1 de mayo. En memo­ria de los antepasados

Nico­la Sac­co y Bar­to­lomeo Van­zet­ti eran dos inmi­gran­tes ita­lia­nos, acu­sa­dos del asal­to y homi­ci­dio del paga­dor de una fábri­ca, Fre­de­rick Par­men­ter, y su escol­ta Ales­san­dro Berar­de­lli, en el pue­blo de South Brain­tree, Esta­dos Uni­dos, el 15 de abril de 1920. El pro­ce­so judi­cial cau­só un gran escán­da­lo inter­na­cio­nal y fuer­tes pro­tes­tas, sobre todo en Euro­pa aun­que tam­bién tuvo gran­des dimen­sio­nes en Lati­noa­mé­ri­ca, debi­do a las esca­sas e insu­fi­cien­tes prue­bas. Pese a las pro­tes­tas y los pedi­dos de cle­men­cia arri­ba­dos de todo el mun­do, inclui­do el Papa, la con­de­na a la pena de muer­te se man­tu­vo inal­te­ra­ble y fue­ron eje­cu­ta­dos el 23 de agos­to de 1927. Antes de morir, Nico­la Sac­co se vol­vió hacia los tes­ti­gos y gri­tó: ¡Viva la anar­quía! En 1977 Esta­dos Uni­dos reco­no­ció ofi­cial­men­te el error, Sac­co y Van­zet­ti fue­ron exo­ne­ra­dos de mane­ra sim­bó­li­ca el 23 de agos­to de 1977 por el enton­ces gober­na­dor de Mas­sa­chu­setts, Michael Duka­kis. Se con­si­de­ra que en un con­tex­to social en que se temía la lle­ga­da del comu­nis­mo tras la cri­sis social des­ata­da por el big crack, se debía dar una señal poten­te que el pen­sa­mien­to socia­lis­ta y anar­quis­ta sería fuer­te­men­te vigi­la­do y castigado.

Esta sec­ción de El Orti­ba es un peque­ño home­na­je a la memo­ria de Nico­la Sac­co, zapa­te­ro, ita­liano, mili­tan­te anar­quis­ta y padre de fami­lia, injus­ta­men­te acu­sa­do jun­to a Bar­to­lomeo Van­zet­ti de un cri­men que jamás come­tie­ron y por el cual fue­ron eje­cu­ta­dos en la silla eléc­tri­ca en 1927.

Des­de ento­nes sus nom­bres que­da­rían indi­so­lu­ble­men­te uni­dos en la memo­ria colec­ti­va como expre­sión de indig­na­ción fren­te a la injus­ti­cia. Aun­que Sac­co y Van­zet­ti hubie­ran come­ti­do real­men­te aquel deli­to, no ter­mi­na­rían en la silla eléc­tri­ca por ello, sino por su con­di­ción de ANARQUISTAS, EXTRANJEROS Y POBRES.

En 1977 ‑cin­cuen­ta años des­pués de la eje­cu­ción- el Esta­do de la Unión se excu­só públi­ca­men­te por las gra­ves fallas come­ti­das duran­te el pro­ce­so a Sac­co y Van­zet­ti, pro­cla­mó su total y abso­lu­ta ino­cen­cia y pidió his­tó­ri­cas dis­cul­pas, sal­van­do el buen nom­bre y honor de los már­ti­res. No hacía nin­gu­na fal­ta: Sac­co y Van­zet­ti habi­tan en la memo­ria de los pue­blos como sím­bo­lo y ban­de­ra de todo movi­mien­to de libe­ra­ción y del anar­quis­mo inter­na­cio­nal. Los pue­blos no creen en las his­to­rias oficiales.

Hora­cio Sacco

«¡No hay jus­ti­cia para los pobres en América!

…¡Oh, com­pa­ñe­ros míos, con­ti­nuad vues­tra gran bata­lla! ¡Luchad por la gran cau­sa de la liber­tad y de la jus­ti­cia para todos! ¡Este horror debe ter­mi­nar! Mi muer­te ayu­da­rá a la gran cau­sa de la huma­ni­dad. Mue­ro como mue­ren todos los anar­quis­tas, alti­va­men­te, pro­tes­tan­do has­ta lo últi­mo con­tra la injusticia…Por eso mue­ro y estoy orgu­llo­so de ello! No pali­dez­co ni me aver­güen­zo de nada; mi espí­ri­tu es toda­vía fuer­te. Voy a la muer­te con una can­ción en los labios y una espe­ran­za en mi cora­zón, que no será des­trui­da…» Nico­la Sacco

Sac­co y Vanzetti 

Por Howard Zinn*

Cin­cuen­ta años des­pués de las eje­cu­cio­nes de los inmi­gran­tes ita­lia­nos Sac­co y Van­zet­ti, el Gober­na­dor Duka­kis de Mas­sa­chu­setts puso en mar­cha una comi­sión para ana­li­zar la lim­pie­za del jui­cio, y la con­clu­sión era que los dos hom­bres no habían teni­do un jui­cio jus­to. Esto des­per­tó una tor­men­ta menor en Boston.

Una car­ta, fir­ma­da por John M. Cabot, emba­ja­dor ame­ri­cano reti­ra­do, decla­ró su «gran indig­na­ción» y seña­ló que la con­fir­ma­ción de la pena de muer­te por el Gober­na­dor Fuller se hizo des­pués de una revi­sión espe­cial por «tres de los más dis­tin­gui­dos ciu­da­da­nos de Mas­sa­chus­sets – el pre­si­den­te de Har­vard, Lowell, el Pre­si­den­te del MIT, Strat­ton y la Juez jubi­la­da Grant».

Esos tres «dis­tin­gui­dos y res­pe­ta­dos ciu­da­da­nos» fue­ron vis­tos de for­ma dife­ren­te por Hey­wood Broun que escri­bió inme­dia­ta­men­te en su colum­na para el New York World des­pués de que la comi­sión del Gober­na­dor hizo su informe.

Escri­bió:

No todo pri­sio­ne­ro tie­ne un Pre­si­den­te de Har­vard que aprie­ta el inte­rrup­tor para él… Si éste es un lin­cha­mien­to, por lo menos el ven­de­dor ambu­lan­te de pes­ca­do y su ami­go arte­sano pue­den tener como con­sue­lo para el alma que mori­rá a manos de hom­bres en tra­je de gala o con togas académicas.

Hey­wood Broun, uno de los perio­dis­tas más dis­tin­gui­dos del siglo XX, no con­ti­nuó como redac­tor para el New York World.

En el 50 ani­ver­sa­rio de la eje­cu­ción, el New York Times infor­mó que: «Los pla­nes del Alcal­de Bea­me para pro­cla­mar el siguien­te mar­tes el día de Sac­co y Van­zet­ti se han can­ce­la­do, en un esfuer­zo para evi­tar la con­tro­ver­sia, según dijo ayer un por­ta­voz del ayuntamiento».

Debe haber una bue­na razón por la que un caso de hace 50 años, aho­ra de 75, des­pier­ta tal emo­ción. Yo sugie­ro que es por­que hablar sobre Sac­co y Van­zet­ti plan­tea mate­rias que nos preo­cu­pan hoy inevi­ta­ble­men­te: nues­tro sis­te­ma de jus­ti­cia, la rela­ción entre la fie­bre por la gue­rra y las liber­ta­des civi­les, y la mayor preo­cu­pa­ción de todos, la idea de anar­quis­mo: la eli­mi­na­ción de lími­tes nacio­na­les y por con­si­guien­te de la gue­rra, la eli­mi­na­ción de la pobre­za, y la crea­ción de una demo­cra­cia plena.

El caso de Sac­co y Van­zet­ti reve­ló, en sus con­di­cio­nes más seve­ras que las pala­bras nobles que se ins­cri­bie­ron sobre nues­tros pala­cios de jus­ti­cia, «Jus­ti­cia Igual ante la Ley», siem­pre han sido una men­ti­ra. Esos dos hom­bres, el ven­de­dor ambu­lan­te de pez y el zapa­te­ro, no podrían con­se­guir jus­ti­cia en el sis­te­ma ame­ri­cano, por­que la jus­ti­cia no mide igual a pobres y a ricos, a nacio­na­les o a extran­je­ros, al orto­do­xo y al radi­cal, al blan­co y la per­so­na de color. Y mien­tras la injus­ti­cia se da más sutil­men­te y de mane­ras más intrin­ca­das hoy que en las cir­cuns­tan­cias cru­das de Sac­co y Van­zet­ti, la esen­cia se man­tie­ne igual.

En su caso, la injus­ti­cia era fla­gran­te. Fue­ron juz­ga­dos por robo y ase­si­na­to, pero en las men­tes, y en la con­duc­ta del fis­cal, el juez, y el jura­do, lo impor­tan­te de ellos esta­ba en que eran, como Upton Sin­clair seña­ló en su nota­ble nove­la Bos­ton, «wops», los extran­je­ros, tra­ba­ja­do­res pobres, radicales.

Aquí va una mues­tra del inte­rro­ga­to­rio policial:

Poli­cía: ¿es usted un ciudadano?

Sac­co: No.

Poli­cía: ¿Usted es comunista?

Sac­co: No.

Poli­cía: ¿anar­quis­ta?

Sac­co: No.

Poli­cía: ¿Usted cree en nues­tro gobierno?

Sac­co: Sí; aun­que algu­nas cosas me gus­tan diferentes.

¿Qué tenían estas pre­gun­tas que ver con el robo de una fábri­ca de zapa­tos en Brain­tree Sur, Mas­sa­chu­setts, y el tiro­teo de un paga­dor y un guardia?

Sac­co men­tía, cla­ro. No, yo no soy un comu­nis­ta. No, yo no soy un anar­quis­ta. ¿Por qué men­tir a la poli­cía? ¿Por qué un judío men­ti­ría a la Ges­ta­po? ¿Por qué un negro en Áfri­ca del Sur men­ti­ría a sus inte­rro­ga­do­res? ¿Por qué un disi­den­te en la Rusia sovié­ti­ca men­ti­ría a la poli­cía secre­ta? Por­que todos saben que no hay jus­ti­cia para ellos.

¿Ha habi­do jus­ti­cia en el sis­te­ma ame­ri­cano para los pobres, la per­so­na de color, el radi­cal? Cuan­do se sen­ten­cia­ron los ocho anar­quis­tas de Chica­go a muer­te des­pués de los alter­ca­dos de Hay­mar­ket de 1886, no era por­que había algu­na prue­ba de la cone­xión entre ellos y la bom­ba tira­da en medio de la poli­cía; no había nin­gu­na evi­den­cia. Era por­que ellos eran líde­res del movi­mien­to anar­quis­ta en Chicago.

¿Cuán­do Euge­ne Debs y mil otros fue­ron envia­dos a la pri­sión duran­te el Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial, bajo la Ley de Espio­na­je, fue por­que ellos eran cul­pa­bles de espio­na­je? Difí­cil­men­te. Eran socia­lis­tas que habla­ron con­tra la gue­rra. Con­fir­man­do la sen­ten­cia de 10 años de Debs, el juez de la Supre­ma Cor­te de Jus­ti­cia, Oli­ver Wen­dell Hol­mes dijo cla­ro por qué Debs debía ir a la pri­sión. Él citó del dis­cur­so de Debs: «La cla­se de los amos siem­pre ha decla­ra­do las gue­rras, la cla­se opri­mi­da siem­pre ha lucha­do las batallas».

Hol­mes, admi­ra­do como uno de nues­tros gran­des juris­tas libe­ra­les, dejó cla­ro los lími­tes del libe­ra­lis­mo, los lími­tes pues­tos por un nacio­na­lis­mo vin­di­ca­ti­vo. Des­pués de que todas las ape­la­cio­nes de Sac­co y Van­zet­ti se ago­ta­ron, el caso lle­gó ante Hol­mes, cuan­do esta­ba en la Cor­te Supre­ma. Se negó a revi­sar el caso, mien­tras per­mi­tía que un vere­dic­to así se man­tu­vie­ra. En nues­tro tiem­po, Ethel y Julius Rosen­berg fue­ron envia­dos a la silla eléc­tri­ca. ¿Era por­que ellos eran cul­pa­bles más allá de una duda razo­na­ble de pasar los secre­tos ató­mi­cos a la Unión Sovié­ti­ca? ¿O era por­que ellos eran comu­nis­tas, como el fis­cal dejó cla­ro, con la apro­ba­ción del juez? ¿Era por­que el país esta­ba en medio de la his­te­ria anti-comu­nis­ta, los comu­nis­tas habían toma­do el poder en Chi­na, había una gue­rra en Corea, y el peso de todo ello podía hacer­se recaer en dos comu­nis­tas americanos?

¿Por qué Geor­ge Jack­son fue sen­ten­cia­do a diez años en la pri­sión, en Cali­for­nia, por un robo de 70 dóla­res, y des­pués dis­pa­ra­do a muer­te por guar­dias? ¿Era por­que él era pobre, negro y radi­cal? ¿Pue­de un musul­mán hoy, en la atmós­fe­ra de la «gue­rra del terror «, pedir igual­dad de jus­ti­cia ante la ley? ¿Por qué mi vecino de arri­ba, un bra­si­le­ño de piel oscu­ra que podría pare­cer­se a un musul­mán del medio orien­te, fue saca­do de su coche por la poli­cía, aun­que él no había vio­la­do nin­gu­na nor­ma, y fue inte­rro­ga­do y humillado?

¿Por qué de los dos millo­nes de per­so­nas que están en las cár­ce­les ame­ri­ca­nas y pri­sio­nes, y seis millo­nes de per­so­nas bajo liber­tad pro­vi­sio­nal, o vigi­lan­cia, des­pro­por­cio­na­da­men­te la mayo­ría son per­so­nas de color, y pobres? Un estu­dio mos­tró que el 70% de las per­so­nas en las pri­sio­nes esta­ta­les de Nue­va York salie­ron de sie­te barrios don­de rei­na la pobre­za y la desesperación.

La injus­ti­cia de cla­se se pro­du­ce todas las déca­das, todos los siglos de nues­tra his­to­ria. En medio del jui­cio de Sac­co y Van­zet­ti, un hom­bre adi­ne­ra­do en el pue­blo de Mil­ton, al sur de Bos­ton, dis­pa­ró y mató a un hom­bre que esta­ba reco­gien­do leña en su pro­pie­dad. Se pasó ocho días en la cár­cel, fue libe­ra­do bajo fian­za, y no se le per­si­guió. El fis­cal del dis­tri­to lo lla­mó «el homi­ci­dio jus­ti­fi­ca­ble». Una ley para los ricos, otra para los pobres ‑una carac­te­rís­ti­ca per­sis­ten­te de nues­tro sis­te­ma de justicia.

Pero ser pobre no era el cri­men prin­ci­pal de Sac­co y Van­zet­ti. Ellos eran ita­lia­nos, inmi­gran­tes, y anar­quis­tas. Habían pasa­do menos de dos años del final de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial. Ellos habían pro­tes­ta­do con­tra la gue­rra. Se habían nega­do a ser reclu­ta­dos. Ellos vie­ron la mon­ta­ña de his­te­ria con­tra los radi­ca­les y extran­je­ros, obser­va­ron las corre­rías lle­va­das a cabo por los agen­tes del Fis­cal Gene­ral Pal­mer en el Depar­ta­men­to de Jus­ti­cia, que irrum­pían en casas en la mitad de la noche sin garan­tías para las per­so­nas incomunicadas.

En Bos­ton se arres­ta­ron 500 per­so­nas, fue­ron enca­de­na­dos jun­tos, y mar­cha­ron a tra­vés de las calles. Lui­gi Gallea­ni, edi­tor del perió­di­co anar­quis­ta Cro­na­ca Sov­ver­si­va al que Sac­co y Van­zet­ti se subs­cri­bie­ron, fue dete­ni­do en Bos­ton y rápi­da­men­te deportado.

Algo más gra­ve pasó. Un anar­quis­ta com­pa­ñe­ro de Sac­co y Van­zet­ti, un tipó­gra­fo lla­ma­do Andrea Sal­se­do que vivía en Nue­va York fue secues­tra­do por los miem­bros del FBI (uso la pala­bra «secues­tra­do» para des­cri­bir la deten­ción ile­gal de una per­so­na), y rete­ni­do en la plan­ta 14 de las ofi­ci­nas del FBI del Edi­fi­cio de Park Row. No le per­mi­tie­ron lla­mar a su fami­lia, ami­gos, o a un abo­ga­do, y fue inte­rro­ga­do y agre­di­do, según un pri­sio­ne­ro com­pa­ñe­ro. Duran­te la octa­va sema­na de su encar­ce­la­mien­to, el 3 de mayo de 1920, el cuer­po de Sal­se­do, fue encon­tra­do en el pavi­men­to cer­ca del Edi­fi­cio de Park Row, y el FBI anun­ció que él se había sui­ci­da­do sal­tan­do de la ven­ta­na de la habi­ta­ción en que esta­ba cus­to­dia­do. Fue dos días antes del arres­to de Sac­co y Vanzetti.

Hoy sabe­mos, como resul­ta­do de los infor­mes del con­gre­so en 1975, que por medio del pro­gra­ma del FBI COINTELPRO, agen­tes del FBI irrum­pían en casas y ofi­ci­nas, lle­va­ban a cabo escu­chas tele­fó­ni­cas ile­ga­les, esta­ban envuel­tos en actos de vio­len­cia al pun­to de ase­si­na­to, y cola­bo­ra­ron con la poli­cía de Chica­go en la matan­za de dos líde­res de los Pan­te­ras Negras en 1969. El FBI y la CIA han vio­la­do la ley una y otra vez. No hay nin­gún cas­ti­go para ellos.

Ha habi­do pocos moti­vos para tener fe que se pro­te­ge­rían las liber­ta­des civi­les de las per­so­nas en este país en la atmós­fe­ra de his­te­ria que siguió el 11 S y con­ti­núa has­ta el momen­to. En casa ha habi­do reda­das con­tra inmi­gran­tes, deten­cio­nes inde­fi­ni­das, depor­ta­cio­nes, y espio­na­je domés­ti­co no auto­ri­za­do. En el extran­je­ro se han dado matan­zas extra-judi­cia­les, tor­tu­ra, bom­bar­deos, gue­rra, y ocu­pa­cio­nes militares.

Igual­men­te, el jui­cio de Sac­co y Van­zet­ti empe­zó inme­dia­ta­men­te des­pués del Día del Memo­rial, un año y un medio des­pués de la orgía de muer­te y patrio­tis­mo que fue la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial, cuan­do los perió­di­cos toda­vía vibra­ban con el rui­do de tam­bo­res y la retó­ri­ca patriotera.

A los doce días del jui­cio, la pren­sa infor­mó que se habían repa­tria­do los cuer­pos de tres sol­da­dos de los cam­pos de bata­lla de Fran­cia a la ciu­dad de Brock­ton, y que el pue­blo ente­ro había par­ti­ci­pa­do en una cere­mo­nia patrió­ti­ca. Todo esto esta­ba en perió­di­cos que los miem­bros del jura­do podían leer.

Sac­co fue inte­rro­ga­do por el fis­cal Katzmann:

Pre­gun­ta: ¿Ama­ba usted este país en la últi­ma sema­na de mayo de 1917?

Sac­co: Me es difí­cil res­pon­der en una sola pala­bra, Sr. Katzmann.

Pre­gun­ta: Hay dos pala­bras que usted pue­de usar, Sr. Sac­co, sí o no. ¿Cual es?

Sac­co: Sí

Pre­gun­ta: ¿Y para mos­trar su amor por los Esta­dos Uni­dos de Amé­ri­ca cuan­do esta­ba a pun­to de ser lla­ma­do como sol­da­do, usted corrió a México?

Al prin­ci­pio del jui­cio, el Juez Tha­yer (quién, hablan­do a un cono­ci­do en una par­ti­da de golf, se había refe­ri­do a los deman­da­dos duran­te el jui­cio como «esos bas­tar­dos anar­quis­tas») dijo al jura­do: «seño­res, uste­des han sido con­vo­ca­dos para rea­li­zar con el mis­mo espí­ri­tu de patrio­tis­mo, valor, y devo­ción su deber como lo hicie­ron nues­tros soldados».

Las emo­cio­nes evo­ca­das por una bom­ba que explo­tó en la casa del Fis­cal Gene­ral Pal­mer en tiem­po de gue­rra ‑como las emo­cio­nes libe­ra­das por la vio­len­cia del 11 S- crea­ron una atmós­fe­ra rara en la que se vie­ron com­pro­me­ti­das las liber­ta­des civiles.

Sac­co y Van­zet­ti enten­die­ron que los argu­men­tos lega­les que sus abo­ga­dos pudie­ran pro­po­ner no pre­va­le­ce­rían con­tra la reali­dad de la injus­ti­cia de cla­se. Sac­co dijo a la cor­te, en la sen­ten­cia: «Yo sé que la sen­ten­cia esta­rá entre dos cla­ses, la cla­se opri­mi­da y el cla­se rica…Es por eso por lo qué yo estoy aquí hoy en este ban­co, por ser de la cla­se oprimida».

Ese pun­to de vis­ta pare­ce dog­má­ti­co, sim­plis­ta. No todas las deci­sio­nes de la cor­te se expli­can por él. Pero, fal­tan­do una teo­ría que expli­que todos los casos, el pun­to de vis­ta de Sac­co es cier­ta­men­te una mejor bue­na guía para enten­der el sis­te­ma legal que otro que asu­me una con­tien­da entre igua­les basa­da en la bús­que­da obje­ti­va de la ver­dad. Van­zet­ti supo que los argu­men­tos lega­les no los sal­va­rían. A menos que un millón de ame­ri­ca­nos se orga­ni­za­ran, él y su ami­go Sac­co morirían.

No pala­bras, sino lucha. No súpli­cas, sino deman­das. No peti­cio­nes al gober­na­dor, sino tomas de fábri­cas. No lubri­car la maqui­na­ria de un sis­te­ma supues­ta­men­te jus­to para hacer­lo tra­ba­jar bien, sino una huel­ga gene­ral para lle­gar a parar las máquinas.

Eso nun­ca pasó. Miles se mani­fes­ta­ron, mar­cha­ron, pro­tes­ta­ron, no sólo en Nue­va York, Bos­ton, Chica­go, San Fran­cis­co, sino tam­bién en Lon­dres, París, Bue­nos Aires o Áfri­ca del Sur. No era bas­tan­te. En la noche de su eje­cu­ción, miles se mani­fes­ta­ron en Char­les­town, pero fue­ron man­te­ni­dos lejos de la pri­sión por una mul­ti­tud de poli­cía. Se arres­ta­ron a los mani­fes­tan­tes. Había ame­tra­lla­do­ras en las azo­teas y gran­des reflec­to­res barrien­do la esce­na. Una gran muche­dum­bre se con­gre­gó en Union Squa­re el 23 de agos­to de 1927.

Des­pués de media­no­che, las luces de la pri­sión oscu­re­cie­ron y los dos hom­bres fue­ron elec­tro­cu­ta­dos. El New York World des­cri­bió la esce­na: «La muche­dum­bre res­pon­dió con un sollo­zo gigan­te. Las muje­res se des­ma­ya­ron en quin­ce o vein­te luga­res. Otros, tam­bién supe­ra­dos, se repri­mie­ron y escon­die­ron las cabe­zas entre sus manos. Los hom­bres se apo­ya­ban unos en otros y lloraban».

Su últi­mo cri­men era su anar­quis­mo, una idea que hoy toda­vía nos sobre­sal­ta como un relám­pa­go debi­do a su ver­dad esen­cial: todos somos uno, los lími­tes y los odios nacio­na­les deben des­apa­re­cer, la gue­rra es into­le­ra­ble, deben com­par­tir­se los fru­tos de la tie­rra, y sólo a tra­vés de la lucha orga­ni­za­da con­tra la auto­ri­dad, pue­de lle­gar un mun­do así.

Lo que nos ha lle­ga­do a noso­tros hoy del caso de Sac­co y Van­zet­ti no es sólo tra­ge­dia, sino tam­bién ins­pi­ra­ción. Su inglés no era per­fec­to, pero cuan­do ellos habla­ron pare­cía poe­sía. Van­zet­ti dijo de su ami­go Sac­co: Sac­co es un cora­zón, una fe, un carác­ter, un hom­bre; un aman­te del hom­bre de natu­ra­le­za y de la huma­ni­dad. Un hom­bre que dio todo, que sacri­fi­ca todo a la cau­sa de liber­tad y a su amor por la huma­ni­dad: el dine­ro, el des­can­so, la ambi­ción mun­da­na, su pro­pia espo­sa, sus niños, él y su pro­pia vida.…

Oh sí, yo pue­do ser más inte­li­gen­te, como algu­nos han dicho, yo soy mejor hablan­do que él, pero muchas, muchas veces, oyen­do su cora­zón expre­sar una fe subli­me, con­si­de­ran­do su sacri­fi­cio supre­mo, recor­dan­do su heroís­mo, yo me sen­tía peque­ño, peque­ño en pre­sen­cia de su gran­de­za, y com­pe­li­do a secar de mis ojos las lágri­mas, apa­gar los lati­dos de mi cora­zón que late en mi gar­gan­ta para no llo­rar ante él- este hom­bre fue lla­ma­do jefe, ase­sino y condenado.

Lo peor de todo, eran anar­quis­tas, lo que sig­ni­fi­ca que tenían algu­na noción loca de demo­cra­cia ple­na en la que ni lo extran­je­ro ni la pobre­za exis­ti­ría, y pen­sa­ban que sin estas pro­vo­ca­cio­nes, la gue­rra entre las nacio­nes aca­ba­ría para siem­pre. Pero para ello habría que luchar con­tra el rico y sus rique­zas ser con­fis­ca­das. Ese ideal anar­quis­ta es un cri­men mucho peor que robar una nómi­na, y por ello la his­to­ria de Sac­co y Van­zet­ti no pue­de evo­car­se sin gran ansiedad.

Sac­co escri­bió a su hijo Dan­te: «Así que, hijo, en lugar de llo­rar, sé fuer­te, para poder con­for­tar a tu madre… llé­va­la de paseo por el cam­po, reco­gien­do flo­res sal­va­jes aquí y allí, des­can­san­do bajo la som­bra de los árbo­les… Pero siem­pre recuer­da, Dan­te, en esta obra de feli­ci­dad, no uses todo para ti sólo…ayuda a los per­se­gui­dos y a las víc­ti­mas por­que ellos son tus bue­nos ami­gos… En esta lucha por la vida, encon­tra­ras más amor y serás amado».

Sí, era su anar­quis­mo, su amor por la huma­ni­dad que los con­de­nó. Cuan­do Van­zet­ti fue arres­ta­do, él tenía una octa­vi­lla en bol­si­llo anun­cian­do un mitin cin­co días des­pués. Es una hoja impre­sa que podría dis­tri­buir­se hoy, por el mun­do, tan apro­pia­do aho­ra como lo era el día de su arres­to. Decía: «Has lucha­do en todas las gue­rras. Has tra­ba­ja­do para todos los capi­ta­lis­tas. Has vaga­do por todos los paí­ses. ¿Has reco­gi­do la mies y los fru­tos de tu tra­ba­jo, el pre­cio de tus vic­to­rias? ¿El pasa­do te con­for­ta? ¿El pre­sen­te te son­ríe? ¿El futu­ro te pro­me­te algo? ¿Has encon­tra­do un tro­zo de tie­rra dón­de pue­des vivir y pue­des morir como un ser humano? Sobre estas pre­gun­tas, estos argu­men­tos, y estos temas, la lucha por la exis­ten­cia, habla­rá Bar­to­lomeo Vanzetti.»

Ese mitin no tuvo lugar. Pero su espí­ri­tu toda­vía exis­te hoy en las per­so­nas que creen, aman y se esfuer­zan en todo el mundo.

(*) Howard Zinn es coau­tor, jun­to con Anthony Arno­ve, de Voi­ces of a Peo­ple’s His­tory of the Uni­ted Sta­tes. Su libro más recien­te es A Power Govern­mets Can­not Sup­press (Un poder que los gobier­nos no pue­den suprimir).

Fuen­te: Cau­sa Popular

Aquel 23 de agosto

Por Rami­ro Ross

Había que hacer­lo, todos sabían que esos obre­ros no eran cul­pa­bles, todos sabían que no era a ellos a quie­nes se esta­ba juz­gan­do, era a su ideo­lo­gía, y esa far­sa era una señal, era una adver­ten­cia de que no tole­ra­rían que gen­te como ellos inten­ta­ran cam­biar su sis­te­ma, ese sis­te­ma gra­cias al cual, los bol­si­llos de quie­nes sus­ten­ta­ban el poder se encon­tra­ban lle­nos de dine­ro, y n les impor­tó que debie­ran ase­si­nar a algu­nos para que otros lo enten­die­ran, al fin y al cabo, ya lo habían hecho dema­sia­das veces como para empe­zar a tener pro­ble­mas de con­cien­cia, y ese día el 23 de Agos­to de 1927, el ver­du­go, un oscu­ro fun­cio­na­rio del Esta­do de Mas­sa­chu­setts bajó la fría palan­ca que ter­mi­na­ría de cerrar toda la mentira.

Todo había comen­za­do cuan­do cae ase­si­na­do un paga­dor y sereno de una fábri­ca de zapa­tos en la Ciu­dad de South Bran­tree, no se encuen­tra a los cul­pa­bles y entre poli­cías y jue­ces, ven la opor­tu­ni­dad, arman una paro­dia de jui­cio en el que jamás pudie­ron demos­trar la cul­pa­bi­li­dad de nin­guno de estos dos ita­lia­nos, pero n les impor­tó, la cla­se polí­ti­ca los aprue­ba para que die­ran el vere­dic­to que ellos nece­si­tan, por­que la ‘salud’ del sis­te­ma así lo requería.

Las sen­ten­cia lle­gó for­mal­men­te, fue­ron decla­ra­dos cul­pa­bles por­que era nece­sa­rio que fue­ran decla­ra­dos cul­pa­bles y el 14 de Julio de 1921 el juez estam­pó su fir­ma ¡¡¡ Mátenlos !!!.

A par­tir de ese momen­to se levan­ta­ron millo­nes de voces en todo el mun­do exi­gien­do que no se lle­ve a cabo esa car­ni­ce­ría huma­na, las mar­chas en toda Amé­ri­ca y Euro­pa eran tumul­tuo­sas, cen­te­na­res de miles de per­so­nas en cada una de ellas, denun­cia­ban al mun­do la tram­pa y repu­dia­ban el cri­men que se esta­ba por come­ter en nom­bre del sis­te­ma capitalista.

De nada sir­vie­ron las demos­tra­cio­nes de que esos dos hom­bres liber­ta­rios no eran cul­pa­bles, final­men­te, un fatí­di­co 23 de Agos­to de 1927, 6 años des­pués de la sen­ten­cia, son eje­cu­ta­dos cobardemente.

Pasa­ron muchos años, 50 exac­ta­men­te, para que un gober­na­dor de Mas­sa­chu­setts reco­no­cie­ra for­mal­men­te la ino­cen­cia de esos hom­bres y decla­ró que fue­ron con­de­na­dos por sus con­vic­cio­nes polí­ti­cas y por su con­di­ción de inmi­gran­tes. Esa decla­ra­ción no con­for­mó a nadie, el cri­men ya se había con­su­ma­do, los pue­blos del mun­do siem­pre supie­ron que Sac­co y Ven­zet­ti eran dos vic­ti­mas mas de un sis­te­ma cri­mi­nal y asesino.

“Nun­ca pen­sa­mos en toda nues­tra vida haber podi­do hacer tan­to por la tole­ran­cia, por la jus­ti­cia, por el enten­di­mien­to entre los hom­bres, como hecho aho­ra por casua­li­dad ¡¡¡ Nues­tras pala­bras, nues­tras vidas, nues­tros dolo­res, no son nada !!!. Las vidas que Nos qui­tan, vidas de un buen zapa­te­ro y de un pobre ven­de­dor de pes­ca­do, eso es Todo! El últi­mo momen­to nos per­te­ne­ce, la ago­nía es nues­tro triunfo. 

Decla­ra­ción de Van­zet­ti lue­go de reci­bir la sentencia.

Sac­co y Van­zet­ti en Bue­nos Aires

Dos héroes del pueblo

Por Osval­do Bayer

Ochen­ta años de uno de los crí­me­nes “lega­les” más men­ta­dos. El de Sac­co y Van­zet­ti, come­ti­do por el poder de Esta­dos Uni­dos, en la ciu­dad de Bos­ton. La silla eléc­tri­ca. Pero no pudie­ron matar­los en la memo­ria. Sac­co y Van­zet­ti pasa­ron a ser, para siem­pre, “Héroes del pue­blo”. Publi­ca­cio­nes, actos, con­fe­ren­cias, obras de tea­tro, fil­mes, her­mo­sas can­cio­nes, los recuer­dan. Nico­la Sac­co y Bar­to­lomeo Van­zet­ti, un zapa­te­ro y un ven­de­dor de pes­ca­do, así de humil­des. Dos ita­lia­nos inmi­gran­tes. Pero sal­ta­ron a la glo­ria. A los jue­ces, a los fun­cio­na­rios que actua­ron en este increí­ble cri­men legal ni se los recuer­da. Pero se los nom­bra. Prin­ci­pal­men­te al juez Fuller. En reali­dad, todos los jue­ces que inter­pre­tan las leyes a favor del poder que­dan en la lis­ta negra de la historia.

Como hacen los nor­te­ame­ri­ca­nos, cua­ren­ta años des­pués del cri­men ofi­cial con­tra Sac­co y Van­zet­ti pidie­ron dis­cul­pas. Había sido una “equi­vo­ca­ción”. Cla­ro, enton­ces era fácil, ya esta­ban muer­tos. La mis­ma con­duc­ta nor­te­ame­ri­ca­na con­tra aque­llos tam­bién héroes popu­la­res, con­de­na­dos a muer­te –esta vez en la hor­ca– por pedir las ocho horas de tra­ba­jo. Fue­ron “Los Már­ti­res de Chica­go”, a cuyo recuer­do se debe para siem­pre el 1º de Mayo como Día de los Tra­ba­ja­do­res. Tam­bién, cien años des­pués de ese cri­men infa­me, la Jus­ti­cia nor­te­ame­ri­ca­na pidió dis­cul­pas. Por­que fue una “equi­vo­ca­ción”.

Sac­co y Van­zet­ti. Liber­ta­rios. Lucha­do­res por la Igual­dad en Liber­tad. Dos anar­quis­tas. Con la pala­bra y el ejem­plo. Cuan­do fue­ron dete­ni­dos, sin nin­gu­na prue­ba, se los acu­só de un aten­ta­do. La poli­cía supo hacer la tram­pa. El juez Fuller y los demás no se toma­ron nin­gún tra­ba­jo. Se “deja­ron lle­var” por las “prue­bas poli­cia­les”. Total era lo mis­mo, si no habían come­ti­do ese deli­to valía la pena matar­los por sus ideas. Bush tam­bién los hubie­ra cali­fi­ca­do de terro­ris­tas. Y eso basta.

Fue impre­sio­nan­te cómo la pala­bra Soli­da­ri­dad, en todo el mun­do, se hizo pro­ta­go­nis­ta. En todos los paí­ses hubo míti­nes, huel­gas, pro­tes­tas, aten­ta­dos de repu­dio por Sac­co y Van­zet­ti. En la Argen­ti­na, ni que hablar. Los anar­quis­tas no eran niños de pecho. Ante la vio­len­cia de arri­ba no se pros­ter­na­ban ni huían. Res­pon­dían. El 16 de mayo de 1926, a las 23, esta­lla la pro­tes­ta en Bue­nos Aires con una bom­ba en la emba­ja­da nor­te­ame­ri­ca­na, en Arro­yo y Car­los Pelle­gri­ni. El boque­te que abre la explo­sión es tan gran­de que los poli­cías que lle­gan pue­den entrar por él al edi­fi­cio. El escu­do de Esta­dos Uni­dos va a parar al medio de la calle. Del alma­cén de enfren­te caen las bote­llas de las estan­te­rías. Poco des­pués, como se usa, los más altos fun­cio­na­rios de la poli­cía del gobierno radi­cal de Alvear, enca­be­za­dos por el jefe de Inves­ti­ga­cio­nes, San­tia­go, irán a pedir­le dis­cul­pas al emba­ja­dor nor­te­ame­ri­cano y ase­gu­rar­le que los cul­pa­bles cae­rían muy pron­to. Pero no sería la úni­ca. El 22 de julio de 1927 esta­lla una bom­ba en el pedes­tal de la esta­tua a Washing­ton, en Paler­mo. Un ban­co de már­mol, situa­do jun­to al monu­men­to, va a parar a cin­co cua­dras del lugar. Cin­cuen­ta minu­tos des­pués esta­lla otro arte­fac­to en la empre­sa Ford, de Perú y (hoy) Hipó­li­to Yri­go­yen. El auto­mó­vil últi­mo mode­lo expues­to en la vidrie­ra que­da total­men­te inutilizado.

Por supues­to la poli­cía detie­ne a toda per­so­na con ros­tro sos­pe­cho­so de anar­quis­ta. Y el comi­sa­rio San­tia­go hace decla­ra­cio­nes opti­mis­tas. Pero esa mis­ma noche, el 16 de agos­to, explo­ta en su lujo­sa resi­den­cia, Raw­son 944, un arte­fac­to que lo deja sin come­dor, sin los mue­bles de esa habi­ta­ción, sin bal­cón y sin ven­ta­na. Des­pués de esto, el comi­sa­rio San­tia­go no hará más decla­ra­cio­nes a los perio­dis­tas. San­tia­go pasó a la his­to­ria por inven­tar el supli­cio lla­ma­do “pile­ta” para hacer hablar a los dete­ni­dos. Es decir, sumer­gir­le la cabe­za en una pile­ta de agua, has­ta el límite.

Pero lle­ga­rá la noche de la eje­cu­ción de los dos héroes, en Char­les­town. Bue­nos Aires siguió ante las piza­rras de los dia­rios, paso a paso, la eje­cu­ción de los dos ino­cen­tes. Has­ta que apa­re­ció escri­to: “Fue­ron eje­cu­ta­dos, pri­me­ro Sac­co, lue­go Van­zet­ti. Antes de morir gri­ta­ron: ¡Viva la Anarquía!”.

Bue­nos Aires vivió ese día la ira del pue­blo. El paro fue gene­ral, orde­na­do por las cen­tra­les obre­ras. Todo el día explo­ta­ron petar­dos como gri­tos de furio­sa pro­tes­ta, mani­fes­ta­cio­nes, enfren­ta­mien­tos con la poli­cía. Como sím­bo­lo que­dó un tran­vía que­ma­do en el cen­tro de Bue­nos Aires.

El dia­rio anar­quis­ta Cúl­mi­ne dirá: “Debe­mos opo­ner nues­tros ins­tru­men­tos ven­ga­do­res que que­ma­rán los mil ten­tácu­los mons­truo­sos de la fie­ra vam­pí­ri­ca que envuel­ven todos los sen­de­ros de la tie­rra. Nues­tra dina­mi­ta puri­fi­ca­rá los luga­res que la mal­di­ta cas­ta del dólar ha apestado”.

Segui­rán los aten­ta­dos, dos de ellos al Citi­Bank y al Ban­co de Boston.

Y vol­ve­mos al prin­ci­pio: no hay vio­len­cia de aba­jo cuan­do pri­me­ro no hay vio­len­cia de arriba.

Una lucha y la infa­mia de una cla­se que jamás serán olvidadas

Por Fede­ra­ción Anar­quis­ta Uruguaya

Corren tiem­pos difí­ci­les para los pobres del mun­do. Son momen­tos de aumen­to de la mise­ria y la des­ocu­pa­ción a esca­la mun­dial. Unos paí­ses sufren más que otros este fenó­meno social. Los de aba­jo de nues­tro Con­ti­nen­te han vis­to empeo­rar a pasos agi­gan­ta­dos sus con­di­cio­nes mate­ria­les y espirituales.

El fenó­meno no per­te­ne­ce a una diná­mi­ca social­men­te amor­fa. Per­te­ne­ce sí a la polí­ti­ca des­pia­da­da que la cla­se domi­nan­te lle­va ade­lan­te. Des­de hace cer­ca de dos déca­das, con el impul­so arro­lla­dor de las gran­des trans­na­cio­na­les, se pro­fun­di­za un mode­lo que se ha desig­na­do como neoliberal.

Son muchos los cam­bios ope­ra­dos en el sis­te­ma capi­ta­lis­ta en estas últi­mas tres déca­das. Tan­tos que bien podría­mos hablar de una nue­va eta­pa his­tó­ri­ca, con espe­ci­fi­ci­da­des que a ella le corres­pon­den, de este sis­te­ma de domi­na­ción. A tren de ejem­plo diga­mos que la eta­pa que hacía lugar al «Esta­do de Bien­es­tar» ha que­da­do atrás y que hoy asis­ti­mos al achi­que del Esta­do y a la incor­po­ra­ción a la esfe­ra pri­va­da de muchas de las fun­cio­nes que, en gene­ral, caían antes en su órbi­ta. Inclu­so zonas repre­si­vas que eran de su monopolio.

La arti­cu­la­ción de lo polí­ti­co con lo eco­nó­mi­co pare­ce haber sufri­do cam­bios de impor­tan­cia en esta eta­pa. La deci­si­va inci­den­cia polí­ti­ca a nivel mun­dial o de área de las gran­des trans­na­cio­na­les pare­ce ser un hecho. Un capi­ta­lis­mo sal­va­je, cuya «alma» ya fue cono­ci­da en tiem­pos de Sac­co y Van­zet­ti, se expre­sa hoy en un mar­co tec­no­ló­gi­co y social que cam­bia muchos aspec­tos fun­da­men­ta­les del mun­do actual. Den­tro de estas casi dos déca­das últi­mas se plas­man estos cambios.

Con cla­ri­dad lo ha dicho Chomsky: «En gene­ral, la déca­da de 1980 ace­le­ró una divi­sión mun­dial entre un peque­ño sec­tor que dis­fru­ta de enor­mes pri­vi­le­gios, y una cre­cien­te masa de per­so­nas que sufren pri­va­cio­nes y mise­ria. A pesar de ser super­fluas para la pro­duc­ción de rique­za o para el con­su­mo, que son las úni­cas fun­cio­nes reco­no­ci­das por las ins­ti­tu­cio­nes domi­nan­tes y su ideo­lo­gía, a estas per­so­nas se les ha de tener en cuen­ta de algún modo. La polí­ti­ca social actual en EE.UU. con­sis­te en api­ñar­los en cen­tros urba­nos don­de pue­den con­ver­tir­se las unas en pre­sas de las otras; o ence­rrar­las en las cár­ce­les, útil fac­tor con­co­mi­tan­te de la gue­rra de las drogas».

Como ras­gos salien­tes de la estra­te­gia de la cla­se domi­nan­te, en esta eta­pa del sis­te­ma de domi­na­ción, podría­mos seña­lar: revo­lu­ción tec­no­ló­gi­ca al ser­vi­cio de los pode­ro­sos; mun­dia­li­za­ción de la eco­no­mía; rees­truc­tu­ra del poder mun­dial; aumen­to de la depen­den­cia de los paí­ses pobres; nue­va orga­ni­za­ción del tra­ba­jo; dis­mi­nu­ción o anu­la­ción de polí­ti­cas socia­les; des­pla­za­mien­to del mode­lo del Esta­do de Bien­es­tar; capi­tal finan­cie­ro todo­po­de­ro­so y cier­to sec­tor de él actuan­do con auto­no­mía; tec­ni­fi­ca­ción de los pro­ce­sos pro­duc­ti­vos con reduc­ción de obre­ros; fle­xi­bi­li­za­ción y des­re­gu­la­ción para dejar las manos libres a las empre­sas y anu­lar dere­chos labo­ra­les; reduc­ción de los sala­rios; ata­que cre­cien­te a los sin­di­ca­tos obre­ros; pro­mo­ción de una cul­tu­ra más des­car­na­da­men­te individualista.

Corren tiem­pos tam­bién, y que­re­mos recal­car­lo, en los que se quie­re borrar la memo­ria de lucha y resis­ten­cia de pro­ce­sos y gen­te que soñó y peleo por un mun­do mejor. En esta tarea no está sólo la reacción.

En nues­tro país se ha veni­do dan­do un pro­ce­so que acom­pa­ña las coor­de­na­das de ese mode­lo neo­li­be­ral que cam­pea en el mun­do. Sabi­do es, que las coor­de­na­das polí­ti­cas fun­da­men­ta­les vie­nen dic­ta­das de afue­ra. Son orga­nis­mos inter­na­cio­na­les y la pre­sión direc­ta de trans­na­cio­na­les las que indi­can el que hacer del gobierno en cues­tio­nes vita­les. El lla­ma­do Esta­do nacio­nal con deter­mi­na­dos gra­dos de inde­pen­den­cia va pasan­do a la his­to­ria. La bru­tal y cre­cien­te depen­den­cia es lo real.

Pese a todos los cam­bios his­tó­ri­cos, muchos de gran rele­van­cia, una mis­ma línea bru­tal­men­te repre­si­va cru­za los tiem­pos. La cla­se domi­nan­te man­tie­ne y acre­cien­ta sus pri­vi­le­gios a san­gre y fue­go. Un 23 de Agos­to de 1927 los ase­si­na­tos en Bos­ton un 24 de Agos­to del 1994 la bes­tial repre­sión y el ase­si­na­to de Morro­ni y Facal en Uruguay.

Un sis­te­ma que no depa­ra en ase­si­nar y ham­brear a los pueblos.

Dis­tin­tas épo­cas y una mis­ma lucha. El com­ba­te por liber­tad y jus­ti­cia tam­bién atra­vie­sa los tiempos.

Sac­co y Van­zet­ti, lec­ción y ejem­plo para todos los tiempos

El epi­so­dio de Sac­co y Van­zet­ti fue y sigue sien­do una fuen­te de lec­cio­nes para el movi­mien­to popu­lar y para cual­quier inten­ción trans­for­ma­do­ra. Una de las cosas que nos per­mi­te es com­pren­der algu­nos de los meca­nis­mos de fun­cio­na­mien­to del sis­te­ma de dominación.

Una socie­dad fun­da­da sobre el pri­vi­le­gio eco­nó­mi­co que repor­ta la pro­pie­dad pri­va­da capi­ta­lis­ta de los medios de pro­duc­ción y sobre el poder polí­ti­co cen­tra­li­za­do que impli­ca un orden dis­tin­to de pri­vi­le­gios, cuen­ta con un con­jun­to de nor­mas y orga­ni­za­cio­nes des­ti­na­das a pre­ser­var­la. Un apa­ra­to ideo­ló­gi­co, con sus pode­ro­sos medios masi­vos de comu­ni­ca­ción, envuel­ve y apun­ta­la toda esta estruc­tu­ra de domi­na­ción. El Esta­do a tra­vés de sus meca­nis­mos legis­la­ti­vos con­sa­gra un cuer­po jurí­di­co que refren­da al sistema.

Con­tra­ria­men­te a lo que nos infor­ma la ideo­lo­gía libe­ral, el Poder Judi­cial no es inde­pen­dien­te del poder polí­ti­co sino un meca­nis­mo pri­vi­le­gia­do de pre­ser­va­ción del sis­te­ma de domi­na­ción. En tal sen­ti­do se aco­mo­da a los desig­nios del poder polí­ti­co-eco­nó­mi­co y pue­de ser el bra­zo eje­cu­tor de sus nece­si­da­des ocasionales.

Fren­te a urgen­cias del poder la admi­nis­tra­ción de jus­ti­cia no resul­ta otra cosa que una ridí­cu­la paro­dia de si mis­ma. El caso Sac­co y Van­zet­ti dan fe de ello. Como tam­bién lo dan en nues­tro tiem­po y nues­tro país el epi­so­dio de los vas­cos en el Hos­pi­tal Filtro.

Los Esta­dos Uni­dos de Amé­ri­ca habían emer­gi­do de la pri­me­ra gue­rra mun­dial ele­va­do al ran­go de poten­cia de pri­mer orden. Con ante­rio­ri­dad de déca­das se había rea­li­za­do una inten­sa acu­mu­la­ción de capi­tal y, con pos­te­rio­ri­dad a la mis­ma, dichos capi­ta­les se pro­yec­ta­ban fue­ra de fron­te­ras; muy par­ti­cu­lar­men­te en Méxi­co, Cen­tro Amé­ri­ca y el Caribe.

Amé­ri­ca se ufa­na­ba tam­bién de su libe­ra­lis­mo como ideo­lo­gía ofi­cial . Sin embar­go, osci­la­ba, entre la hipo­cre­sía y el cinis­mo toda vez que la socie­dad real trans­po­nía los umbra­les del pen­sa­mien­to domi­nan­te y la res­pues­ta no era la tole­ran­cia sino la repre­sión en sus diver­sas for­mas. De tal suer­te, mez­cla­da con el pre­jui­cio y la dis­cri­mi­na­ción social, la repre­sión se ocu­pó de una desen­fre­na­da case­ría de las ideas socia­lis­tas. En Amé­ri­ca, la otra cara del libe­ra­lis­mo tam­bién era la per­se­cu­ción ideo­ló­gi­ca, sobre todo cuan­do su obje­ti­vo era expre­sa­do por lucha­do­res socia­les inso­bor­na­bles como Sac­co y Van­zet­ti o un Salsedo.

La gran demo­cra­cia del Nor­te, una his­to­ria de san­gre y fuego

En los años pre­vios a la pri­me­ra gue­rra mun­dial se for­man los Indus­trial Wor­kers of the World (I.W.W.) de ins­pi­ra­ción anar­co­sin­di­ca­lis­ta, y que mar­can dis­cre­pan­cia con la acti­tud refor­mis­ta y con­ser­va­do­ra de la A.F.L.

Con la I.W.W. se extien­de una pode­ro­sa corrien­te de lucha. Se pro­nun­cia­ron con­tra la par­ti­ci­pa­ción de los EE.UU. en la guerra.

Es en filas de la I.W.W. que Bar­to­lomeo Van­zet­ti y Nico­lás Sac­co, dos obre­ros ita­lia­nos, tra­ba­jan, ya clan­des­ti­na­men­te, ya públi­ca­men­te, orga­ni­zan­do sin­di­ca­tos, edi­tan­do y repar­tien­do pro­pa­gan­da, reco­lec­tan­do fon­dos para la lucha, enfren­tan­do a las patro­na­les, y a las fuer­zas regre­si­vas, en un momen­to don­de hacer una huel­ga era ilegal.

Son momen­tos en que pagan­do sala­rios mise­ra­bles sobre­ex­plo­tan­do a la masa de inmi­gran­tes y negros del sur, se sigue desa­rro­llan­do el colo­so norteamericano.

En 1912 inva­den Nica­ra­gua para sofo­car el movi­mien­to de San­dino; en 1914, en ple­na revo­lu­ción Meji­ca­na se apo­de­ran de Vera­cruz; en 1915 ocu­pan mili­tar­men­te Hai­tí. En 1916 ocu­pan mili­tar­men­te la Repú­bli­ca Domi­ni­ca­na. Con pre­tex­tos varios y los mari­nes afir­man su poder económico-político.

En lo interno un hecho como el siguien­te pin­ta de cuer­po y alma el ambien­te bru­tal­men­te repre­si­vo exis­ten­te. En 1913 los obre­ros de las minas de la Colo­ra­do Fuel y la Iron Com­pany, en Lud­low, están en con­flic­to. Ele­men­tos poli­cía­cos y patro­na­les irrum­pen y rocían con petró­leo las car­pas de los tra­ba­ja­do­res y las incen­dian. 11 niños y 10 muje­res pere­cie­ron entre las lla­mas. Un ejem­plo bru­tal, pero no excepcional.

En la post-gue­rra el des­con­ten­to cre­ce y la recien­te revo­lu­ción en Rusia y las luchas en otros paí­ses de Euro­pa hacían temer a la bur­gue­sía norteamericana.

En este mar­co el asun­to era per­se­guir encar­ni­za­da­men­te a los lucha­do­res socia­les, y nada mejor que acu­sar de rojo infil­tra­do a todo el que levan­te la voz.

«Los rojos esta­ban por todas par­tes, en cada esqui­na y sobre­to­do en las fábri­cas don­de se decía que el sala­rio no alcan­za­ba para ali­men­tar y ves­tir a sus fami­lias», (Howard Fast). ¡Cuan­ta simi­li­tud de mise­ria para los de aba­jo a 80 años de la situa­ción descripta!

Des­de las más altas esfe­ras se lan­za­ban cam­pa­ñas pro­pa­gan­dís­ti­cas, des­ti­na­das a ambien­tar las raz­zias poli­cia­les. El Minis­tro de Jus­ti­cia, A. Mit­chell Pal­mer pro­por­cio­na­ba a los dia­rios artícu­los paga­dos por el minis­te­rio y des­ti­na­dos a exci­tar a la opi­nión públi­ca con­tra los extran­je­ros y los izquierdistas.

Arre­cia­ron las depor­ta­cio­nes, las «des­apa­ri­cio­nes», las tor­tu­ras y ase­si­na­tos. Polí­ti­cos y mili­ta­res habían dicho cosas como: «Los radi­ca­les deben ser pri­me­ros fusi­la­dos y lue­go juz­ga­dos». «Me gus­ta­ría col­gar a todos los radi­ca­les en el patio de mi casa».

En este con­tex­to bes­tial­men­te repre­si­vo apa­re­ce el caso del anar­quis­ta Andrea Sal­se­do. Saca­ba un perió­di­co revo­lu­cio­na­rio «Il Doma­ni». Estu­vo pre­so, no pudie­ron com­pro­bar­le nada y lo deja­ron libre. Pero en la Pri­ma­ve­ra de 1920, en una raz­zia fue nue­va­men­te dete­ni­do y desapareció.

En una reu­nión mili­tan­te dijo Van­zet­ti: «Silen­cio, que esto es impor­tan­te y serio». Era una car­ta de Andrea Sal­se­do, se las había inge­nia­do para hacer­la lle­gar, decía: «Hace seis sema­nas que esta­mos ocul­ta­men­te encar­ce­la­dos. Acu­sa­cio­nes gra­ves. Situa­ción insoportable».

Se resol­vió orga­ni­zar míti­nes en Bos­ton y en ciu­da­des cer­ca­nas. El pri­me­ro sería el 10 de mayo y Van­zet­ti sería el ora­dor. Sac­co por su par­te debía encar­gar­se de aspec­tos orga­ni­za­ti­vos. Mien­tras tan­to, por elec­ción de sus com­pa­ñe­ros Van­zet­ti iría a Nue­va York para denun­ciar el secues­tro de Sal­se­do y reco­lec­tar fon­dos para pagar abo­ga­do. El 3 de mayo ase­si­na­ron a Sal­se­do. La pren­sa con total cinis­mo dijo que se había sui­ci­da­do lan­zán­do­se des­de el piso 14 del Park Buil­ding. La poli­cía secre­ta, que allí tenía sus ofi­ci­nas lo había tira­do del edi­fi­cio des­pués de haber­lo tor­tu­ra­do. En ple­na acti­vi­dad rela­cio­na­da con este cri­men esta­ban Sac­co y Van­zet­ti cuan­do fue­ron detenidos.

Algu­nos datos sobre Sac­co y Van­zet­ti Nico­la Sacco

Ita­liano de Torre Mag­gio­re, pro­vin­cia de Fog­gia, nació el 23 de abril de 1891. A los 17 años, fun­da­men­tal­men­te la situa­ción de su fami­lia lo lle­vó a emi­grar. Lle­gó a la tie­rra pro­me­ti­da en 1908, año de ham­bre y des­ocu­pa­ción. A pesar de tener cono­ci­mien­tos de mecá­ni­ca no encon­tró tra­ba­jo en este ofi­cio. Los extran­je­ros no eran con­si­de­ra­dos para las tareas espe­cia­li­za­das y ape­nas si con­se­guían tra­ba­jo en fábri­cas. Tra­ba­jó pri­me­ro como mozo de agua, con­si­guien­do lue­go colo­ca­ción como zapa­te­ro en la fábri­ca de cal­za­dos de Kelly. Cuan­do esta­lla la gue­rra Sac­co se defi­ne con­tra ella. «Esta gue­rra no es para empu­ñar el fusil… se hace en bene­fi­cio de los gran­des millo­na­rios» dirá más ade­lan­te. En la lucha anti­bé­li­ca orga­ni­za míti­nes y con­fe­ren­cias. Por esa épo­ca se une a la Fede­ra­ción socia­lis­ta Ita­lia­na. Rápi­da­men­te es impul­sa­do «por un ardor y volun­tad de acción hacia las agru­pa­cio­nes liber­ta­rias». Par­ti­ci­pa acti­va­men­te en la huel­ga de Midd­ford, y en todas las luchas por la liber­tad de muchos de sus com­pa­ñe­ros. Su capa­ci­dad de amor y de ter­nu­ra hacia su com­pa­ñe­ra Rosi­na y hacia sus hijos se vuel­ca a todos los seres huma­nos, a su cla­se explo­ta­da, y lo impul­sa al com­ba­te. Dete­ni­do cuan­do orga­ni­za­ba la pro­tes­ta por el ase­si­na­to de Andrea Sal­se­do, vive en la cár­cel con el con­ven­ci­mien­to de que es el úni­co moti­vo de su pri­sión y que se está con­de­nan­do su mili­tan­cia revo­lu­cio­na­ria. Supera los momen­tos difí­ci­les, tie­ne cla­ro quien es su enemi­go, y se sien­te orgu­llo­so de su cri­men: «Mi cri­men, el úni­co cri­men, del que estoy orgu­llo­so, es el de haber soña­do una vida mejor, hecha de fra­ter­ni­dad, de ayu­da mutua; de ser, en una pala­bra, anar­quis­ta, y por ese cri­men ten­go el orgu­llo de ter­mi­nar entre las manos del ver­du­go». Dirá en sus momen­tos fina­les: «Yo mue­ro dicho­so de aña­dir mi nom­bre oscu­ro a la lis­ta glo­rio­sa de los már­ti­res que han creí­do en la revo­lu­ción social y en la reden­ción humana.

Bar­to­lomeo Van­zet­ti

Nació en Villa­fa­lle­to, en el Pia­mon­te, en 1888. Le gus­ta­ba el estu­dio pero sólo pudo hacer la escue­la. Empe­zó a tra­ba­jar a los 13 años de edad, eran 15 horas dia­rias sin des­can­so sema­nal, sólo tenía un asue­to de tres horas dos veces al mes. A los 20 años de edad deci­de aban­do­nar Ita­lia. Lle­ga a Nor­te­amé­ri­ca en 1908. Lo espe­ra un lar­go pere­gri­nar en bus­ca de tra­ba­jo, muchos días de ham­bre, sin ni siquie­ra un lugar don­de des­can­sar. Reci­be en su andar el des­pre­cio de los patro­nes, la soli­da­ri­dad de sus igua­les. En su ofi­cio de con­fi­te­ro no encuen­tra pla­za fija. En muchos luga­res lo echan a los pocos meses de tra­ba­jo. Tra­ba­jó de pica­pe­dre­ro, alba­ñil, foguis­ta, barre­dor de nie­ve. Hacía jor­na­das de 12 y 14 horas en ver­da­de­ros tugu­rios insa­lu­bres, reci­bien­do, por ser extran­je­ro, la mitad del jor­nal de un nor­te­ame­ri­cano, de por sí bajo. Con ansias de leer y estu­diar se que­da­ba de noche, des­pués del tra­ba­jo, dor­mi­do sobre los libros. «Apren­dí que la con­cien­cia de cla­se no era fra­se inven­ta­da por los pro­pa­gan­dís­tas, sino que repre­sen­ta­ba una fuer­za vital, real, y que aque­llos que com­pren­den su sig­ni­fi­ca­do no son ya sim­ples bes­tias de car­ga, sino seres huma­nos». Sus pala­bras, como sus escri­tos y ale­ga­tos están lle­nos de fe en la cla­se obre­ra y en la revo­lu­ción. Se defi­ne como fer­vien­te liber­ta­rio, como anar­quis­ta, por­que sien­te que «sola­men­te en la liber­tad podrá sur­gir el hom­bre a su noble y armo­nio­sa inte­gri­dad». Su con­vic­ción cla­sis­ta y de pelea lo lle­va a par­ti­ci­par en huel­gas y míti­nes, a cola­bo­rar en la crea­ción de sin­di­ca­tos. Es en 1913 que comien­za a par­ti­ci­par acti­va­men­te en el movi­mien­to obre­ro. En 1916 esta­lló un gran con­flic­to en la Ply­mouth Cor­da­ge Com­pany y allí estu­vo Van­zet­ti en pri­me­ra línea, diri­gien­do la huel­ga. Salen vic­to­rio­sos, con­quis­tan sus recla­mos. Des­pués sufre per­se­cu­ción, es inclui­do en las lis­tas negras, tie­ne segui­mien­to poli­cial duran­te 18 meses, es el cas­ti­go de la cla­se domi­nan­te. Más difí­cil le es enton­ces con­se­guir tra­ba­jo. Cuan­do es dete­ni­do en mayo de 1920, su ocu­pa­ción es ven­der pes­ca­do en la calle. No había aban­do­na­do la lucha en nin­gún ins­tan­te, esta­ba en ese momen­to orga­ni­zan­do la movi­li­za­ción con­tra el ase­si­na­to de Sal­se­do. Su con­di­ción de agi­ta­dor lo lle­vó a la cár­cel. «Per­ma­nez­co sie­te horas en un lugar lleno de gas, 40 minu­tos en un patio pol­vo­rien­to, 16 horas en una estre­cha cel­da… Tal es mi vida dia­ria, sal­vo en los días de fies­ta en los que debo per­ma­ne­cer de 21 a 23 horas en mi jau­la». Des­pués de sie­te años de pri­sión, fue ase­si­na­do en la silla eléc­tri­ca. Has­ta el últi­mo momen­to con­ser­vó su acti­tud fir­me y dig­na, todo un sím­bo­lo de ejem­plo para la cla­se obre­ra en la que tan pro­fun­da­men­te creía.

Deten­ción y proceso

El 5 de mayo de 1920 fue­ron dete­ni­dos, por sos­pe­cho­sos. Los lle­va­ron a la jefa­tu­ra de Brock­ton, en ave­ri­gua­cio­nes, como dicen aho­ra. El pri­mer inte­rro­ga­to­rio fue cla­ro, la cues­tión ideo­ló­gi­co-polí­ti­ca era lo cen­tral. Los ficha­ron como acti­vis­tas. Los tenían aden­tro. Se tra­ta­ba de no dejar­los salir. Impe­dir­les que vol­vie­ran a sem­brar inquie­tu­des por fábri­cas y talle­res. No encon­tra­ron nada mejor que acu­sar enton­ces a Van­zet­ti del asal­to de Brid­ge­wa­ter Shoes Co. del 24 de diciem­bre de 1919, y lue­go a ambos del atra­co a la paga de la fábri­ca de cal­za­dos Sla­ter and Morrill, de South Bain­tree, don­de son muer­tas las dos per­so­nas que tras­la­da­ban el dine­ro, poco más de15 mil dóla­res. Logra­ban el obje­ti­vo, dos mili­tan­tes fue­ra de cir­cu­la­ción. Las cosas no enca­ja­ban bien, pero a la bur­gue­sía y su jus­ti­cia ello le impor­ta­ba poco y nada. Hoy por hoy lo que está cla­ro es que Sac­co y Van­zet­ti eran gen­te de pue­blo, que vivían para sus her­ma­nos de cla­se. Pobres, tra­ba­ja­do­res, lucha­do­res. Lo otro que está cla­ro es que no había prue­ba algu­na, de esas que la jus­ti­cia del esta­do de Mas­sa­chu­setts nece­si­ta­ba para pro­ce­sar. Pero la deci­sión esta­ba toma­da. Se corrie­ron las dis­po­si­cio­nes lega­les, se for­za­ron los pro­ce­di­mien­tos y se inven­ta­ron prue­bas. La cosa cos­tó dóla­res, vio­len­cia, des­pi­dos. Pero se armó. Pri­me­ro le hicie­ron a Van­zet­ti un pro­ce­so y una con­de­na. Ya con­de­na­do lo engan­cha­ron con Sac­co y lo lle­va­ron a la segun­da acu­sa­ción. La far­sa fue des­ca­ra­da. El pro­ce­so toda una pie­za de hipo­cre­sía y cinis­mo. El odio de la cla­se domi­nan­te esta­ba pre­sen­te. Los tes­ti­gos que pre­sen­ta­ba la defen­sa eran des­es­ti­ma­dos y pues­tos en ridícu­lo. Has­ta la decla­ra­ción de un fun­cio­na­rio de la Lega­ción ita­lia­na, que con­fir­ma­ba la coar­ta­da de Sac­co fue des­es­ti­ma­da, a pesar de exis­tir la decla­ra­ción jura­da del tes­ti­mo­nian­te. En 1927 se pre­sen­ta­ron diez tes­ti­gos ante el juez soli­ci­tan­do ser encar­ce­la­dos: ellos habían con­fir­ma­do las coar­ta­das de Sac­co y Van­zet­ti y no se les había creí­do, enton­ces, decían acu­sár­se­les de fal­so tes­ti­mo­nio. La arbi­tra­rie­dad lle­gó has­ta el absur­do. Uno de los tes­ti­gos de la acu­sa­ción des­cri­bió al acu­sa­do en for­ma minu­cio­sa y exac­ta y resul­tó final­men­te que era cor­to de vis­ta, su cam­po visual no lle­ga­ba has­ta el esce­na­rio de los hechos. Al prin­ci­pio no encon­tra­ban quien ates­ti­gua­ra con­tra ellos. Enton­ces emplea­ron diver­sos con­ven­ci­mien­tos, don­de no fal­tó el sig­ni­fi­ca­do patrió­ti­co de la causa.

Lewis Peter, tra­ba­ja­ba en una fábri­ca de zapa­tos, rela­cio­na­da con la del atra­co. Había sido tes­ti­go pre­sen­cial, pero no logró iden­ti­fi­car a los dete­ni­dos. Horas des­pués recu­pe­ra­ba la memo­ria; lo habían echa­do de la fábri­ca. Reco­no­ció al acu­sa­do como ase­sino y recu­pe­ró el empleo. Y como esta acu­sa­ción muchas otras. Sir­va de ejem­plo la de otro de los tes­ti­gos fun­da­men­ta­les: Splai­ne. En una pri­me­ra ins­tan­cia no iden­ti­fi­có a Sac­co, des­pués de ver­lo varias veces y de tri­qui­nue­las y pre­sio­nes de la poli­cía, dice: «la mano izquier­da esta­ba colo­ca­da sobre el res­pal­do del asieno delan­te­ro. Lle­va­ba algo gris que me pare­ció una cami­sa y la cara era lisa y afeia­da. Por aquí (indi­can­do) era un poco angos­ta. La fren­te era alta. El cabe­llo esta­ba pei­na­do para atrás y era, me pare­ce, de dos a dos y media pul­ga­da de lar­go y tenía cejas obs­cu­ras, pero el aspec­to era blan­co, el blan­co pecu­liar que tira a gris. Esta per­so­na habìia vis­to a los atra­ca­do­res de uno y medio a tres segun­dos y en cir­cun­tan­cias muy espe­cia­les. Lola Andrews, otra tes­ti­go prin­ci­pal dirá en con­fian­za a un cono­ci­do: «El gobierno me citó y quie­re que reco­noz­ca a esos hom­bres, y yo no sé nada acer­ca de ellos». Des­pués ates­ti­gu­rá ter­mi­nan­te­men­te. Des­fi­la­ron 99 tes­ti­mo­nia­ron por la defen­sa, 20 que habían vis­to a Van­zet­ti en su tra­ba­jo el día del atra­co, y 55 por la acu­sa­ción. Ganó la acu­sa­ción. Para redon­dear la «cris­ta­li­ni­dad» del jui­cio sólo res­ta agre­gar que el Pre­si­den­te del jura­do era el pre­si­den­te de la com­pa­ñía con­tra la cual Van­zet­ti había con­tri­bui­do a orga­ni­zar la huel­ga. Cuan­do la ley no alcan­za, los bur­gue­ses cam­bian la ley o la reaco­mo­dan a su gus­to, y si no da para cam­biar la ley cam­bian los hechos. Lle­nas de sig­ni­fi­ca­do apa­re­cen las pala­bras del juez Tha­yer cuan­do infor­ma del pro­ce­so ante los jura­dos: «Las leyes garan­ti­zan a todos los ciu­da­da­nos por igual los mis­mos dere­chos y pri­vi­le­gios e impo­nen a cada uno y a todos los mis­mos debe­res, obli­ga­cio­nes y res­pon­sa­bi­li­da­des. Para todos los que deseen acep­tar las ben­di­cio­nes del gobierno y que deseen ser­vir con fide­li­dad y cari­ño a aquel mis­mo gobierno». Y el fis­cal leyó entre las acu­sa­cio­nes el inte­rro­ga­to­rio que le hicie­ran a Van­zet­ti en la pri­me­ra noche de su deten­ción, don­de afir­ma­ba: «soy par­ti­da­rio de cam­biar el gobierno, aún por medio de la vio­len­cia si fue­ra nece­sa­rio». «Yo se que el fallo va a ser entre dos cla­ses: la cla­se opri­mi­da y la cla­se rica». Expre­só Sac­co el día que fue leí­da su con­de­na a muer­te. Y Van­zet­ti reafir­mó: «No sólo he lucha­do toda mi vida por des­te­rrar los crí­me­nes, los crí­me­nes que la ley ofi­cial y la moral ofi­cial con­de­nan, sino tam­bién el cri­men que la moral ofi­cial y la ley ofi­cial no con­de­nan y san­ti­fi­can: la explo­ta­ción y la opre­sión del hom­bre por el hom­bre. Y si hay algu­na razón por la cual yo estoy en esta sala como reo, si hay algu­na razón por la cual den­tro de unos minu­tos usted va a con­de­nar­me, es por esa razón y por nin­gu­na otra».

El 14 de julio de 1921 el jura­do los decla­ró cul­pa­bles, el 23 de abril de 1927 el Juez Tha­yer dic­tó la sen­ten­cia de muerte.

Ayer, como hoy, el jue­go sucio y cla­sis­ta de la pren­sa burguesa 

La pren­sa reac­cio­na­ria nor­te­ame­ri­ca­na secun­dó en for­ma pro­li­ja a la jus­ti­cia bur­gue­sa. Los con­de­nó de inme­dia­to, categóricamente.

Pre­pa­ra­ban el áni­mo del jura­do y el de la pobla­ción. Nada mejor para ello que anun­ciar cosas como esta: que gen­te enar­de­ci­da se habían aba­lan­za­do sobre Sac­co y Van­zet­ti pre­ten­dien­do lin­char­los. La noti­cia era fal­sa. Había que hacer creer que todos los odiaban.

Con la bar­ba cre­ci­da, las ropas des­ali­ña­das, des­pei­na­dos, des­pués de lar­gos inte­rro­ga­to­rios, les toma­ban las fotos. Algún reto­que y ya esta­ban lis­tos los ros­tros ase­si­nos. Al otro día apa­re­cían en la pren­sa. sucias de la jus­ti­cia, ente­rra­ron las noti­cias. El caso des­apa­re­ció de la pren­sa, reapa­re­ció con la noti­cia del fallo.

Era aho­ra con­ve­nien­te echar un man­to de olvi­do. Si pri­me­ro fue la cons­pi­ra­ción de las fal­sas noti­cias dia­rias, aho­ra venía la cons­pi­ra­ción del silen­cio. Y siem­pre el ocul­ta­mien­to del carác­ter polí­ti­co del proceso.

Pero, no pudie­ron. La movi­li­za­ción, de raíz obre­ra, rom­pió el cer­co. Los her­ma­nos de cla­se fue­ron los pri­me­ros en dar un paso ade­lan­te, y así, con la lucha deci­di­da fue­ron incor­po­ran­do a más sec­to­res de la población.

En todo el mun­do se for­ma­ron Comi­tés por la Defen­sa de Sac­co y Van­zet­ti. En la sede de un sin­di­ca­to, en una sala públi­ca alqui­la­da, en un peque­ño escri­to­rio, en una casa de fami­lia. Cen­te­na­res de Comi­tés, impul­san­do la lucha, jun­to a los sin­di­ca­tos, jun­to a la gen­te de aba­jo, jun­to a las orga­ni­za­cio­nes populares.

De Argen­ti­na a Méji­co, de Por­tu­gal a Rusia, de Ingla­te­rra a Aus­tria, en el mis­mo Esta­dos Uni­dos. Huel­gas, paros par­cia­les, mani­fes­ta­cio­nes, bom­bas, con­mo­vie­ron al mun­do. A lo ancho y lar­go del mun­do se denun­cia­ba el cri­men de cla­se, el cri­men político.

Y enton­ces, ante el vigor soli­da­rio de los pue­blos, la pren­sa reac­cio­na­rio no pudo man­te­ner su silen­cio cóm­pli­ce. Tie­ne que infor­mar, refe­rir­se a los diver­sos recur­sos que la defen­sa pre­sen­ta­ba impug­nan­do el fallo, glo­sar los ale­ga­tos, infor­mar de las accio­nes soli­da­rias. No podía ocul­tar lo que ocu­rría. Pero de todas mane­ras, hacían lo impo­si­ble por confundir.

Vea­mos un ejem­plo en aquí en el Uru­guay. El dia­rio «El País», en su edi­ción del 10 de agos­to de 1927 edi­to­ria­li­za bajo el títu­lo: «El sen­ti­mien­to de huma­ni­dad y una explo­ta­ción ten­den­cio­sa». Dice: «Sac­co y Van­zet­ti serán en ade­lan­te dos sím­bo­los trá­gi­cos del «capi­ta­lis­mo opre­sor» y del «pro­le­ta­ria­do opri­mi­do». Y la fal­se­dad de la afir­ma­ción se inten­ta disi­mu­lar con lo terri­ble de la con­de­na. Por­que Sac­co y Van­zet­ti no han sido con­de­na­dos por un deli­to social… el deli­to que se le impu­ta es un deli­to común, la comi­sión de dos ase­si­na­tos y robo».

Des­de sus pol­tro­nas mon­te­vi­dea­nas tien­den la mano a sus parien­tes de cla­se de los Esta­dos Uni­dos y ase­gu­ran a sabien­das que el jui­cio pre­fa­bri­ca­do es justo.

Por su par­te el dia­rio «El Día» dirá el 24 de agos­to de 1927, al día siguien­te de la eje­cu­ción: «No esta­mos auto­ri­za­dos para afir­mar ni negar la cul­pa­bi­li­dad de Sac­co y Van­zet­ti, por­que no es con sen­ti­men­ta­lis­mo sino con prue­bas que ha de abor­dar­se una cues­tión tan deli­ca­da. Lo que con­de­na­mos des­de el pri­mer momen­to y con­de­na­re­mos siem­pre, es la apli­ca­ción, la exis­ten­cia de la pena de muer­te, en el capí­tu­lo de las san­cio­nes del códi­go cri­mi­nal de una nación civi­li­za­da de nues­tra épo­ca». Y con pena inocul­ta­ble ter­mi­na dicien­do el artícu­lo: «Este error se paga­rá colo­can­do a Sac­co y Van­zet­ti en una cate­go­ría a la que segu­ra­men­te nun­ca hubie­ran per­te­ne­ci­do por fal­ta de ver­da­de­ros mere­ci­mien­tos: en la de mártires».

El caso Sac­co y Vanzetti

Polé­mi­co pro­ce­so por ase­si­na­to cele­bra­do en Mas­sa­chu­setts, que duró des­de 1920 has­ta 1927. Nico­la Sac­co y Bar­to­lomeo Van­zet­ti, dos emi­gran­tes ita­lia­nos que lle­ga­ron a Esta­dos Uni­dos en 1908, fue­ron acu­sa­dos del ase­si­na­to de un caje­ro y de un vigi­lan­te y del robo de más de 15.000 dóla­res en una fábri­ca de zapa­tos de South Brain­tree (Mas­sa­chu­setts) el 15 de abril de 1920. La eje­cu­ción de Sac­co, zapa­te­ro de pro­fe­sión, y de Van­zet­ti, ven­de­dor ambu­lan­te de pes­ca­do, en 1927, sus­ci­tó una uná­ni­me repul­sa internacional.

La vis­ta oral se cele­bró en Dedham entre el 31 de mayo y el 14 de julio de 1921. El Esta­do basó su acu­sa­ción en dos prue­bas que muchos con­si­de­ra­ron cir­cuns­tan­cia­les e insu­fi­cien­tes: Sac­co poseía una pis­to­la del mis­mo tipo que la uti­li­za­da en los ase­si­na­tos y los acu­sa­dos fue­ron dete­ni­dos cuan­do se halla­ban en un gara­je tra­tan­do de recu­pe­rar un auto­mó­vil que había sido vis­to en las pro­xi­mi­da­des del lugar don­de se habían pro­du­ci­do los hechos. Tam­bién se pro­du­je­ron tes­ti­mo­nios con­tra­dic­to­rios entre los tes­ti­gos. El juez Webs­ter Tha­yer y los miem­bros del jura­do fue­ron acu­sa­dos de actuar con pre­jui­cios. Cuan­do el jura­do pro­nun­ció su vere­dic­to de cul­pa­bi­li­dad, sur­gió la pro­tes­ta por par­te de socia­lis­tas, radi­ca­les e inte­lec­tua­les des­ta­ca­dos de todo el mun­do, que afir­ma­ban que los dos hom­bres habían sido con­de­na­dos por el sim­ple hecho de ser emi­gran­tes y anarquistas.

Duran­te los siguien­tes seis años se pre­sen­ta­ron mocio­nes para la apor­ta­ción de nue­vas prue­bas y se inter­pu­sie­ron recur­sos que fue­ron dene­ga­dos. En 1925, Celes­ti­ne Madei­ros, reclu­so con­de­na­do a muer­te por otro ase­si­na­to, con­fe­só haber per­te­ne­ci­do a la ban­da que come­tió los deli­tos de South Brain­tree. Sin embar­go, en abril de 1927 se falló la sen­ten­cia de pena de muer­te para Sac­co y Van­zet­ti. Los recur­sos inter­pues­tos ante el gober­na­dor de Mas­sa­chu­setts, Alvan Tufts Fuller, le obli­ga­ron a desig­nar un comi­té, for­ma­do por el rec­tor de la Uni­ver­si­dad de Har­vard, Abbott Lowell, el direc­tor del Ins­ti­tu­to de Tec­no­lo­gía de Mas­sa­chu­setts, Samuel Wes­ley Strat­ton, y un anti­guo juez, Robert Grant, para inves­ti­gar el jui­cio y sus reper­cu­sio­nes. El 3 de agos­to el gober­na­dor anun­ció que, de acuer­do con las reco­men­da­cio­nes del comi­té, no iba a con­mu­tar las sen­ten­cias de muer­te. Se pro­du­je­ron varios apla­za­mien­tos de las eje­cu­cio­nes, pero el 23 de agos­to de 1927, Sac­co y Van­zet­ti murie­ron en la silla eléc­tri­ca. En agos­to de 1977, el gober­na­dor de Mas­sa­chu­setts, Michael Duka­kis fir­mó una decla­ra­ción en la que reco­no­cía los erro­res come­ti­dos duran­te el jui­cio y afir­ma­ba la ino­cen­cia de Sac­co y Vanzetti.

[Encar­ta 2007]

El buen zapa­te­ro y el pobre ven­de­dor de pes­ca­do no podían tener méri­tos para «El Día».

Esta­lli­do soli­da­rio en el mundo

Patro­nes, fuer­zas repre­si­vas, la estruc­tu­ra de domi­na­ción toda, se unie­ron en los dis­tin­tos paí­ses para enfren­tar la movi­li­za­ción obre­ro-popu­lar. Si no podían borrar de los cora­zo­nes ardien­tes la soli­da­ri­dad por lo menos inten­ta­rían impe­dir su mani­fes­ta­ción. Fra­ca­sa­ron estrepitosamente.

Prohi­bían los actos y éstos se rea­li­za­ban. Acor­do­na­ban los edi­fi­cios nor­te­ame­ri­ca­nos y las bom­bas esta­lla­ban igual­men­te. Ame­na­za­ban con des­pi­dos, igual se para­ban las fábri­cas. Con­te­nían las cosas de un lado y esta­lla­ba en otro.

La con­cien­cia obre­ra había acu­sa­do el gol­pe. Sac­co y Van­zet­ti, tra­ba­ja­do­res, lucha­do­res, sim­bo­li­za­ban la cla­se obre­ra. Era una afren­ta a todos y había que decir­lo, había que mar­car­lo. Era impe­rio­so luchar por su vida y por todo lo que repre­sen­ta­ban. Eran tiem­pos en que no había tan­to mili­tan­te sin­di­cal «madu­ro y realista».

Y el ges­to obre­ro des­per­tó otras con­cien­cias. El caso de Post, ex-sub­se­cre­ta­rio del Depar­ta­men­to de Tra­ba­jo es un ejem­plo. Se incor­po­ra al Comi­té el 17 de Agos­to de 1927, lue­go de muchas dudas y final­men­te denun­cia que la raíz de la situa­ción se encuen­tra en las raz­zias de 1920 con­tra los mili­tan­tes. El pro­fe­sor de Dere­cho Penal que revi­ve Howard Fast: «En todo el trans­cur­so de las vaca­cio­nes se sin­tió des­ga­rra­do entre el deseo de irse a tomar­se unas ver­da­de­ras vaca­cio­nes en las mon­ta­ñas o en la ori­lla del mar y un sen­ti­mien­to de ali­vio, al poder, des­pués de todo, estar en Bos­ton, estu­dian­do y obser­van­do la fase final del caso Sac­co y Van­zet­ti», y que final­men­te com­pren­de el carác­ter de cla­se del pro­ce­so, que ellos saben arre­glar los códi­gos cuan­do les se nece­sa­rio, y si no armar prue­bas. Que lue­go de mucho andar entre car­pe­tas y docu­men­tos des­cu­bre lo que los com­pa­ñe­ros habían com­pren­di­do des­de el pri­mer momen­to, y pone su par­te en la lucha.

Abo­ga­dos, reli­gio­sos, inte­lec­tua­les, se unie­ron a los tra­ba­ja­do­res. La lucha com­ba­ti­va no aís­la. La pelea bien enca­ra­da, gene­ra defi­ni­cio­nes, soli­da­ri­dad. Eso ocu­rrió. Por el sen­ti­do de esa lucha es que «El Día» del 7 de agos­to de 1927 dice: «Agi­tar ban­de­ras rojas sobre los con­de­na­dos y pre­sen­tar­los como víc­ti­mas de la ven­gan­za de un régi­men con­tra el cual com­ba­tían no tie­ne sen­ti­do y si lo tie­ne no es el que corres­pon­de». Les due­le que los obre­ros iden­ti­fi­quen al enemi­go, y que lo enfren­ten. Pre­fe­ri­rían que se habla­ra sola­men­te con­tra la pena de muer­te, que se enfren­ta­ran sen­ti­mien­tos, ideas, sin refe­ren­cia a la bur­gue­sía, al pro­le­ta­ria­do. Hubo los que se mar­gi­na­ron. Hubo diri­gen­tes sin­di­ca­les que eli­gie­ron el bal­co­neo, la «cor­du­ra». Al fin de cuen­tas, decían, ¡Qué pode­mos hacer noso­tros con­tra la máqui­na de la jus­ti­cia esta­tal. Diri­gen­tes trai­do­res, vaci­lan­tes de todo tipo. De la pas­ta de ese espé­ci­men que hoy abun­da en nues­tro país.

Las movi­li­za­cio­nes del 27

En la fase final del pro­ce­so, espe­cial­men­te en el mes de agos­to de 1927, la movi­li­za­ción se hace más intensa.

Duran­te el mes de julio hay paros y mani­fes­ta­cio­nes en Argen­ti­na. El día 23 esta­llan dos bom­bas en Bue­nos Aires. Una en el monu­men­to a Washing­ton y la otra en una casa de ven­ta de autos norteamericanos.

El 4 de agos­to el gober­na­dor del esta­do dene­gó el pedi­do de indul­to. Los tele­gra­mas inter­na­cio­na­les anun­cia­ban: «Actos de pro­tes­ta con­tra la con­de­na de Sac­co y Van­zet­ti. Las emba­ja­das y lega­cio­nes esta­dou­ni­den­ses fue­ron infor­ma­das del fallo del gober­na­dor para que tomen precauciones».

Los tra­ba­ja­do­res hacen sus lis­tas negras. En Ber­lín son publi­ca­das en la pren­sa de izquier­da las direc­cio­nes de emba­ja­das, con­su­la­dos y agre­ga­dos mili­tar, naval y comer­cial nor­te­ame­ri­cano. Hacia los sím­bo­los del gobierno nor­te­ame­ri­cano se diri­ge la pro­tes­ta popu­lar. En diver­sos luga­res se decre­ta el boi­cot a los pro­duc­tos ame­ri­ca­nos. El gober­na­dor de Washing­ton hace un aler­ta a los extran­je­ros: los que par­ti­ci­pen en míti­nes con­tra el gobierno serán depor­ta­dos. En Chica­go hay orden de tirar sobre el pri­me­ro que se acer­que al Pala­cio de Justicia.

En la igle­sia pres­bi­te­ria­na de Fila­del­fia esta­lla una bom­ba: el día ante­rior el pas­tor emi­tió un dis­cur­so con­de­nan­do a Sac­co y Van­zet­ti. Poli­cías de par­ti­cu­lar detie­nen a los tran­seún­tes que lle­van paque­tes en Nue­va York.

En Gine­bra las pelí­cu­las nor­te­ame­ri­ca­nas son reci­bi­das con sil­bi­dos, aulli­dos, dis­cur­sos de denuncia.

En París prohí­ben los míti­nes. Los hacen en las afue­ras. En Nue­va York esta­lla una bom­ba en la casa del alcal­de de Bal­ti­mo­re. En Asun­ción hay paro general.

En Esto­col­mo, en Lon­dres, en París, en Rusia, en Mon­te­vi­deo, en Bue­nos Aires, en Bos­ton, Roches­ter, Fila­del­fia, Scran­ton, Tam­pa, Detroit, Bal­ti­mo­re, Kan­sas­city, Newark, Hay huel­gas. En la casa de Lewis Mac Hardy que fue miem­bro del jura­do, esta­lla una bom­ba. En el Par­la­men­to resuel­ven hacer una colec­ta para pagar­le los daños.

Múl­ti­ples son las acti­vi­da­des en el mes de Agos­to en la Argen­ti­na: estu­dian­ti­les, obre­ras, de pro­pa­gan­da. En Bahía Blan­ca y Rosa­rio, por ejem­plo, la huel­ga obre­ra es gene­ral. En Rosa­rio los huel­guis­tas ape­drean los tran­vías y ómni­bus que no para­ron, así como las casas de comer­cio que están abier­tas. Las tro­pas están acuarteladas.

En Bue­nos Aires se para­li­zan las acti­vi­da­des el 9 y el 10. El paro fue total en los ser­vi­cios de reco­lec­ción y lim­pie­za, a pesar de las ame­na­zas de la Inten­den­cia que resol­vió que el que fal­ta­ra esos días era con­si­de­ra­do como habien­do hecho aban­dono del tra­ba­jo. Pusie­ron piza­rras en todos los corra­lo­nes con la ame­na­za. En Bue­nos Aires las casas nor­te­ame­ri­ca­nas no osa­ron abrir sus puertas.

Las movi­li­za­cio­nes en Uruguay

El gran paro del día 10 y el mul­ti­tu­di­na­rio mitin del 22 de agos­to de 1927

Muchas fue­ron las acti­vi­da­des que se hicie­ron en Uru­guay des­de la deten­ción de Sac­co y Van­zet­ti en 1920 has­ta la fecha de su ase­si­na­to. Hubo actos, mani­fes­ta­cio­nes calle­je­ras, pro­pa­gan­da gene­ral, paros obreros.

La bom­ba en un cubil yan­qui. El Jefe de Inves­ti­ga­cio­nes de la Poli­cía había visi­ta­do al minis­tro nor­te­ame­ri­cano para infor­mar­le que esta­ban toma­das las pro­vi­den­cias ante cual­quier aten­ta­do. Se habían apos­ta­do poli­cías de civil en los alre­de­do­res de la lega­ción, con­su­la­do y resi­den­cia de él. De nada le valió. El 4 de junio de 1926 fue colo­ca­da una bom­ba en la lega­ción cuya explo­sión pro­vo­có impor­tan­tes destrozos.

La cró­ni­ca del dia­rio «El Día» dirá que fue­ron «dete­ni­das varias per­so­nas sin­di­ca­das como anar­quis­tas y com­pli­ca­das o auto­res de deli­tos de la mis­ma cali­dad que el que noticiamos».

5 mili­tan­tes anar­quis­tas son pro­ce­sa­dos, Rosig­na logra bur­lar a la represión.

En Uru­guay la Fede­ra­ción Obre­ra Regio­nal (FORU) y la Unión Sin­di­cal (USU) lla­man al paro gene­ral del día 22 de Agos­to y orga­ni­zan una gran demos­tra­ción de pro­tes­ta. El acto cen­tral será en la Pla­za Inde­pen­den­cia. Cua­tro serán las colum­nas de mani­fes­tan­tes: la del Cerro avan­zan­do por Car­los M. Ramí­rez y Agra­cia­da desem­bo­can­do en el Pala­cio Legis­la­ti­vo, la de Unión y Maro­ñas que reco­rre­ría Gene­ral Flo­res y se encon­tra­ría con la del Cerro en el Pala­cio, otra avan­za­ría por Av. Ita­lia y la cuar­ta par­ti­ría direc­ta­men­te de la ciu­dad vie­ja a la Pla­za Inde­pen­den­cia. En el Pala­cio se haría una ora­to­ria bre­ve y se par­ti­ría por Ron­deau hacia Pla­za Liber­tad para encon­trar­se con la colum­na que vie­ne por 18 de Julio.

El apo­yo fue gene­ral, la con­cu­rren­cia fue impo­nen­te. Una mul­ti­tud rodeó la Pla­za Inde­pen­den­cia y muchas cua­dras de 18 de Julio, en las boca­calles la gen­te esta­ba apre­tu­ja­da. Como en aque­llos tiem­pos no se usa­ban alto­par­lan­tes ni micró­fo­nos tuvie­ron que levan­tar varias tri­bu­nas. El ora­dor que cerró el acto, a nom­bre de la FORU, pro­pu­so que el paro se pro­lon­ga­ra has­ta el medio­día del 23, al día siguien­te nadie con­cu­rrió al trabajo.

El Paro del día 9 de Agos­to había sido inmen­so. Abar­có tam­bién todo el país.

La Jefa­tu­ra de Poli­cía movi­li­za a la guar­dia repu­bli­ca­na. El minis­tro de gue­rra acuar­te­la a las tro­pas y hace venir a la capi­tal al Regi­mien­to 2 de Caba­lle­ría que esta­ba en los Cerrillos.

Los tran­via­rios no están sin­di­ca­li­za­dos, y como se teme el con­ta­gio des­ta­can una fuer­te cus­to­dia mili­tar. Los coches cir­cu­lan con cus­to­dia arma­da de máu­se­res en la pla­ta­for­ma. Mani­ni Ríos se que­ja en la Cáma­ra por­que los ferro­via­rios de Peña­rol (talle­res) para­ron, y recla­ma cus­to­dia del ejér­ci­to para la pró­xi­ma vez.

En Mer­ce­des hay paro y mani­fes­ta­ción. El Comer­cio mayo­ris­ta y mino­ris­ta tam­bién para. Es el pri­mer paro gene­ral exi­to­so de esa ciu­dad. En Flo­ri­da, Rocha, Sal­to, La Paz, San José hay para­li­za­cio­nes y mítines.

El 10 de agos­to habrían de ser elec­tro­cu­ta­dos. Se pos­ter­ga la eje­cu­ción para dar lugar a otra ins­tan­cia judicial.

En Mon­te­vi­deo se plan­tea rea­li­zar un nue­vo paro. Fue nega­da la posi­bi­li­dad de revi­sar el pro­ce­so. Enton­ces «El País» del 20 de agos­to bajo el títu­lo «¿Otro paro?», dice: «¿No podrán los orga­nis­mos obre­ros encon­trar otra for­ma de pro­tes­ta por Sac­co y Van­zet­ti o por cual­quier otro asun­to?… Todo vie­ne a lo mis­mo a no tra­ba­jar… el paro del 12, aho­ra el paro del 22… ¿no podrán pro­tes­tar por ejem­plo, tra­ba­jan­do el doble?».

La FORU y la USU lla­man al paro. Los sin­di­ca­tos adhie­ren: la Socie­dad de Resis­ten­cia de Obre­ros Pana­de­ros, el Sin­di­ca­to Úni­co del Auto­mó­vil, el Sin­di­ca­to Pues­te­ro y Ven­de­do­res Ambu­lan­tes, el de Ven­de­do­res de Dia­rios, el Sin­di­ca­to de Artes Grá­fi­cas. No fal­tó el anun­cio de la Fede­ra­ción comer­cial del Auto­mó­vil y la Cáma­ra de Comer­cio del Auto­mó­vil (impor­ta­do­res) dicien­do que sus casas esta­rían abier­tas que ya se había hecho otro paro, que son muchos los perjuicios.

Ade­más del paro y mitin en Mon­te­vi­deo hay tam­bién paro y con­fe­ren­cia en Colo­nia, Tri­ni­dad y Paysandú.

El 23 de agos­to en lo internacional

Una ola de dolor e indig­na­ción reco­rre el mundo.

En Bos­ton se can­ce­lan todos los per­mi­sos para reunio­nes al aire libre para el domin­go 21. Todos los poli­cías son con­cen­tra­dos. En Nue­va York se ponen a la orden a 14.000 policías.

Final­men­te, en la madru­ga­da del 23 de agos­to, son eje­cu­ta­dos Sac­co y Van­zet­ti. La demo­cra­cia ame­ri­ca­na esta­ba dis­pues­ta a pagar el precio.

En las pri­me­ras horas de la madru­ga­da, al cono­cer­se la noti­cia del ase­si­na­to, se for­ma en Bue­nos Aires una espon­tá­nea mani­fes­ta­ción por la Ave­ni­da de Mayo. Vue­lan las sillas de los cafés, se ape­drean las vidrie­ras. Los obre­ros, dice la pren­sa, lle­va­ban bulo­nes y tuercas.

Los chó­fe­res paran. Las cen­tra­les obre­ras pre­pa­ran el rigu­ro­so boi­cot a las empre­sas nor­te­ame­ri­ca­nas. Los ferro­via­rios se adhie­ren y en algu­nas líneas se pro­pi­cia la idea de no con­du­cir por las líneas nin­gún pro­duc­to nor­te­ame­ri­cano. Los por­tua­rios se apres­tan para no tra­ba­jar en los buques nor­te­ame­ri­ca­nos ni des­em­bar­car mer­ca­de­rías del mis­mo ori­gen. Las orga­ni­za­cio­nes obre­ras pre­pa­ran una lis­ta negra.

En Cór­do­ba esta­lla una bom­ba en los talle­res de la Ford. En el Depar­ta­men­to de Poli­cía de Bue­nos Aires se inten­ta lle­var a cabo una huel­ga de ham­bre por Sac­co y Vanzetti.

En Rosa­rio, ciu­dad en lucha por los com­pa­ñe­ros ase­si­na­dos, el Escua­drón de Segu­ri­dad de la Poli­cía, usan­do sus armas con­tra un gru­po de muje­res y niños que comen­ta­ban la eje­cu­ción, hie­re a tres niños de bala.

En París la Agen­cia Nor­te­ame­ri­ca­na de Via­jes, al cono­cer­se la noti­cia reti­ró inme­dia­ta­men­te las ban­de­ras nor­te­ame­ri­ca­nas de todos los auto­mó­vi­les que des­ti­na­ba al trans­por­te de turistas.

Se prohí­ben las mani­fes­ta­cio­nes, tan­to en las pro­xi­mi­da­des de la emba­ja­da como en los gran­des bule­va­res. Se rea­li­zan igual. Las vidrie­ras de los lujo­sos comer­cios del Bou­le­vard Sebas­to­pol caen hechas añi­cos. Se inva­den los cafés de los Cam­pos Elíseos.

Son arra­sa­dos diver­sos luga­res que fre­cuen­ta­ban los norteamericanos.

Ya el 22 hay dos­cien­tos dete­ni­dos en París, la mitad por negar­se a cir­cu­lar, y 40 agen­tes heri­dos, 10 de ellos, graves.

En Gine­bra la enor­me mul­ti­tud derri­ba los car­te­les nor­te­ame­ri­ca­nos, ata­ca los cine que pro­yec­tan Films yan­quis, y van con­tra la sede de las Nacio­nes Unidas.

En Lon­dres se reúnen 6.000 obre­ros en Hydepark.

En Joha­nes­bur­go que­man una ban­de­ra americana.

En Sid­ney, Aus­tra­lia, los jefes de ferro­ca­rril des­pi­die­ron a 1.000 obre­ros que tra­ba­ja­ban en la cons­truc­ción de ferro­ca­rri­les y que para­ron por Sac­co y Van­zet­ti. El ayun­ta­mien­to de la ciu­dad, por el mis­mo moti­vo des­pi­dió a 800 obre­ros y emplea­dos de la usi­na eléctrica.

Una mani­fes­ta­ción de más de diez mil per­so­nas se con­gre­gó en Lon­dres y el gobierno decla­ró el esta­do de sitio. En Rot­ter­dam, en Cher­bur­go, en el Havre, repre­sión y protesta.

Fue­ron años de pro­tes­ta, de movi­li­za­cio­nes, de acción direc­ta, recla­man­do por la vida de estos ejem­pla­res mili­tan­tes obre­ros y anar­quis­tas. Corrie­ron la mis­ma suer­te que aque­llos otros obre­ros y anar­quis­tas de Chica­go. La cla­se enemi­ga repe­tía su fra­se: «hay que sacar­los del medio, están con­tra nues­tro sis­te­ma». Se ha dicho recien­te­men­te que «las movi­li­za­cio­nes por Sac­co y Van­zet­ti movie­ron tres veces más per­so­nas que la lucha con­tra la gue­rra en Viet­nam». Ello da una cla­ra ima­gen del sen­ti­mien­to y apo­yo que envol­vió toda esta lar­ga pelea con­tra el cinis­mo ase­sino de la cla­se bur­gue­sa y en defen­sa de la vida de esos mili­tan­tes que tan­to representaban.

Un día des­pués y el «triun­fo» de la burguesía

Y «El Día» comen­ta entris­te­ci­do, el 24 de agos­to de 1927, «una movi­li­za­ción que nun­ca un jui­cio con­ci­tó… Des­gra­cia­da­men­te todas las per­so­nas que inter­vi­nie­ron en el asun­to, des­de el gober­na­dor Fuller has­ta las auto­ri­da­des judi­cia­les más ele­va­das a quie­nes se recu­rrió en últi­ma ins­tan­cia con­fir­ma­ron el pri­mer fallo con­de­na­to­rio del juez Tha­yer… Lo que pro­du­jo (esta movi­li­za­ción) fue una ver­da­de­ra agonía».

Otra es la opi­nión de Sac­co y Van­zet­ti sobre esos sie­te años de pelea: «Noso­tros os hemos dicho que a ese gri­to inmen­so y a ese esta­lli­do debe­mos nues­tra vida. Las fie­ras sin­tié­ron­se que­mar enci­ma el pelo y aflo­ja­ron el nudo. De otra mane­ra se hubie­ran apre­su­ra­do a entre­gar­nos al ver­du­go, que en el silen­cio de un mala noche, nos habría ata­do y abra­sa­do sobre la hogue­ra sin lla­mas del siglo XX». A los com­pa­ñe­ros, a los ami­gos y al pro­le­ta­ria­do, Sac­co y Vanzetti.

La bur­gue­sía Yan­qui los ase­si­nó. Triun­fa­ron en ese momen­to, cobra­ron sus víc­ti­mas. Pero, en defi­ni­ti­va per­die­ron. Como siem­pre que se les enfren­ta, como siem­pre que pelean­do se hace con­cien­cia, se siem­bra la rebel­día. Per­die­ron y per­de­rán ante los más, ante los que tie­nen razo­nes y en el com­ba­te adquie­ren la fuer­za. Per­die­ron, esas gigan­tes­cas figu­ras, esos sím­bo­los uni­ver­sa­les de los pobres que son Sac­co y Van­zet­ti por gene­ra­cio­nes han esta­do esti­mu­lan­do las luchas por jus­ti­cia y liber­tad. Y aún hoy tie­nen mucho que decir.

Ellos lo sabían, con modes­tia y fir­me­za ejem­plar lo dije­ron: «Esta ha sido nues­tra carre­ra y nues­tro triun­fo. Jamás en toda nues­tra vida hubié­ra­mos podi­do hacer tan­to por la tole­ran­cia, por la jus­ti­cia, por­que el hom­bre entien­da al hom­bre, como aho­ra lo esta­mos hacien­do por accidente.

Nues­tras pala­bras, nues­tras vidas, nues­tros dolo­res. -¡Nada las pér­di­das de nues­tras vidas. ‑La vida de un zapa­te­ro y un pobre ven­de­dor de pes­ca­do- ¡Todo! Ese momen­to final es de noso­tros. Esa ago­nía es nues­tro triun­fo». B. Van­zet­ti. Al ser con­de­na­do a muerte.

El Uru­guay de hoy: Vio­len­cia y mise­ria para los de abajo 

Cie­rran fábri­cas y talleres.

En diver­sos luga­res se des­pi­den obre­ros a nom­bre de rees­truc­tu­ras empre­sa­ria­les. Bajan los sala­rios. Ata­can los sin­di­ca­tos y están al orden del día los des­pi­do de mili­tan­tes sin­di­ca­les. La ter­ce­ri­za­ción y sus sala­rios de ham­bre con­ti­núa su desa­rro­llo. Pro­pi­cian el pasa­je de tra­ba­ja­do­res a empre­sas uni­per­so­na­les. Se quie­re des­tro­zar el sis­te­ma de Pre­vi­sión social ase­gu­ran­do un futu­ro de ham­bre para los jubi­la­dos, des­co­no­cien­do pro­nun­cia­mien­tos popu­la­res sobre el tema.

Se aprue­ban pro­yec­tos como el de Segu­ri­dad Ciu­da­da­na que apun­ta al con­trol y vigi­lan­cia de la pobla­ción al tiem­po que menu­dean las raz­zias agre­si­vas, espe­cial­men­te con­tra los jóvenes.

Los cono­ci­dos de siem­pre se jue­gan ente­ros por evi­tar que la corrup­ción que prac­ti­can no sal­ga a la super­fi­cie, cuan­do no hay más reme­dio, como los casos del Ban­co de Segu­ros y Ban­co Pan de Azú­car tra­tan de mediatizarla.

Pro­cu­ran oxi­ge­nar su sis­te­ma de des­ca­ra­dos pri­vi­le­gios con Refor­mas Cons­ti­tu­cio­na­les que nin­gún cam­bio de impor­tan­cia traen.

Los ajus­tes fis­ca­les se repi­ten y el saque es siem­pre con­tra la pobla­ción que vive de su tra­ba­jo, o de lo que pue­de. Los orga­nis­mos inter­na­cio­na­les, las trans­na­cio­na­les y los pro­ce­sos y deci­sio­nes de nues­tros colo­sos veci­nos, Bra­sil y Argen­ti­na, dic­tan nues­tra polí­ti­ca fundamental.

Las pri­va­ti­za­cio­nes con­ti­núan, por el cos­ta­do y en con­tra del ter­mi­nan­te vere­dic­to del pue­blo. El res­pe­to a la vida ins­ti­tu­cio­nal es para la defen­sa del pri­vi­le­gio, pero si, casual­men­te, cae en bene­fi­cio de los pobres no vale.

Los pro­ble­mas de la vivien­da, la salud, la ense­ñan­za se tor­nan dra­má­ti­cos. Una espe­cie de ideo­lo­gía eco­nó­mi­ca cubre el hori­zon­te. Los medios de comu­ni­ca­ción la repi­ten permanentemente.

Des­co­llan en ella tér­mi­nos como: fle­xi­bi­li­za­ción, com­pe­ti­ti­vi­dad, pro­duc­ti­vi­dad, des­re­gu­la­ción, mer­ca­do, bajar cos­tos, achi­car gas­tos del estado.

Pala­bras tras la cua­les vie­ne una mayor explo­ta­ción y mise­ria para tra­ba­ja­do­res y pobla­ción en gene­ral. Jun­to a estas y otras pala­bras va un «esti­lo» agre­si­vo que exi­ge «bue­na letra» para ini­ciar cual­quier diá­lo­go. Los que incor­po­ran la exi­gen­cia de bue­na letra y sus valo­res, son los inter­lo­cu­to­res váli­dos. Gran par­te de la «inte­li­gen­cia» de la izquier­da está en esa. Se tra­ta al mis­mo tiem­po, de ende­mo­niar cual­quier plan­teo fir­me, es ultra o radi­cal. Tér­mi­nos estos que quie­ren sean sinó­ni­mos de des­ubi­ca­ción o para­noia. Tam­bién gran par­te de las direc­cio­nes de izquier­da están en esa.

Las ban­das ofi­cia­les para el robo empie­zan a salir del ano­ni­ma­to. No sólo las ofi­ci­nas de téc­ni­cos en «ase­so­ra­mien­tos» eco­nó­mi­cos van que­dan­do al des­cu­bier­to. Los pro­pios poli­cías, en el mar­co de sus ren­ci­llas inter­nas, denun­cian ban­das com­pues­tas por jerar­quías que están apro­ve­chan­do sus fun­cio­nes pri­vi­le­gia­dos para hacer la suya, tal el caso de Cane­lo­nes. O apa­re­ce ese sím­bo­lo de tor­tu­ra y cri­men: Gav­vaz­zo, con su ban­da. Ban­da cuyas rami­fi­ca­cio­nes que­da­ron en silencio.

Los barrios, espe­cial­men­te los pobres, se inun­dan de mili­cos con perros, patru­llas que van y vie­nen, coches poli­cia­les pasan­do len­ta y pro­vo­ca­ti­va­men­te al lado de la gen­te, exa­mi­nán­do­la como obje­to pro­pio. Curio­sa­men­te los robos a toda hora se suce­den, ello sugie­re, cuan­do no es silen­cio a voces, que hay tran­sas de por medio. El asun­to es que no se le robe al rico. El robo del pobre al pobre no preo­cu­pa y has­ta es una for­ma «sana» de cana­li­za­ción para el sistema.

La gen­te joven que está en una esqui­na, en la colec­ti­va con un litro de vino, es chi­co­tea­da. Si anda cami­nan­do en barra tam­bién. En fes­ti­va­les y otras for­mas de expre­sión les están arri­ba. No hay para ellos ocu­pa­ción ni hori­zon­te, repre­sión pre­ven­ti­va entonces.

Mul­ti­tud de des­ocu­pa­dos reco­rren la ciu­dad tras un pues­to de tra­ba­jo. Cuan­do lo con­si­guen la paga es mise­ra­ble y las con­di­cio­nes caren­tes de los dere­chos que las luchan logra­ron en otros tiem­pos. Las patro­na­les aba­ra­tan los cos­tos qui­tan­do segu­ri­dad y salu­bri­dad en el tra­ba­jo. La cons­truc­ción tie­ne sus muer­tos mensuales.

La legis­la­ción labo­ral se rein­ter­pre­ta y se com­ple­jea deli­be­ra­da­men­te. La tela­ra­ña jurí­di­ca recor­ta, qui­ta o media­ti­za con­quis­tas por años prac­ti­ca­das. Los abo­ga­dos des­pla­zan amplias zonas de prác­ti­cas sindicales.

Este es, en supre­ma sín­te­sis, el pano­ra­ma gene­ral, del Uru­guay de nues­tros días.

Solo un camino por delan­te: la Resis­ten­cia

La situa­ción es difí­cil para los pobres de nues­tro país. Lo sabe­mos. No crea­re­mos con­di­cio­nes ima­gi­na­rias para que cal­cen con rece­tas. Asu­mi­mos nues­tro tiem­po. No será tam­po­co la pri­me­ra vez que nues­tro pue­blo, como tan­tos otros pue­blos, remon­ta una situa­ción que le es crítica.

Reco­no­ce­mos que la mise­ria ha cre­ci­do y que sigue cre­cien­do. Que las pers­pec­ti­vas inme­dia­tas que hay por delan­te son poco hala­güe­ñas. Que jun­to a la mise­ria tene­mos una situa­ción espi­ri­tual de la pobla­ción que no es la mejor. Hay cier­to nivel de des­crei­mien­to gene­ral, hay cier­ta des­mo­ra­li­za­ción, hay impo­ten­cia y sube la deses­pe­ra­ción. Pero estos ele­men­tos con­vi­ven, dual­men­te, con aumen­to de la bron­ca, con ini­cia­ti­vas bus­can­do solu­cio­nes inme­dia­tas a la coti­dia­na, con arran­ques de lucha.

Esta­mos cons­tan­te­men­te bom­bar­dea­dos por una cul­tu­ra indi­vi­dua­lis­ta. Todo el apa­ra­to ideo­ló­gi­co, con los medios de comu­ni­ca­ción a la cabe­za, están en eso. Varios de los fac­to­res socia­les exis­ten­tes coad­yu­van a cier­to cli­ma indi­vi­dua­lis­ta. Un gri­to enfer­mo alen­ta­do ofi­cial­men­te sobre­vue­la: ¡que cada cual cui­de y haga la suya!

Se ato­mi­zan luchas y gru­pos socia­les. Un efec­to de ais­la­mien­to reco­rre la socie­dad uru­gua­ya. Se remar­ca un men­sa­je: el inte­rés de la per­so­na y la «cha­cri­ta» debe ser lo fun­da­men­tal, lo colec­ti­vo no paga. El egoís­mo bru­tal, fun­da­men­to moral del sis­te­ma capi­ta­lis­ta, se ele­va a con­di­ción subli­me. Los demás no impor­tan. Tra­tan de gene­rar el sen­ti­mien­to de aquel cuen­to de Barret don­de la madre se sin­tió ali­via­da por que el niño atro­pe­lla­do por un vehícu­lo no era su hijo.

Pero nues­tro pue­blo, si bien atra­vie­sa un momen­to difì­cil, ha dado prue­bas en su rica his­to­ria de poseer reser­vas soli­da­rias y una sen­si­bi­li­dad que nada tie­ne que ver con los mez­qui­nos valo­res que se inten­tan ins­ta­lar. Ese efec­to de ais­la­mien­to, esa ato­mi­za­ción, ese indi­vi­dua­lis­mo que ha gana­do algun terreno debe ser com­ba­ti­do y supe­ra­do. No es tarea fácil, pero no es un impo­si­ble y es obli­ga­to­rio hacer­lo. El capi­ta­lis­mo pue­de ser toda esa bes­tia­li­dad que se ve, el ser humano no. La soli­da­ri­dad nos ha lega­do todo lo mejor que posee­mos. Un tro­pe­zón no es caí­da. Nues­tro pue­blo sabe de aspi­ra­cio­nes nobles, de sue­ños de jus­ti­cia, de sufri­mien­tos y de logros socia­les impor­tan­tes. El mode­lo neo­li­be­ral actual es expre­sión cru­da de como es este sis­te­ma de domi­na­ción. Quie­re hoy, es lo que mejor fun­da­men­ta sus prac­ti­cas, el vacia­do de valo­res huma­nís­ti­cos y soli­da­rios de la socie­dad uru­gua­ya. No des­co­no­ce­mos el esta­do en que se encuen­tra hoy el movi­mien­to popu­lar. No hay una capa­ci­dad de res­pues­ta acor­de a la dra­má­ti­ca situa­ción que se vive. La gran mayo­ría de las direc­cio­nes polí­ti­cas y sin­di­ca­les de la izquier­da han ido pro­fun­di­zan­do su inser­ción al sis­te­ma, adop­tan­do com­por­ta­mien­tos y valo­res que ayu­dan a sos­te­ner la pro­pues­ta de los de arri­ba y des­ar­man la resis­ten­cia posi­ble de los de aba­jo. Un Fren­te Amplio, don­de su fuer­za mayo­ri­ta­ria, se incli­na pro­gre­si­va­men­te a posi­cio­nes bási­ca­men­te de cen­tro, don­de ni siquie­ra sos­tie­ne vie­jos plan­teos refor­mis­tas. Una mayo­ri­ta­ria diri­gen­cia sin­di­cal que renie­ga de la lucha y que sólo ve como váli­do los espa­cios que la cla­se domi­nan­te ofre­ce. Diri­gen­cia que adop­ta valo­res y has­ta modis­mos que son sobre­sa­lien­tes en las esfe­ras del poder. Res­pon­sa­bles direc­tos del des­crei­mien­to y debi­li­ta­mien­to exis­ten­te en los sin­di­ca­tos. El movi­mien­to sin­di­cal, por su his­to­ria lo más pode­ro­so del movi­mien­to popu­lar, se encuen­tra hoy alta­men­te debi­li­ta­do. Con­tri­bu­ye tam­bién a ello el hecho de sec­to­res indus­tria­les semi­des­man­te­la­dos, la tec­ni­fi­ca­ción de muchas gran­des plan­tas que hoy ocu­pan pocos obre­ros, la dis­mi­nu­ción de pues­tos de tra­ba­jo en el medio esta­tal, la des­ocu­pa­ción creciente.

Pero, lo que es peor, los sin­di­ca­tos están casi desier­tos. No cuen­ta ellos con la esti­ma­ción de déca­das ante­rio­res. Tan­to con­flic­to desan­gra­do en sole­dad, la ausen­cia de pro­pues­tas de defen­sa de la cla­se obre­ra, ayu­dó a crear impor­tan­te nivel de descreimiento.

Un recam­bio de esti­lo y de gen­te está impo­nien­do la expe­rien­cia vivi­da y la necesidad.

Hay que reco­no­cer­lo para enca­rar­lo, es uno de los momen­tos más difí­ci­les de nues­tra his­to­ria. Un momen­to de la socie­dad uru­gua­ya don­de hay mucho en jue­go para el futu­ro de los de abajo.

De arri­ba y de los diri­gen­tes «madu­ros y sen­sa­tos» nada pue­de espe­rar­se. Hay una diri­gen­cia que «ya fue». Es tran­ca y no empuje.

En los barrios, en sin­di­ca­tos, en medios estu­dian­ti­les, en sec­to­res jóve­nes, vemos apa­re­cer peleas y resis­ten­cias a la mise­ria y a la fal­ta de pers­pec­ti­vas que nos ofre­cen. Un gri­to de no resig­na­ción va toman­do forma.

Es cier­to, es de mane­ra dual, y muchas veces inter­mi­ten­te, que vemos apa­re­cer estas diver­sas luchas y expre­sio­nes. Bue­na par­te son rei­vin­di­ca­cio­nes diver­sas hechas por gru­pos de pobla­ción que pelean por tomar en sus manos solu­cio­nes inme­dia­tas a pro­ble­mas urgentes.

Can­ti­dad de veces estos com­ba­tes se dan en for­ma ais­la­da, para su for­ta­le­ci­mien­to y efi­ca­cia nece­si­tan de un teji­do soli­da­rio, de un espa­cio que los una en la diversidad.

Muchas son for­mas nue­vas de enca­re y pelea. Tie­nen afi­ni­da­des y dife­ren­cias con las de otros momen­tos his­tó­ri­cos. La lucha en torno al Hos­pi­tal Fil­tro es un ejem­plo de ello.

Es la pelea espe­cí­fi­ca de los opri­mi­dos del Uru­guay de nues­tro tiem­po. Pue­de ser ella la bús­que­da de un camino que vaya encon­tran­do su rum­bo. Es la lucha, la resis­ten­cia y los sue­ños de siem­pre envuel­tos en la tela de las con­di­cio­nes actuales.

Hay que ir hoy, al encuen­tro y al res­ca­te del pro­ta­go­nis­mo popu­lar autén­ti­co al que la socie­dad uru­gua­ya debe gran par­te de sus valo­res huma­nís­ti­cos y de jus­ti­cia social. Ir a la for­ja, con las carac­te­rís­ti­cas de los nue­vos tiem­pos, de for­ma comu­nes y arti­cu­la­das de acción popu­lar. Al res­ca­te de nues­tra raíz soli­da­ria para supe­rar el cani­ba­lis­mo individualista.

Reafir­mar una vez más la dig­ni­dad, la lucha, la soli­da­ri­dad y la espe­ran­za como herra­mien­tas indis­pen­sa­bles para los logros de una mejor vida social.

En tal sen­ti­do, la mis­ma pelea de ayer de Sac­co y Van­zet­ti es hoy nues­tra pelea.

Las últi­mas pala­bras de los már­ti­res de Boston

«El afec­to y el heroís­mo de nues­tros com­pa­ñe­ros de todo el mun­do, la impla­ca­bi­li­dad del enemi­go, han hecho que en lugar de haber sido con­de­na­dos y muer­tos en el tér­mino de pocos meses, como habría ocu­rri­do si nos hubie­seis aban­do­na­do a noso­tros mis­mos, hemos sido tor­tu­ra­dos sie­te años, tres meses y cin­co días, antes de ser que­ma­dos vivos.

Sin embar­go, estoy con­ten­to de que haya dura­do tan­to, pues, si no otra cosa, será una lec­ción para la reac­ción ame­ri­ca­na como para qui­tar­le por un tiem­po las ganas de des­aho­gar su bes­tial sadis­mo sobre otras víc­ti­mas even­tua­les que ace­cha vorazmente.

Como anar­quis­ta me con­sue­la el saber que si la bur­gue­sía me hubie­se deja­do vivir todos mis días no habría podi­do hacer por la gran revuel­ta lo que hice invo­lun­ta­ria­men­te a tra­vés de mi mar­ti­rio. …Nos odian a noso­tros y a los nues­tros; son ami­gos de nues­tros mor­ta­les enemi­gos… Todo el poder de la reac­ción esta con­tra nosotros.

Sí, esta es la últi­ma, reci­bid el extre­mo adiós.

¡Man­te­ned en alto nues­tra ban­de­ra! ¡Ani­mo compañeros!»

Bar­to­lo­mé Vanzetti.

«Mue­ro como he vivi­do, luchan­do por la liber­tad y por la jus­ti­cia. ¡Oh, si pudie­ra comu­ni­car a todos que no ten­go nada que ver con ese horren­do crimen…

Mi cora­zón está lleno, rebo­san­te de amor por los míos. ¿Como des­pe­dir­me de voso­tros? ¡Oh, mis que­ri­dos ami­gos, mis bra­vos defen­so­res, a todos voso­tros el afec­to de mi pobre cora­zón, a todos voso­tros mi gra­ti­tud de sol­da­do caí­do por la cau­sa de la liber­tad! …Con­ti­nuad la sober­bia lucha, que yo tam­bién en lo poco que pude, he gas­ta­do mis ener­gías por la liber­tad y por la inde­pen­den­cia huma­na. …¿Que cul­pa ten­go si he ama­do dema­sia­do la liber­tad? ¿Por qué he sido pri­va­do de todas las cosas que hacen deli­cio­sa la vida? Nin­gún refle­jo de la pro­pia natu­ra­le­za, del cie­lo azul y de los esplen­di­dos cre­púscu­los en las tétri­cas pri­sio­nes cons­trui­das por los hom­bres para los hom­bres. Pero yo no he lle­va­do mi cruz en vano. No he sufri­do inú­til­men­te. Mi sacri­fi­cio val­drá a la huma­ni­dad a fin de que los her­ma­nos no con­ti­núen matán­do­se; para que los niños no con­ti­núen sien­do explo­ta­dos en las fábri­cas y pri­va­dos de aire y luz.

No está lejos el día en que habrá pan para todas las bocas, techo para todas las cabe­zas, feli­ci­dad para todos los cora­zo­nes. Tal triun­fo será mío y vues­tro, com­pa­ñe­ros y amigos.»

Bar­to­lo­mé Vanzetti

«¡No hay jus­ti­cia para los pobres en Amé­ri­ca! …¡Oh, com­pa­ñe­ros míos, con­ti­nuad vues­tra gran bata­lla! ¡Luchad por la gran cau­sa de la liber­tad y de la jus­ti­cia para todos! ¡Este horror debe ter­mi­nar! Mi muer­te ayu­da­rá a la gran cau­sa de la huma­ni­dad. Mue­ro como mue­ren todos los anar­quis­tas ‑alti­va­men­te, pro­tes­tan­do has­ta lo últi­mo con­tra la injus­ti­cia. …Por eso mue­ro y estoy orgu­llo­so de ello! No pali­dez­co ni me aver­güen­zo de nada; mi espí­ri­tu es toda­vía fuer­te. Voy a la muer­te con una can­ción en los labios y una espe­ran­za en mi cora­zón, que no será destruida…»

Nico­lás Sacco

«Que­ri­dos ami­gos y com­pa­ñe­ros del Comi­té de defensa.

Maña­na, inme­dia­ta­men­te des­pués de la media noche, debe­re­mos morir en la silla eléctrica.

No tene­mos ya nin­gu­na espe­ran­za. …Hemos deci­di­do, por eso, escri­bir esta car­ta para expre­sar nues­tro reco­no­ci­mien­to y admi­ra­ción por todo lo que habéis hecho en favor de nues­tra defen­sa en estos sie­te años, cua­tro meses y once días de lucha.

El hecho de que haya­mos per­di­do y que deba­mos par­tir, no dis­mi­nu­ye para nada nues­tra acti­tud y nues­tra apre­cia­ción de vues­tra con­mo­ve­do­ra soli­da­ri­dad hacia noso­tros y nues­tras familias.

Ami­gos y com­pa­ñe­ros: aho­ra que la tra­ge­dia de este pro­ce­so toca a su fin, una­mos nues­tros cora­zo­nes, nues­tros erro­res, nues­tras derro­tas, nues­tra pasión, para las bata­llas futu­ras, para la eman­ci­pa­ción final. Una­mos nues­tros cora­zo­nes en esta hora, la más negra de nues­tra tra­ge­dia. Armaos de valor, salu­dad a los ami­gos y a los com­pa­ñe­ros de todo el mun­do. Os abra­za­mos a todos y os damos el últi­mo adiós, con el alma des­ga­rra­da, pero lle­na de amor. Aho­ra y siem­pre un viva a todos noso­tros, un viva a la libertad.

Vues­tros en la vida y en la muerte»

Nico­lás Sac­co – Bar­to­lo­mé Vanzetti

Fuen­te: www​.nodo50​.org/​f​a​u​/​h​o​m​e​.​htm

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