Ase­so­ran­do sobre la con­quis­ta de Nava­rra- Pedro Esarte

A tra­vés de los medios de comu­ni­ca­ción (en este escri­to sigo a Nava​rra​con​fi​den​cial​.com) se ha dis­tri­bui­do una nota deno­mi­na­da Bre­ves refle­xio­nes sobre 1512, que cons­ta de 8 pun­tos y voy a seguir­los en su des­crip­ción numérica:

En el pun­to 1º se dice que no tie­ne sen­ti­do deba­tir sobre los tér­mi­nos de la ocu­pa­ción; es cier­to por­que su nom­bre es el de una inva­sión arma­da con toma del Rei­no y sus habi­tan­tes por la fuer­za de las armas. Como expre­sa el bió­gra­fo del duque de Alba, Luis Correa, úni­co tes­ti­go direc­to que cono­ce­mos, y que des­cri­be a una pobla­ción teme­ro­sa «o que al cer­co se apa­re­ja­sen… y si la obe­dien­cia no traían, la ciu­dad sería meti­da a saco con toda cruel­dad… pro­po­nían la entre­ga bajo con­di­cio­nes que no aco­mo­da­ban al duque, quien con­tes­tó que los ven­ce­do­res solían dar leyes a los ven­ci­dos y no los ven­ci­dos a los ven­ce­do­res». Su nomi­na­ción pues, debe ser la de una inva­sión, toma y ocu­pa­ción por la fuer­za de un país en su con­cep­ción natural.

En el pun­to 2º se aña­de en la car­ta que fue un hecho indu­da­ble «que entre las tro­pas cas­te­lla­nas, por su con­di­ción de cas­te­lla­nos, se encon­tra­ban ala­ve­ses, gui­puz­coa­nos y viz­caí­nos». Y yo aña­do que tam­bién nava­rros, ya que las tro­pas del Rey Cató­li­co se reclu­ta­ban en todo el ámbi­to euro­peo y, como ejem­plo, en la bata­lla de Gra­na­da (1492) ya par­ti­ci­pa­ron sol­da­dos nava­rros y del res­to de terri­to­rios vas­cos, con mili­tan­cia de sol­da­da y obe­dien­cia a una sola jerar­quía mili­tar en las tro­pas cas­te­lla­nas. En la lis­ta de capi­ta­nes de Correa (todos cas­te­lla­nos) no hay nin­gún vas­co, y menos cla­si­fi­ca­do como tal. El Ejér­ci­to, pues, fue abso­lu­ta­men­te monocorde.

En el 3º se sos­tie­ne que «la cues­tión a des­ta­car es que la con­quis­ta no fue espe­cial­men­te cruen­ta». Igno­mi­nio­sa afir­ma­ción cuan­do Pam­plo­na se rin­dió ante la impo­si­bi­li­dad de defen­der­se de 15.000 sol­da­dos. Su pobla­ción total no alcan­za­ba la mitad de ellos, y ante las ame­na­zas que reci­bie­ron, tan­to en la capi­tal como en los pue­blos, que se fue hacien­do jurar bajo la pre­sión de ser some­ti­dos a san­gre y fue­go y reten­cio­nes («El duque… toma­dos rehe­nes e jura­men­tos…»), los habi­tan­tes no encon­tra­ron otra opción que someterse.

En la Baja Nava­rra se inten­tó la resis­ten­cia y así cons­ta­tó tam­bién Correa lo ocu­rri­do a manos del coro­nel Villal­ba: «El valle era rebel­de y con­ve­nía fue­se cas­ti­ga­do. E dada licen­cia a sus infan­tes, con mucha cruel­dad, los mora­do­res fue­sen some­ti­dos a saco, pegan­do fue­go a las casas, que sus lla­mas todos los mon­tes alum­bra­ban… inci­ta­dos a tomar las armas poca defen­sa hicie­ron. El coro­nel man­dó hacer esta crue­za por­que reque­ri­dos que a la obe­dien­cia vinie­sen… escar­men­ta­rían los comar­ca­nos. Los infan­tes no cesa­ban de robar e como la licen­cia estu­vie­se a su albe­drío, muchas don­ce­llas e otras fue­ron forzadas…».

En el 4º pun­to se dice que «la con­quis­ta con­tó con el apo­yo de los bea­mon­te­ses… un par­ti­do al que per­te­ne­cía par­te de la pobla­ción nava­rra…». Pues bien, Correa solo asien­ta la pre­sen­cia del con­de de Lerín cuan­do el duque de Alba, «con las ban­de­ras ten­di­das entró por Nava­rra. Y entran­do por todos los luga­res, se le die­ron, par­te por mie­do, par­te por una vie­ja amis­tad que aque­llos pue­blos sue­len tener con los con­des­ta­bles de Nava­rra…». Es decir, con el con­de, for­man­do par­te del Ejér­ci­to inva­sor y a las órde­nes del duque. La par­ti­ci­pa­ción del de Lerín sobre los pue­blos se mane­jó en for­ma indi­vi­dual de pre­sión para que no resis­tie­ran, y no para que par­ti­ci­pa­ran, lo cual resul­ta har­to dife­ren­te y des­mien­te lo afir­ma­do en la carta.

El 5º pun­to remi­te a que la con­se­cuen­cia prin­ci­pal fue el cam­bio dinás­ti­co, acep­ta­do por los nava­rros a cam­bio de con­ser­var sus fue­ros, su régi­men jurí­di­co, su dere­cho y sus ins­ti­tu­cio­nes en el jura­men­to de fide­li­dad Rey-rei­no se pro­du­jo en las pri­me­ras Cor­tes de mar­zo de 1513. Toda una fal­se­dad en cuan­to el tal jura­men­to hecho por el virrey y en ausen­cia de Fer­nan­do, se puso mas énfa­sis en la obe­dien­cia al Rey que al res­pe­to a los fueros.

Y la mejor prue­ba de que el Rey no res­pe­tó los fue­ros des­de el pri­mer momen­to fue la cédu­la que reali­zó el 12 de junio del mis­mo año, recha­zan­do casi todas las pro­pues­tas de estas Cor­tes y eva­dien­do sus cum­pli­mien­tos con arti­ma­ñas. Las deman­das de res­pe­to recha­za­das habían sido emi­ti­das por la ciu­dad de Pam­plo­na en una­ni­mi­dad, una ciu­dad que la car­ta asien­ta como bea­mon­te­sa y con­ten­ta de haber sido conquistada.

El pun­to 6º defien­de des­ca­ra­da­men­te las posi­cio­nes y pro­pó­si­tos del rey Fer­nan­do, no a la con­tem­pla­ción de los dere­chos de Nava­rra, sino a favor de sí mis­mo. Pri­me­ro como rey de Ara­gón, des­pués en la per­mi­sión a Nava­rra de gozar auto­no­mía o en su dere­cho de incor­po­rar Nava­rra a Ara­gón; y final­men­te en la posi­bi­li­dad de que Ger­ma­na de Foix le die­ra un here­de­ro, y a fal­ta de ello la some­tió a Castilla.

En el pun­to 7º se da por váli­da una incor­po­ra­ción a Cas­ti­lla en 1515: «Incor­po­ró Nava­rra a Cas­ti­lla por amor a su hija doña Jua­na y su nie­to Car­los…». La fór­mu­la es incom­pa­ti­ble con el res­pe­to de cua­les­quie­ra otros dere­chos, mayor­men­te cuan­do la fór­mu­la dice tam­bién «para siem­pre jamás», párra­fo que la car­ta reco­men­da­do­ra de ins­truc­cio­nes no reco­ge. A par­tir de ahí, hablar de esta­tus pecu­liar y otros eufe­mis­mos es marear la impre­ci­sión para ocul­tar la vera­ci­dad real de un hecho.

Y en el 8º pun­to se acha­ca lo ocu­rri­do a la cues­tión inter­na­cio­nal, por­que «es impor­tan­te enten­der que la con­quis­ta de Nava­rra se enmar­ca en una gue­rra inter­na­cio­nal». Excu­sa ridí­cu­la como para ser aga­rra­de­ro de quie­nes les fal­tan argu­men­tos. Y de ahí se pasa a reco­men­dar la lec­tu­ra de un libro que, con el nom­bre de su auto­ra, fue publi­ca­do por el Gobierno de Nava­rra. Sí, ese gobierno que arrui­nó Nava­rra, aca­bó con su Can y man­tie­ne los ingre­sos de quie­nes des­de su cola­bo­ra­ción siguen gober­nan­do este país.

Y ya que resul­ta­ría impro­pio de un artícu­lo de pren­sa, por su exten­sión, refe­rir­me a los argu­men­tos que hice fren­te al cita­do libro, sí he de decir que la cita­da auto­ra, Mer­ce­des Galán Lor­da, y la car­ta ana­li­za­da, defien­den el dere­cho de usu­ca­pión per­pe­tuo de la adqui­si­ción de un pue­blo, sus habi­tan­tes y la for­ma de gobierno que poseía «para siem­pre jamás», en base al empleo de la fuer­za ejer­ci­da en la Edad Media. Y man­te­ner­lo así (como que­dó cons­tan­cia) con­di­cio­na­do a la defen­sa arma­da por el Rei­no de Cas­ti­lla (hoy Espa­ña) de la for­ma más impe­rial y abso­lu­tis­ta de los pro­ve­chos de una monar­quía es una abe­rra­ción no pro­pia del siglo XXI.

Tra­tar hoy día de los dere­chos adqui­ri­dos por una monar­quía actual­men­te tras­no­cha­da, de la que solo pue­den salir inú­ti­les, apro­ve­cha­dos o ambas cosas, es ridícu­lo. Y lo mas tris­te y trá­gi­co es que sobre ello se haya patro­ci­na­do por nues­tros gober­nan­tes nava­rros un libro titu­la­do El Dere­cho nava­rro, que inclu­ye todos los mere­ci­mien­tos mani­fes­ta­dos y que se dice escri­to por y para Nava­rra, cuan­do des­de él se está defen­dien­do todo lo contrario.

Naba­rral­de

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