Tipi­co­lean­do (XV, creo)- Jon Odriozola

Coll: ¡Un gurú como vos que estu­dió en Deus­to con los jesui­tas! Tip: Y que aho­ra está leyen­do a los esco­lás­ti­cos del siglo XVI. Coll: Joer, ¿y eso no es una invo­lu­ción en un mar­xis­ta como vue­sa­mer­ced? Tip: En abso­lu­to, tam­bién leo tebeos

Coll: ¡Tip, jopu­ta, a mis bra­zos, aspal­di­ko! Tip: ¡Coll, pen­de­jo, le estre­cho la garra y le abra­zo para apu­ña­lar­lo a modo por la espal­da, ufa! Coll: No cam­bia usía, tan gua­són. Tip: Yo no cam­bio, evo­lu­ciono; a peor, por supues­to. Coll: O sea, invo­lu­cio­na. Tip: No, no, mesié, la invo­lu­ción no exis­te; la his­to­ria y el pro­gre­so ‑igual que el tiem­po- no tie­nen mar­cha atrás, mal­grè lui. Coll: Pero las per­so­nas, algu­nas, sí invo­lu­cio­nan: de anti­guo comu­nis­ta se pue­de pasar a ser un fas­cis­ta o un «demó­cra­ta» a la pàge, sobran ejem­plos, usted lo sabe, que fue aco­mo­da­dor de cine antes que frai­le. Tip: Y coci­ne­ro. Sí, es cier­to, pero ese indi­vi­duo cree que «pro­gre­sa» toman­do esa pos­tu­ra o, al menos, quie­re creer­lo, algo pas­ca­liano. Coll: Por eso, como sos­tie­ne usted ‑no lo tuteo, milord‑, la apó­cri­fa demo­cra­cia espa­ño­la no se «fas­cis­ti­za» por­que nun­ca hubo tal pro­di­gio, aca­so «demo­cra­du­ra», que diría el bueno de Galeano. Tip: Llá­ma­la como quie­ras. Coll: ¡Sos burro! Tip: Pero no manso.

Coll: ¿Y qué tal la Noche­vie­ja, mís­ter? Tip: No entien­do. Coll: Joer, ya sabe, la fami­lia, el papeo, el turrón, las cam­pa­na­das, esas cosas… Tip: Ah, ya, pues cené un paque­te de pipas acom­pa­ña­das de unos altra­mu­ces exqui­si­tos, oiga, de chu­par­se los dedos. Coll: Jo, qué fru­gal. ¿Ni siquie­ra unos espá­rra­gos cojo­nu­dos, como dice el fron­tis­pi­cio? Tip: Dema­sia­do lujo para un epi­cú­reo como yo. Coll: Cla­ro, la cri­sis… Tip: ¡Qué cri­sis ni qué ocho cuar­tos: yo siem­pre he nada­do en la abun­dan­cia, ami­go mío! Coll: Pues nadie lo diría, oyén­do­le a usted de sí con­si­go. Tip: Es que yo siem­pre he sido un bluff. Coll: Pues hay gen­te que lo admi­ra, maes­tro. Tip: Y que me odia. Coll: Impo­si­ble, con la gra­cia y arte que usted tie­ne y le ador­na, ele, ojú, a pesar de ser un comu­nis­ta de mier­da, y usted per­do­ne. Tip: Dices bien, sarra­mián ‑yo sí te tuteo de ti con­ti­go, y dis­cul­pa la ali­te­ra­ción-. Coll: ¡Un gurú como vos que estu­dió en Deus­to con los jesui­tas, es incom­pren­si­ble! Tip: Y que aho­ra está leyen­do a los esco­lás­ti­cos del siglo XVI, la segun­da esco­lás­ti­ca, que se dice aca­dé­mi­ca­men­te. Coll: Joer, ¿y eso no es una invo­lu­ción en un mar­xis­ta como vue­sa­mer­ced? Tip: En abso­lu­to, tam­bién leo tebeos. Coll: Im-pre­sio­nan­te, dicho en dos pala­bras. Tip: Ya ves, cha­vea. Coll: Asom­bro­so, cam­bian­do de tema, ¿la fami­lia ‑polí­ti­ca- bien, gra­cias, en estas fechas tan entra­ña­bles y seña­la­das? Tip: Desean­do que la pal­me para que­dar­se con mis obras com­ple­tas de Lenin y Sta­lin -¡vade retro!- y la madre que me parió, nada ori­gi­nal. Coll: Y Mao. Tip: Tam­bién. Y Ho Chi Minh. Y Giap. Coll: Está usted mayor. Tip: Alto sí soy, sí, de esta­tu­ra, digo. Coll: O sea, que tie­ne usted una fami­lia mar­xis­ta-leni­nis­ta pen­sa­mien­to Mao Tse-tung (o Zedong). Tip: Jaja­já, muy bueno, Coll, buen gol­pe, gag ona, jajá, no me reía tan­to des­de que freí una cor­ba­ta y plan­ché unos hue­vos, y lo que me callo… Se agra­de­ce, Coll, sos joya. Coll: Pero ¿qué he dicho…? Tip: Vivo de la ilu­sión, o sea, eti­mo­ló­gi­ca­men­te hablan­do, enga­ña­do. Solo me man­ten­go de ver cre­cer a mis hijas (si me dejan), la revo­lu­ción y el cari­ño popu­lar, aun­que no fal­tan bor­des que me odian por lo gua­po que soy. Coll: ¡Fan­tas­ma! Tip: Tu putama­dre. Coll: ¡Ese es mi Tip! Tip: Pelo­ta, cobis­ta. Coll: ¡A mis bra­zos. Tip: ¡Bolu­do! Coll: Le beso. Tip: Que te den…

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