Manue­li­ta Sáenz, la heroí­na olvi­da­da del Perú- Lin­da Lema Tucker

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El artícu­lo que a con­ti­nua­ción pre­sen­to lo escri­bí estan­do en mi lecho de enfer­ma, lo hice a soli­ci­tud de un ami­go direc­tor de una revis­ta perua­na, final­men­te no se publi­có. Los días han trans­cu­rri­do, he amplia­do el tex­to artícu­lo, deci­dien­do entre­gar­lo a todos uste­des. En el dia­rio La Auro­ra de Bogo­ta apa­re­ció, el 20 de junio 1830, una car­ta nota­ble de Manue­la Sáenz Aiz­pu­ru (1797 – 1856) don­de asu­me la idea de que la patria es Amé­ri­ca: «Lo que sé es que mi País es el con­ti­nen­te de la Amé­ri­ca y he naci­do bajo la línea del Ecua­dor”. EL memo­ra­ble docu­men­to, poco cono­ci­do en el Perú, reve­la la sín­te­sis del pen­sa­mien­to lati­no­ame­ri­cano de la heroí­na olvi­da­da del Perú, equi­va­len­te al del Liber­ta­dor Simón Bolí­var, cons­ti­tu­yen­do todo un hori­zon­te de pro­yec­tos polí­ti­cos uni­ta­rios de los paí­ses libe­ra­dos de la opre­sión euro­pea. Han trans­cu­rri­do 181 años de aque­llas pro­fé­ti­cas pala­bras: en diciem­bre de pasa­do año, 33 Jefes de Esta­do y de Gobierno se reu­nie­ron en la ciu­dad de Cara­cas, Vene­zue­la y lide­ra­dos por el pre­si­den­te Hugo Chá­vez Frías die­ron naci­mien­to a la Comu­ni­dad de Esta­dos Lati­no­ame­ri­ca­nos y Cari­be­ños (CELAC) magno orga­nis­mo de inte­gra­ción y uni­dad regio­nal. De este modo, el vie­jo sue­ño boli­va­riano se hizo reali­dad. Que duda cabe enton­ces que este hecho his­tó­ri­co sig­ni­fi­ca el relan­za­mien­to del pen­sa­mien­to de Manue­la Sáenz, cuya vida sigue aún ins­pi­rán­do­nos en el inten­to de pene­trar en su ser pro­fun­do, para dar­le voz y así con­ti­nuar res­pon­dien­do a los inte­rro­gan­tes del presente.

El 23 de noviem­bre del año pasa­do, en Pai­ta, auto­ri­da­des civi­les y milia­res y los gobier­nos de la Repú­bli­cas de Vene­zue­la y Ecua­dor rin­die­ron home­na­je a Manue­li­ta Sáenz, la nota­ble heroí­na qui­te­ña que vivió gran par­te de su vida en el Perú, al cum­plir­se 155 años su falle­ci­mien­to. El Alcal­de de Pai­ta y los ilus­tres invi­ta­dos pre­si­die­ron los actos que se ini­cia­ron en la Igle­sia Nues­tra Seño­ra de las Mer­ce­des don­de el padre Chully ofi­ció la misa a la memo­ria de la heroí­na de las gue­rras de la Eman­ci­pa­ción del Perú y Amé­ri­ca del Sur.

Arri­bé a Pai­ta a nom­bre de la Red de Muje­res “Manue­li­ta Sáenz” lle­van­do un dis­cur­so en el male­tín. La ver­dad es que des­de muchos años tenía pen­dien­te, la rei­vin­di­ca­ción de Manue­li­ta Sáenz, tarea difí­cil en un país don­de la oli­gar­quía ha mal­tra­ta­do tan­to el pen­sa­mien­to boli­va­riano. Más aún cuan­do los gru­pos de izquier­da se hicie­ron de la vis­ta gor­da cuan­do se asal­ta­ba vil­men­te la dig­ni­dad de gran­des per­so­na­jes. Fue enton­ces que empe­cé a escri­bir un libro sobre la vida de esta extra­or­di­na­ria mujer, que aún no concluyo.

Esa maña­na en Pai­ta, el día esta­ba radian­te, sin vien­to y con una visi­bi­li­dad extra­or­di­na­ria que deja­ba ver el pro­fun­do azul del agua del her­mo­so puer­to subas­ta­do por los todos regí­me­nes entre­guis­tas. Lo que el infaus­to mode­lo neo­li­be­ral no ha podi­do es pri­va­ti­zar la belle­za de esta par­te del país. No en vano, des­de tiem­pos inme­mo­ria­les se acu­ño la fra­se “la luna de Pai­ta y el sol de Colán”, refi­rién­do­se a la her­mo­su­ra del puer­to y el sol inten­so de los are­na­les de sus distritos.

Recor­dé enton­ces los años ochen­ta en que reen­con­tré a Manue­li­ta Sáenz a tra­vés de los rela­tos con­ta­dos por escri­to­res ami­gos, ya falle­ci­dos, la his­to­ria­do­ra ecua­to­ria­na, Nella Mar­tí­nez con quien tra­ba­ja­mos asun­tos de desar­me en la región y con Juan José Vega con quien crea­mos el pri­mer Circu­lo Boli­va­riano en el Perú. Ellos narra­ron la his­to­ria de aque­lla extra­or­di­na­ria mujer que con fer­vor se entre­gó a la lucha liber­ta­do­ra sir­vien­do como agen­te secre­to, coor­di­nan­do accio­nes mili­ta­res, infun­dien­do alien­to a los bata­llo­nes y has­ta secre­ta­ria de Esta­do del ejér­ci­to patrió­ti­co. El his­to­ria­dor boli­va­riano, Juan José Vega se sen­tía pro­fun­da­men­te atraí­do por Manue­li­ta, decía con pasión: “No sabes lo bra­va, inte­li­gen­cia, patrio­ta y bella que era esa mujer. Ves­tía uni­for­me mili­tar, usa­ba pis­to­la, mon­ta­ba a caba­llo y com­ba­tió en las bata­llas de Junín y Aya­cu­cho. Tenía dotes de man­do, un espí­ri­tu bra­vío y cua­li­da­des solo de una heroí­na, antes y des­pués de con­ver­tir­se en la mujer que más amó Bolí­var”. Le dije que me cons­ta­ba que en los dia­rios y revis­tas de Lima de la épo­ca que había revi­sa­do en la heme­ro­te­ca de la Biblio­te­ca Nacio­nal, al estu­diar la par­ti­ci­pa­ción de las muje­res en la inde­pen­den­cia, ensa­yos que lue­go publi­qué en la revis­ta Mujer y Socie­dad, la insig­ne Manue­li­ta no apa­re­cía. Juan José Vega, con­clu­yó: “Mira Lin­da, Bolí­var en el Perú ha sido pros­cri­to. El silen­cio en rela­ción a Manue­li­ta Sáenz fue pre­me­di­ta­do por la oli­gar­quía perua­na en su inten­tó de borrar­la de la his­to­ria. Lo hicie­ron para que no que­da­ra hue­lla algu­na de las maqui­na­cio­nes y las intri­gas pla­ni­fi­ca­das con­tra el Liber­ta­dor que ella descubrió”.

Sólo a media­dos del siglo XX, Manue­la Sáenz empe­zó a ser rei­vin­di­ca­da como heroí­na y pró­cer en la ges­ta de la inde­pen­den­cia y como pre­cur­so­ra del femi­nis­mo en Lati­noa­mé­ri­ca. En todo caso, casi dos siglos des­pués de su muer­te, la Liber­ta­do­ra del Liber­ta­dor con­ti­núa des­per­tan­do amo­res, ani­mad­ver­sio­nes y pro­du­cien­do deba­tes o polé­mi­cas. En el Perú, las muje­res con­for­man Círcu­los y/​o Redes que lle­van ya su nom­bre en el deseo de reivindicarla.

Los actos pro­to­co­la­res con­ti­nua­ron en Pai­ta y al medio­día en la sesión solem­ne del salón muni­ci­pal, el des­ta­ca­do Emba­ja­dor de Vene­zue­la en Perú, Ale­xan­der Yánez, dijo: “Mien­tras en el mun­do hay paí­ses, agru­pa­ción de poten­cias que están bom­bar­dean­do pue­blos, ase­si­nan­do per­so­nas, cam­bian­do gobier­nos, que tie­nen como modo de vida la muer­te de otros; mien­tras esto ocu­rre en el mun­do, en Pai­ta esta­mos crean­do uni­dad, inte­gra­ción. Esta­mos crean­do un espa­cio para la paz en la ciu­dad en la que Manue­li­ta Sáenz pasó sus últi­mos años de vida”.

A mi turno y a nom­bre de la Red de Muje­res “Manue­li­ta Sáenz” dije: “Uste­des, pue­blo de Pai­ta tie­nen una men­te y un cora­zón boli­va­riano. Cuan­do Manue­li­ta Sáenz fue obje­to de per­se­cu­ción, de expul­sio­nes, de calum­nias y de peno­sos exi­lios, fue­ron uste­des, gene­ro­sos hom­bres y muje­res del pue­blo los que la ama­ron, cobi­ja­ron y cui­da­ron de las som­bras oscu­ras y eter­nas de los enemi­gos del Liber­ta­dor Bolí­var que la per­si­guie­ron has­ta los últi­mos días de su vida en Paita”.

Cuan­do Manue­li­ta reci­bió la car­ta anun­cian­do la muer­te de Bolí­var, ya no qui­so vivir por el dolor pero vivió. Arri­bó a Pai­ta en 1935 con dos de sus cria­das, has­ta que final­men­te se fue un 23 de noviem­bre de 1854, sin dejar más hue­llas que su nos­tal­gia y su pure­za vivien­do eter­na­men­te en con el recuer­do de su eterno amor por Bolívar.

A las dos de la tar­de lle­ga­mos a la “Casa His­tó­ri­ca de Manue­li­ta Sáenz” de la calle Nue­va del Pozo Nº 309, la mis­ma que foto­gra­fió Pedro Mon­te­ro (1922). Se tra­ta de una casa rús­ti­ca de cañas y barro, con un techo paji­zo bas­tan­te dete­rio­ra­do. Aho­ra la habi­ta Mary Godos Curay, ama­ble pai­te­ña cuya vene­ra­ción por la memo­ria de la Liber­ta­do­ra es inne­ga­ble. Con los ilus­tres invi­ta­dos reco­rri­mos el salón, en una esqui­na des­ta­ca una mesa con libros sobre la vida y obra de Manue­li­ta. Su retra­to en el cen­tro de la sala, luce bella pero fuer­te: con ojos negros, tez son­ro­sa­da sobre fon­do blan­co, cabe­llos negros artís­ti­ca­men­te pei­na­dos con un lige­ro ves­ti­do de organ­dí, la ban­da rojo y blan­co de su con­de­co­ra­ción en Lima y bajo el pecho la Orden del Sol que le entre­gó el gene­ral San Mar­tín (1821) por su entre­ga y com­pro­mi­so deci­di­do con fuer­zas patrio­tas de Lima.Los gobier­nos de Vene­zue­la y Perú reac­ti­van con­ve­nios para con­ver­tir la las­ti­ma­da mora­da en la Casa Museo Manue­li­ta Sáenz.
Rum­bo a Lima pien­so en todos los acu­sa­do­res que la con­du­je­ron al exi­lio y a la muer­te de nues­tra heroí­na. Hoy más que nun­ca sabe­mos que los gran­des líde­res son el blan­co de aten­ta­dos y de cam­pa­ñas de des­pres­ti­gio como ocu­rre con el pre­si­den­te boli­va­riano, Hugo Rafael Chá­vez Frías. Pero los detrac­to­res no sos­pe­cha­ron jamás que Manue­li­ta Sáenz habría de sobre­vi­vir al silen­cia­mien­to y, como una “ama­ble loca”, como la lla­mó el Liber­ta­dor, habría de recu­pe­rar su voz y su esta­tu­ra para con­ver­tir­se en uno de los mitos más her­mo­sos de nues­tra América.

En gene­ral, solo el tiem­po ha ido deve­lán­do­nos a una mujer más com­ple­ta y tras­cen­den­tal y todos aque­llos que la difa­ma­ron, cali­fi­cán­do­la con los peo­res cali­fi­ca­ti­vos que­da­ron des­ar­ma­dos ante su leal­tad a los idea­les uni­ta­rios de la inte­gra­ción de Amé­ri­ca Lati­na, supe­rio­res a la muer­te, al agra­vio y al aban­dono. Por ello es que cuan­do flo­re­ce el día, los poe­tas de la liber­tad como Pablo Neru­da no se can­san en cantarle:

Tú fuis­te la liber­tad, liber­ta­do­ra enamorada.

Entre­gas­te dones y dudas ido­la­tra­da irrespetuosa.

Se asus­ta­ba el búho en la som­bra cuan­do pasó tu cabellera

y que­da­ron las tejas cla­ras, se ilu­mi­na­ron los paraguas.

Las casas cam­bia­ron de ropa. El invierno fue transparente.

la noche de Bogo­tá, la oscu­ri­dad de Guayaquil,

el tra­je negro de Caracas.

Y des­de enton­ces es de día.

Final­men­te, Manue­li­ta Sáenz: Si tus detrac­to­res te tacha­ron de nues­tra his­to­ria, nume­ro­sas son muje­res se iden­ti­fi­can hoy con tus ideas y lucha boli­va­ria­na. Nin­gún ardid podrá embos­car más la deci­sión libre y sobe­ra­na de cons­truir y amar nues­tra pro­pia his­to­ria y a nues­tros pro­pios héroes rei­vin­di­car­los. Si ayer fuis­te Caba­lle­re­sa del Sol, húsar del Esta­do mayor inde­pen­den­tis­ta, Liber­ta­do­ra del Liber­ta­dor, Coro­ne­la del Ejér­ci­to Gran­co­lom­biano, Inse­pul­ta de Pai­ta, Gene­ra­la de las Repú­bli­cas de Vene­zue­la y Ecua­dor. Estos títu­los no son sufi­cien­tes para tu esta­tu­ra indo­ma­ble, gene­ro­sa y liber­ta­ria de Manue­li­ta Sáenz, una mujer extra­or­di­na­ria que se entre­gó con pasión a lucha de la liber­tad del Perú y de América.

¡Gene­ra­la, Manue­la Saénz, heroí­na del Perú¡ ¡Has­ta la vic­to­ria siempre¡

Lin­da Lema Tuc­ker, soció­lo­ga y escri­to­ra, miem­bro de la Red Nacio­nal de Muje­res “Manue­li­ta Sáenz” (Perú). Actual­men­te escri­be el libro Manue­li­ta Sáenz, eter­na heroí­na del Perú y de América”

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