El invierno ára­be- Manuel Navarrete

La izquier­da toda, en líneas gene­ra­les, está mos­tran­do poca madu­rez fren­te a los acon­te­ci­mien­tos en Libia y Siria. Quie­nes apo­yan a los rebel­des no dudan en sim­pli­fi­car el asun­to acu­san­do a sus crí­ti­cos de ser fans de Gada­fi y Bashar. Tam­bién una por­ción de quie­nes se opo­nen a dichos rebel­des denun­cia, por su par­te, a sus crí­ti­cos por “estar al ser­vi­cio de la CIA” o simi­la­res espe­cies. El pro­ble­ma no es que des­de ambos luga­res se digan cosas absur­das y ridí­cu­las, sino que al final nadie habla de lo que se tie­ne que hablar, que es del carác­ter de cla­se de los rebeldes.

Será ese carác­ter el que, en bue­na medi­da, deter­mi­na­rá qué pos­tu­ra toman, de un lado, los pode­res impe­ria­les que domi­nan el mun­do y, del otro, los con­tra­po­de­res que resis­ten al impe­ria­lis­mo. Has­ta que me pre­sen­ten una tesis mejor, sigo pen­san­do que el mun­do no es un caos y los acon­te­ci­mien­tos que se desa­rro­llan en él res­pon­den a cau­sas y efec­tos que, aun­que no sean uní­vo­cos, pue­den ana­li­zar­se y desentrañarse.

Si la direc­ción polí­ti­ca de los rebel­des libios y sirios hubie­ra per­se­gui­do fines revo­lu­cio­na­rios o, al menos, eman­ci­pa­do­res, habría­mos sido los pri­me­ros en apo­yar ambos pro­ce­sos polí­ti­cos; pero no es el caso. En Libia, en un pri­mer momen­to, se pro­du­je­ron mani­fes­ta­cio­nes pro-occi­den­ta­les, sin la menor rei­vin­di­ca­ción de izquier­das, aun­que en par­te se exi­gie­ran algu­nos dere­chos civi­les de lo más legí­ti­mo, lo cual es rei­vin­di­ca­ble. Pero lue­go se pro­du­jo un gol­pe de Esta­do, con arma­men­to pesa­do y mer­ce­na­rios de la OTAN, lide­ra­do por la bur­gue­sía del Con­se­jo Nacio­nal de Tran­si­ción. Des­de la izquier­da, este segun­do hecho no tie­ne ya abso­lu­ta­men­te nada de defen­di­ble. Y aho­ra en Siria, sal­van­do las dis­tan­cias pero sin des­pre­ciar el fér­til para­le­lis­mo, suce­de algo simi­lar. Los acto­res que diri­gen el pro­ce­so polí­ti­co sirio son el Con­se­jo Nacio­nal Sirio y el Ejér­ci­to Libre Sirio, es decir, dos fuer­zas orga­ni­za­das por el imperialismo.

Una par­te de la izquier­da acom­ple­ja­da dio exce­si­vo cré­di­to a deter­mi­na­da pro­pa­gan­da de gue­rra, según la cual el gobierno libio se dedi­ca­ba a bom­bar­dear civi­les des­ar­ma­dos, por puro sadis­mo. El ver­da­de­ro pro­ble­ma, no obs­tan­te, es el pen­sa­mien­to deside­ra­ti­vo, que nos lle­va a ver revo­lu­cio­nes don­de no las hay, por el mero hecho de que desea­ría­mos que las hubie­ra. Ni el Con­se­jo Nacio­nal Sirio ni el Ejér­ci­to Libre Sirio son fuer­zas revo­lu­cio­na­rias. Tam­po­co las fuer­zas isla­mis­tas reac­cio­na­rias que han reins­tau­ra­do la Sha­ria el Libia y que pre­ten­den hacer lo pro­pio en Siria.

Se nos habla de bases revo­lu­cio­na­rias trai­cio­na­das por sus direc­cio­nes polí­ti­cas. ¿Dón­de están? ¿Alguien pue­de docu­men­tar algu­na crí­ti­ca de dichas bases fren­te a la inva­sión de la OTAN que devas­tó su país? Tam­bién se nos habla de gru­pos mar­xis­tas sirios que apo­yan a los rebel­des. ¿Cuá­les? El úni­co que cono­ce­mos, el Par­ti­do Comu­nis­ta, ha hecho públi­co su recha­zo a las fuer­zas rebel­des, reac­cio­na­rias a su enten­der. ¿Exis­ten real­men­te estos “gru­pos mar­xis­tas”, o han sido inven­ta­dos por men­tes calen­tu­rien­tas, euro­cén­tri­cas y occidentales?

En nues­tra opi­nión, el pro­ce­so libio vivió dos fases suce­si­vas; pero, en ambas, la izquier­da debió bus­car una solu­ción nego­cia­da, como pro­po­nían Cuba y Vene­zue­la. En las pri­me­ras sema­nas, está­ba­mos ante el caso de una gue­rra civil, en la que, al menos con la infor­ma­ción de la que dis­po­nía­mos enton­ces, no debía apo­yar­se a nin­guno de los dos ban­dos. Pos­te­rior­men­te, la situa­ción cam­bió por­que se pro­du­jo una inva­sión impe­rial extran­je­ra, de la que uno de esos ban­dos pasó a ser cola­bo­ra­cio­nis­ta. De esto, aquí, en la metró­po­li, tuvi­mos con­cien­cia enton­ces, aun­que no es des­car­ta­ble que las “rebe­lio­nes” tuvie­ran este carác­ter des­de el principio.

Aho­ra que dis­po­ne­mos de más datos, y de una visión de con­jun­to, es el momen­to de que cada cual, con humil­dad y res­pe­tan­do la ver­dad his­tó­ri­ca, rec­ti­fi­que lo que deba ser rec­ti­fi­ca­do. No debe olvi­dar­se que, en esta segun­da eta­pa (la de inva­sión otá­ni­ca en apo­yo de los rebel­des), resur­gió un clá­si­co de la izquier­da acom­ple­ja­da: el “ni-nis­mo”. El pro­ble­ma no era tan­to lo que la fór­mu­la “ni-ni” decía en sí mis­ma, sino lo que esa fór­mu­la decía a tra­vés de sus silen­cios. Por­que fal­ta­ba un ter­cer “ni”: el refe­ri­do a los rebel­des y, por tan­to, la expre­sión se aso­cia­ba polí­ti­ca­men­te a la jus­ti­fi­ca­ción polí­ti­ca de dichos rebel­des. Es decir, a la jus­ti­fi­ca­ción polí­ti­ca de un ban­do de la gue­rra civil que esta­ba apo­ya­do por el impe­ria­lis­mo, el cual aca­bó inter­vi­nien­do de mane­ra direc­ta. La fór­mu­la “ni-ni”, pues, se mos­tra­ba cla­ra­men­te insu­fi­cien­te, no por su sen­ti­do lite­ral, sino por su inca­pa­ci­dad como eslo­gan, ya que no jerar­qui­za­ba debi­da­men­te las con­tra­dic­cio­nes del com­ple­jo pro­ce­so polí­ti­co que está­ba­mos viviendo.

Si se enfren­tan una poten­cia impe­ria­lis­ta (apo­ya­da por mer­ce­na­rios loca­les) a una colo­nia, des­de una pers­pec­ti­va anti­im­pe­ria­lis­ta hay que defen­der la vic­to­ria de la colo­nia; y esto no sig­ni­fi­ca dar cul­to a la per­so­na de sus tira­nos. No hacía fal­ta ido­la­trar a Atahual­pa para desear la derro­ta de los espa­ño­les, ni apo­yar a la dic­ta­du­ra mili­tar argen­ti­na para desear la derro­ta de los ingle­ses en las Mal­vi­nas. Tam­po­co era pre­ci­so ser fan de Sad­dam Hus­sein para desear la derro­ta del impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano y euro­peo en Iraq. Sin embar­go (a pesar de la exis­ten­cia, en los tres casos, de cola­bo­ra­cio­nis­tas al ser­vi­cio del impe­rio), todas esas derro­tas debían desear­se, hecho del cual el falli­do eslo­gan “ni-ni” no daba bue­na cuen­ta en lo lite­ra­rio (aun­que, en lo lite­ral, fue­ra asu­mi­ble, al no ser, efec­ti­va­men­te, noso­tros par­ti­da­rios polí­ti­cos ni de la OTAN, ni de Gadafi).

No hay que ser dema­sia­do pers­pi­caz para intuir el olor a petró­leo de la ame­na­za impe­ria­lis­ta sobre Libia, Siria e Irán. Sabe­mos que Gada­fi, ante­rior­men­te some­ti­do al impe­ria­lis­mo, plan­tea­ba des­de 2009 medi­das como la re-nacio­na­li­za­ción del cru­do (y para quie­nes sean más des­me­mo­ria­dos o, en el fon­do, más cré­du­los con los medios de pro­pa­gan­da capi­ta­lis­ta que con los medios alter­na­ti­vos, inclu­yo el siguien­te enla­ce: http://​you​tu​.be/​Z​G​8​Q​v​E​o​F​Kwg ). En cual­quier caso, si se pro­du­ce una inter­ven­ción extran­je­ra de carác­ter impe­rial, el anti­im­pe­ria­lis­mo no se basa en la cali­dad demo­crá­ti­ca del inva­di­do (y ni siquie­ra en su cali­dad “socia­lis­ta”), sino en la cali­dad saquea­do­ra del inva­sor. En este sen­ti­do, los “ni-ni” no han sali­do a la calle como hicie­ron cuan­do la gue­rra de Iraq. Es decir, con ellos la pro­pa­gan­da de gue­rra de los medios capi­ta­lis­tas ha fun­cio­na­do, y esto ha supues­to el fin del anti-colo­nia­lis­mo histórico.

Lo más que hemos obte­ni­do de ellos es una afec­ta­da con­de­na de los medios bru­ta­les emplea­dos por los rebel­des, segui­da de una “con­de­na de toda vio­len­cia”, así, en gene­ral. Ni siquie­ra en eso podre­mos poner­nos de acuer­do. Una revo­lu­ción es vio­len­ta por defi­ni­ción. El pro­ble­ma no es que los rebel­des sirios y libios empleen la vio­len­cia, sino para qué la emplean. La OTAN no apo­ya a las FARC, ni a los Naxa­li­tas. La OTAN no apo­ya a autén­ti­cos revo­lu­cio­na­rios, ni la pren­sa capi­ta­lis­ta tam­po­co. La OTAN no defien­de a pue­blos masa­cra­dos (que se lo digan a Pales­ti­na). El impe­ria­lis­mo no ayu­da a los pue­blos con­tra sus tira­nos (que nos lo digan a noso­tros, nie­tos de los que per­die­ron la Gue­rra con­tra el Fascismo).

¿Quién sabe si el siguien­te pel­da­ño de la esca­la­da impe­rial, de la pug­na por el con­trol geo­po­lí­ti­co y ener­gé­ti­co del pla­ne­ta, no será Irán? Y, por des­gra­cia, en el caso de que un con­flic­to de esas dimen­sio­nes esta­lle, con nues­tras tareas anti­im­pe­ria­lis­tas toda­vía sin cum­plir (aquí, en la arro­gan­te metró­po­li), sin una sola mani­fes­ta­ción con­tra la gue­rra con­vo­ca­da y saca­da ade­lan­te, una vez más cabrá pre­gun­tar­se cuán­to tar­da­rán algu­nos en inven­tar­se una “revo­lu­ción popu­lar” en Irán.

La Hai­ne

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