Las atro­ci­da­des de los demás- Noam Chomsky

En su pers­pi­caz estu­dio Ideal Illu­sions: How the U.S. Govern­ment Co-Opted Human Rights [Ilu­sio­nes idea­les: cómo el gobierno esta­dou­ni­den­se coop­tó los dere­chos huma­nos] el exper­to en asun­tos inter­na­cio­na­les James Peck obser­va: “En la his­to­ria de los dere­chos huma­nos las peo­res atro­ci­da­des siem­pre la come­te otro, nun­ca noso­tros”, sea quien sea este “noso­tros”.

Casi cada momen­to de la his­to­ria nos deja innu­me­ra­bles ejem­plos de ello. Vamos a fijar­nos en los de los últi­mos meses.

El 10 de mayo se inau­gu­ra­ron los Jue­gos Olím­pi­cos de Verano en la cuna grie­ga de estos anti­guos jue­gos. Unos días antes había pasa­do prác­ti­ca­men­te des­aper­ci­bi­da la car­ta que diri­gió el gobierno de Viet­nam al Comi­té Olím­pi­co Inter­na­cio­nal (COI) expre­san­do la “pro­fun­da preo­cu­pa­ción del gobierno y del pue­blo de Viet­nam por la deci­sión del COI de acep­tar a la com­pa­ñía Dow Che­mi­cal como patro­ci­na­do­ra glo­bal del Movi­mien­to Olímpico”.

Dow Che­mi­cal es la empre­sa que sumi­nis­tró los pro­duc­tos quí­mi­cos que Washing­ton uti­li­zó des­de 1961 para des­truir las cose­chas y los bos­ques de Viet­nam del Sur empa­pan­do el país con Agen­te Naranja.

Estos vene­nos con­tie­nen dio­xi­na, uno de los can­ce­rí­ge­nos más leta­les que se cono­cen y que ha afec­ta­do a millo­nes de viet­na­mi­tas y a muchos sol­da­dos esta­dou­ni­den­ses. Es muy pro­ba­ble que has­ta el día de hoy los abor­tos y los niños naci­dos con mal­for­ma­cio­nes sean efec­to de estos crí­me­nes, aun­que dada la nega­ti­va de Washing­ton a inves­ti­gar­lo, solo con­te­mos con los estu­dios de los cien­tí­fi­cos viet­na­mi­tas y de ana­lis­tas independientes.

A este lla­ma­mien­to viet­na­mi­ta en con­tra de Dow Che­mi­cal se han uni­do el gobierno de India, la Aso­cia­ción Olím­pi­ca India y los super­vi­vien­tes de la espan­to­sa fuga de gas en Bho­pal en el año 1984, uno de los peo­res desas­tres indus­tria­les de la his­to­ria que mató a miles de per­so­nas y enfer­mó a más de medio millón.

Union Car­bi­de, la empre­sa res­pon­sa­ble del desas­tre, fue adqui­ri­da por Dow Che­mi­cal, para la cual este desas­tre es un moti­vo de preo­cu­pa­ción no peque­ño. En febre­ro Wiki­leaks reve­ló que Dow Che­mi­cal había con­tra­ta­do a la agen­cia pri­va­da de inves­ti­ga­ción esta­dou­ni­den­se Strat­for para con­tro­lar a los acti­vis­tas que están tra­tan­do de con­se­guir indem­ni­za­cio­nes para las víc­ti­mas y de que quie­nes fue­ron res­pon­sa­bles de la catás­tro­fe com­pa­rez­can ante la justicia.

Otro cri­men muy impor­tan­te y que ha teni­do unos gra­ví­si­mos efec­tos per­sis­ten­tes es el ata­que de los Mari­nes esta­dou­ni­den­ses a la ciu­dad ira­quí de Falu­ya en noviem­bre de 2004.

[Antes del ata­que a la ciu­dad] Se per­mi­tió salir de ella a las muje­res y niños, si podían hacer­lo. Des­pués de varias sema­nas de bom­bar­deos empe­zó el ata­que con un cri­men de gue­rra cui­da­do­sa­men­te pla­ni­fi­ca­do: la inva­sión del Hos­pi­tal Gene­ral de Falu­ya, en el que se orde­nó a los pacien­tes y al per­so­nal tum­bar­se en el sue­lo con las manos ata­das. Las ata­du­ras se aflo­ja­ron en segui­da, se había ase­gu­ra­do el complejo.

La jus­ti­fi­ca­ción ofi­cial fue que el hos­pi­tal esta­ba infor­man­do de las víc­ti­mas civi­les y, por lo tan­to, se con­si­de­ra­ba un arma de propaganda.

La pren­sa infor­mó de que la mayor par­te de la ciu­dad había que­da­do redu­ci­da a “rui­nas humean­tes” mien­tras los Mari­nes bus­ca­ban a los insur­gen­tes en sus “madri­gue­ras”. Los inva­so­res prohi­bie­ron la entra­da a la Cruz Roja. Al no haber una inves­ti­ga­ción ofi­cial, se des­co­no­ce las dimen­sio­nes de este crimen.

Si lo que ocu­rrió en Falu­ya recuer­da a los acon­te­ci­mien­tos que tuvie­ron lugar en el encla­ve bos­nio de Sre­bre­ni­ca, que vuel­ve a estar de actua­li­dad debi­do al jui­cio por geno­ci­dio del coman­dan­te mili­tar ser­bio bos­nio Rat­ko Mla­dic, hay una bue­na razón para ello. Sería ins­truc­ti­vo hacer una com­pa­ra­ción hones­ta, pero no hay peli­gro de que se haga: una es una atro­ci­dad y la otra no lo es por definición.

Como en Viet­nam, algu­nos inves­ti­ga­do­res inde­pen­dien­tes infor­man de que el ata­que a Falu­ya esta tenien­do unos efec­tos persistentes.

Algu­nos inves­ti­ga­do­res médi­cos han des­cu­bier­to un incre­men­to dra­má­ti­co de la mor­ta­li­dad infan­til, del cán­cer y de la leu­ce­mia, incre­men­to que es inclu­so mayor que los de Hiroshi­ma y Naga­sa­ki. Los nive­les de ura­nio en mues­tras de aire y del sue­lo son mucho mayo­res que en casos comparables.

Uno de los raros inves­ti­ga­do­res pro­ce­den­te de los paí­ses inva­so­res es el Dr. Kypros Nico­lai­des, direc­tor del cen­tro de inves­ti­ga­ción de medi­ci­na en el Hos­pi­tal del Kingng’s Colle­ge de Lon­dres. “Estoy segu­ro de que los esta­dou­ni­den­ses uti­li­za­ron unas armas que son las cau­san­tes de estas defor­mi­da­des”, afir­ma Nicolaides.

El pro­fe­sor de dere­cho esta­dou­ni­den­se y Rela­tor de la ONU sobre los Dere­chos de los Pue­blos Ori­gi­na­rios James Ana­ya infor­mó el mes pasa­do de los per­sis­ten­tes efec­tos de una “no atro­ci­dad” mucho mayor.

Ana­ya se atre­vió a hollar un terri­to­rio prohi­bi­do al inves­ti­gar las ver­gon­zo­sas con­di­cio­nes en las que vive la pobla­ción ori­gi­na­ria esta­dou­ni­den­se que que­da en Esta­dos Uni­dos: “pobre­za, malas con­di­cio­nes, fal­ta de resul­ta­dos en la edu­ca­ción for­mal (y) enfer­me­da­des socia­les a unos nive­les que exce­den con mucho los de otros seg­men­tos socia­les de la pobla­ción esta­dou­ni­den­se”, infor­mó Ana­ya. Nin­gún miem­bro del Con­gre­so qui­so reu­nir­se con él y la cober­tu­ra mediá­ti­ca [dada al infor­me] fue mínima.

En las noti­cias han apa­re­ci­do mucho los disi­den­tes des­pués del dra­má­ti­co res­ca­te del acti­vis­ta chino de dere­chos huma­nos cie­go Chen Guangcheng.

“La con­mo­ción inter­na­cio­nal”, escri­bió Samuel Moyn en The New York Times el mes pasa­do, “pro­vo­có el recuer­do de ante­rio­res disi­den­tes como Andrei D. Sakha­rov y Alek­sandr I. Solzhe­nitsyn, los héroes del blo­que orien­tal de otros tiem­pos que fue­ron los pri­me­ros en con­ver­tir ‘los dere­chos huma­nos inter­na­cio­na­les’ en un gri­to que unía a los acti­vis­tas de todo el mun­do y en una cues­tión fun­da­men­tal en las agen­das de los gobier­nos occidentales”.

Moyn es autor de The Last Uto­pia: Human Rights in His­tory [La últi­ma uto­pía: los dere­chos huma­nos en la his­to­ria], publi­ca­do en 2010. En The New York Times Book Review Belin­da Cooper puso en tela de jui­cio el que Moyn situa­ra el ori­gen de la pro­mi­nen­cia con­tem­po­rá­nea de estos idea­les “en los frus­tra­dos pasos dados por (el pre­si­den­te esta­dou­ni­den­se Jimmy) Car­ter para inyec­tar los dere­chos huma­nos en la polí­ti­ca exte­rior y en los Acuer­dos de Hel­sin­ki de 1975 con al Unión Sovié­ti­ca”, al cen­trar­se en los abu­sos de la esfe­ra sovié­ti­ca. En su opi­nión la tesis de Moyn no es con­vin­cen­te ya que “es mucho más fácil de cons­truir una his­to­ria alter­na­ti­va de su pro­pia cosecha”.

Es cier­to: la alter­na­ti­va obvia es la que ofre­ce James Peck, al que los medios domi­nan­tes ape­nas tie­nen en cuen­ta a pesar de que los hechos rele­van­tes son sor­pren­den­te­men­te cla­ros y cono­ci­dos, al menos para los académicos.

Así, en Cam­brid­ge His­tory of the Cold War John Coats­worth recuer­da que des­de 1960 al “hun­di­mien­to de la Unión Sovié­ti­ca en 1990 la can­ti­dad de pre­sos polí­ti­cos, de víc­ti­mas de la tor­tu­ra y de eje­cu­cio­nes de disi­den­tes polí­ti­cos no vio­len­tos en Amé­ri­ca Lati­na superó con mucho a la de los de la Unión Sovié­ti­ca y sus saté­li­tes de la Euro­pa del este”. Pero como eran “no atro­ci­da­des”, estos crí­me­nes, que en gran par­te son atri­bui­bles a la inter­ven­ción esta­dou­ni­den­se, no ins­pi­ra­ron una cru­za­da de dere­chos humanos.

Ins­pi­rán­do­se tam­bién en el res­ca­te de Chen, el colum­nis­ta de The New York Times Bill Keller escri­be que “los disi­den­tes son heroi­cos”, pero pue­den ser “moles­tos para los diplo­má­ti­cos esta­dou­ni­den­ses que tie­nen impor­tan­tes nego­cios que hacer con paí­ses que no com­par­te nues­tros valo­res”. Keller cri­ti­ca a Washing­ton por no estar a veces a la altu­ra de nues­tros valo­res empren­dien­do una acción rápi­da cuan­do otros come­ten crímenes.

No fal­tan disi­den­tes heroi­cos den­tro de los domi­nios de influen­cia y de poder esta­dou­ni­den­se, pero son tan invi­si­bles como la víc­ti­mas lati­no­ame­ri­ca­nas. Miran­do casi al azar por el mun­do encon­tra­mos a Abdulha­di al-Kha­wa­ja, cofun­da­dor del Cen­tro Bah­rain para los Dere­chos Huma­nos, pre­so de con­cien­cia para Amnis­tía Inter­na­cio­nal que se enfren­ta en estos momen­tos a morir en la cár­cel a con­se­cuen­cia de una lar­ga huel­ga de hambre.

Y el padre Mun Jeong-hyeon, el anciano sacer­do­te coreano que resul­tó gra­ve­men­te heri­do cuan­do par­ti­ci­pa­ba en una mul­ti­tu­di­na­ria mani­fes­ta­ción de pro­tes­ta con­tra la cons­truc­ción de una base naval esta­dou­ni­den­se en la isla Jeju, lla­ma­da Isla de la Paz, aho­ra ocu­pa­da por las fuer­zas de segu­ri­dad por pri­me­ra vez des­de las masa­cres de 1948 del gobierno de Corea del Sur impues­to por Esta­dos Unidos.

Y el pro­fe­sor uni­ver­si­ta­rio tur­co Ismail Besik­ci, que se vuel­ve a enfren­tar a un jui­cio por defen­der los dere­chos de los kur­dos. Ya ha pasa­do gran par­te de su vida en la cár­cel debi­do a la mis­ma acu­sa­ción, inclu­so en la déca­da de 1990, cuan­do el gobierno Clin­ton sumi­nis­tra­ba a Tur­quía enor­mes can­ti­da­des de ayu­dad mili­tar, en un momen­to en que el ejér­ci­to tur­co per­pe­tra­ba algu­nas de las peo­res atro­ci­da­des de la época.

Pero estos casos jun­to con otros que son dema­sia­do nume­ro­sos para men­cio­nar­los son no exis­ten­tes según los prin­ci­pios oficiales.

Fuen­te: http://​www​.4th​me​dia​.org/​2​0​1​2​/​0​6​/​0​4​/​s​o​m​e​b​o​d​y​-​e​l​s​e​s​-​a​t​r​o​c​i​t​i​e​s​-​i​d​e​a​l​-​i​l​l​u​s​i​o​n​s​-​h​o​w​-​t​h​e​-​u​-​s​-​g​o​v​e​r​n​m​e​n​t​-​c​o​-​o​p​t​e​d​-​h​u​m​a​n​-​r​i​g​h​ts/

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