Refor­mis­mo: Opio de los pue­blos- Un grano de maiz

Decía un clá­si­co que si no exis­tie­ra el refor­mis­mo la Revo­lu­ción sería un hecho mun­dial. Y tenía razón: el refor­mis­mo es el prin­ci­pal enemi­go de las Revo­lu­cio­nes, actúa como un nar­có­ti­co, como el vaho de la ana­con­da, embo­be­ce a los pro­ce­sos, les impi­de que hagan lo nece­sa­rio para su defen­sa, los para­li­za y lue­go los engulle.

La Revo­lu­ción, pací­fi­ca o no, debe cre­cer a sal­tos, dan­do maza­zos con­tra la for­ta­le­za de la moral, la lega­li­dad y la mate­ria­li­dad oligarcas.

Uno de esos maza­zos fue el 4 de febre­ro. Otros porra­zos al orden bur­gués fue­ron las Misio­nes: emo­cio­na­ron a la socie­dad, la gen­te com­pren­dió que algo nue­vo, humano, esta­ba pasan­do. El poco a poco, la tran­si­ción lar­guí­si­ma, la acción ais­la­da de la emo­ción de las masas, pura­men­te buro­crá­ti­ca, no es el cen­tro del impul­so revolucionario.

La Revo­lu­ción pere­ce­rá si se dilu­ye, si se apo­sen­ta en la cos­tum­bre, si la car­ga de caba­lle­ría se trans­for­ma en ralen­ti, y es sus­ti­tui­da por la par­si­mo­nia del refor­mis­mo que sólo ras­gu­ña la super­fi­cie del muro capitalista.

El refor­mis­mo no per­mi­te que la Revo­lu­ción se for­ta­lez­ca en las masas, impi­de su orga­ni­za­ción, las pri­va de la van­guar­dia, las deja al gare­te, inca­pa­ces de cons­truir estra­te­gia y, lo que es peor, el refor­mis­mo ase­si­na la emo­ción revo­lu­cio­na­ria. Todo se hace por iner­cia, los maqui­lla­jes refor­mis­tas igua­lan a todos en la lucha polí­ti­ca, se dife­ren­cian por la can­ti­dad, su esen­cia es la misma.

La Revo­lu­ción pací­fi­ca que con­vi­ve con el refor­mis­mo afron­ta gra­ve peli­gro de que­dar empan­ta­na­da. Al dejar de dar man­da­rria­zos al muro oli­gar­ca, baja la guar­dia, pier­de la emo­ción que es su com­bus­ti­ble, se des­li­za al patíbulo.

El Socia­lis­mo sólo es posi­ble si movi­li­za cons­tan­te­men­te a la socie­dad, si la impac­ta y la con­mue­ve. Si por el con­tra­rio se empan­tu­fla, se detie­ne en el equi­li­brio funes­to del híbri­do capi­tal-socia­lis­mo, será atra­pa­da imper­cep­ti­ble­men­te por el pasa­do, y un día des­per­ta­rá trans­for­ma­da en el esca­ra­ba­jo capi­ta­lis­ta. La meta­mor­fo­sis de Kaf­ka cobra­rá realidad.

La Revo­lu­ción Boli­va­ria­na vive momen­tos mag­ní­fi­cos, hemos avan­za­do mucho para lle­gar a terri­to­rios de cam­bios defi­ni­ti­vos, aho­ra pode­mos dar zan­ca­das hacia el Socialismo.

Se ave­ci­nan prue­bas para el pue­blo y para la Revo­lu­ción. Será nece­sa­rio reafir­mar el espí­ri­tu de la Inde­pen­den­cia , el del Paso de Los Andes, el del 4 de febre­ro, abril y diciem­bre. Al pue­blo y a sus diri­gen­tes se les exi­gi­rá la con­duc­ta de los gran­des, de los pró­ce­res que fun­dan mundos.

Es nece­sa­rio con­mo­cio­nar a la socie­dad, dar un nue­vo cachi­po­rra­zo al ya derrui­do muro oli­gar­ca. Podría ser el Tra­ba­jo Colec­ti­vo Volun­ta­rio, como ola social, todos movi­li­za­dos alre­de­dor de dar de sí según su capa­ci­dad. Con el espí­ri­tu socia­lis­ta de fra­ter­ni­dad, uni­dos en la tarea de cons­truir “todos por el bien de todos”, sin espe­rar más recom­pen­sa que la satis­fac­ción boli­va­ria­na del deber cum­pli­do, del bien común. Así se edu­ca­rá la socie­dad en la nue­va rela­ción huma­na soli­da­ria, base del Socia­lis­mo, y así sere­mos capa­ces de resis­tir­lo todo, de resol­ver­lo todo.

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