Los tiem­pos difí­ci­les de la huma­ni­dad- Fidel Castro

El mun­do está cada vez más des­in­for­ma­do en el caos de acon­te­ci­mien­tos que se suce­den a rit­mos jamás sospechados.

Los que hemos vivi­do un poco más de años y expe­ri­men­ta­mos cier­ta avi­dez por la infor­ma­ción, pode­mos tes­ti­fi­car el volu­men de igno­ran­cia con que nos enfren­tá­ba­mos a los acontecimientos.

Mien­tras en el pla­ne­ta un núme­ro cre­cien­te de per­so­nas care­cen de vivien­da, pan, agua, salud, edu­ca­ción y empleo, las rique­zas de la Tie­rra se mal­gas­tan y derro­chan en armas e inter­mi­na­bles gue­rras fra­ti­ci­das, lo cual se ha con­ver­ti­do ‑y se desa­rro­lla cada vez más- en una cre­cien­te y abo­mi­na­ble prác­ti­ca mundial.

Nues­tro glo­rio­so y heroi­co pue­blo, a pesar de un inhu­mano blo­queo que dura ya más de medio siglo, no ha ple­ga­do jamás sus ban­de­ras; ha lucha­do y lucha­rá con­tra el sinies­tro impe­rio. Ese es nues­tro peque­ño méri­to y nues­tro modes­to aporte.

En el polo opues­to de nues­tro pla­ne­ta, don­de se ubi­ca Seúl, capi­tal de Corea del Sur, el pre­si­den­te Barack Oba­ma se reúne en una Cum­bre de segu­ri­dad nuclear, para impo­ner polí­ti­cas rela­cio­na­das con la dis­po­si­ción y uso de armas nucleares.

Se tra­ta sin dudas de hechos insólitos.

Per­so­nal­men­te no me per­ca­té de estas reali­da­des por sim­ple casua­li­dad. Fue­ron las expe­rien­cias vivi­das duran­te más de 15 años des­de el triun­fo de la Revo­lu­ción cuba­na ‑tras la bata­lla de Girón, el cri­mi­nal blo­queo yan­ki para ren­dir­nos por ham­bre, los ata­ques pira­tas, la gue­rra sucia y la cri­sis de los cohe­tes nuclea­res en octu­bre de 1962 que puso al mun­do al bor­de de una sinies­tra hecatombe‑, cuan­do lle­gué a la con­vic­ción de que mar­xis­tas y cris­tia­nos sin­ce­ros, de los cua­les había cono­ci­do muchos; con inde­pen­den­cia de sus creen­cias polí­ti­cas y reli­gio­sas, debían y podían luchar por la jus­ti­cia y la paz entre los seres humanos.

Así lo pro­cla­mé y así lo sos­ten­go sin vaci­la­ción algu­na. Las razo­nes que hoy pue­do esgri­mir son abso­lu­ta­men­te váli­das y aún más impor­tan­tes toda­vía, por­que todos los hechos trans­cu­rri­dos des­de hace casi 40 años lo con­fir­man; hoy con más razón que nun­ca, por­que mar­xis­tas y cris­tia­nos, cató­li­cos o no; musul­ma­nes, chií­tas o suni­tas; libre pen­sa­do­res, mate­ria­lis­tas dia­léc­ti­cos y per­so­nas pen­san­tes, nadie sería par­ti­da­rio de ver des­apa­re­cer pre­ma­tu­ra­men­te a nues­tra irre­pe­ti­ble espe­cie pen­san­te, en espe­ra de que las com­ple­jas leyes de la evo­lu­ción den ori­gen a otra que se parez­ca y sea capaz de pensar.

Gus­to­sa­men­te salu­da­ré maña­na miér­co­les a Su Exce­len­cia el Papa Bene­dic­to XVI, como lo hice con Juan Pablo II, un hom­bre a quien el con­tac­to con los niños y los ciu­da­da­nos humil­des del pue­blo sus­ci­ta­ba, inva­ria­ble­men­te, sen­ti­mien­tos de afecto.

Deci­dí por ello soli­ci­tar­le unos minu­tos de su muy ocu­pa­do tiem­po cuan­do cono­cí por boca de nues­tro can­ci­ller Bruno Rodrí­guez que a él le agra­da­ría ese modes­to y sen­ci­llo contacto.

Fidel Cas­tro Ruz

Mar­zo 27 de 2012

8 y 35 p.m.

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