Hai­tí: un pue­blo en movimiento

Con Duva­lier y lue­go en el perio­do de Lava­las, las polí­ti­cas neo­li­be­ra­les han des­trui­do la eco­no­mía cam­pe­si­na. Antes podían pro­du­cir el 80 por cien­to del arroz y tenían tam­bién fri­jo­les y todas las cosas que nece­si­ta­ban para comer, pero aho­ra hay mucha ham­bre en el campo.

La Haba­na, Cuba. La bri­ga­da bra­si­le­ña Des­sa­li­nes, que ha tra­ba­ja­do en zonas rura­les de Hai­tí, lle­gó a Cuba, don­de com­par­tie­ron sus viven­cias con quie­nes, de diver­sas mane­ras, apo­yan la lucha de los hai­tia­nos y han sido soli­da­rios con ese pue­blo for­ta­le­ci­do tras el terre­mo­to del 12 de enero del 2010.

Kou­raj es una pala­bra en creo­le que con­ju­ga áni­mo con capa­ci­dad de resis­tir. Es la mejor pala­bra que encuen­tro para des­cri­bir al pue­blo hai­tiano y a los cam­pe­si­nos que están más cer­ca de noso­tros. Con ellos, todos los días des­an­da­mos las lomas de Hai­tí”, dice Livia, una de las jóve­nes bra­si­le­ñas de la bri­ga­da Des­sa­li­nes, cuan­do inter­vie­ne en la con­ver­sa­ción en el Cen­tro Mar­tin Luther King de La Haba­na, acer­ca del con­tex­to actual del país cari­be­ño y la recons­truc­ción empren­di­da por su pue­blo des­pués del sis­mo del 12 de enero del 2010.

Minu­tos antes, algu­nas imá­ge­nes mos­tra­ron la labor de Vía Cam­pe­si­na-Bra­sil en Hai­tí. Inte­gran­tes de esta orga­ni­za­ción lle­ga­ron hace tres años a la región de Arti­bo­ni­te, a unas dos horas de Puer­to Prín­ci­pe, y allí con­for­ma­ron la bri­ga­da Des­sa­li­nes en home­na­je a quien pro­cla­ma­ra la inde­pen­den­cia el pri­me­ro de enero de 1804. En la región halla­ron pai­sa­jes ári­dos, pero jun­tos han ido mode­lan­do un aspec­to más habi­ta­ble. Lue­go del terre­mo­to, unas trein­ta per­so­nas de la Vía se incor­po­ra­ron a ese equi­po de soli­da­ri­dad. Hoy cuen­tan con una infra­es­truc­tu­ra más soli­da que les ha per­mi­ti­do con­tri­buir en varios ámbi­tos, como el cul­ti­vo de la tie­rra y la refo­res­ta­ción, la gene­ra­ción de semi­llas pro­pias, la cons­truc­ción de cis­ter­nas y la edu­ca­ción popular.

Duran­te la sema­na, des­de su cam­pa­men­to en Arti­bo­ni­te se mue­ven a dis­tin­tas zonas rura­les, muchas veces en moto­ci­cle­ta por­que el sis­te­ma de carre­te­ras y el trans­por­te han colap­sa­do en estas aéreas. Los fines de sema­na eva­lúan el queha­cer de la bri­ga­da y tam­bién hay más tiem­po para aten­der la peque­ña gran­ja que rodea el lugar, dedi­car­se a una siem­bra más sose­ga­da, ocu­par el terreno y, entre bra­si­le­ños y hai­tia­nos, jugar al fútbol.

“Esa con­vi­ven­cia nos ha per­mi­ti­do enten­der la com­ple­ja reali­dad hai­tia­na y la for­ma en que resis­ten”, seña­la André, miem­bro del Movi­mien­to de Peque­ños Agri­cul­to­res de Bra­sil (MPA). “Hai­tí fue el pri­mer país, el úni­co, don­de los escla­vos se orga­ni­za­ron y toma­ron el poder. Hoy está empo­bre­ci­do por el sis­te­ma capi­ta­lis­ta que hace todo lo posi­ble para que solo vea­mos ‘su pobre­za’. Cuan­do en los años noven­ta hubo un movi­mien­to más popu­lar, se uti­li­zó al ejér­ci­to para dar un gol­pe de Esta­do, y la ines­ta­bi­li­dad con­ti­nuó a lo lar­go de la déca­da. En 2004 die­ron otro gol­pe con­tra Jean Ber­trand Aris­ti­de. Han fre­na­do siem­pre el pro­yec­to del pueblo.”

Simi­lar es la visión de Rai­mun­do, un cubano que ejer­ció en la tie­rra de Lou­ver­tu­re su pro­fe­sión de perio­dis­ta en los días inme­dia­tos al sis­mo. Lue­go de comen­tar sus raí­ces hai­tia­nas, naci­das con la his­to­ria de su tata­ra­bue­la, quien fue­ra traí­da a Cuba como escla­va de fran­ce­ses para tra­ba­jar en un cen­tral azu­ca­re­ro, el perio­dis­ta sub­ra­yó enfá­ti­co: “El con­tex­to actual de Hai­tí hay que ana­li­zar­lo tenien­do en cuen­ta el antes, el duran­te y el des­pués del terre­mo­to. No se pue­de olvi­dar que ante­rior­men­te la situa­ción tam­bién era catas­tró­fi­ca; que si bien el país tie­ne impor­tan­tes rique­zas, éstas son tra­ga­das por quie­nes están enci­ma de ese pue­blo. Duran­te el terre­mo­to se dio un fenó­meno de con­cen­tra­ción de gran­des intere­ses. Muchos lo vie­ron como pun­to de lle­ga­da para obte­ner ganan­cias; entre ellos, la Orga­ni­za­ción de Nacio­nes Uni­das (ONU) que, posi­cio­na­da en el país en el 2004, mos­tró su inte­rés de lucro. Con el pre­tex­to de encar­gar­se de dis­tri­buir la ayu­da huma­ni­ta­ria y de la esta­bi­li­dad lo que hizo fue mon­tar un gran negocio.”

Sil­via ase­gu­ra que esta inje­ren­cia extran­je­ra ha traí­do con­si­go la depen­den­cia en una cues­tión cla­ve como la ali­men­ta­ción, ya que un gran por­cen­ta­je de los pro­duc­tos que con­su­me el pue­blo son impor­ta­dos: “La mayo­ría de la pobla­ción come arroz de Esta­dos Uni­dos que, jun­to con otras poten­cias, domi­na el mer­ca­do del país. Es un arroz sub­ven­cio­na­do. Sola­men­te el azú­car y el café se pro­du­cen aquí. De las gran­jas de Repú­bli­ca Domi­ni­ca­na se des­ti­nan las canas­tas de hue­vos para Hai­tí y la car­ne de pollo, que es la de peor cali­dad allí.

“Con Duva­lier y lue­go en el perio­do de Lava­las, con las polí­ti­cas neo­li­be­ra­les que han sido muy fuer­tes, se des­tru­yó la eco­no­mía cam­pe­si­na. Antes podían pro­du­cir el 80 por cien­to del arroz y tenían tam­bién fri­jo­les y todas las cosas que nece­si­ta­ban para comer, pero aho­ra vemos mucha ham­bre en el cam­po, lo cual es un absur­do. ¿Cómo es que un cam­pe­sino no pue­de pro­du­cir su pro­pio ali­men­to? Las polí­ti­cas per­ju­di­ca­ron ade­más la cap­ta­ción de agua: hay sequía cons­tan­te­men­te, no hay árbo­les para rete­ner agua en el sue­lo y el 70 por cien­to de la pobla­ción uti­li­za como ener­gía el car­bón vegetal.

“Sin embar­go, en las ferias los hai­tia­nos traen lo que pro­du­cen para ven­der. El 60 por cien­to de la pobla­ción que par­ti­ci­pa en ellas es rural, y logra un sos­te­ni­mien­to de la eco­no­mía. Tam­bién don­de hay cana­les para la irri­ga­ción cre­ce una vege­ta­ción muy bella y el pue­blo se orga­ni­za para mane­jar el agua. Tene­mos que defen­der­nos de las ONGs y pro­du­cir nues­tro pro­pio ali­men­to. Por eso los movi­mien­tos socia­les hai­tia­nos han empe­za­do a luchar por la sobe­ra­nía ali­men­ta­ria”, explica.

El Movi­mien­to de los Tra­ba­ja­do­res Rura­les Sin Tie­rra de Bra­sil (MST) en Haití

Fue­ron las viven­cias de Daya­na y Patro­la, inte­gran­tes del MST y de la bri­ga­da Des­sa­li­nes, las que sir­vie­ron de base para este encuen­tro. El inter­cam­bio sos­te­ni­do en días pre­vios duran­te su paso por La Haba­na, don­de dibu­ja­ron el esce­na­rio de los movi­mien­tos socia­les de Hai­tí, seña­ló la impor­tan­cia de pro­fun­di­zar en el con­tex­to del país y en el for­ta­le­ci­mien­to­de la arti­cu­la­ción con otras orga­ni­za­cio­nes de Amé­ri­ca Latina.

“Des­pués del fra­ca­so del pro­yec­to popu­lar tras el gol­pe a Aris­ti­de, los movi­mien­tos socia­les se encuen­tran frag­men­ta­dos”, comen­ta Patro­la. “Tra­ta­mos de crear uni­dad y para ello tra­ba­ja­mos con cua­tro orga­ni­za­cio­nes rura­les fun­da­men­tal­men­te: Movi­mien­to de Papa­ye (MPP), Movi­mien­to de los Cam­pe­si­nos del Con­gre­so de Papa­ye (MPNKP), TK (Tèt­Ko­le) y la Coor­di­na­ción Regio­nal de las Orga­ni­za­cio­nes del Sur­es­te. Que­re­mos pen­sar algo más estra­té­gi­co, que pue­da reavi­var un pro­yec­to polí­ti­co en Haití”.

La capa­ci­ta­ción jue­ga un papel esen­cial. En una nación don­de el 65% por cien­to de la pobla­ción es anal­fa­be­ta, el méto­do Yo sí pue­do ha comen­za­do a trans­for­mar el cam­po. De acuer­do con Daya­na, la Vía Cam­pe­si­na tam­bién está inmer­sa en la cons­truc­ción de un cen­tro nacio­nal de for­ma­ción y de otros espa­cios para la pro­duc­ción ani­mal. Entre los fren­tes edu­ca­ti­vos se encuen­tran el coope­ra­ti­vis­mo y la agro­eco­lo­gía, pues se inten­ta impul­sar un pro­yec­to IALA (Ins­ti­tu­to Agro­eco­ló­gi­co Lati­no­ame­ri­cano) en estas regiones.

“El esta­do hai­tiano, con la cri­sis, ha cerra­do seis escue­las de agro­eco­lo­gía. Cam­pe­si­nos jóve­nes se ven obli­ga­dos a salir del cam­po y ven­der la fuer­za de tra­ba­jo en la ciu­dad. Noso­tros hace­mos varios esfuer­zos. La Vía dise­ñó un inter­cam­bio para que 76 jóve­nes hai­tia­nos fue­ran a Bra­sil a cono­cer las expe­rien­cias en zonas rura­les. Gran par­te de los que vol­vie­ron están muy acti­vos, y para noso­tros esa es la mejor mane­ra de hacer for­ma­ción”, dice dice Dayana.

Hai­tí pade­ce varias cri­sis estruc­tu­ra­les. Entra mucho dine­ro, pero se que­da en los Esta­dos Uni­dos, en Euro­pa. Hay más de 10 mil ONGs que con­tra­tan per­so­nal del pro­pio país al que per­te­ne­cen ‑el des­em­pleo lle­ga a un 80 por cien­to. Por otro lado, no se jus­ti­fi­ca hoy la pre­sen­cia de la MINUSTAH (Misión de Nacio­nes Uni­das para la Esta­bi­li­za­ción de Hai­tí), que ha gene­ra­do vio­len­cia con­tra muje­res y jóve­nes, o inci­den­tes como la pro­pa­ga­ción del cóle­ra, intro­du­ci­do por mili­ta­res de Nepal”.

“Las tro­pa están prin­ci­pal­men­te en Puer­to Prín­ci­pe, aun­que no hay gru­pos arma­dos ni enfren­ta­mien­tos. Sin embar­go, los perio­dis­tas que van a la emba­ja­da (bra­si­le­ña) salen con cas­cos y cha­le­cos anti­ba­las a reco­rrer las calles. Es absur­do. El dis­cur­so de segu­ri­dad de la MINUSTAH des­cri­be un esce­na­rio de gue­rra, pero la gen­te vive pací­fi­ca­men­te. La idea de la vio­len­cia ha sido cons­trui­da”, con­clu­ye Dayana.

La lec­ción del pue­blo haitiano

Ante miem­bros de la Aso­cia­ción Cari­be­ña, arte­sa­nas del Taller de Muñe­que­ría en Soli­da­ri­dad con Hai­tí ‑que sesio­na en la Casa de Pogo­lot­ti, veci­na al Cen­tro- y otros intere­sa­dos e intere­sa­das en la situa­ción de Hai­tí, Eli­seo, pro­fe­sor de creo­le, afirma:

“El pro­ble­ma de Hai­tí se remon­ta a los ini­cios de la fun­da­ción de la nación. Las poten­cias nun­ca le han per­do­na­do a los negros y mula­tos hai­tia­nos que hubie­sen levan­ta­do una repú­bli­ca negra. En el cen­te­na­rio de la inde­pen­den­cia, los fran­ce­ses paga­ron para que hubie­se revuel­tas y se evi­ta­ran así las cele­bra­cio­nes que para ellos repre­sen­ta­ban una humi­lla­ción a Fran­cia. Aho­ra, el bicen­te­na­rio sólo se pudo fes­te­jar en Puer­to Prín­ci­pe gra­cias a la lle­ga­da del pre­si­den­te de Sudá­fri­ca, Tha­bo Mbe­ki, pero no se hizo en Gonaï­ves ‑don­de fue pro­cla­ma­da la libe­ra­ción- pues las tro­pas rebel­des esta­ban alzán­do­se con­tra Aris­ti­de y habían toma­do la ciu­dad. Se insis­te en man­te­ner ocu­pa­da a Hai­tí y en divul­gar su ima­gen empo­bre­ci­da. Si el dine­ro que se invier­te en las tro­pas se des­ti­na­ra al Plan de Recons­truc­ción, a la vivien­da, al empleo, a la edu­ca­ción, todo sería distinto”.

Lue­go, las pala­bras de la his­to­ria­do­ra Maritza, tam­bién des­cen­dien­te de hai­tia­nos, dejan en el ambien­te un olor a espe­ran­za: “Para mí Hai­tí es patri­mo­nio de la huma­ni­dad. Si el país supo con­tri­buir en gran medi­da a otras inde­pen­den­cias, creo que sabrá uni­fi­car­se inter­na­men­te. El pue­blo hai­tiano ha demos­tra­do que pue­de vol­ver a levan­tar su nación”.

Mirie­la Fernández

15 de abril de 2012

Dein­for­mé­mo­nos nº 36, http://​des​in​for​me​mo​nos​.org/

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