En las entra­ñas del mons­truo: el sis­te­ma car­ce­la­rio en Colom­bia- KI

Escri­to por Komi­te Internazionalistak

En las entrañas del monstruo: el sistema carcelario en ColombiaCitan­do la fra­se de Dos­toievsky “si quie­res cono­cer la reali­dad de una socie­dad, visi­ta sus cár­ce­les “y revi­san­do la pobla­ción car­ce­la­ria en Colom­bia es fácil iden­ti­fi­car un con­flic­to polí­ti­co, social y eco­nó­mi­co cuyo ori­gen se basa en pro­fun­das des­igual­da­des socia­les, gene­ra­das por una plu­to­cra­cia y una hege­mo­nía de poder eco­nó­mi­co y polí­ti­co de una mino­ría, repre­sen­ta­da por una oli­gar­quía des­na­cio­na­li­za­da, sobre una inmen­sa mayo­ría de la pobla­ción exclui­da y ade­más cas­ti­ga­da por opo­ner­se a un régi­men que ha gene­ra­do ham­bre, muer­te y mise­ria a gran esca­la. Como con­se­cuen­cia de esta socie­dad mol­dea­da des­de “arri­ba” y des­de “afue­ra” según los intere­ses de gru­pos trans­na­cio­na­les y con la cla­ra inje­ren­cia de los gobier­nos de Esta­dos Uni­dos y de la Unión Euro­pea, con­tan­do siem­pre con la com­pli­ci­dad de los gobier­nos colom­bia­nos de turno, entre­ga­dos y supe­di­ta­dos a los dic­tá­me­nes del extran­je­ro, el Régi­men Colom­biano ha imple­men­ta­do dife­ren­tes meca­nis­mos repre­si­vos como par­te de pla­nes estra­té­gi­cos de per­se­cu­ción sis­te­má­ti­ca a la opo­si­ción polí­ti­ca, llá­me­se Esta­tu­to De Segu­ri­dad, Plan Colom­bia, Plan Patrio­ta, Ley de Segu­ri­dad Ciu­da­da­na etc.

El refle­jo de esto es que actual­men­te en las cár­ce­les colom­bia­nas hay 115.000 per­so­nas reclui­das, cifra que ha aumen­ta­do escan­da­lo­sa­men­te en los últi­mos 5 años, ante­rior a los cua­les la pobla­ción car­ce­la­ria era de 60.000 per­so­nas. Algu­nas de las cau­sas de la pro­ble­má­ti­ca car­ce­la­ria en Colom­bia son la len­ti­tud de los pro­ce­sos judi­cia­les, el sobre uso de la deten­ción pre­ven­ti­va, lo cual ha gene­ra­do un haci­na­mien­to por sobre- pobla­ción car­ce­la­ria que en muchos luga­res pue­de lle­gar al 200%. Esta­mos en una socie­dad con un altí­si­mo nivel de con­flic­ti­vi­dad y es muy equi­vo­ca­do pen­sar en resol­ver todos los con­flic­tos a todo nivel con el sis­te­ma penal, éste debe­ría ser el últi­mo recur­so y se debe­ría explo­rar las cau­sas de estos con­flic­tos y tra­ba­jar una solu­ción sobre ellas, esto, pen­san­do en una fun­ción pri­mor­dial­men­te social del esta­do. Pero lo que está suce­dien­do actual­men­te en las cár­ce­les de Colom­bia es el olvi­do abso­lu­to de la socie­dad colom­bia­na, ni el esta­do a tra­vés de sus dife­ren­tes ins­ti­tu­cio­nes, ni la Admi­nis­tra­ción de Jus­ti­cia, se preo­cu­pan por la situa­ción de las cár­ce­les, se pro­cla­ma una vic­to­ria cuan­do se crea una nue­va nor­ma penal o cuan­do se con­de­na a una per­so­na, sin pen­sar en el pro­ce­so pos­te­rior cuan­do se está detrás de los muros y los barrotes.

Otra cau­sa es que el sis­te­ma car­ce­la­rio en su tota­li­dad depen­de de la lógi­ca puni­ti­va y penal que ope­ra en el esta­do colom­biano, se con­clu­ye, que no pode­mos hablar de una cri­sis car­ce­la­ria sin hablar de una cri­sis del sis­te­ma penal y por con­si­guien­te de una cri­sis en la admi­nis­tra­ción de jus­ti­cia. Actual­men­te la pobla­ción car­ce­la­ria por razo­nes polí­ti­cas es de apro­xi­ma­da­men­te 7.500 per­so­nas. Las polí­ti­cas de cri­mi­na­li­za­ción imple­men­ta­das por el Esta­do, refle­ja­das ade­más, en las legis­la­cio­nes que pena­li­zan la pro­tes­ta social, han con­lle­va­do a que se pri­ve de la liber­tad a campesin@s, estu­dian­tes, defensor@s de dere­chos huma­nos, poblador@s urba­nos, sin­di­ca­lis­tas, gru­pos étni­cos o cual­quier per­so­na con­si­de­ra­da como ries­go para la “Segu­ri­dad Nacio­nal”, inclui­das las que deci­die­ron ejer­cer el legí­ti­mo dere­cho a rebe­lar­se con las armas. En las cár­ce­les colom­bia­nas se encuen­tran cen­te­na­res de humil­des poblador@s de zonas rura­les y muni­ci­pios peque­ños, que son víc­ti­mas de cap­tu­ras masi­vas e indis­cri­mi­na­das, señalad@s de ser supues­tos cola­bo­ra­do­res o milician@s de la gue­rri­lla; arbi­tra­rie­dad que en fon­do bus­ca des­ver­te­brar las comu­ni­da­des que se opo­nen a la imple­men­ta­ción de gran­des pro­yec­tos económicos.

Apar­te de sopor­tar con­de­nas des­pro­por­cio­na­das, l@s pres@s polític@s y en gene­ral toda la pobla­ción car­ce­la­ria reci­be una defi­cien­te aten­ción médi­ca, con­vir­tién­do­se en una pro­ble­má­ti­ca sis­te­má­ti­ca que cau­sa en algu­nos casos la muer­te. Al des­co­no­ci­mien­to de la obli­ga­ción de garan­ti­zar los Dere­chos Huma­nos de la pobla­ción pri­va­da de la liber­tad, se suma la actua­ción vin­di­ca­ti­va del Esta­do colom­biano fren­te a l@s pres@s polític@s, que se refle­ja entre otros en la negli­gen­cia e indo­len­cia que se asu­me fren­te a quie­nes pade­cen enfer­me­da­des gra­ves, en esta­do ter­mi­nal, lisia­dos, con limi­ta­ción fun­cio­nal o pér­di­da ana­tó­mi­ca de algu­na par­te de sus cuer­pos. De otro lado l@s pres@s politic@s son con­ti­nua­men­te sometid@s a tor­tu­ras, gases lacri­mó­ge­nos, tra­tos crue­les, inhu­ma­nos y degradantes.

El 99% de las denun­cias que han pues­to l@s detenid@s a la Defen­so­ría del Pue­blo, la Pro­cu­ra­du­ría Gene­ral de la Nación, Orga­ni­za­cio­nes de Dere­chos Huma­nos y Colec­ti­vos de Abo­ga­dos por tor­tu­ras come­ti­das por los fun­cio­na­rios del INPEC, están en la impu­ni­dad. Con la imple­men­ta­ción del Plan Colom­bia se impul­sa la cons­truc­ción de cár­ce­les de media­na y alta segu­ri­dad, adop­tan­do el mode­lo car­ce­la­rio Fede­ral de Pri­sio­nes de Esta­dos Uni­dos, tan­to en la infra­es­truc­tu­ra físi­ca de las pri­sio­nes como a la for­ma­ción y fun­cio­nes de los fun­cio­na­rios del INPEC, des­co­no­cien­do las fun­cio­nes socia­les que en la prác­ti­ca debe­rían cum­plir, con­vir­tién­do­los en entes de carác­ter poli­cial que vio­lan sis­te­má­ti­ca­men­te los Dere­chos Huma­nos de l@s reclus@s , con­duc­tas diri­gi­das espe­cial­men­te a l@s pres@s de con­cien­cia ya sean pres@s polític@s, o prisioner@s de guerra.

Cabe ano­tar que exis­te un Régi­men Car­ce­la­rio Espe­cial para otro tipo de reclu­sos, como son los pabe­llo­nes de alta segu­ri­dad don­de se encuen­tran los mili­ta­res, para­mi­li­ta­res, nar­co­tra­fi­can­tes y polí­ti­cos vin­cu­la­dos con la para­po­lí­ti­ca, ade­más de aque­llos cuyas actua­cio­nes tie­nen que ver con hechos de corrup­ción y saqueo al era­rio públi­co de la nación, estos pabe­llo­nes gozan de una mejor y más cómo­da infra­es­truc­tu­ra, cel­das indi­vi­dua­les con todas las garan­tías de segu­ri­dad y bien­es­tar, que se ase­me­jan más a hote­les de 5 estre­llas que a pre­si­dios que bus­quen cas­ti­gar­los e impo­ner­les penas por todos los crí­me­nes y atro­ci­da­des que estos ele­men­tos han cometido.

Uno de los casos crí­ti­cos don­de el Esta­do colom­biano se ensa­ña con l@s pres@s polític@s es el de la cár­cel de “La Tra­ma­cúa” lla­ma­da la ”cár­cel de cas­ti­go” ubi­ca­da en zona rural dis­tan­te del cen­tro urbano mas pró­xi­mo que es Valle­du­par, lugar de difí­cil acce­so, ais­la­do don­de no hay trans­por­te públi­co, ni redes de comu­ni­ca­ción. Lugar dón­de se vul­ne­ran en su máxi­ma expre­sión los dere­chos fun­da­men­ta­les de los hom­bres y muje­res que se encuen­tran allí recluid@s, y don­de per­ma­nen­te­men­te están sometid@s por par­te de la guar­dia peni­ten­cia­ria a tor­tu­ras sico­ló­gi­cas y físi­cas y don­de no se les sumi­nis­tra los ser­vi­cios míni­mos bási­cos como el agua, la cual solo se pro­por­cio­na por 5 minu­tos al día, pro­ble­ma que se se hace mucho mas crí­ti­co dadas las altas tem­pe­ra­tu­ras de la región (40 gra­dos cen­tí­gra­dos en pro­me­dio). Las pési­mas con­di­cio­nes de salu­bri­dad gene­ra­das por esta defi­cien­cia, están pro­vo­can­do múl­ti­ples enfer­me­da­des en la pobla­ción carcelaria.

De igual mane­ra es preo­cu­pan­te la defi­cien­te aten­ción sani­ta­ria den­tro de este Cen­tro Peni­ten­cia­rio, tan­to en al aten­ción como en el sumi­nis­tro de medi­ca­men­tos e insu­mos nece­sa­rios para una ade­cua­da aten­ción médi­ca, l@s reclus@s denun­cian la negli­gen­cia por par­te de la Direc­ción de esta Pri­sión y en gene­ral de la Direc­ción Gene­ral de Pri­sio­nes para resol­ver casos gra­ves que ame­ri­tan aten­ción espe­cia­li­za­da fue­ra de las ins­ta­la­cio­nes. Debi­do a las con­di­cio­nes infra­hu­ma­nas que se viven en este Cen­tro Peni­ten­cia­rio, se está ade­lan­tan­do una cam­pa­ña Nacio­nal e Inter­na­cio­nal para lograr el cie­rre de esta cár­cel y denun­ciar de igual mane­ra el fun­cio­na­mien­to vio­la­to­rio de los Dere­chos Huma­nos como polí­ti­ca sis­te­má­ti­ca gene­ra­li­za­da, que obe­de­ce a intere­se s eco­nó­mi­cos y polí­ti­cos y que hace par­te de toda una estra­te­gia repre­si­va de con­trol y de cri­mi­na­li­za­ción de la pro­tes­ta social en cual­quie­ra de sus dife­ren­tes manifestaciones.

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