El cere­bro del pue­blo es la insur­gen­cia- Miguel Rivás

La Rosa Blindada

La huma­ni­dad embrión en cons­truc­ción per­pe­tua a la que el pue­blo colom­biano no esca­pa, en la con­ti­nui­dad por más de 50 años de lucha escon­di­da en los labe­rin­tos de la ideo­lo­gía mediá­ti­ca, ha pasa­do a for­mar par­te de los daños invalua¬bles a la huma­ni­dad, repre­sen­ta­da en ese pueblo.

Esa huma­ni­dad adul­ta ha podi­do rena­cer al fue­go de un Pro­me­teo, a los con­se­jos de un San­cho o a los de Mil­quía­des, en el vie­jo Macondo.
La his­to­ria mis­ma como se sabe, ha for­ma­do par­te de la trans­for­ma­ción de esos mitos que nos per­mi­ten cono­cer las sociedades.

El poder per­ma­nen­te Colom­biano, no ha esca­pa­do a esa tra­di­ción de bús­que­da, a el mito de la inno­va­ción y al “pro­gre­so”, que des­de Macon­do con Mil­quía­des, sobre­vi­vien­te a mil gue­rras, epi­de­mias y catás­tro­fes, les traía.

Hoy reno­va­do no como tra­ge­dia, sino como fal­sa, Mul­quía­des vuel­ve hacer pie­za cla­ve del nue­vo Macon­do, esta vez como Tío Sam, con nue­vos dien­tes y col­mi­llos ató­mi­cos. Delei­tan­do con sus nue­vas mara­vi­llas, a gene­ra­les, ban­que­ros, gana­de­ros, terra­te­nien­tes, curas y políticos.

Hacien­do de Colom­bia en el con­ti­nen­te la gran socie­dad: de fal­sos posi­ti­vos. Ponien­do de cabe­za su geo­gra­fía, sus tie­rras y población.

El Tío Sam ha vuel­to a renom­brar todo y cada uno de los obje­tos, de ese mun­do, que esta vez some­tió a la enfer­me­dad del sue­ño. Con nue­vos pro­ce­di­mien­tos adqui­ri­dos, supe­rio­res a los de Goeb­bels el Alemán.

Todo suce­de con un poder per­ma­nen­te igno­ran­te, de que las momias no pue­den acli­ma­tar­se entre lo vivo.

Con una Colom­bia en pie de lucha, com­ba­tien­do en todos los esce­na­rios, a sofis­tas, fal­si­fi­ca­do­res inves­ti­do de ese san­tan­de­ris­mo legu­le­yo, sali­do de Casa de Nari­ño. Aba­rro­tan­do jun­to al Tio los medios infor­ma­ti­vos, en la fal­sa creen­cia que el cere­bro de los ciu­da­da­nos se hubie­se ago­ta­do y seca­do, lle­gan­do a su fin.

Sin saber que el cere­bro del pue­blo en lucha nun­ca lle­ga a su fin, y que es el de la insurgencia.

Insur­gen­cia pala­bra de 11 letras, mano­sea­da y menos­pre­cia­da por aque­llos que en una épo­ca la ves­tían. Y que hoy se le hace difí­cil con­ju­gar, en su nega­ción como un dere­cho de los pue­blos a la lucha, ante un Esta­do de fal­sos posi­ti­vos, de bases mili­ta­res del coman­do sur, cla­va­das como esta­cas desa­fian­te a nues­tra soberanía.

La insur­gen­cia es sobe­ra­nía, no la de fal­sos posi­ti­vos, de esas miles de fosas que se levan­tan con sus gri­tos des­ga­rran­te de las noches cóm­pli­ce. La insur­gen­cia, es la lucha con­tra ese carrua­je aus­pi­cia­dor de muer­tes sin balas, pero de ham­bre, el TLC.

La insur­gen­cia es la lucha con­tra esa oli­gar­quía lum­pe­ni­za­da, en el tra­fi­co y lava­do, en el terro­ris­mo de ese Esta­do que se inte­gra en el pro­pio esta­do de dere­cho, abo­lien­do los dere­chos huma­nos para sal­var vidas. Que bom­bar­dea a paí­ses veci­nos, y apo­ya los des­afue­ro de otros Esta­dos terro­ris­tas en el pilla­je en el medio orien­te, ava­la­do por el lla­ma­do dere­cho inter­na­cio­nal glo­ba­li­za­do. Que recor­ta mas y mas la lla­ma­da segu­ri­dad social aumen­tan­do el gas­to militar.

La insur­gen­cia lucha por la paz sinó­ni­mo de sobe­ra­nía mili­tar y eco­nó­mi­ca. Sin TLC, sin bases, sin tra­ta­dos mili­ta­res y de mul­ti­na­cio­na­les ena­je­nan­do nues­tra eco­no­mía y nues­tros terri­to­rios. Con­tra­pues­to al de esas momia que su ten­den­cia es a imi­tar y repe­tir los dic­ta­dos de Whasignton.

Nues­tro pue­blo ha echa­do andar jun­to a la insur­gen­cia, y esa enfer­me­dad del sue­ño ino­cu­la­da, ha pasa­do a ser un boo­me­rang a esa oli­gar­quía. Cam­bian­do la corre­la­ción con las masas en las calles, en los cam­pos, en el paro, mas vivas que nun­ca iden­ti­fi­can­do a sus enemigos.
La insur­gen­cia para algu­nos sesu­dos en sus deli­rio teó­ri­co, es solo un fenó­meno geo­grá­fi­co de exis­ten­cia en el cam­po. Una gue­rra en las pro­fun­di­da­des entre el Esta­do y la insur­gen­cia, allá en el cam­po. Impo­nien­do en las ciu­da­des otras for­mas de guerras.

Estos sesu­dos de izquier­da no han esca­pa­do al nue­vo Mil­quía­des, en la crea­ción de dos Colom­bia, mon­ta­da en lo fal­so posi­ti­vo, ponien­do de cabe­za al Esta­do y a la socie­dad. La inver­sión del mun­do por uno apa­ren­te, como un mun­do real, cons­trui­do por los ideó­lo­gos de la glo­ba­li­za­ción impe­ria­lis­ta, en su pre­ten­sión de la crea­ción de una nue­va super­es­truc­tu­ra ideo­ló­gi­ca, for­man­do par­te de esa bar­ba­rie que viven hoy los pueblos.

Guia­dos sola­men­te por la supers­ti­ción polí­ti­ca que pue­de ima­gi­nar­se toda­vía en nues­tros días que la vida bur­gue­sa debe ser man­te­ni­da en cohe­sión por el Esta­do, cuan­do en la reali­dad ocu­rre al revés, que es el Esta­do quien se halla man­te­ni­do en cohe­sión por la vida bur­gue­sa. Como afir­ma Car­los Marx. Y esa oli­gar­quía esta en gue­rra per­ma­nen­te en todo los espa­cio de la socie­dad, que inclu­yen los lla­ma­dos terri­to­rios… Esta tesis con­du­cen a esa lógi­ca pro­fun­da de la vie­ja meta­fí­si­ca de “izquier­da”…, y sigue pre­sen­te, en sus análisis,cuando se auto­crí­ti­can y tra­zan el nue­vo rum­bo a seguir, exclu­yen­do a la insur­gen­cia como una fuer­za orgá­ni­ca de izquierda.

La exclu­sión es el resul­ta­do de los nue­vos pos­tu­la­dos de lo que hacen su nue­va doc­tri­na, ya sea por la fal­ta de tiem­po y de estu­dio en su mun­do glo­ba­li­za­do, que ni los indu­cen a pen­sar, por estar inmer­sos en una prác­ti­ca del día a día, que los hace inexo­ra­bles en el tra­to y atra­pa­dos en la pobre idea de la sobe­ra­nía de la razón, sus­ti­tui­da por la sobe­ra­nía del pueblo.

Para estos seño­res, es en las gran­des ciu­da­des, y en la capi­tal, que se hace la polí­ti­ca, y aña­di­ría, los che­ques y par­ten los kilómetros.

Y esos movi­mien­tos de pro­tes­ta social que hace su irrup­ción en estos últi­mos cua­tro años y en ascen­so, no fue­ron con­vo­ca­dos por el espí­ri­tu san­to y menos por lo que se auto cri­ti­can por su auto exclu­sión. El resur­gi­mien­to del espon­tá­neis­mos, con un tufi­llo sutil de sec­ta­ris­mo es lo que sub­ya­ce para expli­car el fenó­meno. Pero resul­ta que para ellos, en las ciu­da­des se enfren­tan a otra for­ma de gue­rra que no se si en su abs­trac­ción, es la del Esta­do o el de la cla­se domi­nan­te, o de la ben­di­ta socie­dad civil. Ya que la izquier­da como par­ti­dos polí­ti­cos, ope­ran en la ciu­dad y la insur­gen­cia en el cam­po. En una nue­va divi­sión y defi­ni­ción del tra­ba­jo polí­ti­co… asig­nán­do­les con­te­ni­do y un rol a la insur­gen­cia falso.

De ahí todo lo “nue­vo” que dicen han apren­di­do en la admi­nis­tra­ción de las gran­des ciu­da­des. Sin dar­se cuen­ta que el nue­vo Macon­do obe­de­ce de for­ma absoluta,a una con­cep­ción urba­nís­ti­ca con­tra­in­sur­gen­te que eje­cu­tan. De puen­tes, avenidas,zonas ver­des, entron­ques via­les, edi­fi­cios, barria­das, con­glo­me­ra­dos huma­nos, a la cabe­za de com­pa­ñías, ban­cos y con­sor­cios inmo­bi­lia­rios. Al nue­vo Macon­do lo des­pla­zan vía el des­po­jo y des­alo­jos, has­ta caer al mar. Con medi­das pro­fi­lác­ti­cas de la poli­cía con­tra la pobla­ción, com­ba­tien­do y eje­cu­tan­do a los pobres que esa oli­gar­quía pro­du­ce como pobla­ción sobran­te y superfluo.

Cin­co millo­nes de Colom­bia­nos, des­pla­za­dos, rura­les, urbanos,por un con­flic­to que ni es urbano ni rural que no per­te­ne­ce a la geo­gra­fía, en que la lucha de cla­se se mani­fies­ta fren­te a ese mode­lo estruc­tu­ral des­igual impues­to por la oligarquía.

Recor­de­mos el mode­lo del alcal­de de N.Y. Rudolph Giu­lia­ni, que ha ser­vi­do de plan pilo­to para su apli­ca­ción a toda Lati­noa­me­ri­ca, inclu­yen­do a Colom­bia, que no es de ahora.

La oli­gar­quía Colom­bia­na siem­pre se ha mane­ja­do con un plan glo­bal, dise­ña­do des­de fue­ra, inte­gral y con­tra­in­sur­gen­te, como el plan Colom­bia, o su com­po­nen­te, el Patrio­ta… don­de no caben esas divi­sio­nes geo­grá­fi­cas, ni esos con­cep­tos del Esta­do y socie­dad des­de una visión reformista.

El hie­lo empie­za a derre­tir­se al calor alqui­mis­ta de las masas insur­gen­tes y el fue­go a con­su­mir al Tío San, en una nue­va his­to­ria trans­for­ma­do­ra del mito del pue­blo Colombiano.

12 de Febrero.

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