El dia­rio Públi­co como cepo de la bur­gue­sía- Manuel Navarrete

Lle­ga a mis manos el últi­mo artícu­lo de Pepe Gutié­rrez, miem­bro de Izquier­da Anti­ca­pi­ta­lis­ta. En esta oca­sión el tex­to no tra­ta sobre la figu­ra de León Trotsky (como el 90% de la pro­duc­ción de Gutié­rrez), ni sobre los males del cul­to a la per­so­na­li­dad (nóte­se, de paso, la cruel paradoja…).

No. En esta oca­sión se tra­ta de lamen­tar la trá­gi­ca «derro­ta» que, por lo vis­to, supo­ne para noso­tros la des­apa­ri­ción en papel del dia­rio zapa­te­ris­ta Públi­co.

Eso sí, Gutié­rrez deja bien cla­ro en su escri­to que todo aquel que no com­par­ta su tesis ‑diga­mos- «derro­tis­ta» con res­pec­to a la des­apa­ri­ción de suso­di­cho pan­fle­to socia­ta es, sin más, un sec­ta­rio. Al pare­cer, mucha gen­te en la izquier­da está preo­cu­pa­da por el sec­ta­ris­mo. Yo tam­bién. Sin ir más lejos, me pare­ce alar­man­te el sec­ta­ris­mo que impli­ca la cate­gó­ri­ca con­vic­ción de algu­nos según la cual cual­quier per­so­na que no com­par­ta sus pos­tu­ras es, por eli­mi­na­ción, sectario.

Ciñá­mo­nos, no obs­tan­te, a los argu­men­tos polí­ti­cos. Por­que yo no lamen­to, en abso­lu­to, la des­apa­ri­ción del dia­rio Públi­co. Y no lo hago por­que, obvia­men­te, el dia­rio Públi­co es del PSOE. Si esta­mos con­tra el PSOE y Públi­co es del PSOE, enton­ces esta­mos tam­bién con­tra Públi­co. El silo­gis­mo es tan fácil que para no com­par­tir sus con­clu­sio­nes sólo pue­den exis­tir dos razo­nes: o no se está con­tra el PSOE, o no se con­si­de­ra que Públi­co sea del PSOE.

Des­car­te­mos lo pri­me­ro, al ser nues­tro ami­go Pepe un mili­tan­te «anti­ca­pi­ta­lis­ta», como se dice hoy en día, y ser el PSOE un par­ti­do pro­ca­pi­ta­lis­ta. Sólo nos que­da enton­ces la posi­bi­li­dad de que Gutié­rrez no con­si­de­re a este dia­rio un perió­di­co del PSOE. Sin embar­go, la línea edi­to­rial del medio ha sido duran­te años tan extre­ma­da­men­te ten­den­cio­sa, que ni el más ter­co nega­cio­nis­mo podría dejar de reco­no­cer su ads­crip­ción a dicho partido.

De hecho, el por enton­ces direc­tor del dia­rio Públi­co, Félix Mon­tei­ra, fue nom­bra­do secre­ta­rio de Esta­do de comu­ni­ca­ción por el gobierno de Zapa­te­ro. ¿Cómo negar enton­ces que este perió­di­co es del PSOE? Y, si se admi­te que lo es, ¿cómo defen­der­lo enton­ces, sin estar defen­dien­do a la vez al PSOE?

Inclu­so El País ha sido más crí­ti­co con el PSOE que Públi­co, inca­paz del más leve cues­tio­na­mien­to a sus ami­gos del gobierno. Duran­te años, bas­ta­ba mirar las por­ta­das de Públi­co cada maña­na para des­cu­brir las pági­nas más ten­den­cio­sas y ser­vi­les al gobierno del PSOE de toda la pren­sa espa­ño­la. Y esto suce­día mien­tras el gobierno de Zapa­te­ro rea­li­za­ba los recor­tes más drás­ti­cos de la his­to­ria del actual régi­men has­ta ese momento.

Ade­más, con el tiem­po el dia­rio se había con­ver­ti­do en una espe­cie de Metro ó 20 Minu­tos, sólo que ade­más te cobra­ban. No exis­tía el menor rigor ana­lí­ti­co, la menor cali­dad en los tex­tos; ni tan siquie­ra algo de ela­bo­ra­ción. Las noti­cias eran copia­das, sin más, de Euro­pa­press u otras agen­cias similares.

Algu­nos me dirán que, a pesar de todo, esta­ba la colum­na de Isaac Rosa. Y es cier­to. Pero jamás escu­ché a nadie defen­der al dia­rio El Mun­do por el hecho de que Javier Ortiz, el colum­nis­ta más radi­cal de nues­tra pren­sa has­ta el día de su muer­te, escri­bie­ra una colum­na dia­ria en el medio de Pedro J. Ramí­rez. Por lo demás, en no pocas oca­sio­nes Chomsky, Sara­ma­go o Michael Moo­re han apa­re­ci­do en el dia­rio El País. ¿Defen­de­re­mos por ello tam­bién a este periódico?

Es cier­to que, en un prin­ci­pio, Públi­co dio voz a otras ideo­lo­gías. Car­lo Fra­bet­ti, Ánge­les Maes­tro, Car­los Tai­bo, Car­los Fer­nán­dez Liria, San­tia­go Alba Rico, entre otros, apa­re­cie­ron de mane­ra pun­tual en este medio. Pero, como cual­quie­ra que haya segui­do su evo­lu­ción habrá podi­do notar, esa eta­pa de Públi­co hace ya mucho que pasó, sen­ci­lla­men­te, a la his­to­ria. Ernes­to Ekai­zer se hizo con las rien­das del medio y cor­tó por lo sano cual­quier velei­dad izquier­dis­ta. Las aguas, sin más, vol­vie­ron a su cauce.

Des­de enton­ces, ape­nas se vol­vió a leer a esta cla­se de auto­res en el dia­rio. Y a Rafael Reig, colum­nis­ta dia­rio que se pasó de la raya, sen­ci­lla­men­te se lo qui­ta­ron de en medio. De esto hace ya varios años. Sólo se sal­vó Vice­nç Nava­rro, por escri­bir artícu­los defen­dien­do al PSOE y al PSC y, ya que esta­mos, cali­fi­car de “dic­ta­du­ras” a unos cuan­tos paí­ses socialistas.

Ten­go Inter­net. Leo y conoz­co a la per­fec­ción el dia­rio Públi­co. Por eso sé que no tie­ne sen­ti­do que lamen­te­mos la des­apa­ri­ción de un perió­di­co que:

- Defien­de al sis­te­ma capi­ta­lis­ta de pro­duc­ción y, por tan­to, la socie­dad de clases.
– Ala­ba a Oba­ma y, en con­se­cuen­cia, al impe­ria­lis­mo estadounidense.
– Publi­ci­ta a Zapa­te­ro y todos sus recor­tes sociales.
– Ala­ba a la Unión Euro­pea y a la OTAN.

- Difun­de la mito­lo­gía de la «tran­si­ción demo­crá­ti­ca» espa­ño­la, silen­cian­do el con­ti­nuis­mo real­men­te existente.

- Calum­nia a los comu­nis­tas con­se­cuen­tes y los acu­sa de «hacer la pin­za con el PP».

- Jus­ti­fi­ca las gue­rras impe­ria­lis­tas de Afga­nis­tán y Libia, pin­tán­do­las como «huma­ni­ta­rias».

- Jus­ti­fi­ca, en últi­ma ins­tan­cia, el colo­nia­lis­mo sio­nis­ta (a pesar de cier­tas crí­ti­cas superficiales).

- Ata­ca, mien­te y mani­pu­la con­tra la revo­lu­ción cuba­na, a la vez que defien­de a la gusa­ne­ra como los ver­da­de­ros «demó­cra­tas».

- Demo­ni­za al gobierno anti­im­pe­ria­lis­ta de Vene­zue­la, así como a los del res­to de paí­ses rebel­des latinoamericanos.

- Cali­fi­ca de «terro­ris­tas» a gue­rri­llas que, como las FARC, luchan por la liber­tad de su pueblo.

- Cola­bo­ra en el lin­cha­mien­to mediá­ti­co de toda resis­ten­cia popu­lar (por ejem­plo, de la can­di­da­tu­ra Ini­cia­ti­va Inter­na­cio­na­lis­ta, en 2009).

Todo lo que aca­bo de decir pue­do apo­yar­lo con nume­ro­sos links de artícu­los de este dia­rio. Y no bus­can­do, natu­ral­men­te, excep­cio­nes o colum­nas de opi­nión, sino extra­yén­do­los de la mis­ma línea edi­to­rial del perió­di­co, de las noti­cias que se publi­can coti­dia­na­men­te en el medio, de su mis­ma colum­na ver­te­bral, de su cora­zón (que no es pre­ci­sa­men­te rojo).

¿De ver­dad era tan impor­tan­te leer a Igna­cio Esco­lar o al Gran Wyo­ming defen­dien­do al PSOE? ¿De ver­dad los mul­ti­mi­llo­na­rios de Media­pró podían difun­dir líneas edi­to­ria­les que le hicie­ran el menor daño al sis­te­ma? ¿De ver­dad la des­apa­ri­ción de un pan­fle­to del PSOE pue­de afec­tar a cual­quier otra ten­den­cia polí­ti­ca que no sea esa, la del PSOE?
No estoy dicien­do que no me gus­ta­ran los libros bara­tos que en oca­sio­nes, en un gui­ño a la izquier­da, el medio edi­ta­ba. Pero pode­mos con­se­guir esos libros por otro lado. Tejer nues­tras pro­pias redes, sin depen­der de mul­ti­na­cio­na­les, millo­na­rios, perió­di­cos capi­ta­lis­tas y etcé­te­ra. Pode­mos edi­tar nues­tros pro­pios libros, nues­tros pro­pios perió­di­cos. Cons­truir biblio­te­cas, edi­to­ria­les. Recu­pe­rar espa­cios pro­pios, des­de el pue­blo, con el pue­blo, para el pue­blo. Crear, al fin y al cabo, Poder Popular.

Por­que no debe sub­es­ti­mar­se el papel de perió­di­cos como Públi­co a la hora de cap­tar a jóve­nes de ten­den­cias radi­ca­les y recon­du­cir­los hacia el redil demo­crá­ti­co-cons­ti­tu­cio­nal. Recu­pe­rar­los para el sis­te­ma. Empu­jar­los, camu­fla­da­men­te, hacia el PSOE, o hacia una IU subor­di­na­da al PSOE. Por­que los libros que rega­la­ba el dia­rio Públi­co eran el cebo con el que los «crea­do­res de opi­nión» de la bur­gue­sía atraían a incau­tos, antes de cerrar el cepo y atra­par­los con su ideo­lo­gía putrefacta.

No, ami­gos, no estoy de acuer­do. Y tam­po­co estoy de acuer­do con Pas­cual Serrano, para quien al per­der Públi­co hemos per­di­do plu­ra­li­dad. No hemos per­di­do plu­ra­li­dad por el sen­ci­llo moti­vo de que dicha plu­ra­li­dad no exis­tía. Por­que la “liber­tad de pren­sa” bur­gue­sa es la dic­ta­du­ra mediá­ti­ca de los que (como Jau­me Rou­res) dis­pon­gan de un millón de euros para mon­tar un perió­di­co. Por­que El PaísLa Razón, Públi­co o El Mun­do, no son más que perió­di­cos de dos ten­den­cias inter­nas (lla­ma­das PSOE y PP) del Par­ti­do Úni­co del Capital.

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