Miran­do a Madrid no se lle­ga a nin­gún lado- Flo­ren Aoiz

Hubo un tiem­po en el que los líde­res del PNV se plan­tea­ban ‑y lo reco­no­cían públi­ca­men­te- como obje­ti­vo que los vas­cos se sin­tie­ran cómo­dos en Espa­ña. Pero, ¿era aquel un tiem­po pasa­do o pode­mos adju­di­car al PNV de 2012 esa mis­ma pretensión?

Tene­mos algu­nas pis­tas sobre la res­pues­ta a esta inte­rro­gan­te. Sabe­mos que el PNV ha pre­fe­ri­do que­dar fue­ra de casi todas las ini­cia­ti­vas para traer nue­vos tiem­pos a Eus­kal Herria. Ni acuer­do de Ger­ni­ka ni movi­li­za­cio­nes por los pre­sos, ni can­di­da­tu­ras uni­ta­rias vas­cas fren­te a Madrid, ni com­pro­mi­sos con los faci­li­ta­do­res para posi­bi­li­tar espa­cios esta­bles de diá­lo­go polí­ti­co. Siem­pre tenía algo más que exi­gir a ETA o deman­dar a la izquier­da aber­tza­le. Ade­más, ha ele­va­do pro­gre­si­va­men­te el gra­do de beli­ge­ran­cia y agre­si­vi­dad con­tra la izquier­da aber­tza­le, reac­cio­nan­do con visi­ble inquie­tud y ner­vio­sis­mo ante los resul­ta­dos de Bil­du y Amaiur.

Para­le­la­men­te, los jel­tza­les no han teni­do pro­ble­ma en man­te­ner y estre­char su alian­za con el par­ti­do de Zapa­te­ro-Rubal­ca­ba y ten­der puen­tes al PP. Con los de Rajoy han toma­do a asal­to las cajas vas­con­ga­das y han lle­ga­do a otros acuer­dos. La coin­ci­den­cia con PP y PSOE en la sig­ni­fi­ca­ti­va vota­ción del Con­gre­so espa­ñol en torno al pro­ce­so abier­to en Eus­kal Herria es, has­ta aho­ra, la expre­sión más cla­ra de un PNV que mira, sobre todo, a Madrid.

No se tra­ta de caer en la cari­ca­tu­ra de equi­pa­rar a los jel­tza­les con los par­ti­dos espa­ño­lis­tas. El PNV ha man­te­ni­do posi­cio­nes crí­ti­cas con res­pec­to a algu­nas bar­ba­ri­da­des repre­si­vas, con­de­na la Ley de Par­ti­dos y deman­da el fin de la polí­ti­ca peni­ten­cia­ria que en otros tiem­pos ava­ló. Tie­ne otra his­to­ria, otros orí­ge­nes, otra com­po­si­ción social, otros ancla­jes y valo­res. El PNV no es ni el PSOE ni el PP, eso es obvio.

Pero los hechos son tena­ces. Si no es un par­ti­do espa­ño­lis­ta, ¿por qué bus­ca ‑y logra- acuer­dos de todo tipo, inclui­dos los de máxi­mo cala­do con los espa­ño­lis­tas mien­tras mar­ca dis­tan­cias con res­pec­to a las demás fuer­zas vas­cas, des­oyen­do todas las lla­ma­das a la uni­dad de fuer­zas? ¿Por qué el PNV no tie­ne un acuer­do con las fuer­zas sobe­ra­nis­tas en torno a una hoja de ruta para la nue­va fase polí­ti­ca pero sí con PP y PSOE? Ni PP ni PSOE esta­ban intere­sa­dos en seguir el jue­go a UPyD y pedir la ile­ga­li­za­ción de Bil­du y Amaiur. La pre­ten­sión del PNV de pre­sen­tar­se como el con­se­gui­dor de algo que ya esta­ba cerra­do quie­re, sim­ple­men­te, ocul­tar la gra­ve­dad del com­pro­mi­so adqui­ri­do con el españolismo.

El tex­to aplau­de la estra­te­gia repre­si­va que se ha lle­va­do a cabo has­ta aho­ra y sitúa el deba­te en torno a la deman­da de diso­lu­ción de ETA. Supo­ne un espal­da­ra­zo a la Ley de Par­ti­dos, las ile­ga­li­za­cio­nes, el encar­ce­la­mien­to de acti­vis­tas polí­ti­cos o la cruel­dad de esta­do. Ade­más, deman­da una apli­ca­ción estric­ta de las medi­das coer­ci­ti­vas y repre­si­vas. Las últi­mas deten­cio­nes sir­ven para ilus­trar con hechos la idea del escrito.

No es esto lo que la socie­dad vas­ca deman­da a los agen­tes polí­ti­cos. Miran­do a Madrid no hay camino que reco­rrer. Esa vía se ago­tó hace ya mucho tiempo.

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