Las ban­das nar­co­pa­ra­mi­li­ta­res ope­ran en 31 depar­ta­men­tos de Colom­bia- Resu­men Latinoamericano

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El para­mi­li­ta­ris­mo y el nar­co­trá­fi­co se extien­den en Colom­bia, aun­que el gobierno de San­tos diga lo contrario

Resu­men Latinoamericano/​AVN - Las ope­ra­cio­nes de nar­co­trá­fi­co y para­mi­li­ta­ris­mo eje­cu­ta­das por ban­da cri­mi­na­les (Bacrim) se han exten­di­do a 31 de los depar­ta­men­tos de Colom­bia, reve­ló el últi­mo infor­me del Ins­ti­tu­to de Estu­dio para el Desa­rro­llo y la Paz (Inde­paz).

Has­ta aho­ra, sola­men­te el depar­ta­men­to Ama­zo­nas está exen­to de Bacrim; las otras 31 enti­da­des han pade­ci­do el incre­men­to de estos gru­pos en los últi­mos tres años, espe­cial­men­te en 271 muni­ci­pios, don­de se han consolidado.

En total, 496 muni­ci­pios neo­gra­na­di­nos están suje­tos a las acti­vi­da­des de las Bacrim, inte­gra­dos por des­mo­vi­li­za­dos y para­mi­li­ta­res; 147 muni­ci­pios más que en 2008, cuan­do obra­ban en 259 localidades.

Los depar­ta­men­tos que con­cen­tran la mayo­ría­de las accio­nes de los nar­co­pa­ra­mi­li­ta­res son Antio­quia, con 71 muni­ci­pios; Bolí­var, con 34; Nari­ño, con 28; Valle, con 26 y Cór­do­ba, con 24.

«Los Ras­tro­jos» amplió su pode­río entre 2010 y 2011 de 185 a 247 muni­ci­pios, espe­cial­men­te en el Pací­fi­co y el sur de Colom­bia; la lis­ta la siguen «Los Ura­be­ños», de 160 a 211; «Las Águi­las Negras» de 99 muni­ci­pios a 112 y «Los Pai­sas», de 63 a 103.

¿Qué son las ban­da criminales?

El defen­sor de los dere­chos huma­nos y con­gre­sis­ta del Polo Demo­crá­ti­co Alter­na­ti­vo, Iván Cepe­da, ha dicho que la expre­sión «bacrim» no es más que un eufe­mis­mo uti­li­za­do por el gobierno nacio­nal para deno­mi­nar a una estruc­tu­ra más del paramilitarismo.

En una entre­vis­ta ofre­ci­da a prin­ci­pios de año a la Radio del Sur, Cepe­da deta­lló que estos gru­pos cri­mi­na­les «no son ban­das de nar­co­tra­fi­can­tes sim­ple­men­te», sino que «cuen­tan con un res­pal­do polí­ti­co y eco­nó­mi­co de pode­ro­sos sectores».

El pre­si­den­te Juan Manuel San­tos ha atri­bui­do el avan­ce de las Bacrim a «una tene­bro­sa mano de la extre­ma dere­cha en Colom­bia», recor­dó el tam­bién miem­bro de la orga­ni­za­ción Colom­bia­nos y Colom­bia­nas por la Paz, para lue­go adver­tir que estas estruc­tu­ras «fun­cio­nan en depar­ta­men­tos don­de ha teni­do tra­di­cio­nal­men­te gran influen­cia el ex pre­si­den­te Álva­ro Uri­be Vélez».

Para José Anto­nio Gutié­rrez, coor­di­na­dor del libro Orí­ge­nes Liber­ta­rios del Pri­me­ro de Mayo en Amé­ri­ca Lati­na, el paro arma­do es prue­ba de que «la des­mo­vi­li­za­ción no fue tal y que lo que se bus­có fue, en gran medi­da, la impu­ni­dad y la «nor­ma­li­za­ción» de la obra del para­mi­li­ta­ris­mo (expro­pia­ción, con­trol, con­so­li­da­ción de caci­caz­gos políticos)».

Cepe­da ha adver­ti­do que tras la mili­ta­ri­za­ción se ocul­ta una con­cer­ta­ción «para evi­tar cual­quier pro­ce­so de res­ti­tu­ción de tie­rras, cual­quier pro­ce­so ten­dien­te a la paz en Colom­bia y cual­quier pro­ce­so que bene­fi­cie a cam­pe­si­nos, indí­ge­nas y afro­des­cen­dien­tes en esta zona del país».

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