La peda­go­gía del opri­mi­do- Jesus Valencia

No cabe duda de que será colo­sal. Todo apun­ta a que la marea huma­na del día 7 des­bor­da­rá Bil­bao. Hace ya muchos días que miles de per­so­nas tra­ba­jan afa­no­sa­men­te para que así sea. Pue­blos y barrios se orga­ni­zan para lle­nar auto­bu­ses, los ayu­nos se suman a las con­cen­tra­cio­nes y estas a las mar­chas; incon­ta­bles pare­des de Eus­kal Herria están cubier­tas con car­te­les que pre­go­nan la cita.

¿Qué ha suce­di­do para que todo un pue­blo res­pal­de la con­vo­ca­to­ria? Pre­sas, exila­dos y depor­ta­dos han con­se­gui­do rom­per el cer­co de ais­la­mien­to en el que pre­ten­die­ron ence­rrar­los. Sus ros­tros están cada vez más pre­sen­tes y sus voces se escu­chan con mayor niti­dez. La socie­dad vas­ca recha­za las cana­lla­das que aca­rrea la dis­per­sión, la refi­na­da cruel­dad que rezu­man las cár­ce­les, los ultra­jes en que se pro­di­ga el sis­te­ma peni­ten­cia­rio. Tam­bién las fami­lias de los repre­sa­lia­dos han con­se­gui­do rom­per la mor­da­za que les impu­sie­ron auto­ri­da­des arbi­tra­rias. Han dado mues­tra de una ente­re­za ejem­plar. Se les ha prohi­bi­do exhi­bir las foto­gra­fías de sus seres que­ri­dos y ellos ‑con una dig­ni­dad a prue­ba de ultra­jes- han sido la ima­gen viva, el recor­da­to­rio actua­li­za­do de sus fami­lia­res ausen­tes. Entre tena­ci­da­des y com­pro­mi­sos han con­se­gui­do sen­si­bi­li­zar a una socie­dad tan­tas veces dema­sia­do indi­fe­ren­te. Eske­rrik asko.

Hoy, la situa­ción de los repre­sa­lia­dos ha des­bor­da­do el ámbi­to limi­ta­do de las per­so­nas y las fami­lias afec­ta­das. Su vida, sin pre­ten­der­lo, se ha con­ver­ti­do en una escue­la de apren­di­za­je para todos. Es la peda­go­gía del opri­mi­do que nos edu­ca como per­so­nas y como pue­blo. For­ja­dos en ella, vamos ponien­do las bases de una socie­dad dife­ren­te. En este ejer­ci­cio dia­léc­ti­co y peda­gó­gi­co vamos desa­rro­llan­do esa con­cien­cia colec­ti­va, huma­na y polí­ti­ca que cons­ti­tu­ye una exce­len­te garan­tía de futu­ro. Es mucho lo que nos juga­mos. No cabe duda de que la mar­cha del día 7 será colo­sal. Pero no sufi­cien­te. El com­pro­mi­so de ese día no pue­de ser una ges­ta her­mo­sa pero espo­rá­di­ca. Nos toca seguir zaran­dean­do los barro­tes tam­bién a par­tir del 8. Solo así trae­re­mos a los ausen­tes y cons­trui­re­mos con ellos la socie­dad socia­lis­ta con la que soñamos.

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