Cri­mi­na­les chan­ta­jis­tas- Borro­ka Garaia

Bien es sabi­do que tan­to el esta­do espa­ñol como el fran­cés uti­li­zan la dis­per­sión car­ce­la­ria a modo de coac­ción vio­len­ta con­tra pre­sos polí­ti­cos y fami­lia­res. Una polí­ti­ca car­ce­la­ria que no está escri­ta en nin­gu­na par­te pero que se rea­li­za sis­te­má­ti­ca­men­te y de mane­ra colec­ti­va como un aña­di­do cruel a la con­de­na. Es sim­ple­men­te una estra­te­gia polí­ti­co-cri­mi­nal que a tra­vés del sufri­mien­to inten­ta sacar rédi­tos poli­ti­cos, que­brar volun­ta­des y saciar ven­gan­zas. No tie­ne abso­lu­ta­men­te nada que ver con un esta­do de dere­cho las prác­ti­cas car­ce­la­rias que se rea­li­zan con­tra pri­sio­ne­ros polí­ti­cos. No exis­te nin­gu­na orga­ni­za­ción inter­na­cio­nal de dere­chos huma­nos que no con­de­ne esa prác­ti­ca. Uno de los dere­chos fun­da­men­ta­les del pre­so es cum­plir con­de­na en la car­cel más cer­ca­na a su entorno. Y no exis­te en nin­gu­na lega­li­dad demo­crá­ti­ca que depen­dien­do de diver­sas con­di­cio­nes que se le pue­dan for­zar al pre­so este pue­da acce­der a dere­chos que le corres­pon­den. Es sim­ple y lla­na­men­te un deli­to lo que está rea­li­zan­do el esta­do espa­ñol y el esta­do fran­cés. Una prác­ti­ca cri­mi­nal que tie­ne como ante­ce­sor direc­to a la meto­dol­gía de la inqui­si­ción española.

Este deli­to y vul­ne­ra­ción de dere­chos fun­da­men­ta­les tie­ne el apo­yo de las direc­cio­nes de PP, PSOE y PNV. Al ser estos tres par­ti­dos los que han dado por bueno el plan de inte­rior en rela­ción al chan­ta­je y coac­ción sobre los pre­sos polí­ti­cos. Este nue­vo plan de polí­ti­ca peni­ten­cia­ria impul­sa­do por el gobierno del PP no pre­sen­ta nin­gu­na nove­dad, es la copia exac­ta de la polí­ti­ca peni­ten­cia­ria que ha lle­va­do has­ta aho­ra en la prác­ti­ca. El mis­mo mode­lo. El del palo y la zanaho­ria. El poner con­di­cio­nes polí­ti­cas para vul­ne­rar o no vul­ne­rar diver­sos dere­chos huma­nos. Es la mis­ma “vía de nan­cla­res”, vía que han acep­ta­do que es un fra­ca­so pero que aho­ra es pre­sen­ta­da con otro nom­bre. Se sue­le decir que a veces algo se mue­ve para que no se mue­va nada, sin embar­go en este caso ni si quie­ra se ha movi­do algo.

Los pre­sos poli­ti­cos no nece­si­tan rein­ser­ta­se en una socie­dad en la que están ple­na­men­te inser­ta­dos. Por eso los dis­per­san, para ale­jar­los del pue­blo. Obvia­men­te des­pués de déca­das ya se han dado cuen­ta que sus esfuer­zos han sido en vano. Se han que­da­do sim­ple­men­te con una polí­ti­ca peni­ten­cia­ria cri­mi­nal, cruel y sobre todo gratuita.

Es el esta­do espa­ñol el que per­si­gue vio­len­ta­men­te a la mayo­ría de la socie­dad vas­ca que defien­de los dere­chos de los pre­sos polí­ti­cos. Son los esta­dos en defi­ni­ti­va los que deben de res­pe­tar esa voluntad.

Los dere­chos bási­cos de los pre­sos polí­ti­cos deben res­pe­tar­se sin nin­gu­na con­di­ción. El no hacer­lo supo­ne ahon­dar en una estra­te­gia polí­ti­co-cri­mi­nal que no tie­ne nada que ver con un pro­ce­so de reso­lu­ción. Por lo tan­to toda estra­te­gia vio­len­ta que pon­ga en mar­cha el esta­do que de entra­da no res­pe­te esos dere­chos son movi­mien­tos hacia atrás que tra­tan de asentar
un mode­lo que ha fra­ca­sa­do. Y ese es el caso del plan de interior.

Pue­de que haya gen­te que fru­to de la ansie­dad de ali­men­tar un pro­ce­so de reso­lu­ción que sigue sien­do uni­la­te­ral haya vis­to un movi­mien­to en el esta­do. Otras gen­tes, como los sec­to­res más ultras de la socie­dad espa­ño­la, cega­dos por la ven­gan­za y el odio his­tó­ri­co tam­bién lo han vis­to así. Otros, como cier­ta cla­se polí­ti­ca, en gene­ral lo ana­li­zan como un cla­vo ardien­do don­de poder suje­tar­se y así que­dar libres de algo que son res­pon­sa­bles, como si la cosa no fue­ra con ellos. Espe­cial res­pon­sa­bi­li­dad la del PSOE y PNV ya que ellos fue­ron los dise­ña­do­res de muchas de las estra­te­gias vio­len­tas car­ce­la­rias como la dispersión.

No exis­te otro hori­zon­te de reso­lu­ción del con­flic­to que el que en pri­me­ra ins­tan­cia res­pe­ta los dere­chos míni­mos de los pre­sos polí­ti­cos sin nin­gu­na con­tra­pres­ta­ción para final­men­te y en el con­tex­to de una solu­ción final vaciar las cár­ce­les. Quie­ran lla­mar­lo amnis­tía o no, será amnis­tía. Como está escri­to lite­ral­men­te en el acuer­do de Gernika.

No son cri­mi­na­les. Son pre­sos de gue­rra con esta­tus polí­ti­co no reco­no­ci­do. Y pese a que el con­flic­to vio­len­to es vehi­cu­li­za­do uni­la­te­ral­men­te por el esta­do a día de hoy, algún día lle­ga­rá a su fin. Por lo tan­to la libe­ra­ción de todos los pre­sos está ínti­ma­men­te liga­da al pro­ce­so de solu­ción del con­flic­to y de las razo­nes que les lle­va­ron a la cár­cel , ase­gu­ran­do que no exis­ten con­di­cio­nes para que nadie más vuel­va a entrar.

Sobra decir que esto no ven­drá de la bue­na volun­tad de los esta­dos sino que sigue estan­do como siem­pre en manos de la pre­sión que pue­da rea­li­zar la socie­dad vas­ca y de los avan­ces en el pro­ce­so de libe­ra­ción. La pre­sión pue­de lle­gar a nive­les asfi­xian­tes, y ese debe ser el obje­ti­vo. El esta­do se ha revuel­to y no deja de ser sin­to­má­ti­co pero eso no tie­ne que nublar el aná­li­sis de sus inten­cio­nes, que hoy por hoy no se encua­dran en dar pasos hacia la resolución.

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