La Eus­kal Herria socia­lis­ta que que­re­mos- Iña­ki Gil de San Vicente

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(Este tex­to está escri­to para el semi­na­rio deba­te de IPES Un socia­lis­mo para la Eus­kal Herria del siglo XXI, para su cuar­ta jor­na­da, de 25 de febre­ro de 2012, «Hacia una nue­va Eus­kal Herria».)

(Remo­de­la­ción del artícu­lo El socia­lis­mo en la libe­ra­ción vas­ca, de junio de 2011, publi­ca­do en la revis­ta «Inter­na­tio­nal cri­ti­cal Thought», dis­po­ni­ble en la «wiki» para quien lo quie­ra in exten­so.)

1. SURGIMIENTO Y EVOLUCIÓN DEL SOCIALISMO EN EUSKAL HERRIA

(Este tema ya ha sido tra­ta­do en la ponen­cia de San­tia­go Ramí­rez, pero inclui­mos una peque­ña refle­xión con la que fina­li­za dicha ponen­cia. Nota de IPES.)

UN POCO DE HISTORIA

2. LA IZQUIERDA ABERTZALE

2.1. INDEPENDENTISMO SOCIALISTA

2.2. CUATRO AVANCES DECISIVOS

2.3. AVANZANDO AL PRESENTE

3. REIVENTEMOS EL FUTURO: CONSTRUYAMOS EL SOCIALISMO

3.1. UNA DEFINICIÓN DE SOCIALISMO

3.2. EL SOCIALISMO COMO PROCESO HISTORICO

3.3. EL CAPITALISMO ACTUAL Y SU CRISIS

3.4. EL ESTADO COMO NECESIDAD

3.5. HEGEMONÍA OBRERA Y POPULAR

3.6. GOBIERNO E INDEPENDENCIA SOCIALISTA

3.7. PUEBLO TRABAJADOR Y CLASES MEDIAS

3.8. VALORES Y PRAXIS SOCIALISTAS

3.9. FORMAS DE PROPIEDAD SOCIALISTA

1. SURGIMIENTO Y EVOLUCIÓN DEL SOCIALISMO EN EUSKAL HERRIA

UN POCO DE HISTORIA

De la mis­ma for­ma en la que la dic­ta­du­ra mili­tar de 1923 – 1931 no des­tru­yó la inci­pien­te ten­den­cia a la uni­fi­ca­ción del socia­lis­mo con el inde­pen­den­tis­mo, la gue­rra de 1936 – 1939 y la lar­ga dic­ta­du­ra pos­te­rior, fini­qui­ta­da ofi­cial­men­te en 1978, tam­po­co logra­ron el mis­mo obje­ti­vo. De entra­da, sí hay que reco­no­cer que este casi medio siglo de domi­nio impla­ca­ble del fas­cis­mo espa­ñol sobre Eus­kal Herria obtu­vo dos éxi­tos efí­me­ros en el tema que tra­ta­mos:

1) la con­ver­sión del socia­lis­mo del PSOE en una fuer­za capi­ta­lis­ta y nacio­na­lis­ta espa­ño­la, un ins­tru­men­to esta­tal deci­si­vo[1] para man­te­ner la opre­sión del Pue­blo Vasco;

2) la crea­ción de un «mar­xis­mo espa­ñol» direc­ta y explí­ci­ta­men­te nega­dor de los dere­chos nacio­na­les de los pue­blos no espa­ño­les y defen­sor de la «nación espa­ño­la»[2].

Sin embar­go este triun­fo fue efí­me­ro por­que en la segun­da mitad de la déca­da de 1960 se reali­zó defi­ni­ti­va­men­te la fusión entre inde­pen­den­tis­mo y socia­lis­mo.

Tras la gue­rra de 1936 – 1939, la situa­ción de las orga­ni­za­cio­nes de izquier­da era extre­ma­da­men­te débil, y aún así, pudie­ron lan­zar una ofen­si­va socio­po­lí­ti­ca des­de 1947 has­ta comien­zos de los años 50 para pre­sio­nar a los alia­dos para que derro­ca­ran a Fran­co, y para con­se­guir mejo­ras socia­les, anti repre­si­vas y demo­crá­ti­cas[3].

Esta olea­da de luchas tuvo su impor­tan­cia en el pos­te­rior sur­gi­mien­to de EKIN, for­ma­do por un gru­po de jóve­nes uni­ver­si­ta­rios que die­ron paso, más ade­lan­te, en 1959, a la orga­ni­za­ción de ETA (Eus­ka­di eta Aska­ta­su­na, «País vas­co y liber­tad»), por­que demos­tró a un sec­tor de la juven­tud vas­ca que no ser­vían de nada ni el demo­cra­ti­cis­mo pací­fi­co del PNV, ni las for­mas de lucha de masas por duras y heroi­cas que fue­ran, como huel­gas loca­les y gene­ra­les, cie­rres de comer­cios, mani­fes­ta­cio­nes, etc., ya que los alia­dos habían deci­di­do «sal­var a Fran­co», uti­li­zar­lo como baluar­te anti­co­mu­nis­ta, y ya que el PNV acep­tó el mis­mo obje­ti­vo supe­di­tán­do­se incon­di­cio­nal­men­te a la polí­ti­ca de los Esta­dos Uni­dos.

Un pun­to impor­tan­te en el que hay que rein­ci­dir aquí es el papel de la prác­ti­ca colec­ti­va como des­en­ca­de­na­dor de nue­vas refle­xio­nes crí­ti­cas en los gru­pos orga­ni­za­dos, así como en el hecho de que sea duran­te las fases de lucha más duras cuan­do se sien­tan las con­di­cio­nes para pos­te­rio­res avan­ces prác­ti­cos. Como hemos al tra­tar de las «gue­rras car­lis­tas» y sus efec­tos con­cien­cia­do­res sobre la iden­ti­dad vas­ca, y como hemos vuel­to a ver duran­te y tras la dic­ta­du­ra de 1923 – 1931, aho­ra la expe­rien­cia nacio­nal e inter­na­cio­nal apren­di­da en el perío­do de 1947 – 1954, espe­cial­men­te la revo­lu­ción cuba­na y fren­te al colo­nia­lis­mo fran­cés, la gue­rra de inde­pen­den­cia de Viet­nam y Arge­lia, ten­drá impor­tan­cia para el pos­te­rior resur­gi­mien­to de la auto­or­ga­ni­za­ción popu­lar des­de media­dos de los años 60 en adelante.

2. LA IZQUIERDA ABERTZALE

2.1. INDEPENDENTISMO SOCIALISTA

La crea­ción de un socia­lis­mo inde­pen­den­tis­ta, de una espe­cie de «mar­xis­mo vas­co» en su pri­me­ra ela­bo­ra­ción lle­gó a su momen­to crí­ti­co en la lar­ga Vª Asam­blea de ETA. No fue un par­to fácil y cor­to. Des­de la izquier­da no inde­pen­den­tis­ta, esta pri­me­ra defi­ni­ción fue tacha­da de «nota­ble ambi­güe­dad y fal­ta de defi­ni­ción polí­ti­ca»[4] por­que no se ate­nía a lo esta­ble­ci­do has­ta entonces.

Como siem­pre suce­de en la his­to­ria del socia­lis­mo, el sur­gi­mien­to de una teo­ría que inte­gre lo bueno de la ante­rior en un sis­te­ma más amplio y rico, nece­si­tó de:

- pri­me­ro, una lar­ga ten­sión inter­na cada vez más inso­por­ta­ble has­ta que esta­lló en una escisión;

- segun­do, de un perío­do de cua­tro meses, de diciem­bre de 1966 a mar­zo de 1967, duran­te el cual se mate­ria­li­zó la esci­sión, y

- ter­ce­ro, de un perío­do pos­te­rior de afian­za­mien­to de la nue­va pra­xis has­ta dar el sal­to al pun­to de no retorno en verano de 1968.

Sin embar­go, como todo pro­ce­so, la fuer­za de esta nue­va pra­xis depen­día de que se fue­ra con­fir­man­do en su lucha, de mane­ra que no pasa­ría mucho tiem­po has­ta que apa­re­cie­ran nue­vas con­tra­dic­cio­nes que gene­ra­rían suce­si­vas esci­sio­nes, bifur­ca­cio­nes y enri­que­ci­mien­tos del inde­pen­den­tis­mo teó­ri­co. En un con­tex­to mar­ca­do por la irrup­ción de una cri­sis capi­ta­lis­ta mun­dial a fina­les de los años 60, por la cri­sis ter­mi­nal del fran­quis­mo y por el ascen­so de la lucha de libe­ra­ción del Pue­blo Vas­co, en este con­tex­to, la fusión entre socia­lis­mo e inde­pen­den­tis­mo sur­gió del inte­rior de estas con­tra­dic­cio­nes, lo que garan­ti­zó que la Vª Asam­blea esta­ble­cie­ra la «madu­rez polí­ti­ca de ETA» que en enero de 1968 ofi­cia­li­za su idea­rio en la revis­ta Zutik nº 48 «de noto­ria influen­cia maoís­ta»[5], en el que se defi­ne cla­ra­men­te que «en el País Vas­co la lucha de cla­ses adop­ta la fór­mu­la de Lucha de Libe­ra­ción Nacio­nal». Dicha Vª Asam­blea defi­ni­rá y hará suyo así el nacio­na­lis­mo que lucha por la libe­ra­ción nacio­nal y social del pue­blo vas­co como «nacio­na­lis­mo revo­lu­cio­na­rio» en con­tra­po­si­ción al nacio­na­lis­mo cho­vi­nis­ta y peque­ño­bur­gués[6].

2.2. CUATRO AVANCES DECISIVOS

Un pun­to cla­ve fue la capa­ci­dad de sín­te­sis de cua­tro diná­mi­cas socia­les cada una de ellas con su dife­ren­te tem­po­ra­li­dad his­tó­ri­ca, y con su área de expre­sión espe­cí­fi­ca en el ima­gi­na­rio vas­co tal cual se expre­sa­ba des­de fina­les de los años 50 has­ta fina­les de los 70:

Uno, y el más pro­fun­do en la iden­ti­dad colec­ti­va, la urgen­cia por recu­pe­rar el com­ple­jo lin­güís­ti­co-cul­tu­ral vas­co, no sólo de su len­gua, el Eus­ka­ra, no sólo su cul­tu­ra fol­cló­ri­ca y popu­lar, sino a la vez la recu­pe­ra­ción del «ser comu­nal», de las for­mas socie­ta­rias comu­na­lis­tas, hori­zon­ta­lis­tas y demo­crá­ti­cas auto­or­ga­ni­za­das, que se plas­ma­ron en la apa­ri­ción de movi­mien­tos popu­la­res des­de los años 60 y algo más tar­de, en la for­ma orga­ni­za­ti­va de la izquier­da aber­tza­le, más en «for­ma movi­mien­to» que en «for­ma par­ti­do». Espe­cial sig­ni­fi­ca­ción tie­ne el hecho de que ETA plan­tea­se ya en el pri­mer tex­to ofi­cial de la Vª Asam­blea la nece­si­dad de una uni­ver­si­dad popu­lar vas­ca[7], no bur­gue­sa ni espa­ño­la, como ins­ti­tu­ción deci­si­va para la recu­pe­ra­ción de la len­gua, de la cul­tu­ra y de la his­to­ria del Pue­blo Vasco.

Dos, la nece­si­dad «ins­tin­ti­va» de apren­der de otros movi­mien­tos de libe­ra­ción del lla­ma­do «ter­cer mun­do» mucho más que de la expe­rien­cia espa­ño­la y euro­pea, ya que bue­na par­te del lla­ma­do «mar­xis­mo sin nación»[8] era extre­ma­da­men­te des­pre­cia­ti­va para con la libe­ra­ción vas­ca y con la teo­ría que iba crean­do. Aquí tene­mos que recor­dar lo arri­ba dicho sobre el esta­ta­lis­mo y el sen­ti­do de supe­rio­ri­dad here­da­do del hege­lia­nis­mo y del joven Engels, que de una for­ma u otra con­di­cio­na la estruc­tu­ra con­cep­tual del grue­so de las izquier­das euro­peas. Las acu­sa­cio­nes de «ter­cer­mun­dis­mo»[9] al inde­pen­den­tis­mo socia­lis­ta vas­co sur­gen no tan­to de su capa­ci­dad de apren­der de estas expe­rien­cias, sino de la incom­pren­sión del papel cru­cial de la defen­sa de «lo común» que sufre la izquier­da occi­den­tal, y que, aho­ra, poco a poco, empie­za a ser supe­ra­da. Los pue­blos anti­im­pe­ria­lis­tas han con­ser­va­do el valor de lo colec­ti­vo, lo han logra­do mal que bien y en muchos casos sólo median­te una deli­be­ra­da polí­ti­ca cul­tu­ral y edu­ca­ti­va des­ti­na­da a recu­pe­rar esos valo­res imprescindibles.

Tres, la recu­pe­ra­ción del con­cep­to cla­ve de «pue­blo tra­ba­ja­dor»[10], que apa­re­ce ya en el socia­lis­mo del siglo XIX, que se man­tie­ne en la III Inter­na­cio­nal, pero que va des­apa­re­cien­do en la izquier­da euro­cén­tri­ca, sien­do sus­ti­tui­do por una visión estruc­tu­ra­lis­ta de las cla­ses, cuan­do no por su nega­ción[11], que no tie­ne en cuen­ta su com­ple­ji­dad y las amplias frac­cio­nes inter­nas situa­das entre las cla­ses tra­ba­ja­do­ras en el capi­ta­lis­mo desa­rro­lla­do. El aban­dono del con­cep­to de «pue­blo tra­ba­ja­dor» en estas izquier­das ha ido uni­do al sobre­di­men­sio­na­mien­to del con­cep­to de «ciu­da­dano»[12], uti­li­za­ble como recur­so peda­gó­gi­co y pro­pa­gan­dís­ti­co pero sin nin­gu­na efi­ca­cia de inves­ti­ga­ción teó­ri­ca para la lucha de cla­ses.

Ade­más, este con­cep­to ayu­dó a supe­rar el «racis­mo xenó­fo­bo» del que par­tía el pri­mer nacio­na­lis­mo del Par­ti­do Nacio­na­lis­ta Vas­co, que reco­gía la tra­di­ción román­ti­ca de fina­les del siglo XIX y que impreg­na­ba todas las rei­vin­di­ca­cio­nes nacio­na­les de aque­lla épo­ca. Así, se defi­nió en aque­lla Vª Asam­blea que «vas­co es todo tra­ba­ja­dor que ven­de su fuer­za de tra­ba­jo en el País Vas­co», en una épo­ca, 1955 – 1970 en la que casi 800.000 inmi­gran­tes espa­ño­les habían acu­di­do a tra­ba­jar a las indus­trias del País vas­co, evi­tan­do así la con­fron­ta­ción de tra­ba­ja­do­res vas­cos fren­te a tra­ba­ja­do­res espa­ño­les[13], y que posi­bi­li­tó en 1970 y 1975 la rea­li­za­ción de enor­mes Huel­gas Gene­ra­les con­tra la repre­sión fran­quis­ta con­tra los mili­tan­tes de ETA con­de­na­dos a muer­te, entre los que se encon­tra­ban tam­bién tra­ba­ja­do­res de ori­gen espa­ñol. Sin embar­go, des­de fue­ra de ETA y pro­ve­nien­te de una de sus esci­sio­nes no inde­pen­den­tis­tas duran­te la Vª Asam­blea, se siguió insis­tien­do en que su ter­cer­mun­dis­mo y esen­cia peque­ño-bur­gue­sa radi­ca­li­za­da, impo­si­bi­li­ta­ban la supera­ción de la xeno­fo­bia[14].

Otro de los logros deci­si­vos de la izquier­da vas­ca fue pre­ci­sa­men­te el de cons­truir duran­te la mis­ma lucha[15] un sin­di­ca­lis­mo socio­po­lí­ti­co[16] que gira­se alre­de­dor del con­cep­to de «pue­blo tra­ba­ja­dor» como suje­to inde­pen­den­tis­ta y socia­lis­ta. A dife­ren­cia de la deri­va cor­po­ra­ti­vis­ta y eco­no­mi­cis­ta de la mayo­ría del sin­di­ca­lis­mo obre­ro clá­si­co de la épo­ca, el vas­co se posi­cio­nó des­de su ini­cio, y no sin pro­ble­mas inter­nos serios pero sobre todo gra­cias a una gran capa­ci­dad de inte­gra­ción, por una for­ma orga­ni­za­ti­va y de fun­cio­na­mien­to que le acer­ca­ban más al sin­di­ca­lis­mo com­ba­ti­vo de los pue­blos anti­im­pe­ria­lis­tas y a las expe­rien­cias más glo­rio­sas del sin­di­ca­lis­mo revo­lu­cio­na­rio euro­peo que a los sin­di­ca­tos inte­gra­dos en el mode­lo de Esta­do key­ne­siano y tay­lor-for­dis­ta, los que ayu­da­ron sobre­ma­ne­ra a des­viar, con­te­ner y echar mar­cha atrás la olea­da pre­rre­vo­lu­cio­na­ria ini­cia­da a fina­les de la déca­da de los años 60 en los paí­ses imperialistas.

Y cua­tro, el papel cla­ve de la eman­ci­pa­ción de la mujer como suje­to colec­ti­vo inser­to en la explo­ta­ción ele­men­tal y total que gol­pea al pue­blo ente­ro[17]. Este fue un logro deci­si­vo de la izquier­da vas­ca pre­ci­sa­men­te cuan­do inclu­so den­tro de los «nue­vos movi­mien­tos socia­les»[18] y de la extre­ma izquier­da estu­dian­til de fina­les de los años 60, no se com­pren­día la nece­si­dad de que las muje­res se dota­ran de su pro­pia orga­ni­za­ción autó­no­ma den­tro de la «for­ma movi­mien­to» común, sino que siguien­do el esque­ma de la «for­ma par­ti­do» se pen­sa­ba que a lo sumo debían exis­tir orga­ni­za­cio­nes mix­tas entre hom­bres y muje­res. Prác­ti­ca­men­te des­de los ini­cios de ETA, des­de 1963, la eman­ci­pa­ción de la mujer apa­re­ce como una nece­si­dad inhe­ren­te a la libe­ra­ción nacio­nal, rei­vin­di­ca­ción que se irá enri­que­cien­do con los años[19].

2.3. AVANZANDO AL PRESENTE

Par­tien­do de estas cua­tro carac­te­rís­ti­cas bási­cas del inde­pen­den­tis­mo socia­lis­ta ya asen­ta­das en los años 70, se com­pren­den mejor tres prác­ti­cas simul­tá­neas en aque­llos años que han deja­do una impron­ta inde­le­ble que, por ello mis­mo, debe ser man­te­ni­da viva en la memo­ria polí­ti­ca de la mili­tan­cia y del pueblo:

1) la lucha per­ma­nen­te por la amnis­tía de los y las pri­sio­ne­ras vascas;

2) la lucha con­tra la nuclea­ri­za­ción de Eus­kal Herria por par­te del Esta­do espa­ñol; y, en gene­ral, por la defen­sa de la tie­rra fren­te a la explo­ta­ción sal­va­je de la natu­ra­le­za por par­te del capitalismo.

3) la inter­re­la­ción de las for­mas de lucha y de resis­ten­cia, huyen­do del uni­la­te­ra­lis­mo que sólo reco­no­ce una de ellas, y reafir­man­do que lo deci­si­vo es la valo­ra­ción polí­ti­ca de los efec­tos nega­ti­vos o posi­ti­vos glo­ba­les de esa inter­re­la­ción sobre y para la mar­cha de los obje­ti­vos irre­nun­cia­bles. Sin mayo­res pre­ci­sio­nes aho­ra, decir que la mili­tan­cia inde­pen­den­tis­ta se for­mó has­ta comien­zos de la déca­da de 1990 en este blo­que con­cep­tual pro­duc­to de una lar­ga refle­xión práctica.

La heca­tom­be de fina­les de los años 80 y el comien­zo de los 90, con la implo­sión de la URSS y del «socia­lis­mo de Esta­do», el recru­de­ci­mien­to neo­li­be­ral e impe­ria­lis­ta, la pro­pa­gan­da sobre el fin de la his­to­ria y el comien­zo de la gue­rra de civi­li­za­cio­nes, los años de expan­sión eco­nó­mi­ca espu­ria y más apa­ren­te que real basa­da en la libe­ra­li­za­ción abso­lu­ta de la vora­ci­dad finan­cie­ra[20], estos y otros cam­bios some­tie­ron a una pro­fun­da cri­sis al ideal socia­lis­ta, comu­nis­ta y mar­xis­ta ‑como que­ra­mos deno­mi­nar­lo aho­ra mis­mo. Se ini­ció una lar­ga tra­ve­sía en el desier­to para todas las fuer­zas de izquier­da que seguían inter­pre­tan­do el mun­do según los dog­mas del «mar­xis­mo occi­den­tal», que no podían com­pren­der los avan­ces en el mar­xis­mo del «ter­cer mun­do» basa­dos en una pro­gre­si­va recu­pe­ra­ción de las luchas comu­na­les de los pue­blos des­de la teo­ría tal cual fue enri­que­ci­da a par­tir de1960 en ade­lan­te[21], lo que uni­do a otros avan­ces les per­mi­tió acer­tar en su visión de que la lucha de cla­ses mun­dial gira­ba hacia Orien­te, hacia las luchas de libe­ra­ción de los pue­blos colo­ni­za­dos[22].

La expan­sión finan­cie­ra que acom­pa­ñó esta deba­cle polí­ti­ca de la izquier­da tra­di­cio­nal ocul­tó la reali­dad de un capi­ta­lis­mo mun­dial que, sin embar­go, se acer­ca­ba len­ta pero inexo­ra­ble­men­te a una cri­sis sobre­co­ge­do­ra[23] como la actual. Para el ideal socia­lis­ta moderno y para las ansias igua­li­ta­ris­tas que nos remi­ten a las pri­me­ras épo­cas del sur­gi­mien­to de la explo­ta­ción en la his­to­ria huma­na, fue demo­le­dor este divor­cio entre la apa­rien­cia de pro­gre­so eco­nó­mi­co, que tam­bién tenía una peque­ña par­te de reali­dad, y el retro­ce­so de las izquier­das clá­si­cas, algu­nas de las cua­les ya habían desaparecido.

Tam­bién la izquier­da inde­pen­den­tis­ta vas­ca sufrió este impac­to, si bien algu­nos deba­tes inter­nos rea­li­za­dos en la mitad de los años 90 para ade­cuar la línea logra­ron redu­cir en algo sus efec­tos nega­ti­vos, pero no total­men­te. Pero al igual que había suce­di­do en situa­cio­nes pasa­das en las que la extre­ma dure­za de la repre­sión agu­di­zó la capa­ci­dad crea­ti­va, aho­ra tam­bién vol­vió a ocu­rrir lo mis­mo tras una serie de nue­vas medi­das repre­si­vas espa­ño­las que liqui­da­ban has­ta los ele­men­ta­les dere­chos bur­gue­ses de libre elec­ción, aso­cia­ción y expre­sión demo­crá­ti­ca al Pue­blo Vas­co, con la excu­sa de la «lucha con­tra el terro­ris­mo». La pri­me­ra déca­da del siglo XXI fue la de más retro­ce­so en las liber­ta­des colec­ti­vas e indi­vi­dua­les des­de la suble­va­ción mili­tar fran­quis­ta en 1936. De este modo y en el tema que aquí nos trae, en estas dos déca­das se des­en­ca­de­na­ron fuer­tes pre­sio­nes inter­nas y exter­nas que sola­men­te pue­den ser supe­ra­das median­te el desa­rro­llo en pro­fun­di­dad del inde­pen­den­tis­mo socialista.

Es por ello, por lo que el Movi­mien­to Vas­co de Libe­ra­ción Nacio­nal, en su con­jun­to, ha rea­li­za­do estos dos últi­mos años, una pro­fun­da refle­xión inter­na en la que han par­ti­ci­pa­do más de 7.000 mili­tan­tes, que le lle­vó a comien­zos del año 2010, a tomar una deci­sión estra­té­gi­ca como es la de abor­dar su pro­ce­so de Libe­ra­ción nacio­nal y social a par­tir de una lucha desa­rro­lla­da exclu­si­va­men­te en el terreno polí­ti­co y demo­crá­ti­co, superan­do el terreno de la con­fron­ta­ción arma­da y desa­rro­llan­do todas las opcio­nes a par­tir de la lucha ins­ti­tu­cio­nal y la movi­li­za­ción popular.

Dicho pro­ce­so de con­fron­ta­ción demo­crá­ti­ca es revo­lu­cio­na­rio en el sen­ti­do que pro­pug­na una pro­fun­da trans­for­ma­ción de la reali­dad actual de nues­tro país tan­to en su con­te­ni­do de cla­se como nacio­nal, y aspi­ra a abrir el camino hacia la inde­pen­den­cia nacio­nal y el socia­lis­mo, obje­ti­vos demo­crá­ti­cos, a tra­vés de la lucha ideo­ló­gi­ca, la lucha de masas y la lucha ins­ti­tu­cio­nal en el con­jun­to de Eus­kal Herria. La crea­ción de un Esta­do vas­co inde­pen­dien­te y socia­lis­ta sólo se lle­va­rá a cabo si es refren­da­do por el con­jun­to de la ciu­da­da­nía vas­ca. Por todo ello, algu­nos deno­mi­nan esta fase como Revo­lu­ción Demo­crá­ti­ca Nacio­nal.

Este paso, a pesar de la repre­sión y la ile­ga­li­za­ción de sus orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas, ha cul­mi­na­do, en alian­za con otros sec­to­res sobe­ra­nis­tas y de izquier­das, en una gran vic­to­ria elec­to­ral en las recien­tes elec­cio­nes muni­ci­pa­les y estruc­tu­ras «fora­les», que han abier­to una pers­pec­ti­va impor­tan­te para otros pasos hacia la liber­tad de este pueblo.

Cual­quier deba­te sobre el avan­ce hacia el socia­lis­mo y a la inde­pen­den­cia debe par­tir de una base ade­cua­da, for­ma­da por la sín­te­sis de cua­tro inves­ti­ga­cio­nes fun­da­men­ta­les: una, qué es el socia­lis­mo y qué es una fase de tran­si­ción al socia­lis­mo; dos, en qué con­tex­to nos encon­tra­mos para avan­zar hacia ell socia­lis­mo cono­cien­do las fases de tran­si­ción; tres, quién es el suje­to colec­ti­vo que diri­ge ese avan­ce; y, cua­tro, qué polí­ti­ca de alian­zas ha de man­te­ner ese suje­to colectivo.

3. REIVENTEMOS EL FUTURO: CONSTRUYAMOS EL SOCIALISMO

3.1. UNA DEFINICIÓN DE SOCIALISMO

Defi­ni­mos por socia­lis­mo la pri­me­ra fase del comu­nis­mo, es decir, una socie­dad con los medios de pro­duc­ción colec­ti­vos, con la pro­duc­ción pla­ni­fi­ca­da según las nece­si­da­des socia­les y regi­da por los valo­res de uso en vez de bajo la dic­ta­du­ra del mer­ca­do y de la ley del valor-tra­ba­jo; auto­ges­ti­na­da por los pro­duc­to­res aso­cia­dos que coope­ran cons­cien­te­men­te según pla­nes social­men­te deba­ti­dos y deci­di­dos, en vez de estar some­ti­da al terror moral del feti­chis­mo de la mer­can­cía. Una socie­dad, por tan­to, sin Esta­do, sin repre­sio­nes y sin apa­ra­tos buro­crá­ti­cos exter­nos y supe­rio­res al pue­blo auto­or­ga­ni­za­do. O sea, una socie­dad sin cla­ses, sin patriar­ca­do y sin opre­sión nacio­nal, por tan­to, una socie­dad mun­dial en los aspec­tos deci­si­vos, aun­que con rit­mos dife­ren­tes que se igua­la­rán en el comunismo.

Pero antes, la socie­dad ha de pasar por la fase de tran­si­ción del capi­ta­lis­mo al socia­lis­mo, fase his­tó­ri­ca con sub­fa­ses inter­nas, en la últi­ma de las cua­les tie­nen que dar­se las siguien­tes carac­te­rís­ti­cas necesarias:

- estar muy avan­za­do el pro­ce­so de des­mer­can­ti­li­za­ción y de aban­dono del valor de cam­bio, sus­ti­tui­do por los valo­res de uso;

- estar muy avan­za­do el pro­ce­so de auto extin­ción del Esta­do obre­ro sus­ti­tui­do por el avan­ce de la admi­nis­tra­ción colec­ti­va de las cosas;

- estar muy avan­za­do el pro­ce­so de la extin­ción de las cla­ses y del sis­te­ma patriar­cal;

- estar muy avan­za­do el pro­ce­so de rein­te­gra­ción de la espe­cie huma­na en la natu­ra­le­za;

- estar muy avan­za­do el pro­ce­so de inter­na­cio­na­li­za­ción socia­lis­ta en base al libre desa­rro­llo de los pue­blos en un con­tex­to de soli­da­ri­dad mutua;
– estar muy avan­za­do el pro­ce­so de reuni­fi­ca­ción del tra­ba­jo inte­lec­tual con el manual; y, por último,

- estar muy avan­za­do el pro­ce­so de extin­ción irre­ver­si­ble de la pro­pie­dad pri­va­da y de las rela­cio­nes socia­les que le son inherentes.

Sin embar­go, antes de este antes, el pue­blo tie­ne que estar orga­ni­za­do y deci­di­do a ven­cer en las vita­les fases de la lucha en las que se deci­de la supera­ción o con­ti­nui­dad del poder bur­gués, su derro­ta o su vic­to­ria. Cuan­ta mayor sea su fir­me­za y su fuer­za obre­ra y popu­lar, cuan­to más amplia y legí­ti­ma sea su hege­mo­nía y su polí­ti­ca de alian­zas, menor será la resis­ten­cia bur­gue­sa. Has­ta el pre­sen­te, nin­gún pro­ce­so socia­lis­ta ha logra­do dar pasos cua­li­ta­ti­vos sin una enco­na­da y has­ta atroz resis­ten­cia bur­gue­sa, siem­pre apo­ya­da por otras bur­gue­sías inter­na­cio­na­les. Aun­que teó­ri­ca­men­te el mar­xis­mo no nie­ga la posi­bi­li­dad de avan­ce pací­fi­co al socia­lis­mo, sí insis­te en que polí­ti­ca y éti­ca­men­te lo más correc­to es pre­pa­rar­se con­cien­zu­da­men­te para las peo­res cir­cuns­tan­cias, ya que de su resul­ta­do depen­de­rá el futu­ro duran­te varias generaciones.

El socia­lis­mo nun­ca pue­de ser impor­ta­do des­de el exte­rior, nun­ca pue­de impo­ner­se a la fuer­za a un pue­blo, sino que debe sur­gir de la fusión entre su expe­rien­cia de lucha con­cre­ta y par­ti­cu­lar, nacio­nal, y la expe­rien­cia gene­ral de la huma­ni­dad explo­ta­da[24]. A lo lar­go de esta fusión des­ta­can cua­tro fuer­zas deci­si­vas: la his­to­ria y la memo­ria de lucha del pue­blo; la exis­ten­cia en su inte­rior de una orga­ni­za­ción revo­lu­cio­na­ria; la ela­bo­ra­ción teó­ri­ca de su pro­yec­to nacio­nal y sus rela­cio­nes inter­na­cio­na­lis­tas. Sin memo­ria no hay orga­ni­za­ción, sin ambas es difí­cil crear un pro­yec­to inde­pen­den­tis­ta y sin rela­cio­nes inter­na­cio­na­les es difí­cil un deba­te teó­ri­co rigu­ro­so que enri­quez­ca el pro­yec­to socialista.

3.2. EL SOCIALISMO COMO PROCESO HISTÓRICO

El socia­lis­mo no es una con­quis­ta que se logra en un solo y úni­co acto revo­lu­cio­na­rio, median­te una insu­rrec­ción o gra­cias a la vic­to­ria de una gue­rra de libe­ra­ción nacio­nal. Es un lar­go pro­ce­so no deter­mi­nis­ta, abier­to al estan­ca­mien­to y a la derro­ta, que va superan­do fases suce­si­vas y cri­sis, y que, sin embar­go, en cada momen­to de su evo­lu­ción, bus­ca acti­var la dia­léc­ti­ca entre los fines y los medios, inten­tan­do que algu­nos de los fines y de los obje­ti­vos empie­cen a estar pre­sen­tes siquie­ra de for­ma ger­mi­nal en las con­quis­tas ya logra­das[25]. Para lograr­lo es impres­cin­di­ble ela­bo­rar un socia­lis­mo no eco­no­mi­cis­ta ni deter­mi­nis­ta, que no supe­di­te el desa­rro­llo omni­la­te­ral del ser humano a los fríos logros eco­nó­mi­cos, sino que ten­ga el enri­que­ci­mien­to plu­ri­di­men­sio­nal del ser humano como el fin a lograr[26]. Un socia­lis­mo que reco­ja e inte­gre en una uni­dad supe­rior lo mejor de las tra­di­cio­nes revo­lu­cio­na­rias[27]de la huma­ni­dad explotada.

El grue­so de la izquier­da tra­di­cio­nal euro­pea, y par­te de la mili­tan­cia inde­pen­den­tis­ta vas­ca, pen­só duran­te mucho tiem­po que el socia­lis­mo se con­quis­ta­ba de la noche a la maña­na, como quien abre una lata de mer­me­la­da. Se pen­só que bas­ta­ba con apli­car correc­ta­men­te el rece­ta­rio de los «libro sagra­dos» para lle­gar al socia­lis­mo, y que si no resul­ta­ba así, si se retra­sa­ba su lle­ga­da o se fra­ca­sa­ba no era por­que los libros habían enve­je­ci­do sino por­que los había­mos apli­ca­do mal. La teo­ría nun­ca se equi­vo­ca­ba, era la reali­dad y la cla­se y el pue­blo quie­nes erra­ban. Pero el socia­lis­mo es en reali­dad el nom­bre que damos a la penúl­ti­ma fase de un lar­go pro­ce­so reple­to de ries­gos y fra­ca­sos que se ini­cia den­tro del capi­ta­lis­mo y sólo se desa­rro­lla ple­na­men­te en el comunismo.

Tener en cuen­ta la natu­ra­le­za de movi­mien­to, del pro­ce­so, de la acción y reac­ción, de la lucha inter­na y exter­na en la diná­mi­ca hacia es socia­lis­mo es deci­si­vo para saber que resul­ta muy peli­gro­so y arries­ga­do inten­tar ade­lan­tar a la his­to­ria, sal­tar por enci­ma de ella para acor­tar­la si es que no exis­ten ya las con­di­cio­nes obje­ti­vas y sub­je­ti­vas que faci­li­ten y exi­jan este sal­to. La pre­ci­pi­ta­ción volun­ta­ris­ta es tan peli­gro­sa como la len­ti­tud temerosa.

Si estu­dia­mos los pro­ce­sos revo­lu­cio­na­rios sin gafas dog­má­ti­cas vemos que en sus ini­cios bus­ca­ron no for­zar reac­cio­nes bur­gue­sas deses­pe­ra­das sino sólo aque­llas medi­das socio­eco­nó­mi­cas[28], polí­ti­cas y repre­si­vas impres­cin­di­bles para ase­gu­rar la super­vi­ven­cia del nue­vo poder pero den­tro de un mar­co de legi­ti­mi­dad lo más amplio posi­ble, basa­do en el cui­da­do con el que las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias sope­sa­ban las pri­me­ras medi­das socio­eco­nó­mi­cas[29], bus­can­do no abrir con­flic­tos toda­vía inne­ce­sa­rios, avan­zar median­te nego­cia­cio­nes con sec­to­res de la bur­gue­sía y de los terra­te­nien­tes siem­pre que ello fue­ra posi­ble, inten­tan­do ampliar las fuer­zas demo­crá­ti­cas y pro­gre­sis­tas que apo­ya­sen al gobierno revo­lu­cio­na­rio, etc., para así expan­dir con méto­dos pací­fi­cos y lo menos vio­len­tos posi­bles las con­quis­tas sociales.

Las revo­lu­cio­nes endu­re­cen sus pos­tu­ras defen­si­vas sólo cuan­do las bur­gue­sías con­tra­ata­can[30], pasan al sabo­ta­je acti­vo, al terro­ris­mo, gene­ra­li­zan la fuga de capi­ta­les y bus­can el empo­bre­ci­mien­to del país, el caos y el des­or­den para debi­li­tar a la revo­lu­ción y lograr que el impe­ria­lis­mo ata­que ya abier­ta­men­te al pue­blo eman­ci­pa­do[31].

Esta refle­xión, demos­tra­da ine­quí­vo­ca­men­te por la his­to­ria, es deci­si­va para la reali­dad vas­ca. No tene­mos fuer­zas mili­ta­res sufi­cien­tes para ven­cer al ejér­ci­to espa­ñol que pro­te­ge al capi­ta­lis­mo vas­co, esto lo ha demos­tra­do la his­to­ria mili­tar des­de fina­les del siglo XIX y antes inclu­so, des­de comien­zos del siglo XVI y des­de fina­les del siglo XII. Ade­más, como hemos dicho antes, la estre­cha inter­co­ne­xión socio­eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca de la bur­gue­sía vas­ca con la espa­ño­la y la fran­ce­sa, la par­te de la pobla­ción que vive en nues­tro país pero que se sien­te espa­ño­la o fran­ce­sa, etc., estas reali­da­des nos exi­gen apli­car la estra­te­gia de acu­mu­la­ción de fuer­zas que ya rea­li­za­ron otros paí­ses eman­ci­pa­dos en sus pri­me­ros pasos y que inten­ta­ron seguir apli­can­do has­ta que la fero­ci­dad del capi­tal les obli­gó a endu­re­cer sus decisiones.

3.3. EL CAPITALISMO ACTUAL Y SU CRISIS

No tene­mos espa­cio ape­nas para dejar cla­ro un prin­ci­pio deci­si­vo: el capi­tal es la cri­sis, el capi­ta­lis­mo siem­pre está en con­tra­dic­ción con­si­go mis­mo, en su inte­rior, y por eso siem­pre está en cri­sis inter­na, lar­va­da, laten­te y con ten­den­cia a emer­ger a la super­fi­cie. Cuan­do esto suce­de, y siem­pre ter­mi­na suce­dien­do, la cri­sis apa­re­ce públi­ca­men­te, en el exte­rior, en la superficie.

La lógi­ca for­mal, la ideo­lo­gía domi­nan­te, sólo se per­ca­ta de la cri­sis una vez que esta­lla como un vol­cán des­de el fon­do de las con­tra­dic­cio­nes, pero no antes. Mien­tras que el vol­cán está dor­mi­do, bullen­do úni­ca­men­te en sus entra­ñas no acce­si­ble a la ideo­lo­gía bur­gue­sa, en estos perío­dos cada vez más cor­tos, sólo la mino­ría mar­xis­ta sabe que la cri­sis se incu­ba en la raíz de la civi­li­za­ción del capi­tal, dis­pues­ta a emer­ger a la super­fi­cie bajo muchas for­mas, que pue­den ter­mi­nar en una gran crisis.

El capi­ta­lis­mo se encuen­tra bajo una cri­sis «nue­va», es decir, una cri­sis que con­ju­ga lo esen­cial y per­ma­nen­te de las cri­sis del modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta con for­mas nue­vas que se han mate­ria­li­za­do defi­ni­ti­va­men­te en el últi­mo medio siglo. Aun­que para cono­cer y domi­nar la teo­ría mar­xis­ta de las cri­sis debe­mos a la vez domi­nar y emplear la dia­léc­ti­ca mate­ria­lis­ta, sus cate­go­rías y leyes, aho­ra no pode­mos exten­der­nos en este impor­tan­te aspec­to, sola­men­te pode­mos decir que todas las crí­ti­cas, todas, a la teo­ría mar­xis­ta de la cri­sis mues­tran un des­co­no­ci­mien­to agu­do del méto­do dia­léc­ti­co, igno­ran­cia que se pre­ten­de ocul­tar muchas veces bajo un man­to de deter­mi­nis­mo mecanicista.

El capi­ta­lis­mo está suje­to como toda eco­no­mía a la ley del aho­rro de ener­gía y a la ley de la pro­duc­ti­vi­dad del tra­ba­jo, pero tam­bién y exclu­si­va­men­te a la ley del valor-tra­ba­jo; a la vez está suje­to a leyes ten­den­cia­les espe­cí­fi­cas y úni­cas de este modo de pro­duc­ción, y a con­tra­dic­cio­nes irre­con­ci­lia­bles que tien­den a agu­di­zar­se y esta­llar. Las cri­sis son el resul­ta­do nece­sa­rio de esta com­ple­jí­si­ma inter­ac­ción, de modo que, por un lado, esta­llan con carác­ter cau­sal; por otro, su for­ma de esta­lli­do es casual debi­do a la dia­léc­ti­ca del azar y de la nece­si­dad; y, por últi­mo, las sali­das o estan­ca­mien­tos de las cri­sis res­pon­den, por ello mis­mo, a la sín­te­sis polí­ti­ca median­te la que ope­ra mate­rial­men­te esta complejidad.

Bási­ca­men­te, esto expli­ca que toda cri­sis por peque­ña y par­cial que sea tie­ne siem­pre for­mas «nue­vas» con res­pec­to a las ante­rio­res de su mis­ma cate­go­ría esen­cial, a la vez que debi­do a la ten­den­cia al aumen­to de la difi­cul­tad de acu­mu­la­ción y rea­li­za­ción del bene­fi­cio, el capi­ta­lis­mo nece­si­ta crear nue­vas ramas pro­duc­ti­vas y abrir nue­vos mer­ca­dos, lo que le lle­va inexo­ra­ble­men­te a agu­di­zar, inten­si­fi­car y ampliar con­tra­dic­cio­nes estruc­tu­ra­les laten­tes o embrio­na­ria des­de su origen.

Des­de la déca­da de 1960 en ade­lan­te, tres con­tra­dic­cio­nes «nue­vas», que ya esta­ban en ger­men des­de el naci­mien­to del capi­ta­lis­mo, se han vuel­to extre­mas: la ener­gé­ti­ca, la eco­ló­gi­ca y la mili­tar. Las tres inter­ac­túan con la espe­cí­fi­ca­men­te eco­nó­mi­ca for­zan­do un cam­bio cua­li­ta­ti­vo en la his­to­ria del capi­tal: mal­vi­vi­mos en una fase nue­va en la que la cri­sis ame­na­za la exis­ten­cia mis­ma de la espe­cie huma­na, cosa que nun­ca antes había ocurrido.

Jamás en la his­to­ria del capi­tal, su irra­cio­na­lis­mo glo­bal han domi­na­do tan aplas­tan­te­men­te a su racio­na­lis­mo par­cial, como en el pre­sen­te. El fra­ca­so del key­ne­sia­nis­mo es un ejem­plo con­tun­den­te. Esto no quie­re decir que esté pró­xi­mo su derrum­be, sino que se mul­ti­pli­ca­rá su ten­den­cia a la des­truc­ción impla­ca­ble de fuer­zas pro­duc­ti­vas como úni­ca solu­ción para seguir vivien­do. El capi­tal vive gra­cias a la muer­te, y la pri­me­ra fuer­za pro­duc­ti­va que nece­si­ta matar, pero de la cual vive, es la natu­ra­le­za con la espe­cie huma­na en su inte­rior, por cuan­to par­te inter­na de la natu­ra­le­za. Por esto mis­mo, no com­pren­de­mos nada del capi­ta­lis­mo con­tem­po­rá­neo y de su futu­ro, así como tam­po­co del futu­ro del socia­lis­mo, si no par­ti­mos en todo momen­to de esta reali­dad obje­ti­va: el capi­tal es un bru­jo que no pue­de domi­nar las fuer­zas des­truc­ti­vas que ha des­ata­do con sus con­ju­ros por el máxi­mo bene­fi­cio en el míni­mo tiem­po y sin repa­rar en los devas­ta­do­res efec­tos desencadenados.

3.4. EL ESTADO COMO NECESIDAD

Tenien­do esto en cuen­ta, la rei­vin­di­ca­ción de un Esta­do vas­co apa­re­ce como la úni­ca garan­tía de super­vi­ven­cia y de avan­ce a la tran­si­ción al socia­lis­mo. Cada una de las cri­sis par­cia­les que hemos vis­to arri­ba nos remi­te a la nece­si­dad de un poder popu­lar como úni­co recur­so para solu­cio­nar­las en bene­fi­cio del pue­blo. La cues­tión del poder polí­ti­co, es decir, del Esta­do, apa­re­ce a comien­zos del siglo XXI con más tras­cen­den­cia que nun­ca antes. Un poder esta­tal del Pue­blo Vas­co que le garan­ti­ce su auto­cons­truc­ción[32], muy espe­cial­men­te en la fase actual del impe­ria­lis­mo que ha exa­cer­ba­do su estra­te­gia de des­po­se­sión[33].

En el modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta, el Esta­do, ade­más de ser la «for­ma polí­ti­ca del capi­tal»[34], es a la vez la «matriz espa­cio-tem­po­ral» en la que se des­en­vuel­ve la con­tra­dic­ción expan­si­vo-cons­tric­ti­va inhe­ren­te a la defi­ni­ción sim­ple de capi­tal, de modo que el Esta­do impi­de y con­tro­la, en la medi­da de lo posi­ble, que las ten­den­cias mun­dia­li­za­do­ras de los capi­ta­les, sus fuer­zas cen­trí­fu­gas que nece­si­tan mer­ca­dos extran­je­ros, des­bor­den y superen a las fuer­zas cen­trí­pe­tas, pro esta­ta­les, que sur­gen de la nece­si­dad cie­ga de dis­po­ner de un espa­cio segu­ro en el que acu­mu­lar los bene­fi­cios, man­te­ner una base de explo­ta­ción social y dis­po­ner de un poder mili­tar que le pro­te­ja inter­na y exter­na­men­te: «a par­tir de la inter­ven­ción esta­tal se abre la posi­bi­li­dad para el libre jue­go de la ley del valor»[35].

Ade­lan­tán­do­se a Már­mo­ra, S. de Brunhoff nos recor­dó[36] la insis­ten­cia de la admi­nis­tra­ción nor­te­ame­ri­ca­na en 1973 de que su Esta­do segui­ría sien­do nece­sa­rio tan­to al comien­zo del capi­ta­lis­mo como en la fase de la trans­na­cio­na­li­za­ción del capi­tal. Lue­go, N. Klein demos­tró el cru­cial papal del Esta­do impe­ria­lis­ta en la con­tra­rre­vo­lu­ción neo­li­be­ral ini­cia­da en 1973 y en la polí­ti­ca mili­ta­ris­ta y terro­ris­ta[37]. Por no exten­der­nos, poco des­pués R. Jes­sop ases­ta­ba otro gol­pe demo­le­dor a la pro­pa­gan­da neo­li­be­ral sobre la «des­apa­ri­ción» del Esta­do capi­ta­lis­ta indi­can­do que éste no des­apa­re­cía sino que se for­ta­le­cía median­te cri­sis y refor­mas perió­di­cas[38]. Las adap­ta­cio­nes de los Esta­dos a las nece­si­da­des del capi­tal depen­den de la lucha de cla­ses en su inte­rior y de las pre­sio­nes exter­nas, que en reali­dad son par­te de la con­tra­dic­ción expan­si­vo-cons­tric­ti­va inhe­ren­te a la defi­ni­ción sim­ple de capi­tal. Según se des­en­vuel­va esta lucha de con­tra­rios en su tota­li­dad se pro­du­ci­rán tales o cua­les adap­ta­cio­nes esta­ta­les bur­gue­sas o, tal vez pue­da sur­gir otro Esta­do-nación «aun­que de nin­gu­na mane­ra en el sen­ti­do bur­gués»[39].

Pero en los pue­blos opri­mi­dos nacio­nal­men­te, el pro­ble­ma se com­pli­ca al no exis­tir un Esta­do pro­pio, lo que sig­ni­fi­ca que el pue­blo tra­ba­ja­dor sufre dos opre­sio­nes en una: la nacio­nal y la de cla­se. No es casua­li­dad que la Vª Asam­blea de ETA reco­no­cie­se en su docu­men­to sobre el pue­blo tra­ba­ja­dor vas­co que exis­te una «nación obre­ra» enfren­ta­da a la «nación bur­gue­sa» den­tro de la mis­ma nación opri­mi­da[40]. Des­de esta pers­pec­ti­va pode­mos com­pren­der mejor las limi­ta­cio­nes y los acier­tos de J. Breuilly cuan­do expli­ca las inter­ac­cio­nes entre el «con­flic­to comu­nal» y el nacio­na­lis­mo, enten­dien­do el pri­me­ro como la len­gua, la reli­gión y la cul­tu­ra, la etnia, etc.[41].

Para una nación como la vas­ca en la que estas y otras carac­te­rís­ti­cas comu­na­les están ofi­cial­men­te supe­di­ta­das al nacio­na­lis­mo fran­cés y espa­ñol, cuan­do no prohi­bi­das, la tarea urgen­te que se pre­sen­ta es cómo defen­der y (re)construir la iden­ti­dad del pue­blo opri­mi­do social y nacionalmente. 

Aquí inter­vie­ne de for­ma deci­si­va el pro­yec­to socia­lis­ta por tres razo­nes básicas:

- una, la cons­truc­ción de la «nación obre­ra» ver­te­bra­da por el «pro­le­ta­ria­do vas­co con con­cien­cia nacio­nal de clase»;

- otra la polí­ti­ca socia­lis­ta de la «nación obre­ra» para atraer a su mode­lo amplios sec­to­res popu­la­res y peque­ño bur­gue­ses suje­tos toda­vía a la «nación bur­gue­sa», que se opon­drá a la inde­pen­den­cia, como correc­ta­men­te advier­te ETA[42]; y

- últi­ma, la pro­pia defi­ni­ción socia­lis­ta de Esta­do-nación, que no debe girar hacia el espa­cio del libre jue­go de la ley del valor, sino hacia su pro­gre­si­va abo­li­ción his­tó­ri­ca, lo que plan­tea el cru­cial pro­ble­ma de la defi­ni­ción de la pro­pie­dad, tema con el que cerra­re­mos este escrito.

3.5. HEGEMONÍA OBRERA Y POPULAR

Hemos insis­ti­do en el obje­ti­vo de la con­quis­ta del Esta­do vas­co por­que es la base sobre la que se levan­ta la lucha de libe­ra­ción, su via­bi­li­dad y su ima­gen prác­ti­ca más fácil­men­te com­pren­si­ble, más peda­gó­gi­ca, para el pue­blo tra­ba­ja­dor vas­co. Con la mira­da pues­ta en el Esta­do vas­co como con­quis­ta tác­ti­ca impres­cin­di­ble, debe­mos empe­zar a defi­nir los pri­me­ros pasos hacia el socia­lis­mo como el avan­ce hacia la hege­mo­nía del inde­pen­den­tis­mo popu­lar, sus­ten­ta­do en el avan­ce de la hege­mo­nía socio­eco­nó­mi­ca del pue­blo tra­ba­ja­dor. La pri­me­ra es la supe­rio­ri­dad polí­ti­ca que se alcan­za con las movi­li­za­cio­nes per­ma­nen­tes, pero fun­da­men­tal­men­te cuan­do se van con­quis­tan­do áreas y espa­cios de poder ins­ti­tu­cio­nal muy bási­cos y rever­si­bles, cuan­do se van des­bor­dan­do una a una las suce­si­vas medi­das repre­si­vas, recor­tes de liber­ta­des bási­cas y prohi­bi­cio­nes y exclu­sio­nes de todo tipo, y cuan­do la izquier­da inde­pen­den­tis­ta triun­fa como pri­me­ra fuer­za en los Ayuntamientos.

Pero que se con­si­gan esos espa­cios de con­tra­po­der popu­lar no supo­ne ape­nas nada si des­de ellos no se hace una sis­te­má­ti­ca polí­ti­ca de cues­tio­na­mien­to del poder esta­ble­ci­do, de peda­go­gía popu­lar, de con­quis­tas en la cali­dad de vida, de aumen­to de los dere­chos y de las liber­ta­des, de reduc­ción de las horas de tra­ba­jo asa­la­ria­do y de aumen­to del tiem­po libre[43], etc. La amar­ga expe­rien­cia de la social­de­mo­cra­cia ale­ma­na, que cre­ció con fuer­za en la polí­ti­ca muni­ci­pal[44], debe ser una per­ma­nen­te adver­ten­cia de la nece­si­dad de la con­cien­cia­ción polí­ti­ca y teó­ri­ca revo­lu­cio­na­ria[45].

Es cier­to que, en esta fase ini­cial, care­ce­mos toda­vía del poder guber­na­ti­vo y de muchas otras áreas de poder admi­nis­tra­ti­vo e ins­ti­tu­cio­nal, que sola­men­te con­quis­ta­re­mos en la medi­da de nues­tros avan­ces. Esto es ver­dad, pero no lo es menos que inclu­so con las peque­ñas cotas de poder legal con­quis­ta­do, con ellas y des­de ellas, pode­mos empe­zar a coor­di­nar otros pasos, a aumen­tar la con­fian­za del pue­blo, a des­mo­ra­li­zar a la cla­se domi­nan­te y a empe­que­ñe­cer su sober­bia, a redu­cir la impu­ni­dad de las fuer­zas poli­cia­les, y a redu­cir y aca­bar con un sin­fín de injus­ti­cias coti­dia­nas, de prohi­bi­cio­nes y de dis­cri­mi­na­cio­nes invi­si­bles tras la omni­pre­sen­cia del dine­ro, del valor de cam­bio y de la mer­can­cía, como los úni­cos defi­ni­do­res de lo real, de la jus­ti­cia y de la libertad.

Saber que el socia­lis­mo es un pro­ce­so de pro­ce­sos inter­na­men­te conec­ta­dos en la lucha deci­si­va con­tra la explo­ta­ción huma­na en cual­quie­ra de sus expre­sio­nes, enten­der­lo así es deci­si­vo para com­pren­der que den­tro de cada una de estas peque­ñas con­quis­tas ya pal­pi­ta el ger­men[46] de lo que será el socia­lis­mo pleno en un futu­ro, si antes no lo hemos hecho fracasar.

Des­de esos pode­res con­quis­ta­dos, des­de los movi­mien­tos popu­la­res, sin­di­ca­les, gru­pos y orga­ni­za­cio­nes socia­les de todo tipo, se debe y se pue­de ya ade­lan­tar prác­ti­cas de con­quis­ta y recu­pe­ra­ción de «lo común», de los «bie­nes públi­cos mun­dia­les»[47], tan­to en lo mate­rial como en lo sim­bó­li­co, en lo social como en lo his­tó­ri­co, prác­ti­cas que tien­den a desa­rro­llar valo­res como «la iden­ti­dad, la opo­si­ción y la ideo­lo­gía de cam­bio»[48].

Des­de la pers­pec­ti­va del socia­lis­mo como un pro­ce­so en el que la hege­mo­nía inde­pen­den­tis­ta va con­quis­tan­do islas de con­tra­po­der que pasan a ser archi­pié­la­gos de con­tra­po­der coor­di­na­do y dota­do de unos obje­ti­vos comu­nes, en esta medi­da se pue­de ya avan­zar en pasos socio­eco­nó­mi­cos, socio­cul­tu­ra­les, demo­crá­ti­cos, etc., que si bien son res­trin­gi­dos ade­lan­tan en sus peque­ñas prác­ti­cas sig­ni­fi­ca­ti­vas poten­cia­li­da­des de crea­ti­vi­dad popu­lar, que tien­den a des­bor­dar la lógi­ca del capi­tal[49]. Y es impres­cin­di­ble con­quis­tar la supre­ma­cía mediá­ti­ca, perio­dís­ti­ca, infor­ma­ti­va y crí­ti­ca popu­lar masi­va que se impon­ga sobre la indus­tria polí­ti­co-mediá­ti­ca capi­ta­lis­ta, pare evi­tar, entre otros, la amar­ga expe­rien­cia del Fren­te Popu­lar Chi­leno[50] a ini­cios de los años 70.

Este cri­te­rio es tan­to más deci­si­vo cuan­to que, como hemos dicho arri­ba, mal­vi­vi­mos en medio de una lar­ga cri­sis que ha arrui­na­do las finan­zas de los ayun­ta­mien­tos y de las dipu­tacio­nes, que empo­bre­ce a las fami­lias obre­ras y que aumen­ta la nece­si­dad de polí­ti­cas públi­cas de asis­ten­cia social. Se tra­ta de la urgen­cia de «recom­po­ner los víncu­los» [51] socia­les des­trui­dos por la cri­sis. Por tan­to, en este con­tex­to, un peque­ño ayun­ta­mien­to, o cual­quier otra ins­ti­tu­ción, adquie­re una impor­tan­cia muy gran­de para dece­nas de miles de per­so­nas y para el pue­blo en su conjunto.

La lis­ta de nece­si­da­des a satis­fa­cer es tan inaca­ba­ble como la de pro­yec­tos socia­les a rea­li­zar. Por ejem­plo, masi­fi­car gra­tui­ta­men­te el uso popu­lar de Inter­net y de las nue­vas tec­no­lo­gías (NTC) para demo­cra­ti­zar las infor­ma­cio­nes, rom­per el mono­po­lio bur­gués de la pren­sa, poli­ti­zar la vida popu­lar faci­li­tan­do que des­de los domi­ci­lios las per­so­nas mayo­res pue­dan comu­ni­car­se con el mun­do, y así un lar­go etcétera.

3.6. GOBIERNO E INDEPENDENCIA SOCIALISTA

Pero debe­mos ser cons­cien­tes de que, de seguir con esa ten­den­cia a la supera­ción de los lími­tes más infe­rio­res del poder esta­ble­ci­do, más tem­prano que tar­de nos vere­mos abo­ca­dos a inten­tar for­mar un gobierno pro­pio. No hay otra solu­ción, y ade­más, en las con­di­cio­nes vas­cas, ape­nas tene­mos refe­ren­tes exter­nos que pue­dan indi­car­nos qué tene­mos que hacer y cómo, al menos en estos pri­me­ros pasos. Recuér­de­se que toda­vía nos move­mos den­tro del poder bur­gués y bajo la domi­na­ción espa­ño­la y fran­ce­sa, a pesar de que vamos recu­pe­ran­do par­ce­las, islas de con­tra­po­der en las que avan­zar a esfe­ras de post­ca­pi­ta­lis­mo ais­la­das y cer­ca­das pero acti­vas, a pesar de esto, toda­vía esta­mos muy cons­tre­ñi­dos legal­men­te para la pues­ta en prác­ti­ca de alter­na­ti­vas que tie­nen con­te­ni­dos post­ca­pi­ta­lis­tas y protosocialistas.

Aún así, en los espa­cios recu­pe­ra­dos, es nece­sa­rio impul­sar coope­ra­ti­vas obre­ras y popu­la­res de pro­duc­ción y con­su­mo en zonas de mayo­ría inde­pen­den­tis­ta y socia­lis­ta. Ya hemos tra­ta­do esta cues­tión en exten­so en otro tex­to[52], por lo que aho­ra nos limi­ta­mos a recor­dar que Engels reco­men­da­ba en 1883 a los cam­pe­si­nos ale­ma­nes que recu­pe­ra­ran la anti­gua comu­na rural para avan­zar hacia el socia­lis­mo median­te una vía eco­nó­mi­ca no capi­ta­lis­ta[53]. De cual­quier modo, la expe­rien­cia inter­na­cio­nal nos mues­tra que los inten­tos de avan­zar al socia­lis­mo median­te la «eco­no­mía social», el apo­yo mutuo, y un lar­go etcé­te­ra, nece­si­tan del apo­yo de un poder popu­lar[54] y de una estra­te­gia defi­ni­da y valiente.

En situa­cio­nes de dura cri­sis estruc­tu­ral de lar­ga dura­ción, el inde­pen­den­tis­mo socia­lis­ta tie­ne la obli­ga­ción de recu­pe­rar teó­ri­ca­men­te las muy ricas expe­rien­cias de ini­cia­ti­va popu­lar para paliar la cri­sis evi­tan­do las tram­pas de la «eco­no­mía endó­ge­na»[55]en las regio­nes y comar­cas y orien­ta­das a la satis­fac­ción de las nece­si­da­des socia­les antes que las de la bur­gue­sía, que se han desa­rro­lla­do a lo lar­go de los dece­nios prác­ti­ca­men­te por todo el mun­do. Y tie­ne la obli­ga­ción de ade­cuar esas expe­rien­cias a la reali­dad del capi­ta­lis­mo vas­co, en la medi­da en que se pueda.

Pues bien, esta diná­mi­ca más tem­prano que tar­de exi­ge mayo­res cotas de poder polí­ti­co por la sim­ple razón de que los avan­ces que se pue­den rea­li­zar con las medi­das arri­ba expues­tas, a pesar de ser nece­sa­rios, tie­nen un alcan­ce limi­ta­do si ana­li­za­mos la com­po­si­ción socio­eco­nó­mi­ca y cla­sis­ta del Pue­blo Vas­co. No esta­mos rela­ti­vi­zan­do la impor­tan­cia de esas pro­pues­tas, no, entre otras cosas por­que el coope­ra­ti­vis­mo, por ejem­plo, pue­de y debe apli­car­se a ramas eco­nó­mi­cas más impor­tan­tes, por­que la eco­no­mía eco­ló­gi­ca, etc., pue­den y deben apli­car­se a áreas más exten­sas, etc.

Lo que esta­mos dicien­do es que una socie­dad capi­ta­lis­ta indus­tria­li­za­da es cua­li­ta­ti­va­men­te más com­ple­ja que un ayun­ta­mien­to o que un valle con mayo­ría inde­pen­den­tis­ta, por gran­de e indus­trio­so que sea el valle. Por ejem­plo, la polí­ti­ca con res­pec­to al capi­tal finan­cie­ro y a la ban­ca pri­va­da, a las cajas de aho­rro y a otras enti­da­des simi­la­res requie­re de un poder polí­ti­co supe­rior al de un ayun­ta­mien­to o dipu­tación, requie­re un poder guber­na­ti­vo como ante­sa­la del poder esta­tal[56]. Lo mis­mo tene­mos que decir en rela­ción a la polí­ti­ca indus­trial, de infra­es­truc­tu­ras, ener­gé­ti­ca, edu­ca­ti­vas, etc. Con­quis­tar el poder del gobierno lle­ga a ser deci­si­vo una vez que se las luchas zona­les des­bor­dan sus mar­cos y conec­tan con la nece­si­dad de estra­te­gias nacio­na­les uni­ta­rias. Estas sola­men­te las pue­de desa­rro­llar, en una pri­me­ra ins­tan­cia, un gobierno de izquier­das, socia­lis­ta e inde­pen­den­tis­ta, aun­que toda­vía no dis­pon­ga de Esta­do pro­pio, aun­que esté bajo la vigi­lan­cia de los Esta­dos espa­ñol y francés.

3.7. PUEBLO TRABAJADOR Y CLASES MEDIAS

Según el méto­do dia­léc­ti­co de los con­cep­tos «fle­xi­bles», «fluc­tuan­tes», «abier­tos», «móvi­les», «borro­sos»[57], etc., pode­mos esta­ble­cer un míni­mo de tres nive­les con­cep­tua­les de más gene­ra­li­za­ción abar­ca­do­ra a más con­cre­ción teó­ri­ca y social:

- las «más amplias masas explo­ta­das» están com­pues­tas por el pue­blo más fran­jas socia­les auto­ex­plo­ta­das, cas­tas inte­lec­tua­les y de pro­fe­sio­nes libe­ra­les, peque­ña bur­gue­sía y has­ta media­na bur­gue­sía some­ti­da a la opre­sión nacional;

- el «pue­blo tra­ba­ja­dor» for­ma­do por las masas explo­ta­das eco­nó­mi­ca, polí­ti­ca e ideo­ló­gi­ca­men­te; y

- la cla­se obre­ra en cuan­to tal y que cons­ti­tu­ye la colum­na ver­te­bral de los dos anteriores.

Una cues­tión deci­si­va es que en los tres con­cep­tos debe fusio­nar­se la con­cien­cia-en-si con la con­cien­cia-para-sí, requi­si­to impres­cin­di­ble para poder hablar de pue­blo con auto­con­cien­cia nacio­nal de cla­se, eje del inde­pen­den­tis­mo socialista.

La socie­dad vas­ca es com­ple­ja, como el res­to de capi­ta­lis­mos indus­tria­les, pero tie­ne el agra­van­te de que la opre­sión nacio­nal que sufre faci­li­ta que los Esta­dos pue­dan movi­li­zar sec­to­res socia­les que se sien­ten espa­ño­les y fran­ce­ses, así como el agra­van­te de que la bur­gue­sía vas­ca tam­bién tie­ne su blo­que social de apo­yo. Hay que con­tar con ambas fuer­zas, y no despreciarlas.

Por si fue­ra poco, en un con­tex­to his­tó­ri­co de lar­ga cri­sis estruc­tu­ral la izquier­da ha de cui­dar no repe­tir los erro­res que en los años 20 y 30 favo­re­cie­ron el sur­gi­mien­to del nazi­fas­cis­mo en gran­des zonas euro­peas. Por la expe­rien­cia habi­da has­ta el pre­sen­te, el nazi­fas­cis­mo no es un movi­mien­to de masas en Eus­kal Herria, y es muy dudo­so que lle­gue a ser­lo, pero el inde­pen­den­tis­mo socia­lis­ta sí tie­ne que cui­dar en gra­do extre­mo el que sec­to­res de las «cla­ses medias» y de la vie­ja y nue­va peque­ña bur­gue­sía opten por apo­yar a la bur­gue­sía vas­ca, a su pro­gra­ma de nego­cia­ción a la baja con los Esta­dos espa­ñol y fran­cés para que estos les cobi­jen bajo su para­guas protector.

La cri­sis actual está gol­pean­do a las cla­ses medias[58] y a la peque­ña bur­gue­sía[59], a los «nue­vos empre­sa­rios», a las fami­lias que se han endeu­da­do para abrir nego­cios uni­fa­mi­lia­res que sobre­vi­ven a duras penas. Las cri­sis siem­pre gol­pean a estos sec­to­res, ade­más de a las cla­ses tra­ba­ja­do­ras, pero en la actual el daño infrin­gi­do es mucho mayor cuan­ti­ta­ti­va y cua­li­ta­ti­va­men­te. Como deci­mos, si bien la posi­bi­li­dad de un giro al nazi­fas­cis­mo es muy remo­ta, excep­to en gru­pos loca­li­za­dos, sí es más fac­ti­ble que en una situa­ción de empeo­ra­mien­to social acen­tua­do y de ausen­cia de pro­gra­mas alter­na­ti­vos a los de la bur­gue­sía, por inca­pa­ci­dad de la izquier­da de ofre­cér­se­lo, estas fran­jas socia­les ter­mi­nen sien­do la fuer­za de cho­que[60] de una bur­gue­sía endu­re­ci­da y dis­pues­ta a arre­me­ter con­tra la izquier­da inde­pen­den­tis­ta. De hecho, algo simi­lar ya ha ocu­rri­do en el pasa­do, y la alian­za entre bur­gue­sía autóc­to­na y Esta­do espa­ñol logró movi­li­zar a sec­to­res sig­ni­fi­ca­ti­vos con­tra la izquier­da inde­pen­den­tis­ta. Hay que evi­tar que eso vuel­va a ocu­rrir y exis­ten dos for­mas de lograrlo.

Una es, como deci­mos, crear un pro­gra­ma socio­eco­nó­mi­co inclu­yen­te y abar­ca­dor que bajo la hege­mo­nía popu­lar[61] ofrez­ca a esos sec­to­res una par­ti­ci­pa­ción res­pon­sa­ble y crea­ti­va en la eman­ci­pa­ción de su pue­blo, una par­ti­ci­pa­ción que com­pen­se con alter­na­ti­vas cul­tu­ra­les, teó­ri­cas, éti­cas y de cali­dad de vida ‑menos tiem­po de tra­ba­jo nece­sa­rio, otras rela­cio­nes socia­les, etc.-, las cesio­nes que tie­nen que hacer en sus for­mas tra­di­cio­na­les de vivir y desear el con­su­mis­mo y la osten­ta­ción para apa­ren­tar que están uno o dos nive­les de esta­tus social por enci­ma del suyo verdadero.

Es sabi­do que estas cla­ses y frac­cio­nes de cla­ses dan mucha impor­tan­cia al deseo de ascen­so social siquie­ra apa­ren­te para mos­trar en su for­ma de vida exter­na que real­men­te ha ascen­di­do a la cla­se bur­gue­sa. Cuan­do ese deseo está pues­to en peli­gro por la cri­sis, empie­zan a girar al cen­tro-dere­cha y cuan­do la agra­va­ción de la cri­sis les empo­bre­ce mate­rial­men­te ese giro dere­chis­ta pue­de vol­ver­se extre­ma­da­men­te auto­ri­ta­rio[62], en bus­ca de un líder con un pro­gra­ma fuer­te que reins­tau­re el orden. Fren­te a esta posi­bi­li­dad, la izquier­da tie­ne el recur­so de pre­sen­tar un pro­gra­ma de inte­gra­ción en el que la eco­no­mía social, la reduc­ción del tiem­po de tra­ba­jo, una for­ma de vida cua­li­ta­ti­va­men­te mejor, etc., pue­da com­pe­tir con visos de triun­fo con la inal­can­za­ble pro­me­sa de inte­grar­se en la burguesía. 

La otra va uni­da a la ante­rior aun­que la ana­li­za­mos por sepa­ra­do, se refie­re a la crea­ción de un mode­lo nacio­nal pro­gre­sis­ta, que sea una alter­na­ti­va iden­ti­ta­ria que dé con­fian­za en un mun­do que pare­ce no tener refe­ren­tes, des­te­rri­to­ria­li­za­do y des­ma­te­ri­za­li­za­do por la tec­no­lo­gía y el «fre­ne­sí mer­can­til» de la cul­tu­ra bur­gue­sa[63]. No es casua­li­dad que los pue­blos que luchan por su eman­ci­pa­ción socia­lis­ta cons­tru­yan refe­ren­tes nacio­na­les con valo­res humano-gené­ri­cos uni­ver­sa­les pro­gre­sis­tas, como soli­da­ri­dad, inter­na­cio­na­lis­mo, apo­yo mutuo, dere­chos colec­ti­vos, dere­cho a los bie­nes comu­nes y otros más, mien­tras que la glo­ba­li­za­ción y el neo­li­be­ra­lis­mo ofrez­can indi­vi­dua­lis­mos extre­mos, ais­la­dos y egoís­tas. Impor­tan­cia deci­si­va tie­ne aquí la lucha con­tra la pri­va­ti­za­ción bur­gue­sa de la crea­ti­vi­dad artís­ti­ca, cul­tu­ral e inte­lec­tual[64] de los pueblos.

Las cla­ses medias y la vie­ja y nue­va peque­ña bur­gue­sía, atra­pa­das en un mun­do angus­tia­do por la cri­sis, miran a dere­cha y a izquier­da en bus­ca de seña­les, de luces en la oscu­ri­dad que les orien­ten el camino de sali­da de esa angus­tia. Si las izquier­das deja­mos que sea la bur­gue­sía la úni­ca que ofrez­ca su pro­yec­to, habre­mos per­di­do una bata­lla deci­si­va. La mani­pu­la­ción de estas ten­den­cias aumen­ta con el poder alie­nan­te de lo que correc­ta­men­te se ha defi­ni­do como «demo­cra­cia mass­me­diá­ti­ca»[65]. En Eus­kal Herria, por el con­tra­rio, el inde­pen­den­tis­mo socia­lis­ta es muy cons­cien­te de que ha de ofre­cer ese mode­lo supe­rior al bur­gués, y lo está haciendo.

3.8. VALORES Y PRAXIS SOCIALISTAS

El pro­yec­to de nación vas­ca ha de sus­ten­tar­se en la masi­va expan­sión de los valo­res y pra­xis socia­lis­tas sobre pro­ble­mas que tenien­do una direc­ta cone­xión con las nece­si­da­des pri­ma­rias, tam­bién se des­en­vuel­ven en otras áreas, por ejem­plo y para empe­zar por un pro­ble­ma can­den­te: qué rela­cio­nes tie­nen que exis­tir entre el dere­cho del Pue­blo Vas­co a (re)construir y usar su com­ple­jo lin­güís­ti­co-cul­tu­ral en la pro­duc­ción y repro­duc­ción social de su exis­ten­cia ‑prio­ri­zan­do el valor de uso sobre el valor de cambio‑, y los dere­chos de quie­nes quie­ren seguir uti­li­zan­do otras len­guas, y otros refe­ren­tes iden­ti­ta­rios, etc.

Esta cues­tión no está ais­la­da de otras por­que su reso­lu­ción exi­ge una alter­na­ti­va post­ca­pi­ta­lis­ta al pro­ble­ma de la jus­ti­cia y de la éti­ca[66] que hay que ir ela­bo­ran­do en una socie­dad nacio­nal­men­te opri­mi­da que quie­re avan­zar al socia­lis­mo. Otro tan­to hay que decir con res­pec­to a qué edu­ca­ción y qué valo­res hay que ir desa­rro­llan­do en la prác­ti­ca coti­dia­na y en la peda­go­gía en un avan­ce al socia­lis­mo, sabien­do que al plan­tear estas cues­tio­nes plan­tea­mos otra más pro­fun­da: qué rela­cio­nes de igual­dad de sexo-géne­ro y de jus­ti­cia[67] palia­ti­va hay que ir desa­rro­llan­do para que, des­de la edu­ca­ción y la peda­go­gía has­ta las rela­cio­nes inter­per­so­na­les y sexo-afec­ti­vas que deben trans­for­mar­se duran­te el avan­ce al socia­lis­mo, no que­den para­li­za­das por la fuer­za irra­cio­nal del sis­te­ma patriarco-burgués.

Si algo tie­ne el socia­lis­mo es que asu­me la prio­ri­dad rec­to­ra de la con­cien­cia polí­ti­ca, es decir, que asu­me la nece­si­dad de que los valo­res humano-gené­ri­cos no sola­men­te giren alre­de­dor del pro­ble­ma cru­cial del poder y de la pro­pie­dad ‑cosa que nun­ca hay que olvidar‑, sino que a la vez ese pro­ble­ma sea tam­bién de valo­res, de una axio­lo­gía alter­na­ti­va a la bur­gue­sa, cen­tra­da en la pro­gre­si­va des­mer­can­ti­li­za­ción y supera­ción his­tó­ri­ca de la ley del valor-tra­ba­jo[68]. La abs­trac­ción-mer­can­cía domi­na la sín­te­sis social del capi­ta­lis­mo, y está en su matriz, y los pro­ce­sos revo­lu­cio­na­rios del siglo pasa­do pade­cie­ron ingen­tes difi­cul­ta­des irre­suel­tas para supe­rar tales cade­nas irra­cio­na­les que ata­ban el cere­bro de los vivos. Una de las razo­nes del fra­ca­so de ese socia­lis­mo radi­ca ahí.

Pues bien, la finan­cia­ri­za­ción del capi­ta­lis­mo está agu­di­zan­do al extre­mo el poder feti­chis­ta de la abs­trac­ción-mer­can­cía, que ya no ope­ra sólo en el inte­rior de la pro­duc­ción mate­rial, sino tam­bién en la tota­li­dad del pro­ce­so de rea­li­za­ción del bene­fi­cio gra­cias pre­ci­sa­men­te a la apa­rien­cia de inma­te­ria­li­dad y de omni­pre­sen­cia del capi­tal finan­cie­ro. Pues bien, los pue­blos peque­ños, sin Esta­do e inde­fen­sos en medio de la vorá­gi­ne impe­ria­lis­ta, sólo pode­mos sobre­vi­vir gene­ra­li­zan­do en la vida coti­dia­na y en la pro­duc­ción de nues­tra exis­ten­cia los valo­res socia­lis­tas de la pro­pie­dad colec­ti­va, común, comu­na­lis­ta, comu­nis­ta.

Y aquí apa­re­ce el valor axio­ló­gi­co del «volun­ta­ria­do» que se rige por la éti­ca del bien común en vez de por la del dine­ro indi­vi­dua­lis­ta en todas las face­tas de la vida, muy en espe­cial a la hora de afron­tar los pro­ble­mas cru­cia­les para la comu­ni­dad, lo que sig­ni­fi­ca un deba­te prác­ti­co con­ti­nuo sobre el con­cep­to de «nece­si­dad social»[69]. Y la pri­me­ra nece­si­dad social es, incues­tio­na­ble­men­te, la reduc­ción del tiem­po de tra­ba­jo explo­ta­do, asa­la­ria­do, para aumen­tar el tiem­po libre, pro­pio, crí­ti­co, esen­cial para la eman­ci­pa­ción revo­lu­cio­na­ria. Por esto, es muy correc­to plan­tear la dia­léc­ti­ca entre reduc­ción del tiem­po de tra­ba­jo y aumen­to de la sobe­ra­nía nacio­nal fren­te al impe­ria­lis­mo[70].

3.9. FORMAS DE PROPIEDAD SOCIALISTA

Todo mode­lo nacio­nal es a la vez una defi­ni­ción del con­cep­to de pro­pie­dad domi­nan­te en el pue­blo que ela­bo­ra dicha iden­ti­dad, pro­pie­dad pri­va­da o social, patriar­cal o anti­pa­triar­cal, capi­ta­lis­ta o socia­lis­ta, pro­pie­dad sobre la natu­ra­le­za o (re)integración en la natu­ra­le­za, etc. No hay otra posi­bi­li­dad, ya que es impo­si­ble que exis­ta una comu­ni­dad huma­na sin una defi­ni­ción de las rela­cio­nes de pro­pie­dad en su seno y en sus rela­cio­nes con la natu­ra­le­za y con otras comu­ni­da­des. Lo que hemos plan­tea­do des­de el prin­ci­pio de este tex­to sobre lo comu­nal adquie­re aho­ra todo su valor, por­que «la pro­pie­dad como cate­go­ría reco­ge la esen­cia del víncu­lo del indi­vi­duo con el pro­ce­so de producción/​apropiación de la rique­za social»[71]. En tér­mi­nos de filo­so­fía dia­léc­ti­ca diga­mos que se tra­ta de la nega­ción de la negación.

La defi­ni­ción jurí­di­ca de la pro­pie­dad ha sido uno de los pro­ble­mas que arras­tran has­ta el pre­sen­te todas las revo­lu­cio­nes socia­les des­de que en la URSS no se pudo resol­ver­se correc­ta­men­te el deba­te del «dere­cho socia­lis­ta», del uso de las cate­go­rías mer­can­ti­les, etc. Otras expe­rien­cias pos­te­rio­res[72] han refor­za­do la nece­si­dad de una per­ma­nen­te edu­ca­ción socia­lis­ta en estas cues­tio­nes deci­si­vas[73]. N. Kohan tam­bién insis­te en la impor­tan­cia de la con­cien­cia revo­lu­cio­na­ria[74], siguien­do la este­la del Che, en la pla­ni­fi­ca­ción eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca socia­lis­ta. Los deba­tes actua­les, nece­sa­rios, sobre cuan­tas for­mas de pro­pie­dad son fac­ti­bles en el socia­lis­mo tie­nen una impor­tan­cia prác­ti­ca y teó­ri­ca decisiva.

El aba­ni­co del deba­te es muy amplio y rico, unos defien­den la exis­ten­cia de una «ley olvi­da­da de la tran­si­ción» al socia­lis­mo ela­bo­ra­da por Marx, y que hay que recu­pe­rar para desa­rro­llar un «quin­to tipo de pro­pie­dad»[75]; otros plan­tean la mul­ti­pli­ci­dad de for­mas de pro­pie­dad pero suje­tas a la pro­pie­dad públi­ca «como prin­ci­pal»[76]; y por no exten­der­nos, unos ter­ce­ros, como A. Borón, se limi­tan con sabi­du­ría peda­gó­gi­ca a pro­po­ner una ágil inter­ac­ción de for­mas de pro­pie­dad social suje­tas al poder popu­lar, no con­fun­dien­do pro­pie­dad públi­ca con pro­pie­dad esta­tal[77].

Una Eus­kal Herria socia­lis­ta e inde­pen­dien­te logra la cone­xión con otros pue­blos eman­ci­pa­dos pre­ci­sa­men­te gra­cias al replan­tea­mien­to crí­ti­co del con­cep­to de pro­pie­dad, en el sen­ti­do de su socia­li­za­ción, de defi­nir las rela­cio­nes entre la pro­pie­dad indi­vi­dual y las for­mas de pro­pie­dad social. A lo lar­go de este pro­ce­so, las poten­cia­li­da­des huma­nas aho­ra cons­tre­ñi­das por la pro­pie­dad pri­va­da se irán mul­ti­pli­can­do expo­nen­cial­men­te al supe­rar las ata­du­ras y estre­che­ces tan­to de la dic­ta­du­ra del tiem­po asa­la­ria­do como de la mer­can­ti­li­za­ción de las per­so­nas y de la per­so­na­li­za­ción de las mer­can­cías.

Natu­ral­men­te que tal avan­ce depen­de y depen­de­rá de la suer­te últi­ma de la revo­lu­ción socia­lis­ta mun­dial, pero mien­tras tan­to cada pue­blo tra­ba­ja­dor ha de ir apor­tan­do sus con­quis­tas. Y es que no se pue­de defi­nir la pro­pie­dad sólo en tér­mi­nos nacio­na­les y esta­ta­les, es un pro­ble­ma mun­dial ya que no se tra­ta de «abo­lir» la pro­pie­dad sino de «tras­cen­der­la»[78]. El inter­na­cio­na­lis­mo encuen­tra aquí su argu­men­to defi­ni­ti­vo: es la huma­ni­dad tra­ba­ja­do­ra la que la defi­ne, y muy espe­cial­men­te en una pro­ble­má­ti­ca ya deci­si­va en todos los sen­ti­dos: ¿de quién es la Tie­rra, del capi­tal o del tra­ba­jo? Marx nos ofre­ce la res­pues­ta en el libro III de El Capi­tal.

La defi­ni­ción de la pro­pie­dad tie­ne deter­mi­nan­tes reper­cu­sio­nes axio­ló­gi­cas, epis­te­mo­ló­gi­cas y onto­ge­né­ti­cas en la cons­truc­ción del socia­lis­mo como «arti­cu­la­ción cons­cien­te»[79]. A la lar­ga, se trans­for­ma la defi­ni­ción del pro­ce­so de pen­sa­mien­to y de la reali­dad ya que el cono­ci­mien­to que se eman­ci­pa de la ley del valor y de la abs­trac­ción-mer­can­cía, no sigue ya redu­ci­do a su valor de cam­bio: el saber ya no será un teso­ro pri­va­do ni un medio de enri­que­ci­mien­to indi­vi­dual como lo fue­ron des­de que la eco­no­mía mer­can­til se desa­rro­lló en la Gre­cia anti­gua, intere­sa­dos en la «espe­cu­la­ción tan­to comer­cial como filo­só­fi­ca»[80].

Por ejem­plo, los cre­cien­tes enfren­ta­mien­tos de los pue­blos y de las fuer­zas pro­gre­sis­tas con­tra la pro­pie­dad pri­va­da de la salud, de los ali­men­tos, de la bio­di­ver­si­dad, del agua pota­ble, de la tec­no­cien­cia, con­tra el saqueo y expo­lio del saber acu­mu­la­do y de la fuer­za cua­li­fi­ca­da de tra­ba­jo, estos con­flic­tos en aumen­to, que tie­nen un radi­cal sen­ti­do socia­lis­ta, plan­tean de inme­dia­to otro mode­lo de desa­rro­llo humano y otro mode­lo de cono­ci­mien­to. Muy en sín­te­sis, den­tro de todo modo de pro­duc­ción basa­do en la pro­pie­dad pri­va­da de las fuer­zas pro­duc­ti­vas, es impo­si­ble la eman­ci­pa­ción de la fuer­za pro­duc­ti­va deci­si­va, la espe­cie huma­na, si a la vez no se ha trans­for­ma­do cua­li­ta­ti­va­men­te la defi­ni­ción de la propiedad.

Al fin y al cabo, y para con­cluir, el inde­pen­den­tis­mo socia­lis­ta e inter­na­cio­na­lis­ta no tie­ne otro obje­ti­vo his­tó­ri­co que el de aca­bar con el hecho de que los pue­blos son pro­pie­dad del capi­tal, del impe­ria­lis­mo, devol­vién­do­les la pro­pie­dad colec­ti­va de sí mis­mos den­tro de un mun­do en el que el libre desa­rro­llo de cada cul­tu­ra será la base del libre desa­rro­llo de la huma­ni­dad en su conjunto. 

Iña­ki Gil de San Vicente

Eus­kal Herria, 29 de febre­ro de 2012


[1] Jus­to de la Cue­va: «El PSOE de Feli­pe Gon­zá­lez 1974 – 1988: del socia­lis­mo revo­lu­cio­na­rio mar­xis­ta al neo­fran­quis­mo socio­ló­gi­co», Eus­ka­di, la renun­cia del PSOE, Txa­la­par­ta, Tafa­lla 1988, pp. 155 – 206.

[2] Esta es la tesis de P. Insua Rodrí­guez: «El mate­ria­lis­mo his­tó­ri­co y la cues­tión nacio­nal espa­ño­la», Revis­ta El Cato­ple­pas, n º 109, mar­zo 2011, p. 10.

[3] J. M. Gar­me­dia y A. Elor­di: La resis­ten­cia vas­ca, Haram­bu­ru, Zarautz 1982, p. 183 y ss.

[4] J. L. Unzue­ta: La Vª Asam­blea de ETA, Ed. Saioak, nº 4, 1980, p. 42.

[5] Iker Casa­no­va: ETA 1958 – 2008 Siglo y medio de his­to­ria, Ed. Txa­la­par­ta, Tafa­lla 2007, p. 92. En dicha revis­ta, Zutik nº 48 (Zutik= En pie) repe­ti­da­men­te se cita­ba una fra­se de Mao Zedong: «En una nación en lucha con­tra el enemi­go extran­je­ro, la lucha de cla­ses toma la for­ma de lucha nacio­nal y es bajo esa for­ma como se mani­fies­ta su unidad».

[6] Docu­men­tos Y: Prin­ci­pios del nacio­na­lis­mo revo­lu­cio­na­rio, y Notas para una teo­ria del nacio­na­lis­mo revo­lu­cio­na­rio entre otros, Edit. Hor­da­go, Donos­tia 1979, tomo 12, pp. 18 y ss. y 68 y ss.

[7] Docu­men­tos Y: His­to­ria, bur­ge­sia eta erria, Edit. Hor­da­go, Donos­tia 1979, tomo 7, pp. 119 – 122.

[8] Un estu­dio bri­llan­te del menos­pre­cio hacia lo nacio­nal en el mar­xis­mo euro­peo y sus efec­tos terri­bles sobre las luchas revo­lu­cio­na­rias en Lati­noa­mé­ri­ca nos los ofre­ce Oscar Terán: Aní­bal Pon­ce: ¿El mar­xis­mo sin nación?, PyP. Méxi­co 1982., pp. 7 – 49.

[9] Gurutz Jau­re­gui Bere­ciar­tu: Ideo­lo­gía y estra­te­gia polí­ti­ca de ETA, Siglo XXI, Madrid 1981, p. 238 y ss.

[10] En la Inter­na­cio­nal Comu­nis­ta el con­cep­to de pue­blo tra­ba­ja­dor es cla­ve para enten­der la crea­ción de una gran fuer­za revo­lu­cio­na­ria que luche con­tra el fas­cis­mo y las dic­ta­du­ras. Como botón de mues­tra véa­se: Los cua­tro pri­me­ros con­gre­sos de la Inter­na­cio­nal Comu­nis­ta, PyP, nº 47, Argen­ti­na 1973, pp. 55 – 56, y 183.

Rosa Luxem­bur­go usó majes­tuo­sa­men­te el con­cep­to de pue­blo tra­ba­ja­dor en una de sus obras cla­ves: Huel­ga de masas, par­ti­do y sin­di­ca­tos, Gri­jal­bo, Bar­ce­lo­na 1975, pp. 28 – 40, 96 – 99, y 117.

Mao es autor de otra de las mejo­res defi­ni­cio­nes de pue­blo tra­ba­ja­dor en Sobre el pro­ble­ma de la bur­gue­sía nacio­nal y de los shenshi sen­sa­tos, Obras Esco­gi­das, Edit. Fun­da­men­to, Madrid 1974, tomo IV, p. 213.

[11] Daniel Ben­saïd: Marx intem­pes­ti­vo, Edic. Herra­mien­ta, Bue­nos Aires 2003, pp. 153 – 185.

[12] Rena­ta Gonçal­ves: «Ciudadanía/​clases popu­la­res: el lado ocul­to de la domi­na­ción», Herra­mien­ta, nº 27, Bue­nos Aires, octu­bre 2004, pp. 107 – 114.

[13] La inte­gra­ción de los emi­gran­tes en el país, y muy espe­cial­men­te en la lucha de libe­ra­ción, fue una nece­si­dad y un obje­ti­vo teo­ri­za­do por ETA VªA­sam­blea, con el nom­bre de «uni­dad obre­ra». La crí­ti­ca del chau­vi­nis­mo y de la xeno­fo­bia era par­te de la cons­truc­ción de la «uni­dad obre­ra» del pue­blo tra­ba­ja­dor vas­co. Véa­se, Docu­men­tos Y: El Bata­sun Egu­na y la uni­dad obre­ra, ops. cit., tomo 7, pp. 179 – 182.

[14] Manu Escu­de­ro: Eus­ka­di. Dos comu­ni­da­des, Haram­bu­ru, Edit. Zarautz, 1977, p. 121 y ss.

[15] AA.VV.: «Eus­ka­di: Lucha nacio­nal, lucha de cla­ses», Teo­ría y Prác­ti­ca, Bar­ce­lo­na, nº 4, febre­ro 1977. pp. 37 – 57.

[16] Emi­lio Majue­lo: His­to­ria del sin­di­ca­to LAB, Txa­la­par­ta, Tafa­lla 2000, pp. 17 – 74.

[17] La inter­ac­ción entre pue­blo tra­ba­ja­dor, mujer y libe­ra­ción nacio­nal apa­re­ce expues­ta en R. Zibe­chi: «la vigen­cia de las cla­ses socia­les es tam­bién móvil y no es úni­ca. Hay suje­tos que tie­nen un carác­ter de cla­se sin duda, pero el carác­ter de cla­se no es sufi­cien­te para cons­ti­tuir un suje­to, es decir, no es la úni­ca dimen­sión en torno a la cual se cons­ti­tu­yen los suje­tos de cam­bio. Los suje­tos se cons­ti­tu­yen en torno a una mul­ti­pli­ci­dad de cues­tio­nes. Si tú ves a la mul­ti­tud como un suje­to tran­si­to­rio, pero suje­to al fin, ésta tie­ne un com­po­nen­te tan hete­ro­gé­neo y tan varia­do, pero no de agre­ga­cio­nes indi­vi­dua­les, sino de agre­ga­cio­nes comu­ni­ta­rias colec­ti­vas, que impi­den defi­nir un suje­to en tér­mi­nos de cla­se. Por ejem­plo, las muje­res de los barrios pobres o de los mine­ros tie­nen un refe­ren­te de cla­se, pero tam­bién tie­nen un refe­ren­te de géne­ro. O las muje­res indias, tie­nen un refe­ren­te étni­co de pue­blo indí­ge­na, pero tam­bién tie­nen un refe­ren­te sin duda de géne­ro y tam­bién si son jóve­nes tie­nen un refe­ren­te gene­ra­cio­nal, enton­ces yo creo que las defi­ni­cio­nes muy fijas, muy duras, no ayu­dan a com­pren­der lo que están suce­dien­do en torno al suje­to o a los actua­les movi­mien­tos socia­les», en ««Vigen­cia de la lucha de cla­ses», La toma del poder, el suje­to y la lucha de cla­ses, 16 de febre­ro de 2001 (www​.rebe​lion​.org). R. Núñez Flo­ren­cio: Socie­dad y polí­ti­ca en el siglo XX. Vie­jos y nue­vos movi­mien­tos socia­les, Edit. Sín­te­sis, Madrid 2005, pp. 232 – 235.

[18] R. Núñez Flo­ren­cio: Socie­dad y polí­ti­ca en el siglo XX. Vie­jos y nue­vos movi­mien­tos socia­les, Edit. Sín­te­sis, Madrid 2005, pp. 232 – 235.

[19] Jokin Apa­la­te­gi: Los vas­cos, de la auto­no­mía a la inde­pen­den­cia, Txer­toa, 1985, pp. 270 – 273.

[20] Sin embar­go, una lec­tu­ra de Marx sobre el capi­tal-dine­ro hubie­ra resuel­to muchas dudas y evi­ta­do tan­tos erro­res. Véa­se L. Gill: Fun­da­men­tos y lími­tes del capi­ta­lis­mo, Edit. Trot­ta, Madrid 2002, pp. 141 – 186, y 535 – 587.

[21] Entre la abun­dan­te biblio­gra­fía, véa­se Dus­sel: El últi­mo Marx (1863−1882) y la libe­ra­ción lati­no­ame­ri­ca­na, Siglo XXI, Méxi­co 1990, pp. 133 – 193. Y. Michel R. Krät­ke: «El últi­mo Marx y El Capi­tal», Marx Aho­ra, La Haba­na, nº 26, 2008, pp. 93 – 103.

[22] Rena­to Levre­ro: Nación, metró­po­li y colo­nias en Marx y Engels, Ana­gra­ma, Bar­ce­lo­na 1975, pp. 86 – 87.

[23] Jor­ge Beins­tein: Cró­ni­ca de la deca­den­cia. Capi­ta­lis­mo glo­bal 1999 – 2009, Car­ta­go Edic., Bue­nos Aires 2009.

[24] Engels, «Car­ta a F. Kelley» del 12 de diciem­bre de 1886, cri­ti­ca a quie­nes hacen del socia­lis­mo «una teo­ría impor­ta­da» des­de Euro­pa a los Esta­dos Uni­dos; y en la «Car­ta a Tura­ti» del 26 de enero de 1894 sos­tie­ne que las deci­sio­nes polí­ti­cas deben ser toma­das por los ita­lia­nos. Véa­se Marx-Engels Corres­pon­den­cia, Car­ta­go, 1973. pp. 262 – 263 y 414 – 418, respectivamente.

[25] Esta visión his­tó­ri­ca de la posi­bi­li­dad de la derro­ta está ya expues­ta en el comien­zo del Mani­fies­to del Par­ti­do Comu­nis­ta, de Marx y Engels.

[26] Aun­que con un len­gua­je menos «teó­ri­co», esta y no otra fue la defi­ni­ción de socia­lis­mo que asu­mió ETA en su Vª Asam­blea, véa­se Docu­men­tos Y, ops. cit., tomo 7, pp. 139 – 140.

[27] Iña­ki Gil de San Vicen­te: El socia­lis­mo ha de inte­grar la pra­xis comu­ne­ra, a libre dis­po­si­ción en Internet.

[28] La polí­ti­ca bol­che­vi­que al res­pec­to ha sido estu­dia­da por D. Rafuls: Algu­nas apre­cia­cio­nes de Lenin (1917−1918) acer­ca de los fun­da­men­tos eco­nó­mi­cos de la tran­si­ción al socia­lis­mo (www​.cuba​si​glox​xi​.org).

[29] Los gran­des logros socia­les obte­ni­dos en los pri­me­ros años de la revo­lu­ción chi­na se sus­ten­ta­ron, ade­más de en sabias polí­ti­cas eco­nó­mi­cas, tam­bién en la mode­ra­ción en el tra­to con otras cla­ses, evi­tan­do los cam­bios brus­cos y obser­van­do prin­ci­pios eco­nó­mi­cos bási­cos. Véa­se, L. Mai­tan: El ejér­ci­to, el par­ti­do y las masas en la revo­lu­ción chi­na, Akal, Madrid 1978, p. 15.

[30] La expe­rien­cia ha con­fir­ma­do las lec­cio­nes que Vic­tor Ser­ge extra­jo de las revo­lu­cio­nes habi­das has­ta los años 20 sobre esta cons­tan­te según la cual es la bur­gue­sía la que pro­vo­ca deli­be­ra­da­men­te con su «terror blan­do» la res­pues­ta defen­si­va de las revo­lu­cio­nes ame­na­zas: El año I de la revo­lu­ción rusa, Siglo XXI, Madrid 1972, pp. 364 – 373.

[31] La expe­rien­cia cuba­na es para­dig­má­ti­ca al res­pec­to. Véa­se J. D. Cock­croft: Amé­ri­ca Lati­na y Esta­dos Uni­dos, Cien­cias Socia­les, La Haba­na, Cuba 2004, p. 338.

[32] J. Iba­rra Cues­ta ha estu­dia­do la auto­gé­ne­sis de la nación cuba­na a par­tir de las revo­lu­cio­nes de la segun­da mitad del siglo XIX y su con­cre­ción a par­tir de los deba­tes sobre las ban­de­ras en 1940, mos­tran­do la impor­tan­cia cla­ve de la lucha inde­pen­den­tis­ta, del poder y del Esta­do para la cons­truc­ción nacio­nal. Tam­bién es muy reve­la­do­ra su crí­ti­ca a la inca­pa­ci­dad del comu­nis­mo de obe­dien­cia rusa en aque­lla épo­ca para com­pren­der la impor­tan­cia eman­ci­pa­do­ra del sen­ti­mien­to nacio­nal: Patria, etnia y nación, Cien­cias Socia­les, La Haba­na 2009, p. 266.

[33] David Har­vey: «El “nue­vo” impe­ria­lis­mo: acu­mu­la­ción por des­po­se­sión», El nue­vo desa­fío impe­rial, L. Panitch y C. Leys (edit.), Clasc­so, Argen­ti­na 2003, p. 113.

[34] A. C. Diners­tein: «Reco­bran­do la mate­ria­li­dad: el des­em­pleo y la sub­je­ti­vi­dad invi­si­ble del tra­ba­jo», El tra­ba­jo en deba­te, AA.VV., Edit. Herra­mien­ta, Bue­nos Aires 2009, pp. 243 – 268.

[35] Leo­pol­do Már­mo­ra: El con­cep­to socia­lis­ta de nación, PyP, nº 96, Argen­ti­na 1986, pp. 98 – 116.

[36] Suzan­ne de Brunhoff: Esta­do y capi­tal, Edit. Villa­lar, Madrid 1978, pp. 7 y 191 – 220.

[37] N. Klein: La doc­tri­na del Shock, Pai­dós, Bar­ce­lo­na 2007, pp. 109 – 173.

[38] Robert Jes­sop: El futu­ro del Esta­do capi­ta­lis­ta, Cata­ra­ta, Madrid 2008, p. 259 y ss.

[39] Marx y Engels: Mani­fies­to Comu­nis­ta, Obras Esco­gi­das, Pro­gre­so, Mos­cú 1978, tomo I, p. 127.

[40] Docu­men­tos Y: Eus­kal erri lan­gi­lea, ops. cit., tomo 7, pp. 126 – 128.

[41] John Breuilly: Nacio­na­lis­mo y Esta­do, Edic. Poma­res, Bar­ce­lo­na 1990, pp. 320 – 324.

[42] Docu­men­tos Y: Zutik 48, ops. cit., tomo 7, p. 235.

[43] El pro­ble­ma del tiem­po libre es deci­si­vo para defi­nir la cali­dad de la demo­cra­cia obre­ra en su esen­cia últi­ma: la que le enfren­ta al tra­ba­jo abs­trac­to y al feti­chis­mo, a la for­ma-valor, etc. Véa­se S. Tis­chler: «Tiem­po de la reifi­ca­ción y tiem­po de la insu­bor­di­na­ción», Herra­mien­ta, nº 25, Bue­nos Aires, abril 2004, pp. 123 – 134.

[44] Des­de 1899 la social­de­mo­cra­cia ale­ma­na empie­za a con­tro­lar ayun­ta­mien­tos, en don­de debe nego­ciar con la peque­ña bur­gue­sía y otros sec­to­res socia­les, sien­do absor­bi­da poco a poco por el «jue­go par­la­men­ta­rio» en detri­men­to de la acción polí­ti­ca. Véa­se: J. Droz: «La social­de­mo­cra­cia ale­ma­na (1875−1914)», His­to­ria Gene­ral del Socia­lis­mo, Des­tino, Bar­ce­lo­na 1974, vol. 2, p. 41.

[45] La impor­tan­cia de la for­ma­ción teó­ri­ca se reafir­ma al ver cómo el revi­sio­nis­mo teó­ri­co de fina­les del siglo XIX negó tres pila­res esen­cia­les del mar­xis­mo: la plus­va­lía, la dia­léc­ti­ca y la polí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria. Véa­se, Bo Gus­tafs­son: Mar­xis­mo y revi­sio­nis­mo, Gri­jal­bo, Bar­ce­lo­na 1975, pp. 430 – 434.

[46] Es cono­ci­da la afir­ma­ción del minis­tro de gober­na­ción de Bis­marck: detrás de toda huel­ga se ocul­ta el socialismo.

[47] P. Artus y M‑P. Virard: Glo­ba­li­za­ción, lo peor está por lle­gar, Ica­ria, Bar­ce­lo­na 2009, pp. 66 – 70

[48] AA.VV.: Movi­mien­tos socia­les y nacio­na­lis­mo, NKII, Gas­teiz 1992, p. 64,

[49] Michael A. Lebo­witz: Más allá de El capi­tal, Akal, Madrid 2005, pp. 86 – 89.

[50] Es nece­sa­rio estu­diar de nue­vo las muy vigen­tes tesis A. Mat­ter­lart sobre comu­ni­ca­ción y revo­lu­ción. Es cier­to que el tiem­po ha intro­du­ci­do cam­bios cuan­ti­ta­ti­vos, como las NTC, Inter­net, etc., pero que en reali­dad con­fir­man las tesis de 1971 escri­tas en: «El medio de comu­ni­ca­ción de masas en la lucha de cla­ses», La crí­ti­ca en tiem­po de revo­lu­ción, F. Mar­tí­nez Here­dia (dir), ICL, Edit. Orien­te, Cuba 2010, PP. 170 – 187.

[51] AA.VV.: Hege­mo­nía y eman­ci­pa­ción. Fábri­cas recu­pe­ra­das, movi­mien­tos socia­les y poder boli­va­riano, Mile­nio Libre, Cara­cas 2006, PP. 101 – 128.

[52] Iña­ki Gil de San Vicen­te: «Coope­ra­ti­vis­mo socia­lis­ta y eman­ci­pa­ción huma­na. El lega­do de Lenin», Coope­ra­ti­vas y socia­lis­mo. Una mira­da des­de Cuba, C. Piñei­ro, com­pi­la­do­ra, Edit. Cami­nos, La Haba­na 2011, pp. 103 – 132.

[53] Andrzei Walic­ki: «Socia­lis­mo ruso y popu­lis­mo», His­to­ria del mar­xis­mo, Edit. Bru­gue­ra, Madrid 1981, tomo 5, p. 53.

[54] Michael A. Lebo­witz: «Más allá de la super­vi­ven­cia: la eco­no­mía social como alter­na­ti­va social», Herra­mien­ta, nº 34, Bue­nos Aires, mar­zo de 2007, pp. 57 – 65.

[55] El mito de las eco­no­mías endó­ge­nas, auto­cen­tra­das y a esca­la ha sido des­mon­ta­do teó­ri­ca­men­te por R. Herre­ra al mos­trar su per­te­nen­cia a lo más reac­cio­na­rio de la teo­ría neo­clá­si­ca bur­gue­sa, de la que sur­ge el actual neo­li­be­ra­lis­mo. Reco­men­da­mos muy viva­men­te el tex­to de Rémy Herre­ra: «¿El Esta­do con­tra el ser­vi­cio públi­co? La cara ocul­ta del cre­ci­mien­to endó­geno», Marx Aho­ra, La Haba­na, nº 19, 2005, pp. 66 – 96.

[56] Neka­ne Jura­do: Inde­pen­den­cia, de rei­vin­di­ca­ción his­tó­ri­ca a nece­si­dad eco­nó­mi­ca, Txa­la­par­ta, Tafa­lla 2010, pp. 171- 195.

[57] R. Gallis­sot: «Con­tra el feti­chis­mo», El con­cep­to de «for­ma­ción eco­nó­mi­co-social», PyP, nº 39, 1976, p. 176. Y por no exten­der­nos: M. Her­nan­do Cal­vi­ño, Acla­ran­do la lógi­ca borro­sa, Revis­ta Cuba­na de Físi­ca, vol. 20, nº 2, 2003.

[58] Michael Sny­der: La «cla­se media» en EE.UU. se achi­ca dra­má­ti­ca­men­te, 17 de agos­to de 2010 (www​.lahai​ne​.org).

[59] Mar­cos Roit­man Rosen­mann: La cri­sis de la peque­ña bur­gue­sía empre­sa­rial, 27 de abril de 2010 (www​.lahai​ne​.org).

[60] AA.VV.: No pasa­rán… aun­que lle­ven tra­jes. La lucha con­tra la extre­ma dere­cha hoy, Edic. La Tem­pes­tad, Bar­ce­lo­na 2010, pp. 51 – 68.

[61] J. L. Acan­da Gon­zá­lez: Tra­du­cir Grams­ci, Cien­cias Socia­les, La Haba­na, Cuba 2007, p. 232 y ss.

[62] Los clá­si­cos del mar­xis­mo fue­ron cons­cien­tes de la ten­den­cia a la sumi­sión a la auto­ri­dad del líder por par­te de estas cla­ses, y el fas­cis­mo lo con­fir­mó. A la vez, la «peda­go­gía del mie­do» apli­ca­da por la bur­gue­sía refuer­za esas ten­den­cias irra­cio­na­les. Véa­se: AA.VV.: Mie­dos y memo­rias en las socie­da­des con­tem­po­rá­neas, Comu­ni­cAr­te, Argen­ti­na 2006, pp. 143 – 179; y AA.VV.: De un Octu­bre a otro, El Vie­jo Topo, Bar­ce­lo­na 2010, pp. 281 – 354.

[63] Denis de Mora­les: «Cul­tu­ra tec­no­ló­gi­ca, inno­va­ción y mer­can­ti­li­za­ción», Pen­sar a con­tra­co­rrien­te, nº VII, 2010, Cien­cias socia­les, La Haba­na, pp. 79 – 105; y tam­bién: G. Yúdi­ce: El recur­so de la cul­tu­ra. Usos de la cul­tu­ra en la era glo­bal, Cien­cias Socia­les, La Haba­na 2006, p. 395 y ss.

[64] L. Álva­rez-Nava­rre­te: Dere­cho de ¿autor?, Cien­cias Socia­les, La Haba­na 2006, pp. 169 – 200.

[65] Juan Barre­to: Crí­ti­ca de la razón mediá­ti­ca, CIPOST, Cara­cas 2006, pp. 381 – 470.

[66] Es muy limi­ta­da la inves­ti­ga­ción sobre las rela­cio­nes entre éti­ca y libe­ra­ción nacio­nal. J. Apa­la­te­gi ha estu­dia­do la evo­lu­ción de la éti­ca bur­gue­sa en la Fran­cia revo­lu­cio­na­ria y su dege­ne­ra­ción en éti­ca reac­cio­na­ria e impe­ria­lis­ta cuan­do la cla­se domi­nan­te ini­ció la cons­truc­ción del Esta­do-nación fran­cés, opri­mien­do a otros pue­blos. Véa­se, J. Apa­la­te­gi: «La evo­lu­ción fran­ce­sa de 1789: la éti­ca del Esta­do-nación y el espí­ri­tu de su nacio­na­lis­mo», Ilus­tra­ción y revo­lu­ción fran­ce­sa en el País Vas­co, NKII, Gas­teiz 1991, pp. 283 – 297.

[67] Aun­que des­de una pers­pec­ti­va de izquier­da social­de­mó­cra­ta, Ann Fer­gu­son apun­ta refle­xio­nes suge­ren­tes sobre estos pro­ble­mas en «Femi­nis­mo-socia­lis­ta: una visión coope­ra­ti­va y el dere­cho al cui­da­do», Hacia un nue­vo socia­lis­mo, El Vie­jo Topo, Bar­ce­lo­na 2010, pp. 145 – 170.

[68] L. E. Pri­me­ro Rivas, mues­tra cómo la éti­ca mar­xis­ta es inse­pa­ra­ble de la diná­mi­ca ten­den­te a tras­cen­der el valor de cam­bio y el dine­ro, el aumen­to del tiem­po libre, la extin­ción del feti­chis­mo, etc.: El pen­sa­mien­to éti­co en Marx, Pri­me­ro Edit., Méxi­co 2003, tomo II, p. 145 y ss.

[69] Nos encon­tra­mos ante una de las gran­des debi­li­da­des del socia­lis­mo en la actua­li­dad, pre­ci­sa­men­te cuan­do el impe­ria­lis­mo mul­ti­pli­ca la pro­duc­ción indus­trial de «nece­si­da­des fic­ti­cias». Sin exten­der­nos aho­ra en este deba­te urgen­te, vea­mos dos tex­tos intro­duc­to­rios: L. Balles­ter Bor­ges: Las nece­si­da­des socia­les, Edit. Sín­te­sis, Madrid 1999; y L. Doyal y I. Gough: Teo­ría de las nece­si­da­des huma­nas, Ica­ria, Madrid 1994.

[70] J. Vera­za: Lucha por la Nación en la Glo­ba­li­za­ción ¿Quién en la lucha? y ¿Por qué tipo de nación? Col. Para­dig­mas y Uto­pías, Méxi­co 2005, pp. 132 – 133.

[71] J. Gar­cía Bri­gos et alii: «Pro­pie­dad social y pro­pie­dad indi­vi­dual: ¿una pro­ble­má­ti­ca resuel­ta?», Revis­ta Marx Aho­ra, La Haba­na, nº 25, 2008, p. 141.

[72] No pode­mos exten­der­nos en esta fun­da­men­tal cues­tión, por lo que nos remi­ti­mos al céle­bre «deba­te cubano», F. Mar­tí­nez Here­dia (dir.): La crí­ti­ca en tiem­pos de Revo­lu­ción, ops. cit., pp. 250 – 280.

[73] Este es el caso cubano, según la tesis de M. Cas­tro For­men­to, que estu­dia auto­crí­ti­ca­men­te las defi­cien­cias del Par­ti­do en la for­ma­ción de sus cua­dros en lo rela­cio­na­do con el uso de los meca­nis­mos finan­cie­ros, en Cuba. Meca­nis­mos finan­cie­ros en el perío­do del socia­lis­mo clá­si­co, Cien­cias Socia­les, La Haba­na 2009, p. 316 y ss.

[74] Nes­tor Kohan: La «man­za­na prohi­bi­da» del comu­nis­mo, 13 de mar­zo de 2011 (www​.lahai​ne​.org).

[75] L. Mar­ce­lo Yera: Repen­san­do la eco­no­mía socia­lis­ta. El quin­to tipo de pro­pie­dad, Cien­cias Socia­les, La Haba­na 2010, p. 69 y ss.

[76] Jiang Zemin: Esta­ble­cer y per­fec­cio­nar el sis­te­ma eco­nó­mi­co bási­co de desa­rro­llo con­jun­to de las eco­no­mías de múl­ti­ples for­mas de pro­pie­dad, con la pro­pie­dad públi­ca como la prin­ci­pal, Tex­tos Esco­gi­dos, Edic. en Len­guas Extran­je­ras, Bei­jing 2010, pp. 660 – 663.

[77] Ati­lio Borón: Socia­lis­mo siglo XXI, Hiru Argi­ta­letxe, Hon­da­rri­bia 2009, pp. 36 – 38.

[78] Aquí radi­ca uno de los méri­tos del tex­to J. Gar­cía Bri­gos et alii: Cuba: Pro­pie­dad Social y Cons­truc­ción Socia­lis­ta, Méxi­co 2011, tomo I, pp. 25 – 112.

[79] J. P. Gar­cía Bri­gos et alii: ops. cit., tomo II, p. 309 y ss.

[80] G. Thom­son: Los pri­me­ros filó­so­fos, Cien­cias Socia­les, La Haba­na 2009, p. 141. Tam­bién, y por no exten­der­nos, P. Char­bon­nat: His­to­ria de las filo­so­fías mate­ria­lis­tas, Edit. BB, Bar­ce­lo­na 2010, pp. 45 – 64.

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