El racis­mo de los inte­lec­tua­les- Alain Badiou

La impor­tan­cia del voto a Mari­ne Le Pen abru­ma y sor­pren­de. Se bus­can expli­ca­cio­nes. Los polí­ti­cos prac­ti­can su socio­lo­gía por­tá­til: la Fran­cia de las gen­tes del pue­blo, de los pro­vin­cia­nos extra­via­dos, de los obre­ros, los que tie­nen poca cul­tu­ra, asus­ta­das por la glo­ba­li­za­ción, por el retro­ce­so del poder de com­pra, la des­es­truc­tu­ra­ción del terri­to­rio, la pre­sen­cia a sus puer­tas de extra­ños extran­je­ros, quie­ren escon­der­se en el nacio­na­lis­mo y la xenofobia.

Ya es a esta Fran­cia «retra­sa­da» a la que se acu­sa­ba de haber vota­do «no» en el refe­rén­dum sobre el pro­yec­to de Cons­ti­tu­ción euro­pea. Se le opo­nía las cla­ses medias urba­nas edu­ca­das y moder­nas, que son la sal social de nues­tra demo­cra­cia bien moderada.

Diga­mos que esta Fran­cia del pue­blo es a pesar de todo, en la cir­cuns­tan­cia, el burro de la fábu­la, pela­do y sar­no­so «popu­lis­ta» de don­de nos vie­ne todo el mal lepe­nis­ta. Extra­ño, por lo demás, esta rabia polí­ti­co-mediá­ti­ca con­tra el «popu­lis­mo». El poder demo­crá­ti­co, del que esta­mos tan orgu­llo­sos, ¿sería alér­gi­co a que nos preo­cu­pe­mos del pue­blo? Esa es la opi­nión de este pue­blo, en cual­quier caso, y cada vez más gen­te pien­sa así. A la pre­gun­ta: «¿Los res­pon­sa­bles polí­ti­cos se preo­cu­pan de lo que pien­sa la gen­te como uste­des?», la res­pues­ta nega­ti­va, «en abso­lu­to», ha pasa­do de un 15% en 1978 al 42% en 2010. En cuan­to al total de las res­pues­tas posi­ti­vas («mucho» o «bas­tan­te»), pasó del 35% al 17% (para este dato esta­dís­ti­co y otros de gran inte­rés se pue­de ver el núme­ro espe­cial de la revis­ta La Pen­sée, «El pue­blo, la cri­sis y la polí­ti­ca» rea­li­za­do por Guy Miche­lat y Michel Simon). La rela­ción entre el pue­blo y el Esta­do no está hecha de con­fian­za, es lo menos que se pue­de decir.

¿Debe­mos con­cluir que nues­tro Esta­do no tie­ne el pue­blo que se mere­ce y que el som­brío voto lepe­nis­ta expre­sa esta insu­fi­cien­cia popu­lar? Enton­ces para refor­zar la demo­cra­cia se debe­ría cam­biar el pue­blo, como lo pro­po­nía iró­ni­ca­men­te Brecht…

Mi tesis es más bien que dos otros impor­tan­tes cul­pa­bles deben salir a la luz: los res­pon­sa­bles suce­si­vos del poder del Esta­dos, tan­to de izquier­da como de dere­cha, y un con­jun­to no des­pre­cia­ble de intelectuales.

En defi­ni­ti­va, no son los pobres de nues­tras pro­vin­cias los que han deci­di­do limi­tar el dere­cho ele­men­tal de los obre­ros de este país, inde­pen­dien­te­men­te de su nacio­na­li­dad de ori­gen, de vivir aquí con su mujer y sus hijos. Es una minis­tra socia­lis­ta, y todos los que han ido detrás de ella, de dere­chas, los que se han hun­di­do en ese abis­mo. No es una cam­pe­si­na sin edu­ca­ción la que ha pro­cla­ma­do en 1983 que los huel­guis­tas de Renault ‑en efec­to mayo­ri­ta­ria­men­te arge­li­nos o marro­quíes- eran «tra­ba­ja­do­res inmi­gran­tes […] soli­vian­ta­dos por gru­pos reli­gio­sos y polí­ti­cos carac­te­ri­za­dos en fun­ción de cri­te­rios que poco tie­nen que ver con la reali­dad social fran­ce­sa». Es un pri­mer minis­tro socia­lis­ta, para gran ale­gría de sus «enemi­gos» de la derecha.

¿Quién ha teni­do la bue­na idea de decla­rar que Le Pen plan­tea­ba los ver­da­de­ros pro­ble­mas? ¿Un mili­tan­te alsa­ciano del Fren­te Nacio­nal? No, fue un pri­mer minis­tro de Fra­nçois Mit­te­rrand. No son tam­po­co las per­so­nas atra­sa­das del inte­rior del país las que han crea­do los cen­tros de reten­ción para encar­ce­lar, fue­ra de cual­quier dere­cho real, a los que se les pri­va de la posi­bi­li­dad de obte­ner los pape­les lega­les de su pre­sen­cia en el país.

No son tam­po­co los jóve­nes de las barria­das de los extra­rra­dios los que han orde­na­do, en todo el mun­do, que se con­ce­dan los visa­dos para Fran­cia a cuen­ta­go­tas, mien­tras que aquí mis­mo se fija­ban cuo­tas de expul­sio­nes que la poli­cía debía man­te­ner a cual­quier pre­cio. La suce­sión de leyes res­tric­ti­vas, ata­can­do, bajo el pre­tex­to de los extran­je­ros, la liber­tad y la igual­dad de millo­nes de per­so­nas que viven y tra­ba­jan aquí, no es la obra de «popu­lis­tas» enfurecidos.

Bajo la manio­bra de estas cuo­tas lega­les se encuen­tra el Esta­do sim­ple­men­te. Encon­tra­mos todos los gobier­nos que se han suce­di­do des­de Fra­nçois Mit­te­rand, y todo eso sin nin­gún res­pi­ro. Vea­mos dos ejem­plos, el socia­lis­ta Lio­nel Jos­pin dijo des­de su lle­ga­da al poder que no iba a abo­lir las leyes xenó­fo­bas de Char­les Pas­qua; el socia­lis­ta Fra­nçois Hollan­de ha dicho que la regu­la­ción de los sin­pa­pe­les se rea­li­za­rá bajo los mis­mos cri­te­rios que se hizo duran­te la épo­ca de Nico­lás Sar­kozy. La con­ti­nui­dad en esta direc­ción no se pone en duda. Es este man­te­ni­mien­to obs­ti­na­do del Esta­do en la villa­nía que mol­dea la opi­nión reac­cio­na­ria y racis­ta, y no al revés.

No creo que se pue­da sos­pe­char que igno­ro que Nico­lás Sar­kozy y su cama­ri­lla han esta­do cons­tan­te­men­te en la bre­cha del racis­mo cul­tu­ral, levan­tan­do alto la ban­de­ra de la «supe­rio­ri­dad» de nues­tra que­ri­da civi­li­za­ción occi­den­tal y hacien­do votar una inter­mi­na­ble suce­sión de leyes dis­cri­mi­na­to­rias de las que la mal­dad nos consterna.

Pero en fin, no vemos que la izquier­da se haya levan­ta­do para opo­ner­se con la fuer­za que exi­gía esta obs­ti­na­ción reac­cio­na­ria. Más bien ha dicho que «com­pren­día» esta deman­da de «segu­ri­dad», y ha vota­do sin nin­gún pro­ble­ma deci­sio­nes per­se­cu­to­rias fla­gran­tes, como las que tenían como obje­ti­vo expul­sar del espa­cio públi­co a tal o cual mujer bajo el pre­tex­to de que se cubría los cabe­llos o que envol­vía su cuerpo.

Sus can­di­da­tos anun­cian por todos los lados que lle­va­rán una lucha sin fin, no con­tra las pre­va­ri­ca­cio­nes capi­ta­lis­tas y la dic­ta­du­ra de los pre­su­pues­tos ascé­ti­cos, sino con­tra los obre­ros sin pape­les y los meno­res rein­ci­den­tes, sobre todo si son negros o ára­bes. En este aspec­to, dere­cha e izquier­da jun­tas han piso­tea­do todos los prin­ci­pios. No ha sido ni es el Esta­do de dere­cho, para los que se les pri­va de docu­men­ta­ción, sino el Esta­do de excep­ción, el Esta­do de no-dere­cho. Son ellos los que se encuen­tran en esta­do de inse­gu­ri­dad, no los nacio­na­les rica­cho­nes. Si fue­ra nece­sa­rio, espe­re­mos que dios no lo quie­ra, se resig­nar a expul­sar a gen­te, sería pre­fe­ri­ble que se esco­ja para ello a nues­tros gober­nan­tes, más bien que a los muy res­pe­ta­bles obre­ros marro­quíes o malienses.

¿Y detrás de todo esto, des­de hace mucho tiem­po, des­de hace más de vein­te años, qué es lo que encon­tra­mos? ¿Quie­nes son los glo­rio­sos inven­to­res del «peli­gro islá­mi­co», que está, según ellos, desin­te­gran­do nues­tra bella socie­dad occi­den­tal y fran­ce­sa? ¿Son inte­lec­tua­les que se con­sa­gran a esta tarea infa­me en edi­to­ria­les apa­sio­na­das, en libros retor­ci­dos, en «encues­tas socio­ló­gi­cas» tru­ca­das? ¿Es un gru­po de jubi­la­dos pro­vin­cia­nos y de obre­ros de las peque­ñas ciu­da­des des­in­dus­tria­li­za­das los que han mon­ta­do pacien­te­men­te todo este asun­to del «con­flic­to de las civi­li­za­cio­nes», de la defen­sa del «pac­to repu­bli­cano», de las ame­na­zas sobre nues­tra «lai­ci­dad», del «femi­nis­mo» ultra­ja­do por la vida coti­dia­na de las muje­res árabes?

¿No es lamen­ta­ble que se bus­quen res­pon­sa­bles úni­ca­men­te en la dere­cha extre­ma ‑que en efec­to sacan las cas­ta­ñas del fue­go- sin poner jamás a la luz la res­pon­sa­bi­li­dad aplas­tan­te de los que, muchas veces ‑dicen- «de izquier­da», y más a menu­do pro­fe­so­res de «filo­so­fía» que caje­ras de super­mer­ca­do, que han apa­sio­na­da­men­te defen­di­do que los ára­bes y negros, espe­cial­men­te los jóve­nes, corrom­pían nues­tro sis­te­ma edu­ca­ti­vo, per­ver­tían nues­tros barrios popu­la­res peri­fé­ri­cos, ofen­dían nues­tras liber­ta­des e inju­ria­ban a nues­tras muje­res? ¿O que eran «dema­sia­do nume­ro­sos» en nues­tros equi­pos de fut­bol? Exac­ta­men­te como se decía anti­gua­men­te sobre los judíos y los «maque­tos», que a cau­sa de ellos la Fran­cia eter­na esta­ba ame­na­za­da de muerte.

Hay, es cier­to, una cier­ta apa­ri­ción de gru­púscu­los fas­cis­tas que se recla­man del islam. Pero hay igual­men­te movi­mien­tos fas­cis­tas que se recla­man de Occi­den­te y de Cris­to-rey. Esto no impi­de a nin­gún inte­lec­tual isla­mó­fo­bo de ala­bar en todo momen­to nues­tra supe­rior iden­ti­dad «occi­den­tal» y de con­se­guir poner nues­tras admi­ra­bles «raí­ces cris­tia­nas» en el cul­to de una lai­ci­dad que Mari­ne Le Pen, que se ha con­ver­ti­do en una de las más encar­ni­za­das prac­ti­can­tes de este cul­to, rele­ve por fin de que made­ra polí­ti­ca se calienta.

En reali­dad, son inte­lec­tua­les los que han inven­ta­do la vio­len­cia anti­po­pu­lar espe­cial­men­te diri­gi­da con­tra los jóve­nes de las gran­des ciu­da­des, que es el ver­da­de­ro secre­to de la isla­mo­fo­bia. Y son los gobier­nos, inca­pa­ces de cons­truir una socie­dad de paz civil y de jus­ti­cia, que han libra­do los extran­je­ros, y en pri­mer lugar los obre­ros ára­bes y sus fami­lias, como pas­to de las clien­te­las elec­to­ra­lis­tas des­orien­ta­das y mie­do­sas. Como siem­pre, la idea, aun­que fue­ra cri­mi­nal, pre­ce­de el poder, que a su vez mode­la la opi­nión que nece­si­ta. El inte­lec­tual, aun­que fue­ra deplo­ra­ble, pre­ce­de al minis­tro, que cons­tru­ye sus seguidores.

El libro, aun­que sea para tirar­lo, es antes que la ima­gen pro­pa­gan­dis­ta, que des­orien­ta en lugar de ins­truir. Y trein­ta años de pacien­tes esfuer­zos en la escri­tu­ra, la inven­ti­va y la com­pe­ti­ción elec­to­ral sin nin­gu­na idea encuen­tran su sinies­tra recom­pen­sa en las con­cien­cias fati­ga­das como en el voto gregario.

¡Ver­güen­za a los gobier­nos suce­si­vos, que han riva­li­za­do en los temas de la segu­ri­dad y del «pro­ble­ma de la inmi­gra­ción», para que no sea dema­sia­do visi­ble que ser­vían ante todo a los intere­ses de la oli­gar­quía eco­nó­mi­ca! ¡Ver­güen­za a los inte­lec­tua­les del neo­ra­cia­lis­mo y del nacio­na­lis­mo cerra­do, que han pacien­te­men­te recu­bier­to el vacío deja­do en el pue­blo por la pro­vi­sio­nal eclip­se de la hipó­te­sis comu­nis­ta de un man­to de inep­cias sobre el peli­gro islá­mi­co y la rui­na de nues­tros «valo­res»!

Son ellos los que hoy deben ren­dir cuen­tas sobre la ascen­sión de un fas­cis­mo ras­tre­ro que ellos han fomen­ta­do sin des­can­so el desa­rro­llo mental.

Alain Badiou – Filó­so­fo, dra­ma­tur­go y escritor

Le Mon­de, 5 de mayo de 2012

Tra­duc­ción del fran­cés por Boltxe kolektibos

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