¿Quién con­tro­la la eco­no­mía mun­dial? El poder de las trans­na­cio­na­les- Alber­to Gar­zón Espinosa

La pre­gun­ta es ambi­cio­sa, des­de lue­go. Algu­nos dirán que son los Esta­dos-Nación más pode­ro­sos mili­tar­men­te, como Esta­dos Uni­dos. Otros dirán que son las per­so­nas más ricas y pode­ro­sas las que, cons­pi­ran­do, deci­den en luga­res poco trans­pa­ren­tes cómo ges­tio­nar el mundo.

Sin duda tam­bién habrá quie­nes crean que son las volun­ta­des indi­vi­dua­les las que con­for­man, a tra­vés del mer­ca­do, el des­tino de nues­tra eco­no­mía mun­dial. Inclu­so, en una deri­va­ción de esta últi­ma opción, pue­de pen­sar­se que son pre­ci­sa­men­te las empre­sas trans­na­cio­na­les las garan­tes del futu­ro polí­ti­co y eco­nó­mi­co de nues­tro mun­do. En todo caso, pro­ba­ble­men­te todas ten­gan algo ‑aun­que sea poco- de razón, si bien para inten­tar res­pon­der tama­ña cues­tión no pue­den ser­vir aná­li­sis sim­ples o pre­jui­cios sin con­fir­mar empíricamente.

Mi inten­ción aquí no es otra que mos­trar y difun­dir los resul­ta­dos del recien­te y úni­co estu­dio que ha eva­lua­do la red glo­bal que con­for­man las trans­na­cio­na­les (tam­bién lla­ma­das mul­ti­na­cio­na­les o gran­des empre­sas a secas). Según este com­ple­jí­si­mo estu­dio que ha ana­li­za­do las redes de 43.060 trans­na­cio­na­les, ape­nas un 737 de ellas con­tro­lan el valor accio­na­rial del 80% total. Esta dis­tri­bu­ción de poder es mucho más des­igual que la dis­tri­bu­ción de rique­za y ren­ta. Ade­más, el 40% del valor de todas las trans­na­cio­na­les del mun­do está con­tro­la­do por un peque­ño núcleo ‑core- de 147 trans­na­cio­na­les. Y, más intere­san­te si cabe, de ese núcleo de tras­na­cio­na­les tres cuar­tas par­tes son enti­da­des financieras.

La evo­lu­ción de la red empresarial

Los eco­no­mis­tas clá­si­cos dis­tin­guían entre capi­ta­lis­tas y tra­ba­ja­do­res para dis­tin­guir los dos espa­cios que podían ocu­par­se en la acti­vi­dad pro­duc­ti­va. Corres­pon­de esa cla­si­fi­ca­ción a un aná­li­sis ana­lí­ti­co abs­trac­to de cómo ope­ra el sis­te­ma eco­nó­mi­co capi­ta­lis­ta, pero tam­bién a cómo era la con­fi­gu­ra­ción con­cre­ta del capi­ta­lis­mo más inci­pien­te. Un capi­ta­lis­mo carac­te­ri­za­do por empre­sas don­de la pro­pie­dad y la ges­tión coin­ci­dían y exis­tía por lo tan­to un capi­ta­lis­ta acti­vo preo­cu­pa­do por el con­trol de su empre­sa y por lo tan­to por los bene­fi­cios que les pudie­ran dar. El res­to de la empre­sa eran, sim­pli­fi­can­do, tra­ba­ja­do­res que alqui­la­ban su fuer­za de tra­ba­jo a cam­bio de un sala­rio. Ima­gi­nen en esta visión al capi­ta­lis­ta indus­trial del siglo XIX espa­ñol, carac­te­ri­za­do por estar fren­te a la empre­sa vigi­lan­do la acti­vi­dad pro­duc­ti­va. Por ejem­plo, a Miguel Agus­tín Here­dia, empre­sa­rio indus­trial rio­jano que mon­tó impor­tan­tes nego­cios en Málaga.

Según evo­lu­cio­na el capi­ta­lis­mo, sin embar­go, esta reali­dad va cam­bian­do y hacién­do­se más com­ple­ja. Las empre­sas se hacen más gran­des y sur­gen las pri­me­ras socie­da­des anó­ni­mas. Se diso­cia la pro­pie­dad de la empre­sa ‑que que­da en manos de los accio­nis­tas- de la ges­tión de la mis­ma ‑que que­da en la direc­ción- y de la acti­vi­dad pura­men­te pro­duc­ti­va ‑los tra­ba­ja­do­res-. Los accio­nis­tas sue­len ser gran­des for­tu­nas que jun­tan­do sus rique­zas per­mi­ten aco­me­ter pro­yec­tos empre­sa­ria­les más com­ple­jos y que rin­den más bene­fi­cios. Un ejem­plo espa­ñol fue la com­pa­ñía de los Ferro­ca­rri­les de Madrid a Zara­go­za y Ali­can­te (M.Z.A.), que nació de la unión de los capi­ta­les de gran­des for­tu­nas como las del mar­qués de Sala­man­ca, el duque de Morny y los Rotchs­child (fami­lia vin­cu­la­da a las finan­zas), si bien tam­bién ‑como siem­pre- con el apo­yo de capi­tal públi­co. O el más obvio, el de la Rio Tin­to Com­pany Limi­ted, empre­sa de capi­tal danés e inglés que coti­za­ba en la bol­sa de Lon­dres y explo­ta­ba las minas de Rio­Tin­to (Huel­va). En defi­ni­ti­va, las finan­zas y la nue­va orga­ni­za­ción empre­sa­rial per­mi­te al capi­ta­lis­mo des­ple­gar pro­yec­tos más ambi­cio­sos que en nin­gún caso una sola gran for­tu­na indi­vi­dual podría lle­var a cabo, pero esa nue­va orga­ni­za­ción empre­sa­rial modi­fi­ca a su vez la rela­ción entre los suje­tos eco­nó­mi­cos (finan­zas, pro­pie­ta­rios, ges­to­res, tra­ba­ja­do­res) y por lo tan­to las rela­cio­nes de poder.

Con la evo­lu­ción de los mer­ca­dos finan­cie­ros, entre los que se inclu­ye el mer­ca­do de accio­nes ‑la bol­sa, es decir, el espa­cio don­de se com­pran y ven­den dere­chos de pro­pie­dad de las empresas‑, el sis­te­ma se hace aún más com­ple­jo. La glo­ba­li­za­ción eco­nó­mi­ca y finan­cie­ra va empu­jan­do a las empre­sas a una mayor inter­na­cio­na­li­za­ción. Has­ta el pun­to de que gra­cias a la lla­ma­da inge­nie­ría finan­cie­ra las gran­des empre­sas pue­den com­prar con enor­me faci­li­dad par­tes de otras gran­des empre­sas o finan­ciar nue­vos pro­yec­tos de inver­sión. La apli­ca­ción de las polí­ti­cas neo­li­be­ra­les, que reti­ran el cor­sé key­ne­siano ‑las prohi­bi­cio­nes y regu­la­cio­nes que exis­tían en el mar­co eco­nó­mi­co- no hacen sino dis­pa­rar esas ten­den­cias sub­ya­cen­tes. Las gran­des empre­sas pue­den, des­de enton­ces, inter­na­cio­na­li­zar­se inclu­so a par­tir de la emi­sión de lo que algu­nos auto­res han deno­mi­na­do capi­tal finan­cie­ro (véa­se el tra­ba­jo de Oscar Carpintero).

En este pun­to de la evo­lu­ción capi­ta­lis­ta, las empre­sas están for­ma­das por pro­pie­ta­rios, ges­to­res y tra­ba­ja­do­res pero que man­tie­nen rela­cio­nes muy dis­tin­tas a las ante­rior­men­te des­cri­tas. Los pro­pie­ta­rios son los accio­nis­tas, pero que ya no tie­nen una preo­cu­pa­ción direc­ta por el esta­do de la acti­vi­dad pro­duc­ti­va ‑a dife­ren­cia del pro­pie­ta­rio tipo s. XIX- sino que úni­ca­men­te se preo­cu­pan por ren­ta­bi­li­zar su capi­tal. La extra­or­di­na­ria liqui­dez de los mer­ca­dos les per­mi­te a estos accio­nis­tas pasar de una empre­sa a otra en cues­tión de segun­dos, por lo que se diso­cian los intere­ses y ven­cen las estra­te­gias cor­to­pla­cis­tas. Los ges­to­res, por otra par­te, son los con­se­jos de admi­nis­tra­ción de las empre­sas y los direc­ti­vos, esto es, aque­llas per­so­nas que toman las deci­sio­nes que afec­tan a la acti­vi­dad pro­duc­ti­va. Estos con­se­jos de admi­nis­tra­ción obe­de­cen órde­nes de los accio­nis­tas, por­que a ellos les rin­den cuen­tas ‑no en vano los accio­nis­tas pue­den exi­gir la des­ti­tu­ción de éstos si con­si­de­ran que no lo están hacien­do bien, es decir, de acuer­do a sus intere­ses-. Esta rela­ción, pro­pia de la eta­pa neo­li­be­ral, está defi­ni­da como “sha­rehol­der value” y estu­dia­da en la lite­ra­tu­ra eco­nó­mi­ca en el mar­co de la lla­ma­da “cor­po­ra­te gover­nan­ce” y de la “teo­ría de la agen­cia”. Los tra­ba­ja­do­res, por otra par­te, tam­bién están frag­men­ta­dos en fun­ción del seg­men­to pro­duc­ti­vo al que están aso­cia­dos ‑des­de geren­tes has­ta tra­ba­ja­do­res de cue­llo azul-.

La moder­na red empresarial

El pro­ble­ma macro­eco­nó­mi­co es que en el mun­do no sólo exis­te la dis­tri­bu­ción de rique­za y ren­ta, sino tam­bién la de poder. Las gran­des empre­sas deter­mi­nan la con­fi­gu­ra­ción eco­nó­mi­ca de cual­quier país o región, e influ­yen de for­ma direc­ta e indi­rec­ta en la crea­ción de empleo y la cali­dad de vida. Por lo tan­to, la capa­ci­dad de tomar deci­sio­nes o influir en ellas por par­te de las gran­des empre­sas es espe­cial­men­te impor­tan­te y es una mani­fes­ta­ción de poder. Pero dada la inmen­sa y com­ple­ja red que se ha teji­do entre las pro­pias empre­sas, es com­pli­ca­do saber quién se encuen­tra detrás de esas decisiones.

El estu­dio con el que he comen­za­do este escri­to nos apor­ta datos escla­re­ce­do­res. Tenien­do pre­sen­te que las gran­des empre­sas inter­na­cio­na­li­za­das, es decir, las trans­na­cio­na­les, for­man una red en la que por enci­ma tie­nen a los accio­nis­tas y por deba­jo a sus filia­les (para las cua­les la empre­sa matriz es su accio­nis­ta), se ha ela­bo­ra­do un mapa mun­dial de las 43.060 empre­sas más impor­tan­tes. Como se pue­de obser­var en el siguien­te grá­fi­co, esto no podría haber­se hecho sin tra­ta­mien­to infor­má­ti­co a par­tir del soft­wa­re ade­cua­do (de hecho, la ima­gen sólo nos ilus­tra la com­po­si­ción, por­que más allá de ello no vemos un pijo).

NodosNodos

De lo que se extrae en el artícu­lo es que hay un núcleo de empre­sas, o core (SCC en la ima­gen siguien­te), que se encuen­tran domi­nan­do las rela­cio­nes del res­to a par­tir de su con­trol accio­na­rial. Es decir, de las rami­fi­ca­cio­nes que nacen de las empre­sas cen­tra­les pue­de obser­var­se que con­tro­lan par­cial o total­men­te gran par­te del res­to de empre­sas. En con­jun­to, ese núcleo está for­ma­do por 147 empre­sas que con­tro­lan el 40% del valor accio­na­rial total. Salién­do­nos del núcleo encon­tra­mos que 737 empre­sas con­tro­lan el 80% del valor total.

CoreCon­trol

Uno de los aspec­tos más intere­san­tes es que en ese núcleo de 147 empre­sas hay dos ter­cios que son empre­sas finan­cie­ras, es decir, gran­des ban­cos comer­cia­les y de inver­sión. Y estos son, por lo tan­to, los suje­tos eco­nó­mi­cos con más poder para deter­mi­nar la eco­no­mía mun­dial. La lis­ta de esas enti­da­des núcleo, que pue­de ver­se aquí, es ilus­tra­ti­va tam­bién del poder nacio­nal que res­pal­da esos intere­ses eco­nó­mi­cos. A con­ti­nua­ción, un zoom sobre las enti­da­des finan­cie­ras más impor­tan­tes que com­po­nen ese gru­po. ¿Os suenan?

 zoom sobre las entidades financierasZoom sobre las enti­da­des financieras 

Con­clu­sio­nes

No cabe nin­gu­na duda de que hay una rela­ción direc­ta entre las enti­da­des que con­cen­tran el poder eco­nó­mi­co y polí­ti­co, en la medi­da que han apro­ve­cha­do la debi­li­dad auto­im­pues­ta por los Esta­dos por medio de las pri­va­ti­za­cio­nes y des­re­gu­la­cio­nes, la res­pon­sa­bi­li­dad en la cri­sis finan­cie­ra y los bene­fi­cia­rios del inten­to de salir de la cri­sis. Pode­mos decir, con los datos en la mano, que las enti­da­des finan­cie­ras son quie­nes con­tro­lan la eco­no­mía mun­dial. Pero lo hacen sin nece­si­dad de recu­rrir a cons­pi­ra­cio­nes oscu­ras, por­que es la pro­pia diná­mi­ca del sis­te­ma eco­nó­mi­co capi­ta­lis­ta la que expli­ca que estos suje­tos eco­nó­mi­cos, las empre­sas trans­na­cio­na­les y su red, ope­ren de acuer­do a una lógi­ca que les lle­va a defen­der sus intere­ses. Intere­ses que son anta­gó­ni­cos con los de los ciu­da­da­nos, de modo que su pro­pia diná­mi­ca lle­va al incre­men­to de la explo­ta­ción sobre los más desfavorecidos.

El aná­li­sis polí­ti­co de por qué un gobierno nacio­nal sale en defen­sa de una tras­na­cio­nal (como Rep­sol) que­da para otra oca­sión, como tam­bién deja­re­mos para más ade­lan­te un aná­li­sis de las impli­ca­cio­nes de cla­se que todo esto sig­ni­fi­ca ‑por cier­to, mag­ní­fi­ca­men­te estu­dia­das por el eco­no­mis­ta mar­xis­ta Gerard Dume­nil-. Aun­que en ambos casos hay ele­men­tos en este pro­pio artícu­lo, en la medi­da que pode­mos saber que, por ejem­plo, Rep­sol está par­ti­ci­pa­do por enti­da­des finan­cie­ras como Cai­xa­Bank y otras enti­da­des que a su vez están par­ti­ci­pa­das por enti­da­des finan­cie­ras nacio­na­les e inter­na­cio­na­les. Por otra par­te, los accio­nis­tas aca­ban sien­do, en últi­ma ins­tan­cia, per­so­nas de car­ne y hue­so. Esas per­so­nas son las cla­ses altas, los seg­men­tos más ricos de la socie­dad que par­ti­ci­pan en las redes finan­cie­ras ‑por ejem­plo, en Espa­ña el 40% de los hoga­res tie­ne el 60% de sus acti­vos finan­cie­ros en cuen­tas corrien­tes, que rin­den poco o nin­gún bene­fi­cio, mien­tras que los hoga­res más ricos tie­nen gran par­te de sus acti­vos finan­cie­ros en la for­ma de accio­nes o de fon­dos de inver­sión y de pen­sio­nes que en últi­ma ins­tan­cia casi todos tie­nen que ver con los dere­chos de pro­pie­dad de las empre­sas transnacionales.

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