El amor más boni­to en la vida- Dax Toscano

“Cus­to­dia­do por su guar­dia comunista

De todo el mun­do a la vista

Se que­dó en el más acá

Vean al viejo

En la son­ri­sa optimista

Que lle­van quie­nes se alistan

Para con­quis­tar la paz

Sem­pi­terno con su ejem­plo de grandeza

Piso­tean­do las bajezas

Que trans­pi­ra el capital

Es el vie­jo la som­bra de una certeza

El amor con sus bellezas

No demo­ra en germinar

Los sue­ños de Maru­lan­da son los de los pobres sufridos 

Los sue­ños de los opri­mi­dos son sue­ños de libertad.”

(Can­ción a Manuel Maru­lan­da, Julián Conrado)

En el “El socia­lis­mo y el hom­bre en Cuba” el Che mani­fes­tó que “(…) el revo­lu­cio­na­rio ver­da­de­ro está guia­do por gran­des sen­ti­mien­tos de amor.” El Gue­rri­lle­ro Heroi­co dijo tam­bién que “[e]s impo­si­ble pen­sar en un revo­lu­cio­na­rio autén­ti­co sin esta cualidad”.

El pen­sa­mien­to del Che expre­sa el pro­fun­do huma­nis­mo que carac­te­ri­za la acción revo­lu­cio­na­ria guia­da por las ideas mar­xis­tas. Este huma­nis­mo revo­lu­cio­na­rio, a dife­ren­cia del huma­nis­mo bur­gués que se basa en una fal­sa filan­tro­pía sus­ten­ta­da en la cari­dad, mien­tras el capi­ta­lis­ta des­pre­cia al pobre y explo­ta a la cla­se tra­ba­ja­do­ra, tie­ne como base fun­da­men­tal la acción trans­for­ma­do­ra de los pue­blos, de los colec­ti­vos socia­les para, median­te la lucha, lograr la des­truc­ción del vie­jo orden y la cons­ti­tu­ción de un mun­do mejor, más jus­to y más humano.

Mien­tras hipó­cri­ta­men­te los pro­pa­gan­dis­tas de la bur­gue­sía hablan de la igual­dad entre todos los seres huma­nos y pro­fe­san con enga­ño el amor al pró­ji­mo, el mar­xis­mo reve­la la fal­se­dad de la moral bur­gue­sa y de sus prác­ti­cas basa­das en la explo­ta­ción bru­tal de la cla­se tra­ba­ja­do­ra y de la naturaleza.

De igual mane­ra, quie­nes deten­tan el poder en la socie­dad capi­ta­lis­ta pre­di­can por con­ve­nien­cia “la uni­dad de todas las per­so­nas”, la “soli­da­ri­dad huma­na”, para median­te argu­men­tos rim­bom­ban­tes como el de la “defen­sa de la patria o la nación”, evi­tar que las y los opri­mi­dos se levan­ten con­tra quie­nes los explo­tan. “Todas y todos debe­mos asu­mir el cos­to de la cri­sis”, dicen estos faci­ne­ro­sos. Median­te ello no solo pre­ten­den elu­dir sus res­pon­sa­bi­li­da­des como cau­san­tes de los males que aque­jan a la socie­dad huma­na, si no, ade­más, evi­tar las luchas de los pueblos.

Ellos, por su par­te, se creen ungi­dos con la gra­cia divi­na para gol­pear, para masa­crar, para ase­si­nar, para tor­tu­rar. Y a los explo­ta­dos les exi­gen tam­bién que pon­gan la otra mejilla.

Pese a esto, la bur­gue­sía no cesa de hablar del “amor”.

A tra­vés de sus medios de into­xi­ca­ción masi­va, ponien­do como ejem­plo el modo de vida que lle­van, acon­se­jan a quie­nes no son como ellos que se con­sa­gren a la san­ta igle­sia, que prac­ti­quen yoga, que lean libros de supera­ción per­so­nal y que amen al esti­lo de las nove­las de tele­vi­sión si quie­ren con­ver­tir­se en gen­te de éxito.

Nada ino­cen­te se escon­de bajo este discurso.

Dice Iña­ki Gil de San Vicen­te que fue el men­che­vi­que Soro­kin, quien se pon­dría al ser­vi­cio de los EEUU, el que fun­da­ría en 1946 el Cen­tro de Altruis­mo Crea­dor en Har­vard, para pro­pa­gar el “Amor” y demos­trar socio­ló­gi­ca­men­te la influen­cia de este en la evo­lu­ción huma­na. La nega­ción de la impor­tan­cia del desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas y las rela­cio­nes socia­les, la sobre­di­men­sión del aspec­to cul­tu­ral des­de una pos­tu­ra idea­lis­ta y el impul­so de la teo­ría de la movi­li­dad social median­te la cual se ha hecho creer has­ta hoy día que el pobre pue­de lle­gar a ser rico solo con esfuer­zo y dedi­ca­ción, es lo que carac­te­ri­za el pen­sa­mien­to de este ideó­lo­go de la bur­gue­sía y el impe­ria­lis­mo, expli­ca el pen­sa­dor mar­xis­ta vasco.

Sumi­sión, pasi­vi­dad, resig­na­ción, recha­zo a la lucha revo­lu­cio­na­ria es lo que quie­ren los deten­ta­do­res del poder que prac­ti­quen los colec­ti­vos sociales.

Para ellos, como diría Julián Con­ra­do, la vida y el amor no vale nada, lo úni­co que intere­sa es el mugro­so capital.

A lo lar­go de la his­to­ria los pue­blos no se han subor­di­na­do, ni se han resig­na­do a ser explo­ta­dos y aplas­ta­dos. Han resis­ti­do y fun­da­men­tal­men­te se han rebe­la­do como lo ates­ti­gua la vale­ro­sa lucha del pue­blo de Viet­nam con­tra el impe­ria­lis­mo japo­nés, fran­cés y estadounidense.

La lucha social es la mejor escue­la de apren­di­za­je para los pue­blos. Ahí se han desa­rro­lla­do los valo­res más ele­va­dos de los seres huma­nos como la soli­da­ri­dad y la impli­ca­ción pro­fun­da con las cau­sas jus­tas por las que toda la huma­ni­dad com­ba­te. Y cuan­do los colec­ti­vos socia­les han logra­do orga­ni­zar­se ade­cua­da­men­te, guia­dos por un cuer­po de ideas avan­za­das en lo polí­ti­co, eco­nó­mi­co, cien­tí­fi­co, cul­tu­ral, la lucha ha adqui­ri­do una dimen­sión supe­rior, siem­pre tenien­do como obje­ti­vo fun­da­men­tal la des­truc­ción del orden esta­ble­ci­do para la cons­truc­ción de la socie­dad socialista.

El sitial más gran­de al que pue­da aspi­rar un ser humano, es ser revo­lu­cio­na­rio dijo el Che. Hom­bres y muje­res que aman pro­fun­da­men­te al pue­blo. No el amor melin­dro­so, mís­ti­co y media­do por rela­cio­nes mer­can­ti­les que pro­fe­sa la hipó­cri­ta socie­dad bur­gue­sa, si no el amor que encie­rra un pro­fun­do odio hacia toda injus­ti­cia y que com­pren­de la nece­si­dad impe­rio­sa de impli­car­se en la lucha por alcan­zar la liber­tad, la jus­ti­cia y la dignidad.

Eso es lo que carac­te­ri­za al mar­xis­mo como filo­so­fía de la praxis.

Y es jus­ta­men­te ahí don­de las figu­ras ful­gu­ran­tes de las y los revo­lu­cio­na­rios faria­nos como Manuel Maru­lan­da, Raúl Reyes, Iván Ríos, Maria­na Páez, Luce­ro Pal­me­ra, Jor­ge Bri­ce­ño, Alfon­so Cano, son fun­da­men­ta­les como ejem­plos de seres huma­nos nue­vos que, aún a cos­ta de sus pro­pias vidas, jamás clau­di­ca­ron en la lucha por el socia­lis­mo. Figu­ras dig­nas que sobre­sa­lie­ron no solo por sus carac­te­rís­ti­cas indi­vi­dua­les, si no por esa capa­ci­dad de tra­ba­jar den­tro de una orga­ni­za­ción polí­ti­ca impli­ca­da con la cau­sa de la revo­lu­ción colom­bia­na y lati­no­ame­ri­ca­na, sin bus­car nada per­so­nal para ellas y ellos, si no para las y los millo­nes de colom­bia­nas y colom­bia­nos sumi­dos en la pobreza.

En ellas y ellos, en las FARC-EP, se ve a la polí­ti­ca como la voca­ción de ser­vi­cio y no la bús­que­da de las satis­fac­cio­nes per­so­na­les. Ahí se cum­ple el ideal bolivariano.

Esa entre­ga a un ideal sin recla­mar nada, como ense­ña­ra Bolí­var, igual­men­te se expre­sa en el tra­ba­jo artís­ti­co revo­lu­cio­na­rio, don­de tam­bién se expre­sa el amor con­cre­to a la cau­sa de los pue­blos. Ejem­plo de ello son las mara­vi­llo­sas can­cio­nes de Cris­tian Pérez y Julián Con­ra­do, ins­tru­men­tos de rebel­día, de amor y de combate.

El arte des­mer­can­ti­li­za­do, con­ver­ti­do no en ins­tru­men­to para el enri­que­ci­mien­to per­so­nal, si no en herra­mien­ta nece­sa­ria para la lucha y la cons­truc­ción de los valo­res más dig­nos que carac­te­ri­zan a las y los seres humanos.

Por eso, cuan­do un revo­lu­cio­na­rio o alguien que se pre­cie de ser­lo hable del amor, no pue­de hacer­lo uti­li­zán­do­la como una cate­go­ría abs­trac­ta, vacia­da de con­te­ni­do polí­ti­co, si no tenien­do en cuen­ta su sello de cla­se. El amor debe, ade­más, estar acom­pa­ña­do del odio, que tam­bién debe com­pren­der­se en la dimen­sión cla­sis­ta. Odio que nece­sa­ria­men­te se debe cul­ti­var­lo para enfren­tar a la bur­gue­sía y el impe­ria­lis­mo, res­pon­sa­bles de la des­truc­ción del géne­ro humano.

Enton­ces, hablar del amor des­de la pers­pec­ti­va revo­lu­cio­na­ria, impli­ca poner­se del lado de las y los opri­mi­dos, defen­der a quie­nes luchan por la cons­truc­ción del socia­lis­mo y, de nin­gu­na mane­ra, bajo nin­gún pre­tex­to, poner­se al ser­vi­cio de los opresores.

Seña­lar razo­nes de Esta­do o inclu­so uti­li­zar los mis­mos argu­men­tos de las fuer­zas reac­cio­na­rias para jus­ti­fi­car la injus­ti­fi­ca­ble entre­ga de revo­lu­cio­na­rias y revo­lu­cio­na­rios a las manos de gobier­nos repre­si­vos o de dete­ner y man­te­ner encar­ce­la­dos a lucha­do­ras y lucha­do­res socia­les es inconcebible.

Por ello se debe cri­ti­car la entre­ga al régi­men fas­cis­ta colom­biano del com­pa­ñe­ro Joa­quín Pérez Bece­rra y, de igual mane­ra, la deten­ción de Julián Con­ra­do en Vene­zue­la a quien, si en ver­dad exis­te ese amor boli­va­riano y revo­lu­cio­na­rio, el gobierno del pre­si­den­te Chá­vez debe­ría poner en inme­dia­ta liber­tad y con­ce­der­le el asi­lo polí­ti­co. Extra­di­tar­lo sería el col­mo de la des­ver­güen­za y una trai­ción a la cau­sa de la revo­lu­ción lati­no­ame­ri­ca­na y mundial.

El Coman­dan­te Manuel Maru­lan­da, el Héroe Insur­gen­te de la Colom­bia de Bolí­var, demos­tró en la prác­ti­ca el pro­fun­do amor por el pue­blo y así for­mó a los com­ba­tien­tes faria­nos. Él fue un hom­bre con­se­cuen­te, un revo­lu­cio­na­rio a car­ta cabal.

Manuel par­tió, pero se que­dó impreg­na­do en el cora­zón de los pue­blos. Manuel es de los impres­cin­di­bles, “sem­pi­terno con su ejem­plo de grandeza”.

La can­ción de Julián dedi­ca­da a su Estre­lli­ta gue­rri­lle­ra, expre­sa no solo el amor a su com­pa­ñe­ra, si no a todas y todos los com­pa­ñe­ros impli­ca­dos en el com­ba­te por el socia­lis­mo: “Este amor es gran­de, pro­fun­do y sin­ce­ro, así es el amor de los gue­rri­lle­ros, no hay hipo­cre­sía, tam­po­co men­ti­ras, este es el amor más boni­to en la vida.”

Gra­cias Manuel, gra­cias Vie­jo Querido.

Patria Gran­de, 23 de mar­zo de 2012

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