Polo­nia, más allá de la Eurocopa

Estos días está cele­brán­do­se la Euro­co­pa de fút­bol en Polo­nia y Ucra­nia, un acon­te­ci­mien­to que está sien­do uti­li­za­do por algu­nos para escon­der las mise­rias y difi­cul­ta­des polí­ti­cas y eco­nó­mi­cas que atra­vie­san deter­mi­na­dos esta­dos y gobier­nos euro­peos, al mis­mo que tiem­po que otros apro­ve­chan la oca­sión para pre­sen­tar­nos aque­llas reali­da­des, ocul­ta­das o des­co­no­ci­das duran­te el res­to del año, envuel­tas en un sin­fín de tópicos.

Polo­nia está mar­ca­da por la his­to­ria. La par­ti­ción del terri­to­rio a lo lar­go de los últi­mos siglos por par­te de los dife­ren­tes impe­rios o acto­res inter­na­cio­na­les que han domi­na­do las dife­ren­tes eta­pas his­tó­ri­cas, uni­do a la rei­vin­di­ca­ción nacio­nal pola­ca y el resur­gi­mien­to nacio­nal de prin­ci­pio del siglo XX; las dos gue­rras mun­dia­les, la eta­pa socia­lis­ta y la nue­va situa­ción “como par­te” del pro­yec­to de la lla­ma­da Unión Euro­pea, son eta­pas que de una u otra mane­ra han con­fi­gu­ra­do la actual reali­dad polaca.

Y todo ese aba­ni­co de acon­te­ci­mien­tos han mar­ca­do y siguen con­di­cio­nan­do en cier­ta mane­ra las con­ver­sa­cio­nes de la gen­te de a pie. Los rece­los hacia los dos gran­des veci­nos, Rusia y Ale­ma­nia; las rei­vin­di­ca­cio­nes de terri­to­rios de algu­nos paí­ses de los alre­de­do­res, como Litua­nia, Ucra­nia o Bie­lo­rru­sia; la defen­sa de las teo­rías cons­pi­ra­ti­vas; el “sue­ño del euro y de Euro­pa; son algu­nas de las con­ver­sa­cio­nes que tie­nen sus defen­so­res y sus detrac­to­res en las calles pola­cas. Y muchas veces, depen­dien­do de la edad o de su ori­gen se pue­den defen­der unas pos­tu­ras u otras.

Si nos acer­ca­mos a la cor­di­lle­ra de los mon­tes Tatras, en el cora­zón de la fron­te­ra entre Polo­nia y Eslo­va­quia, des­cu­bri­mos una región con­si­de­ra­da por mucha gen­te como el pun­to del resur­gi­mien­to del sen­tir nacio­nal pola­co. En torno a la ciu­dad de Zako­pa­ne, hoy un cen­tro de depor­tes de invierno, se fue­ron asen­tan­do duran­te el siglo XIX toda una serie de per­so­na­jes que des­de sus ámbi­tos de actua­ción (cul­tu­ra­les y polí­ti­cos) fue­ron dise­ñan­do la tarea de recu­pe­rar el sen­ti­mien­to pola­co, dilui­do o pre­so enton­ces entre los pode­ro­sos impe­rios de Hun­gría, Pru­sia y Rusia. Por aquel enton­ces el ais­la­mien­to de la región, y las duras con­di­cio­nes de vida lo con­vir­tie­ron en un oasis para aque­llos que bus­ca­ban ese “resur­gi­mien­to”.

A días de hoy se pue­de ver el desa­rro­llo de Zako­pa­ne, carac­te­ri­za­do entre otras cosas por el tipo de vivien­das tra­di­cio­na­les, por la ava­lan­cha de gen­te para dis­fru­tar de sus ins­ta­la­cio­nes depor­ti­vas, e inclu­so por la pre­sen­cia de impor­tan­tes esca­la­do­res que uti­li­zan la cade­na mon­ta­ño­sa como entre­na­mien­to para sus pos­te­rio­res expe­di­cio­nes al Hima­la­ya. Sin embar­go, si nos aden­tra­mos entre los mon­tes, entre sus innu­me­ra­bles y varia­dos reco­rri­dos, podre­mos des­cu­brir monu­men­tos y res­tos de la pre­sen­cia en la zona de impor­tan­tes par­ti­das de gue­rri­lle­ros que se ocul­ta­ron aquí en el siglo pasa­do, y des­de don­de ata­ca­ban a las fuer­zas nazis que con­tro­la­ban el paso fron­te­ri­zo entre Polo­nia y Eslo­va­quia, un camino que tam­bién era uti­li­za­do para lograr sal­var a muchos sec­to­res que eran per­se­gui­dos en aquel enton­ces por los diri­gen­tes alemanes.

Unos días en Var­so­via, la capi­tal del país, tam­bién sir­ven para per­ci­bir la his­to­ria pola­ca a tra­vés de sus calles y monu­men­tos. Des­tro­za­da duran­te la Segun­da Gue­rra Mun­dial, la recons­truc­ción pos­te­rior ha per­mi­ti­do recu­pe­rar algu­nas de las calles más sig­ni­fi­ca­ti­vas, así como el cas­co anti­guo de la ciu­dad. El tris­te­men­te famo­so guet­to judío, jun­to a su alza­mien­to, y del que tan sólo que­dó en pie una igle­sia cató­li­ca, es hoy en día un barrio com­ple­ta­men­te recons­trui­do y don­de la pre­sen­cia de pla­cas y monu­men­tos con­me­mo­ra­ti­vos nos retraen a aque­llos tiem­pos. El monu­men­to a los héroes del Guet­to o la sina­go­ga Nożyk, res­tau­ra­da entre 1977 y 1983, son algu­nos de los res­tos de la pre­sen­cia judía en Varsovia.

Mucha mayor pre­sen­cia pode­mos encon­trar por las calles de la capi­tal con luga­res y monu­men­tos rela­cio­na­dos con el alza­mien­to de la ciu­dad con­tra la ocu­pa­ción nazi. Los res­tos de la pri­sión de Pawiak, las innu­me­ra­bles pla­cas y monu­men­tos en home­na­je a las orga­ni­za­cio­nes clan­des­ti­nas de la épo­ca, como el ancla (kot­wi­ca), uno de los sím­bo­los del Armia Kra­jo­wa (Ejér­ci­to del Inte­rior), uno de las prin­ci­pa­les orga­ni­za­cio­nes de la resis­ten­cia pola­ca, o el monu­men­to al alza­mien­to de Var­so­via, son algu­nos ejemplos.

Cami­nar por la calle Kra­kows­kie Przed­mieś­cie, que des­de el cas­co anti­guo nos acer­ca a una de las arte­rias de la capi­tal, obser­va­re­mos una suce­sión de igle­sias, edi­fi­cios ins­ti­tu­cio­na­les (la uni­ver­si­dad, el pala­cio pre­si­den­cial…) y sobre todo, si nos aden­tra­mos a los patios inter­nos de los edi­fi­cios de la calles, nos topa­re­mos con el cla­ro con­tras­te de los edi­fi­cios reno­va­dos de la calles cita­da con otras cons­truc­cio­nes de los años socialistas.

De esa épo­ca no que­dan ape­nas ras­tros, en una polí­ti­ca simi­lar a la que han apli­ca­do otros esta­dos que en su día per­te­ne­cie­ron al lla­ma­do espa­cio sovié­ti­co, en Polo­nia tam­bién han inten­ta­do borrar cual­quier sím­bo­lo de aque­llos años. El “gigan­te” Pala­cio de la Cul­tu­ra y las Cien­cias, situa­do cer­ca de la esta­ción cen­tral de tre­nes, es una de la pocas excep­cio­nes., jun­to con el cemen­te­rio de Gue­rra sovié­ti­co, en la carre­te­ra hacia el aero­puer­to, y que con­ser­va un monu­men­to en recuer­do del Ejér­ci­to Rojo libe­ran­do a la pobla­ción civil polaca.

Los lla­ma­dos “Milk Bar”, don­de se pue­den degus­tar pla­tos del día pola­cos y muy bara­tos, son tam­bién un “recuer­do” de la épo­ca socia­lis­ta, y a día de hoy están des­apa­re­cien­do de las calles de Polo­nia, dan­do paso a la pro­li­fe­ra­ción de peque­ños pues­tos de comi­da rápi­da, sobre todo los lla­ma­dos Kebaah´s.

Sin olvi­dar tam­po­co los peque­ños Maluch, “el Fiat 126 Pola­co” fabri­ca­do entre 1972 y 2000 en dife­ren­tes mode­los, y que fue­ron muy popu­la­res en su momen­to. Toda­vía se pue­den encon­trar algu­nos de estos coches en los pue­blos y ciu­da­des pola­cas, aun­que han deja­do paso en su mayor par­te a otro tipo de vehículos.

La ciu­dad por­tua­ria de Gdańsk, una de las sedes de la actual Euro­co­pa de fút­bol, pre­sen­ta una ima­gen com­ple­ta­men­te dife­ren­te de su pasa­do más recien­te. Al igual que otras ciu­da­des pola­cas, la ocu­pa­ción nazi des­tru­yó bue­na par­te de la ciu­dad, y su pos­te­rior recons­truc­ción evi­tó todo res­qui­cio de la tra­di­ción ale­ma­na antes pre­sen­ta en la ciu­dad. Sin embar­go, la actua­li­dad mediá­ti­ca se cen­tra­ría en esta ciu­dad en la déca­da de los ochen­ta. En 1979, los tra­ba­ja­do­res de los asti­lle­ros salie­ron a las calles para pro­tes­tar con­tra el gobierno, la for­ma­ción del sin­di­ca­to Soli­dar­ność (Soli­da­ri­dad), y el pro­ta­go­nis­mo de Lech Wale­sa pro­ta­go­ni­za­rían el deve­nir de Polonia.

La inter­ven­ción del gene­ral Jaru­zels­ki, y la tibia reac­ción de Occi­den­te, teme­ro­sos de una inter­ven­ción direc­ta de Mos­cú (toda­vía la Gue­rra Fría se man­te­nía), fue una derro­ta para el movi­mien­to, que logra­rá recu­pe­rar­se y en 1989 ven­ce­rá en las elec­cio­nes, sien­do Wale­sa nom­bra­do pre­si­den­te el año siguiente.

No obs­tan­te, las cosas no han segui­do el cur­so que muchos espe­ra­ban. Como seña­la Jarek, un joven estu­dian­te, “el paso de los años ha vis­to que los asti­lle­ros más impor­tan­tes han sido cerra­dos (tan sólo se man­tie­ne el “menos ren­ta­ble”) y la trans­for­ma­ción de la gen­te y la ciu­dad no han cum­pli­do las expectativas”.

El deve­nir de Soli­da­ri­dad, con fisu­ras y divi­sio­nes, con loca­les en las ciu­da­des del país mos­tran­do una ima­gen de aban­dono, refuer­zan las pala­bras del pro­pio Jarek, que remar­ca la impor­tan­cia de la alian­za que se tejió entre “Soli­da­ri­dad, la pode­ro­sa e influ­yen­te Igle­sia Cató­li­ca y las can­ci­lle­rías occidentales”.

Cra­co­via es otra de las ciu­da­des cla­ves en la his­to­ria recien­te de Polo­nia. Tal vez sea esta una de las ciu­da­des don­de el peso de la Igle­sia Cató­li­ca haya sido más evi­den­te en estos años. En ella estu­vo como obis­po auxi­liar y arzo­bis­po, has­ta ser nom­bra­do Papa en 1978, Karol Józef Wojt­yła, más cono­ci­do como Juan Pablo II. Su influen­cia en la ciu­dad en aque­llos años y pos­te­rior­men­te es mani­fies­ta en las calles y pla­zas de la ciu­dad, don­de se pue­den encon­trar pla­cas, esta­tuas y foto­gra­fías del mis­mo. En el museo de la Archi­dió­ce­sis toda­vía se ve su foto­gra­fía en la facha­da del edi­fi­co, o en el Pala­cio del Obis­po, don­de su retra­to se ve en al ven­ta­na des­de don­de se diri­gía a los jóve­nes del par­que cercano.

Las dece­nas de igle­sias con­vi­ven en la par­te vie­ja de la ciu­dad con la coli­na del Cas­ti­llo (don­de tam­bién se encuen­tra la Cate­dral), y con la pla­za del mer­ca­do en el cen­tro neu­rál­gi­co de la mis­ma, y la zona universitaria.

Fue­ra del cas­co anti­guo encon­tra­mos barrios y cons­truc­cio­nes liga­das tam­bién a la épo­ca recien­te de Polo­nia. Los barrios de cons­truc­ción socia­lis­ta por una lado, y el lla­ma­do barrio judío por otro. Este últi­mo ha sido trans­for­ma­do en los últi­mos años, pasan­do de ser un barrio con­flic­ti­vo y mar­gi­nal a con­ver­tir­se en cen­tro de la vida bohe­mia, y en cier­ta medi­da dema­sia­do turis­ti­fi­ca­do recientemente.

Más ale­ja­do del cen­tro se pue­den encon­trar tam­bién sím­bo­los rela­cio­na­dos con la otro­ra pode­ro­sa comu­ni­dad judía de la ciu­dad. Así, la fábri­ca de Oskar Schind­ler (en el nº 4 de la calle Lipo­wa) se ha con­ver­ti­do en museo, y su visi­ta nos retrae a la famo­sa pelí­cu­la de Spiel­berg, que tam­bién rodó esce­nas de su pelí­cu­la en las calles y calle­jue­las del cita­do barrio judío.

Tam­bién ha des­apa­re­ci­do de esta ciu­dad cual­quier sím­bo­lo de la épo­ca socia­lis­ta, aun­que se pue­de hacer una visi­ta “friky” por el barrio de Nowa Huta. Este dis­tri­to fue pla­ni­fi­ca­do en su día como sím­bo­lo de la era socia­lis­ta, y hoy en día algu­nas com­pa­ñías ofre­cen “un tour al Comu­nis­mo de Lujo”, total­men­te evitable.

No muy lejos de la ciu­dad se encuen­tra Ausch­witz, el cam­po de con­cen­tra­ción con­ver­ti­do en sím­bo­lo mun­dial del terror. La visi­ta al mis­mo, tan­to en via­je orga­ni­za­do como por cuen­ta pro­pia per­mi­te acer­car­nos a los “dos cam­pos, tan­to a Ausch­witz I como a Ausch­witz II- Bir­ke­nau. Cer­ca de un millón y medio de per­so­nas murie­ron en este lugar, al hilo de la polí­ti­ca geno­ci­da del régi­men nazi. Visi­tan­do sus pabe­llo­nes, un estu­dian­te israe­li­ta nos comen­tó algu­nas cosas intere­san­tes. Según Dani­lo, y mien­tras veía­mos la “cla­si­fi­ca­ción de los pri­sio­ne­ros del cam­po”, “esa foto refle­ja la pre­sen­cia de dife­ren­tes pri­sio­ne­ros aquí. Si bien es cier­to que la mayor par­te de la víc­ti­mas fue­ron judías, sería un error ocul­tar o igno­rar la pre­sen­cia de pola­cos, comu­nis­tas, gita­nos, homosexuales…”

Pos­te­rior­men­te, en torno a un café, Dani­lo recor­da­ba el papel de la comu­ni­dad judía en Polo­nia duran­te la II Gue­rra Mun­dial. “El levan­ta­mien­to del guet­to de Var­so­via rom­pió muchos tabúes. Allí los jóve­nes judíos orga­ni­za­dos prin­ci­pal­men­te en torno a orga­ni­za­cio­nes pro­gre­sis­tas toma­ron las armas para defen­der sus vidas, rom­pien­do esa ima­gen de sumi­sión de otros judíos”.

Hoy en día, sobre todo entre las gene­ra­cio­nes mayo­res, toda­vía resul­ta com­ple­jo abor­dar todo lo acon­te­ci­do en torno a la comu­ni­dad judía en Polo­nia duran­te la II Gue­rra Mun­dial. Sir­va de ejem­plo lo que nos comen­tó Bar­ba­ra, una per­so­na de más de cin­cuen­ta años, con estu­dios uni­ver­si­ta­rios y cono­ci­mien­to de varios idio­mas extran­je­ros, “en Polo­nia en esos años vivían unos tres millo­nes y medio de judíos, y en cuan­to comen­zó la ame­na­za de Hitler, más de medio millón, los más ricos, aban­do­nan el país. Aho­ra muchos acu­san a los pola­cos de no ayu­dar a la comu­ni­dad judía en esos tiem­pos, pero cuan­do el pro­pio Hitler soli­ci­tó dine­ro a los judíos más ricos para no aca­bar con el res­to de la comu­ni­dad, se nega­ron, no les impor­ta­ba mucho la suer­te del res­to, aun­que aho­ra nie­guen esa actitud”.

Polo­nia afron­ta hoy en día un núme­ro impor­tan­te de retos. Las rei­vin­di­ca­cio­nes de sec­to­res popu­lis­tas de terri­to­rios veci­nos de Litua­nia o Ucra­nia; el ingre­so en la euro­zo­na, ya que si bien Polo­nia está “inte­gra­da” en la OTAN o en la Unión Euro­pea, toda­vía tie­ne su pro­pia mone­da, lo que sigue gene­ran­do un impor­tan­te deba­te social. Algu­nos ven ven­ta­jas al ingre­so en el euro, pero son muchas las voces, que al hilo de lo que acon­te­ce en otros esta­dos euro­peos, ve más difi­cul­ta­des que cosas posi­ti­vas en ese pro­ce­so. De hecho la mayo­ría de los polí­ti­cos pola­cos se mues­tran orgu­llo­sos, y a pesar de las difi­cul­ta­des que atra­vie­sa el país, de no per­te­ne­cer al lla­ma­do club de los PIGS.

Tam­po­co pare­ce que par­te de la cla­se polí­ti­ca haya cerra­do las heri­das abier­tas duran­te años de relaciones/​ocupaciones de sus veci­nos. Así toda­vía los dis­cur­sos con­tra Mos­cú (muchas veces con el tema del trans­por­te de los recur­sos ener­gé­ti­cos en la agen­da), y tam­bién algu­nos sec­to­res de la socie­dad rece­la del peso que a día de hoy tie­ne Ale­ma­nia en Euro­pa, tal vez recor­dan­do la expe­rien­cia del pasa­do siglo.

Los diri­gen­tes pola­cos aspi­ran a que su país se con­vier­ta en un poder regio­nal en mate­ria de trans­por­te ener­gé­ti­co, sobre todo para evi­tar el peso ruso en dicha mate­ria. Al mis­mo tiem­po que no dudan en su apues­ta hacia Occi­den­te, como “garan­tía” fren­te a su “eterno enemi­go”, Rusia.

EL CASO KACZYNSKI

El 10 abril de 2010, el avión que trans­por­ta­ba al pre­si­den­te pola­co, Lech Kaczyns­ki, jun­to a bue­na par­te de la cúpu­la mili­tar, polí­ti­ca y eco­nó­mi­ca del país, se estre­lló cer­ca de Smo­lensk, cuan­do iban a home­na­jear a los muer­tos de Katyn. Des­de enton­ces la polé­mi­ca ha rodea­do a este caso, y este año al cum­plir­se el segun­do ani­ver­sa­rio, cien­tos de per­so­nas se han mani­fes­ta­do en Var­so­via soli­ci­tan­do el escla­re­ci­mien­to del acci­den­te, que para los segui­do­res del difun­to pre­si­den­te es el fru­to de la cons­pi­ra­ción de Rusia, Ale­ma­nia y sus cola­bo­ra­do­res polacos.

En 2005, al fren­te del Par­ti­do Ley y Jus­ti­cia (PiS) alcan­zó la pre­si­den­cia del país. Una fuer­te alie­na­ción social, la des­con­fian­za hacia las ins­ti­tu­cio­nes, el alto des­em­pleo y el aumen­to de la dis­cre­pan­cia polí­ti­ca fue­ron los fac­to­res que per­mi­tie­ron ese ascen­so polí­ti­co. Sin olvi­dar tam­po­co a esos sec­to­res socia­les que toda­vía man­tie­nen las heri­das abier­tas del pasa­do, sobre todo en rela­ción a Ale­ma­nia y Rusia. El dis­cur­so popu­lis­ta, no exen­to de men­sa­jes xenó­fo­bos y homó­fo­bos, basa­do en un fer­vor cris­tiano exclu­yen­te logró atraer a sec­to­res desencantados.

Los segui­do­res de Kaczyns­ki siguen con­cen­trán­do­se fren­te al Pala­cio Pre­si­den­cial en Var­so­via, don­de tie­ne ins­ta­la­da una car­pa. Los dis­cur­sos de la Gran Polo­nia, la defen­sa de la polí­ti­ca exclu­yen­te y la defen­sa de teo­rías cons­pi­ra­ti­vas siguen carac­te­ri­zan­do a estos sec­to­res polacos.

Fren­te a ellos tam­bién encon­tra­mos, sobre todo entre la gene­ra­ción más joven, a per­so­nas como Hele­na, estu­dian­te uni­ver­si­ta­ria que seña­la toda una serie de fac­to­res para expli­car el acci­den­te. “La teme­ri­dad e inex­pe­rien­cia de los pilo­tos, la pre­sión pre­si­den­cial, el mal tiem­po y algún tipo de fallo téc­ni­co se con­ju­ga­ron para que el desas­tre adqui­rie­se las dimen­sio­nes que alcan­zó”. Por ello, “es absur­do man­te­ner esas teo­rías cons­pi­ra­ti­vas, la “mano negra” sobre Polo­nia, que en oca­sio­nes son la mani­fes­ta­ción de un popu­lis­mo muy peli­gro­so, como esta­mos vien­do en otros luga­res de Europa”.

Jun­to a Mag­da­le­na, una perio­dis­ta local, asis­ti­mos al acto en memo­ria de Kaczyns­ki , un mitin y una con­cen­tra­ción en memo­ria del falle­ci­do pre­si­den­te, con las ban­de­ras pola­cas lle­nan­do la calle, jun­to a la apa­ri­ción tam­bién de varias per­so­nas en uni­for­me para­mi­li­tar, y todo ello ante la aten­ta mira­da de un dis­cre­to pero impo­nen­te con­trol policial.

En voz baja nos apun­ta que para esta gen­te “los que no segui­mos sus con­sig­nas somos “trai­do­res”, y ese dis­cur­so, aho­ra debi­li­ta­do, pue­de reto­mar pro­ta­go­nis­mo y fuer­za si la situa­ción eco­nó­mi­ca empeo­ra, como ya está pasan­do en los paí­ses vecinos”.

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