese­ta, nos sacan cin­co del cuer­po. Aquí nadie nos rega­la nada”.

Ruben Fer­nán­dez uno de los com­pa­ñe­ros de los 7 mine­ros ence­rra­dos que hoy hace de retén para vigi­lar que todo va bien y bajar­les la comida. 

En la super­fi­cie de la mina el sen­ti­mien­to que tie­nen al res­pec­to los com­pa­ñe­ros de los 7 pro­ta­go­nis­tas del encie­rro es el mis­mo: “La gen­te se cree que el mine­ro vive con un buen jor­nal, aquí no pasa­mos de los 1.500 euros al mes. Se tra­ba­ja más horas que hace años y se cobra mucho menos y si no estás con­ten­to, a la calle”, quien lo comen­ta es Lino Joa­quín Arau­jo Sou­sa tam­bién mine­ro de San­ta Cruz del Sil. “Si mucha de la gen­te que habla sin saber lo que es este tra­ba­jo vinie­ra a la mina solo un mes a picar con noso­tros, no diría lo que está dicien­do” (…) “Que esa gen­te que opi­na sin saber entre un mes con noso­tros día, tras día… que juz­guen sabien­do lo que se tra­ba­ja y lo que gana­mos por ello”. “Hay segu­ros, como el del hogar, en el que ten­go que pagar el doble por tra­ba­jar en la mina, y en algu­nas com­pa­ñías direc­ta­men­te no te quie­ren ase­gu­rar, por algo será…”.

Matan las horas del día jugan­do a las car­tas, leyen­do la pren­sa y refle­xio­nan­do sobre todo lo que está suce­dien­do en Espa­ña, en par­ti­cu­lar sobre su sector. 

Lino Joa­quín tie­ne 46 años, 3 hijos de 22, 18 y 5 años. El úni­co suel­do que entra en su casa es el suyo y pagan­do una hipo­te­ca de 800 euros, “me da para comer y para pagar, nada más”, comen­ta. “Hay tra­ba­ja­do­res de la mina de la zona que no han sali­do en su vida de esta comar­ca y que no tie­nen estu­dios, ¿dón­de vas con 40, 56 o 46 años que es mi caso a ganar­te la vida, tal y como están las cosas?”. “Yo para fina­les de año me iba a pre­ju­bi­lar, si antes de que eso pase cie­rran eso y me dicen que se aca­bó, ¿dón­de voy? ¿Qué hago?, me qui­tan la casa y me veo en la calle, como les está pasan­do a muchas familias”.

Un dibu­jo del hijo de uno de los mine­ros col­ga­do en la entra­da del habi­tácu­lo en el que viven estos días en la mina. 

Es la mis­ma pre­gun­ta que se hace Ana Belén Fer­nan­déz, mujer de Pri­mi­ti­vo Basa­lo. “Mi mari­do lle­va 20 años tra­ba­jan­do en la mina de los 40 que tie­ne, si la cie­rran ¿dón­de le van a dar tra­ba­jo? ¿En qué empre­sa lo van a con­tra­tar tal y como está la cosa con su esta­do de salud?, pre­fe­ri­rán antes con­tra­tar a un cha­val de 20” (…) “De la mine­ría en esta zona no solo viven los mine­ros y sus fami­lia­res, viven tam­bién los comer­cios, los bares, los super­mer­ca­dos, etc. Si los mine­ros no com­pran, ¿quién lo va hacer?”. “Si así es como quie­ren aca­bar con el paro, vamos por mal camino”, seña­la Ana Belén. “Para noso­tros hoy por hoy es impen­sa­ble no vivir de la mina”, afir­ma Ángel Augus­to Carro, otro de los mine­ros del pozo de San­ta Cruz del Sil. “Si la mine­ría se aca­ba, Pon­fe­rra­da se vie­ne abajo”.

Entra­da en el habi­tácu­lo que han impro­vi­sa­do en una de las gale­rías del inte­rior de la mina en el viven duran­te estos días y que no sobre­pa­sa los 40 m². 

“El pro­ble­ma es que ellos (los polí­ti­cos) viven en sus casi­tas, sen­ta­dos en sus sillo­nes, con su pas­ti­ta… que ven­gan aquí y vean cómo tra­ba­jan y vean la reali­dad de los núme­ros”. Dice Ana Belén que han invi­ta­do a los polí­ti­cos a visi­tar la mina y que se ha acer­ca­do algún alcal­de de la zona y el secre­ta­rio gene­ral del PSOE de Cas­ti­lla y León, Julio Villa­rru­bia, “pero los que que­re­mos que ven­gan de ver­dad, no se acer­can”, comenta.

“¿Dón­de está? (por Rajoy), ¿Por qué no da la cara?”, se pre­gun­ta Raúl Gon­zá­lez, com­pa­ñe­ro de los 7 mine­ros ence­rra­dos. “Solo se preo­cu­pa por Ban­kia. Espa­ña no solo son los ban­cos” (…) “Las ayu­das a la mine­ría las da Bru­se­las, sin embar­go aquí no ha lle­ga­do el dine­ro, ¿dón­de está?” (…) “En esta comar­ca la mine­ría es el esla­bón prin­ci­pal de la cade­na, si se rom­pe va todo detrás”. Sobre esto últi­mo que comen­ta Raúl, la comar­ca del Bier­zo lo tie­ne cla­ro, “como aca­ben con la mine­ría ten­dre­mos que emi­grar todos al Con­go al final”, le comen­ta a Perio­dis­mo Humano la due­ña de un res­tau­ran­te de la loca­li­dad de Mata­rro­sa. Tan­to en este pue­blo, como en el res­to de la comar­ca del Bier­zo, nume­ro­sos car­te­les en la puer­ta de los esta­ble­ci­mien­tos, sean del tipo que sean, tie­nen en su entra­da o en los esca­pa­ra­tes los lazos negros en señal de due­lo por la mine­ría. Como mues­tra de ello Ana Belén comen­ta: “des­de que empe­zó el encie­rro noso­tras (las muje­res) no les hemos traí­do nada de comi­da, se la traen los com­pa­ñe­ros, los res­tau­ran­tes de la zona, las jun­tas veci­na­les… les traen desa­yuno, comi­da y cena. La ver­dad es que todo el mun­do de la zona se está por­tan­do muy bien con nosotros”.

Las muje­res, fami­lia­res, com­pa­ñe­ros y gen­te de los pue­blos de la zona se con­cen­tran fue­ra de la boca­mi­na para mos­trar su apo­yo a los mine­ros encerrados. 

Muchas de las muje­res y fami­lia­res de los mine­ros ence­rra­dos se cono­cie­ron a raíz del encie­rro al dar­se cita día, tras día en la boca­mi­na en la que están a pie de cañón apo­yan­do a sus mari­dos. “Noso­tras no nos cono­cía­mos por­que cada una somos de un pue­blo dis­tin­to. Pero aquí nos hemos hecho fami­lia” seña­la Ana Perei­ra, mujer de Segun­do Por­to. Hablan con ellos todos los días, maña­na y tar­de, por un telé­fono interno de segu­ri­dad que tie­ne la pro­pia mina. “Noso­tras esta­mos sufrien­do y tene­mos muchas ganas de ver­los, por­que nos dicen que están bien, pero no sabe­mos si eso es así, aun­que les apo­ya­mos en esta deci­sión al 100%”, comen­ta Ana Belén. “Y eso que esta­mos acos­tum­bra­das a sufrir”, seña­la Ana Perei­ra, mujer de Segun­do, “por­que tú por la maña­na cuan­do va a tra­ba­jar sabes cuán­do va, pero no si vol­ve­rá” (…) “De todos modos, yo ya estoy acos­tum­bra­da, ven­go de fami­lia mine­ra, has­ta mi sue­gra lo fue, así que esta es nues­tra vida”.

Rosa­rio Giral­da Gon­zá­lez de 78 años es la sue­gra de Ana Perei­ra y madre de Segun­do Por­to, uno de los 7 mine­ros ence­rra­dos. Ella ya fue mine­ra de esa mis­ma mina duran­te 11 años. “De aque­llas había muchas muje­res mine­ras, lue­go ya no se dejó que la mujer tra­ba­ja­ra en la mina”, comen­ta Rosa­rio a Perio­dis­mo Humano. “Te metías a tra­ba­jar a la mina pen­san­do que esta­bas ase­gu­ra­da y no era así. Yo estu­ve un año ente­ro sin ase­gu­rar y sin saber­lo”.

La madre de Segun­do Porto,exminera, va todas las tra­des a la entra­da de la mina para mos­trar su apo­yo a su hijo y sus 6 compañeros. 

Baja­ba y subía andan­do por las empi­na­das lade­ras de los mon­tes a la mina des­de la 08:00 de la maña­na has­ta no se sabía qué hora. “Había veces que te daba has­ta otro día a las 09:00 por dos míse­ras pese­tas que cobrá­ba­mos” (…) “Ade­más, antes no había maqui­na­ria, se hacía todo manual”. “Los man­de­ros esos (por los polí­ti­cos) no saben lo que es la mina”.

Las muje­res tam­bién se sien­ten doli­das por el tra­ta­mien­to que algu­nos medios de comu­ni­ca­ción han dado a las pro­tes­tas mine­ras en estas últi­mas sema­nas, tal como seña­la Ana Belén: “nos tra­tan como a terro­ris­tas. Es ver­dad que hemos cor­ta­do las carre­te­ras, por­que si no nos hace­mos notar, no nos hacen caso. Sen­ti­mos mucho las moles­tias que hemos podi­do oca­sio­nar a la gen­te, pero tene­mos que luchar por nues­tros dere­chos” (…) “Ahí arri­ba (seña­la el mon­te que está por enci­ma de la explo­ta­ción mine­ra) tene­mos a la secre­ta con un coche para­da día sí, día tam­bién. Nos para la Guar­dia Civil cada dos por tres por­que tie­nen ficha­das nues­tras matrí­cu­las. Nos tra­tan como a delin­cuen­tes por­que defen­de­mos nues­tros dere­chos”.

“El úni­co sec­tor que lucha de ver­dad por los recor­tes es la mine­ría. A la sani­dad se le está recor­tan­do mucho y nada. Hay que reve­lar­se, no pue­de venir un gobierno y piso­tear así como así los dere­chos que lle­va­mos tan­tos años defen­dien­do. Hay que reve­lar­se. A noso­tros de aquí no nos moverán”.

Explo­ta­ción mine­ra de San­tra Cruz del Sil. 

Impac­to eco­nó­mi­co del cie­rre de la mine­ría para la pro­vin­cia de León

Según los sin­di­ca­tos a lo lar­go de la últi­ma déca­da la mine­ría leo­ne­sa ha per­di­do mil empleos al año. En 2002 eran cer­ca de 14 mil los tra­ba­ja­do­res del sec­tor, y hoy son solo algo más de 4 mil los empleos direc­tos que gene­ra la mine­ría, muchos de ellos median­te sub­con­tra­tas. De lle­var­se a cabo el recor­te pro­pues­to por el Minis­te­rio de Indus­tria del 63%, podrían ver­se afec­ta­dos los pues­tos de tra­ba­jo de 8 mil per­so­nas que viven en la pro­vin­cia de León de for­ma direc­ta de la mine­ría, y 4 mil que lo hacen de for­ma indi­rec­ta, según los sindicatos.

“Si nos pone­mos en lo peor sería situar­nos en 2017 y hacer una tran­si­ción trau­má­ti­ca. Pér­di­da muy impor­tan­te del empleo en la zona de for­ma direc­ta e indi­rec­ta y rom­per por com­ple­to con las inver­sio­nes que se esta­ban lle­van­do a cabo para hacer más moderno y com­pe­ti­ti­vo al sec­tor. Sería parar de for­ma brus­ca la inver­sión de las empre­sas que ya había comen­za­do de acuer­do a las reglas esta­ble­ci­das des­de Bru­se­las que se daba de tope has­ta el 2018”. “Yo estoy con­ven­ci­do de que el car­bón tie­ne futu­ro, de hecho se esti­ma que el con­su­mo de car­bón se incre­men­te en los pró­xi­mos años”, seña­la Enri­que Fer­nán­dez, direc­tor de la mina de San­ta Cruz del Sil.

En rela­ción a esto últi­mo que comen­ta Fer­nán­dez, la Agen­cia Inter­na­cio­nal de la Ener­gía (AIE) seña­la que la deman­da mun­dial de ener­gía pri­ma­ria aumen­ta­rá un 36% entre el 2008 y el 2035, sien­do los com­bus­ti­bles fósi­les (petró­leo, car­bón y gas natu­ral) las fuen­tes pre­do­mi­nan­tes de ener­gía en el 2035.

Un estu­dio de Muñoz Ala­mi­llos, Cor­ti­ñas Bra­vo y Díaz Balles­te­ros sobre la Eva­lua­ción del Impac­to Eco­nó­mi­co de la Mine­ría del Car­bón en la pro­vin­cia de León, vie­ne a corro­bo­rar el cru­cial apor­te eco­nó­mi­co del sec­tor pri­ma­rio del car­bón por su fuer­te capa­ci­dad en la gene­ra­ción de valor aña­di­do en tres fren­tes: como acti­vi­dad en sí (impac­to direc­to), como con­se­cuen­cia de las inter­re­la­cio­nes pro­duc­ti­vas que arras­tra (impac­to indi­rec­to) y como efec­to ren­ta-deman­da (impac­to indu­ci­do). De hecho, cons­ta­tan que un empleo direc­to en mine­ría posi­bi­li­ta la crea­ción de casi dos empleos de mane­ra indi­rec­ta. Des­de un pun­to de vis­ta de impac­to terri­to­rial, la acti­vi­dad extrac­ti­va de car­bón nacio­nal pro­pi­cia la cohe­sión social y eco­nó­mi­ca en unas comar­cas mine­ras total­men­te depen­dien­tes de este recur­so autóc­tono, como ocu­rre en El Bier­zo, Lacia­na y la Mon­ta­ña Cen­tral, cuya sub­sis­ten­cia depen­de casi en su tota­li­dad de su continuidad.

Los días pasan y aun­que siguen con muchas ganas luchar, el ago­ta­mien­to aní­mi­co de estar bajo tie­rra comi­ne­za a hacer mella. 

“El sec­tor ente­ro va a seguir pelean­do por sus dere­chos”, comen­ta Enri­que Fer­nán­dez, “y cuan­do digo el sec­tor, no solo me refie­ro a los mine­ros, sino a todas las per­so­nas de la comar­ca, por­que saben que se jue­gan la subsistencia”.

Tal y como deja cla­ro Pri­mi­ti­vo Basa­lo des­de la pro­fun­di­dad de la mina en la que lle­va 40 días ence­rra­do con sus 6 com­pa­ñe­ros res­tan­tes: “ponién­do­nos en lo peor, ten­dre­mos que ir a casa de Soria a que nos den de comer. Si nues­tros hijos no comen, los suyos tampoco”.

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