Celia vive en la Revo­lu­ción cubana

El 11 de enero de 1980 murió Celia Sán­chez Man­du­ley, fun­da­do­ra y diri­gen­te del Movi­mien­to 26 de Julio, pri­me­ra mujer gue­rri­lle­ra en Sie­rra Maes­tra y alta diri­gen­te del Esta­do revo­lu­cio­na­rio cubano.

Celia Sán­chez nació el 9 de mayo de 1920 en Media Luna, en la anti­gua pro­vin­cia de Orien­te, la tie­rra de los mam­bi­ses. Hija del médi­co rural y patrio­ta Manuel Sán­chez Sil­vei­ra, des­de su infan­cia res­pi­ra en su casa el pen­sa­mien­to mar­tiano y la savia rebel­de y se vin­cu­la des­de su juven­tud a la lucha popular.

En el terri­to­rio sur de la pro­vin­cia de Orien­te tra­ba­ja con los cam­pe­si­nos y sin­di­ca­tos de la región, uti­li­zan­do los pseu­dó­ni­mos de Ali y de Nor­ma, y orga­ni­za y con­so­li­da el Movi­mien­to 26 de Julio en Man­za­ni­llo, Cam­pe­chue­la, Media Luna, Nique­ro, Pilón y otros luga­res, don­de crea una vas­ta red clandestina.

En coor­di­na­ción con Frank País mon­ta una base de apo­yo en la zona pre­vis­ta para el des­em­bar­co del «Gran­ma» y tras él orga­ni­za los pri­me­ros envíos de com­ba­tien­tes y armas a la Sie­rra, y ase­gu­ra el apo­yo al nacien­te ejér­ci­to guerrillero.

El 19 de mar­zo de 1957 la com­ba­tien­te clan­des­ti­na se incor­po­ra al Ejér­ci­to Rebel­de e impul­sa la crea­ción del pelo­tón feme­nino «Maria­na Gra­ja­les» y la incor­po­ra­ción de las muje­res a la insurrección.

Celia Sán­chez acom­pa­ña a Fidel en el com­ba­te del Uve­ro, en la entra­da en San­tia­go de Cuba el 1º de enero de 1959, en el avan­ce final hacia La Habana.

Des­pués del triun­fo, tra­ba­ja en los pla­nes más impor­tan­tes de lo Revo­lu­ción des­de la anti­gua Pre­si­den­cia de la Repú­bli­ca, hoy Con­se­jo de Estado.

A pesar de que su nom­bre y su figu­ra sólo espo­rá­di­ca­men­te apa­re­cían en públi­co, su sen­ci­llez, aus­te­ri­dad y entre­ga, su huma­nis­mo dul­ce e ínte­gro, pro­vo­ca­ron la admi­ra­ción y el res­pe­to de los cubanos.

Al acer­car­se el final, que ella cono­cía, no debi­li­tó el rit­mo de su tra­ba­jo y pre­pa­ró deta­lla­da­men­te a sus colaboradores.

Celia Sán­chez Man­du­ley, a la que Arman­do Hart en un mul­ti­tu­di­na­rio home­na­je, hace 25 años des­cri­bió como «La flor más her­mo­sa y autóc­to­na de la Revo­lu­ción, su fibra más ínti­ma y que­ri­da.», fue alma y sen­si­bi­li­dad del pue­blo, lucha­do­ra ejemplar.

Y vive en las obras de la Revo­lu­ción, que ella ayu­dó a edi­fi­car, en cada cubano que lucha por su inde­pen­den­cia, cada médi­co inter­na­cio­na­lis­ta, cada paso por la edu­ca­ción y la cul­tu­ra en Cuba.

Celia, que fue de la estir­pe de Maria­na Gra­ja­les, de Manue­li­ta Sáez y de tan­tas gran­des muje­res del con­ti­nen­te, no vive sólo en Cuba. Tam­bién en Amé­ri­ca, la Amé­ri­ca nues­tra de Bolí­var y Martí.

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