Al Nak­ba

Toma­do de Sanduzelai

El 15 de Mayo se con­me­mo­ra el día de Al Nak­ba, expre­sión con la que los pales­ti­nos hacen refe­ren­cia a los suce­sos acon­te­ci­dos tras la crea­ción del Esta­do de Israel el 14 de mayo de 1948.

Duran­te esos días, el ejer­ci­to y mer­ce­na­rios israe­líes, borra­ron del mapa unos 500 pue­blos ára­bes, más de 13.000 pales­ti­nos fue­ron ase­si­na­dos y otros 750.000 depor­ta­dos y expul­sa­dos de sus hoga­res. La cifra de refu­gia­dos más sus des­cen­dien­tes, se cal­cu­la hoy en día, en unos 5 millo­nes de personas.

No son pocos los argu­men­tos para cali­fi­car lo ocu­rri­do en Pales­ti­na como una autén­ti­ca lim­pie­za étni­ca, per­fec­ta­men­te pla­ni­fi­ca­da y con el obje­ti­vo de eli­mi­nar y expul­sar por razo­nes étni­cas a un grupo(el pales­tino) de un terri­to­rio (Pales­ti­na). Éstos son los ras­gos que defi­nen la lim­pie­za étni­ca, inclui­da por el Dere­cho inter­na­cio­nal en la cate­go­ría de cri­men con­tra la humanidad.

La Reso­lu­ción de Nacio­nes Uni­dad 1941948, decla­ró el dere­cho de los refu­gia­dos pales­ti­nos a vol­ver a sus hoga­res, así como el pago de indem­ni­za­cio­nes para los que deci­die­ran no regre­sar. La ocu­pa­ción mili­tar del terri­to­rio pales­tino, la cons­truc­ción del Muro de la Ver­güen­za (decla­ra­do ile­gal por la Cor­te Inter­na­cio­nal de Jus­ti­cia), las prác­ti­cas abu­si­vas y arbi­tra­rias de sus auto­ri­da­des, el ais­la­mien­to y cie­rre de núcleos de pobla­ción, las demo­li­cio­nes de vivien­das, los cas­ti­gos colec­ti­vos, la polí­ti­ca de asen­ta­mien­tos en Cis­jor­da­nia y Jeru­sa­lén son algu­nas de otras denun­cias que dis­tin­tos orga­nis­mos inter­na­cio­na­les han lle­va­do ha cabo con el mis­mo resul­ta­do: impu­ni­dad total y caso omi­so del “esta­do” israelí.

La “his­to­gra­fía ofi­cial” insis­te macha­co­na­men­te en la idea de que la crea­ción del Esta­do de Israel no se pro­du­ce el 14 de mayo de 1948, sino que se remon­ta al ori­gen de los tiem­pos, como si ese día sim­ple­men­te se hubie­ra dado el vis­to bueno jurí­di­co a una comu­ni­dad pre­exis­ten­te que tenía un dere­cho natu­ral a con­fi­gu­rar­se como Esta­do por enci­ma de los dere­chos y pre­ten­sio­nes de quie­nes allí habi­ta­ban. Se argu­ye a su favor la pre­sen­cia de comu­ni­da­des judías en la zona des­de tiem­pos en los que ni siquie­ra exis­tía el con­cep­to de Estado.

Hoy el pue­blo pales­tino recuer­da la “catás­tro­fe” del 48, pero con la mira­da en un futu­ro que, for­ja­do en déca­das de lucha, hará rena­cer una Pales­ti­na libre, con la vuel­ta de los exi­lia­dos y refu­gia­dos y con ple­na sobe­ra­nía sobre la tota­li­dad de su terri­to­rio original.

Gora Pales­ti­na askatuta!

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