La mar­cha hacia el abis­mo- Fidel Castro

No es cues­tión de opti­mis­mo o pesi­mis­mo, saber o igno­rar cosas ele­men­ta­les, ser res­pon­sa­bles o no de los acon­te­ci­mien­tos. Los que pre­ten­den con­si­de­rar­se polí­ti­cos debie­ran ser lan­za­dos al basu­re­ro de la his­to­ria cuan­do, como es nor­ma, en esa acti­vi­dad igno­ran todo o casi todo lo que se rela­cio­na con ella.

No hablo por supues­to de los que a lo lar­go de varios mile­nios con­vir­tie­ron los asun­tos públi­cos en ins­tru­men­tos de poder y rique­zas para las cla­ses pri­vi­le­gia­das, acti­vi­dad en la que ver­da­de­ros récords de cruel­dad han sido impues­tos duran­te los últi­mos ocho o diez mil años sobre los que se tie­nen ves­ti­gios cier­tos de la con­duc­ta social de nues­tra espe­cie, cuya exis­ten­cia como seres pen­san­tes, según los cien­tí­fi­cos, ape­nas reba­sa los 180 mil años.

No es mi pro­pó­si­to enfras­car­me en tales temas que segu­ra­men­te abu­rri­rían a casi el cien­to por cien­to de las per­so­nas con­ti­nua­men­te bom­bar­dea­das con noti­cias a tra­vés de medios, que van des­de la pala­bra escri­ta has­ta las imá­ge­nes tri­di­men­sio­na­les que comien­zan a exhi­bir­se en cos­to­sos cines, y no está lejano el día en que tam­bién pre­do­mi­nen en la ya de por sí fabu­lo­sas imá­ge­nes de la tele­vi­sión. No es casual que la lla­ma­da indus­tria de la recrea­ción ten­ga su sede en el cora­zón del impe­rio que a todos tiraniza.

Lo que pre­ten­do es situar­me en el pun­to de par­ti­da actual de nues­tra espe­cie para hablar de la mar­cha hacia el abis­mo. Podría inclu­so hablar de una mar­cha “inexo­ra­ble” y esta­ría segu­ra­men­te más cer­ca de la reali­dad. La idea de un jui­cio final está implí­ci­ta en las doc­tri­nas reli­gio­sas más exten­di­das entre los habi­tan­tes del pla­ne­ta, sin que nadie las cali­fi­que por ello de pesi­mis­tas. Con­si­de­ro, por el con­tra­rio, deber ele­men­tal de todas las per­so­nas serias y cuer­das, que son millo­nes, luchar para pos­po­ner y, tal vez impe­dir, ese dra­má­ti­co y cer­cano acon­te­ci­mien­to en el mun­do actual.

Nume­ro­sos peli­gros nos ame­na­zan, pero dos de ellos, la gue­rra nuclear y el cam­bio cli­má­ti­co, son deci­si­vos y ambos están cada vez más lejos de apro­xi­mar­se a una solución.

La pala­bre­ría dema­gó­gi­ca, las decla­ra­cio­nes y los dis­cur­sos de la tira­nía impues­ta al mun­do por Esta­dos Uni­dos y sus pode­ro­sos e incon­di­cio­na­les alia­dos, en ambos temas, no admi­ten la menor duda al respecto.

El pri­me­ro de enero de 2012, año nue­vo occi­den­tal y cris­tiano, coin­ci­de con el ani­ver­sa­rio del triun­fo de la Revo­lu­ción en Cuba y el año en que se cum­ple el 50 Ani­ver­sa­rio de la Cri­sis de Octu­bre de 1962, que puso al mun­do al bor­de de la gue­rra mun­dial nuclear, lo que me obli­ga a escri­bir estas líneas.

Care­ce­rían de sen­ti­do mis pala­bras si tuvie­sen como obje­ti­vo impu­tar algu­na cul­pa al pue­blo nor­te­ame­ri­cano, o al de cual­quier otro país alia­do de Esta­dos Uni­dos en la insó­li­ta aven­tu­ra; ellos, como los demás pue­blos del mun­do, serían las víc­ti­mas inevi­ta­bles de la tra­ge­dia. Hechos recien­tes ocu­rri­dos en Euro­pa y otros pun­tos mues­tran las indig­na­cio­nes masi­vas de aque­llos a los que el des­em­pleo, la cares­tía, las reduc­cio­nes de sus ingre­sos, las deu­das, la dis­cri­mi­na­ción, las men­ti­ras y la poli­ti­que­ría, con­du­cen a las pro­tes­tas y a las bru­ta­les repre­sio­nes de los guar­dia­nes del orden establecido.

Con fre­cuen­cia cre­cien­te se habla de tec­no­lo­gías mili­ta­res que afec­tan la tota­li­dad del pla­ne­ta, úni­co saté­li­te habi­ta­ble cono­ci­do a cien­tos de años luz de otro que tal vez resul­te ade­cua­do si nos move­mos a la velo­ci­dad de la luz, tres­cien­tos mil kiló­me­tros por segundo.

No debe­mos igno­rar que si nues­tra mara­vi­llo­sa espe­cie pen­san­te des­apa­re­cie­ra trans­cu­rri­rían muchos millo­nes de años antes de que sur­ja nue­va­men­te otra capaz de pen­sar, en vir­tud de los prin­ci­pios natu­ra­les que rigen como con­se­cuen­cia de la evo­lu­ción de las espe­cies, des­cu­bier­ta por Dar­win en 1859 y que hoy reco­no­cen todos los cien­tí­fi­cos serios, cre­yen­tes o no creyentes.

Nin­gu­na otra épo­ca de la his­to­ria del hom­bre cono­ció los actua­les peli­gros que afron­ta la huma­ni­dad. Per­so­nas como yo, con 85 años cum­pli­dos, había­mos arri­ba­do a los 18 con el títu­lo de bachi­ller antes de que con­clu­ye­ra la ela­bo­ra­ción de la pri­me­ra bom­ba atómica.

Hoy los arte­fac­tos de ese carác­ter lis­tos para su empleo ─incom­pa­ra­ble­men­te más pode­ro­sos que los que pro­du­je­ron el calor del sol sobre las ciu­da­des de Hiroshi­ma y Naga­sa­ki─ suman miles.

Las armas de ese tipo que se guar­dan adi­cio­nal­men­te en los depó­si­tos, aña­di­das a las ya des­ple­ga­das en vir­tud de acuer­dos, alcan­zan cifras que supe­ran los vein­te mil pro­yec­ti­les nucleares.

El empleo de ape­nas un cen­te­nar de esas armas sería sufi­cien­te para crear un invierno nuclear que pro­vo­ca­ría una muer­te espan­to­sa en bre­ve tiem­po a todos los seres huma­nos que habi­tan el pla­ne­ta, como ha expli­ca­do bri­llan­te­men­te y con datos compu­tari­za­dos el cien­tí­fi­co nor­te­ame­ri­cano y pro­fe­sor de la Uni­ver­si­dad de Rut­gers, New Jer­sey, Alan Robock.

Los que acos­tum­bran a leer las noti­cias y aná­li­sis inter­na­cio­na­les serios, cono­cen cómo los ries­gos del esta­lli­do de una gue­rra con empleo de armas nuclea­res se incre­men­tan a medi­da que la ten­sión cre­ce en el Cer­cano Orien­te, don­de en manos del gobierno israe­li­ta se acu­mu­lan cien­tos de armas nuclea­res en ple­na dis­po­si­ción com­ba­ti­va, y cuyo carác­ter de fuer­te poten­cia nuclear ni se admi­te ni se nie­ga. Cre­ce igual­men­te la ten­sión en torno a Rusia, país de incues­tio­na­ble capa­ci­dad de res­pues­ta, ame­na­za­da por un supues­to escu­do nuclear europeo.

Mue­ve a risas la afir­ma­ción yan­ki de que el escu­do nuclear euro­peo es para pro­te­ger tam­bién a Rusia de Irán y Corea del Nor­te. Tan ende­ble es la posi­ción yan­qui en este deli­ca­do asun­to, que su alia­do Israel ni siquie­ra se toma la moles­tia de garan­ti­zar con­sul­tas pre­vias sobre medi­das que pue­dan des­atar la guerra.

La huma­ni­dad, en cam­bio, no goza de garan­tía algu­na. El espa­cio cós­mi­co, en las pro­xi­mi­da­des de nues­tro pla­ne­ta, está satu­ra­do de saté­li­tes de Esta­dos Uni­dos des­ti­na­dos a espiar lo que ocu­rre has­ta en las azo­teas de las vivien­das de cual­quier nación del mun­do. La vida y cos­tum­bres de cada per­so­na o fami­lia pasó a ser obje­to de espio­na­je; la escu­cha de cien­tos de millo­nes de celu­la­res, y el tema de las con­ver­sa­cio­nes que abor­de cual­quier usua­rio en cual­quier par­te del mun­do deja de ser pri­va­do para con­ver­tir­se en mate­rial de infor­ma­ción para los ser­vi­cios secre­tos de Esta­dos Unidos.

Ese es el dere­cho que va que­dan­do a los ciu­da­da­nos de nues­tro mun­do en vir­tud de los actos de un gobierno cuya cons­ti­tu­ción, apro­ba­da en el Con­gre­so de Fila­del­fia en 1776, esta­ble­cía que toda­vía los hom­bres nacían libres e igua­les y a todos les con­ce­día el Crea­dor deter­mi­na­dos dere­chos, de los cua­les no les que­dan ya, ni a los pro­pios nor­te­ame­ri­ca­nos ni a ciu­da­dano alguno del mun­do siquie­ra el de comu­ni­car por telé­fono a fami­lia­res y ami­gos sus sen­ti­mien­tos más íntimos.

La gue­rra, sin embar­go, es una tra­ge­dia que pue­de ocu­rrir, y es muy pro­ba­ble que ocu­rra; más, si la huma­ni­dad fue­se capaz de retra­sar­la un tiem­po inde­fi­ni­do, otro hecho igual­men­te dra­má­ti­co está ocu­rrien­do ya con cre­cien­te rit­mo: el cam­bio cli­má­ti­co. Me limi­ta­ré a seña­lar lo que emi­nen­tes cien­tí­fi­cos y expo­si­to­res de relie­ve mun­dial han expli­ca­do a tra­vés de docu­men­tos y fil­mes que nadie cuestiona.

Es bien cono­ci­do que el gobierno de Esta­dos Uni­dos se opu­so a los acuer­dos de Kyo­to sobre el medio ambien­te, una línea de con­duc­ta que ni siquie­ra con­ci­lió con sus más cer­ca­nos alia­dos, cuyos terri­to­rios sufri­rían tre­men­da­men­te y algu­nos de los cua­les, como Holan­da, des­apa­re­ce­rían casi por entero.

El pla­ne­ta mar­cha hoy sin polí­ti­ca sobre este gra­ve pro­ble­ma, mien­tras los nive­les del mar se ele­van, las enor­mes capas de hie­lo que cubren la Antár­ti­da y Groen­lan­dia, don­de se acu­mu­la más del 90% del agua dul­ce del mun­do, se derri­ten con cre­cien­te rit­mo, y ya la huma­ni­dad, el pasa­do 30 de noviem­bre de 2011, alcan­zó ofi­cial­men­te la cifra de 7 mil millo­nes de habi­tan­tes que en las áreas más pobres del mun­do cre­ce de for­ma sos­te­ni­da e inevi­ta­ble. ¿Es que aca­so los que se han dedi­ca­do a bom­bar­dear paí­ses y matar millo­nes de per­so­nas duran­te los últi­mos 50 años se pue­den preo­cu­par por el des­tino de los demás pueblos?

Esta­dos Uni­dos es hoy no solo el pro­mo­tor de esas gue­rras, sino tam­bién el mayor pro­duc­tor y expor­ta­dor de armas en el mundo.

Como es cono­ci­do, ese pode­ro­so país ha sus­cri­to un con­ve­nio para sumi­nis­trar 60 mil millo­nes de dóla­res en los pró­xi­mos años al rei­no de Ara­bia Sau­di­ta, don­de las trans­na­cio­na­les de Esta­dos Uni­dos y sus alia­dos extraen cada día 10 millo­nes de barri­les de petró­leo lige­ro, es decir, mil millo­nes de dóla­res en com­bus­ti­ble. ¿Qué será de ese país y de la región cuan­do esas reser­vas de ener­gía se ago­ten? No es posi­ble que nues­tro mun­do glo­ba­li­za­do acep­te sin chis­tar el colo­sal derro­che de recur­sos ener­gé­ti­cos que la natu­ra­le­za tar­dó cien­tos de millo­nes de años en crear, y cuya dila­pi­da­ción enca­re­ce los cos­tos esen­cia­les. No sería en abso­lu­to digno del carác­ter inte­li­gen­te atri­bui­do a nues­tra especie.

En los últi­mos 12 meses tal situa­ción se agra­vó con­si­de­ra­ble­men­te a par­tir de nue­vos avan­ces tec­no­ló­gi­cos que, lejos de ali­viar la tra­ge­dia pro­ve­nien­te del derro­che de los com­bus­ti­bles fósi­les, la agra­va considerablemente.

Cien­tí­fi­cos e inves­ti­ga­do­res de pres­ti­gio mun­dial venían seña­lan­do las con­se­cuen­cias dra­má­ti­cas del cam­bio climático.

En un exce­len­te docu­men­tal fíl­mi­co del direc­tor fran­cés Yann Arthus-Ber­trand, titu­la­do Home, y ela­bo­ra­do con la cola­bo­ra­ción de pres­ti­gio­sas y bien infor­ma­das per­so­na­li­da­des inter­na­cio­na­les, publi­ca­do a media­dos del año 2009, este advir­tió al mun­do con datos irre­ba­ti­bles lo que esta­ba ocu­rrien­do. Con sóli­dos argu­men­tos expo­nía las con­se­cuen­cias nefas­tas de con­su­mir, en menos de dos siglos, los recur­sos ener­gé­ti­cos crea­dos por la natu­ra­le­za en cien­tos de millo­nes de años; pero lo peor no era el colo­sal derro­che, sino las con­se­cuen­cias sui­ci­das que para la espe­cie huma­na ten­dría. Refi­rién­do­se a la pro­pia exis­ten­cia de la vida, le repro­cha­ba a la espe­cie huma­na: “…Te bene­fi­cias de un fabu­lo­so lega­do de 4 000 millo­nes de años sumi­nis­tra­do por la Tie­rra. Sola­men­te tie­nes 200 000 años, pero ya has cam­bia­do la faz del mundo.”

No cul­pa­ba ni podía cul­par a nadie has­ta ese minu­to, seña­la­ba sim­ple­men­te una reali­dad obje­ti­va. Sin embar­go, hoy tene­mos que cul­par­nos todos de que lo sepa­mos y nada haga­mos por tra­tar de remediarlo.

En sus imá­ge­nes y con­cep­tos, los auto­res de esa obra inclu­yen memo­rias, datos e ideas que esta­mos en el deber de cono­cer y tomar en cuenta.

En meses recien­tes, otro fabu­lo­so mate­rial fíl­mi­co exhi­bi­do fue Océa­nos, ela­bo­ra­do por dos rea­li­za­do­res fran­ce­ses, con­si­de­ra­do el mejor film del año en Cuba; tal vez, a mi jui­cio, el mejor de esta época.

Es un mate­rial que asom­bra por la pre­ci­sión y belle­za de las imá­ge­nes nun­ca antes fil­ma­das por cáma­ra algu­na: 8 años y 50 millo­nes de euros fue­ron inver­ti­dos en ella. La huma­ni­dad ten­drá que agra­de­cer esa prue­ba de la for­ma en que se expre­san los prin­ci­pios de la natu­ra­le­za adul­te­ra­dos por el hom­bre. Los acto­res no son seres huma­nos: son los pobla­do­res de los mares del mun­do. ¡Un Oscar para ellos!

Lo que moti­vó para mí el deber de escri­bir estas líneas no sur­gió de los hechos refe­ri­dos has­ta aquí, que de una for­ma u otra he comen­ta­do ante­rior­men­te, sino de otros que, mane­ja­dos por intere­ses de las trans­na­cio­na­les, han esta­do salien­do a la luz dosi­fi­ca­da­men­te en los últi­mos meses y sir­ven a mi jui­cio como prue­ba defi­ni­ti­va de la con­fu­sión y el caos polí­ti­co que impe­ra en el mundo.

Hace ape­nas unos meses leí por pri­me­ra vez algu­nas noti­cias sobre la exis­ten­cia del gas de esquis­to. Se afir­ma­ba que Esta­dos Uni­dos dis­po­nía de reser­vas para suplir sus nece­si­da­des de este com­bus­ti­ble duran­te 100 años. Como dis­pon­go en la actua­li­dad de tiem­po para inda­gar sobre temas polí­ti­cos, eco­nó­mi­cos y cien­tí­fi­cos que pue­den ser real­men­te úti­les a nues­tros pue­blos, me comu­ni­qué dis­cre­ta­men­te con varias per­so­nas que resi­den en Cuba o en el exte­rior de nues­tro país. Curio­sa­men­te, nin­gu­na de ellas había escu­cha­do una pala­bra sobre el asun­to. No era des­de lue­go la pri­me­ra vez que eso suce­día. Uno se asom­bra de hechos impor­tan­tes de por sí que se ocul­tan en un ver­da­de­ro mar de infor­ma­cio­nes, mez­cla­das con cien­tos o miles de noti­cias que cir­cu­lan por el planeta.

Per­sis­tí, no obs­tan­te, en mi inte­rés sobre el tema. Han trans­cu­rri­do solo varios meses y el gas de esquis­to no es ya noti­cia. En vís­pe­ras del nue­vo año se cono­cían ya sufi­cien­tes datos para ver con toda cla­ri­dad la mar­cha inexo­ra­ble del mun­do hacia el abis­mo, ame­na­za­do por ries­gos tan extre­ma­da­men­te gra­ves como la gue­rra nuclear y el cam­bio cli­má­ti­co. Del pri­me­ro, ya hablé; del segun­do, en aras de la bre­ve­dad, me limi­ta­ré a expo­ner datos cono­ci­dos y algu­nos por cono­cer que nin­gún cua­dro polí­ti­co o per­so­na sen­sa­ta debe ignorar.

No vaci­lo en afir­mar que obser­vo ambos hechos con la sere­ni­dad de los años vivi­dos, en esta espec­ta­cu­lar fase de la his­to­ria huma­na, que han con­tri­bui­do a la edu­ca­ción de nues­tro pue­blo valien­te y heroico.

El gas se mide en TCF, los cua­les pue­den refe­rir­se a pies cúbi­cos o metros cúbi­cos ─no siem­pre se expli­ca si se tra­ta de uno o de otro─ depen­de del sis­te­ma de medi­das que se apli­que en un deter­mi­na­do país. Por otro lado, cuan­do se habla de billo­nes sue­len refe­rir­se al billón espa­ñol que sig­ni­fi­ca un millón de millo­nes; tal cifra en inglés se cali­fi­ca como tri­llón lo cual debe tener­se en cuen­ta cuan­do se ana­li­zan las refe­ri­das al gas que sue­len ser volu­mi­no­sas. Tra­ta­ré de seña­lar­lo cuan­do sea necesario.

El ana­lis­ta nor­te­ame­ri­cano Daniel Yer­gin, autor de un volu­mi­no­so clá­si­co de his­to­ria del petró­leo afir­mó, según la agen­cia de noti­cias IPS, que ya un ter­cio de todo el gas que se pro­du­ce en Esta­dos Uni­dos es gas de esquisto.

“…la explo­ta­ción de una pla­ta­for­ma con seis pozos pue­de con­su­mir 170.000 metros cúbi­cos de agua e inclu­so pro­vo­car efec­tos dañi­nos como influir en movi­mien­tos sís­mi­cos, con­ta­mi­nar aguas sub­te­rrá­neas y super­fi­cia­les, y afec­tar el paisaje.”

El gru­po bri­tá­ni­co BP infor­ma por su par­te que “Las reser­vas pro­ba­das de gas con­ven­cio­nal o tra­di­cio­nal en el pla­ne­ta suman 6.608 billo­nes ‑millón de millo­nes- de pies cúbi­cos, unos 187 billo­nes de metros cúbi­cos, […] y los depó­si­tos más gran­des están en Rusia (1.580 TCF), Irán (1.045), Qatar (894), y Ara­bia Sau­di­ta y Turk­me­nis­tán, con 283 TCF cada uno”. Se tra­ta del gas que se venía pro­du­cien­do y comercializando.

“Un estu­dio de la EIA ‑una agen­cia guber­na­men­tal de Esta­dos Uni­dos sobre ener­gía- publi­ca­do en abril de 2011 encon­tró prác­ti­ca­men­te el mis­mo volu­men (6.620 TCF o 187,4 billo­nes de metros cúbi­cos) de sha­le gas recu­pe­ra­ble en ape­nas 32 paí­ses, y los gigan­tes son: Chi­na (1.275 TCF), Esta­dos Uni­dos (862), Argen­ti­na (774), Méxi­co (681), Sudá­fri­ca (485) y Aus­tra­lia (396 TCF)”. Sha­le gas es gas de esquis­to. Obsér­ve­se que de acuer­do a lo que se cono­ce Argen­ti­na y Méxi­co poseen casi tan­to como Esta­dos Uni­dos. Chi­na, con los mayo­res yaci­mien­tos, posee reser­vas que equi­va­len a casi el doble de aque­llos y un 40% más que Esta­dos Unidos.

“…paí­ses secu­lar­men­te depen­dien­tes de pro­vee­do­res extran­je­ros con­ta­rían con una ingen­te base de recur­sos en rela­ción con su con­su­mo, como Fran­cia y Polo­nia, que impor­tan 98 y 64 por cien­to, res­pec­ti­va­men­te, del gas que con­su­men, y que ten­drían en rocas de esquis­tos o luti­tas reser­vas supe­rio­res a 180 TCF cada uno”.

“Para extraer­lo de las luti­tas ‑seña­la IPS- se ape­la a un méto­do bau­ti­za­do ‘frac­king’ (frac­tu­ra hidráu­li­ca), con la inyec­ción de gran­des can­ti­da­des de agua más are­nas y adi­ti­vos quí­mi­cos. La hue­lla de car­bono (pro­por­ción de dió­xi­do de car­bono que libe­ra a la atmós­fe­ra) es mucho mayor que la gene­ra­da con la pro­duc­ción de gas convencional.

“Como se tra­ta de bom­bar­dear capas de la cor­te­za terres­tre con agua y otras sus­tan­cias, se incre­men­ta el ries­go de dañar sub­sue­lo, sue­los, napas hídri­cas sub­te­rrá­neas y super­fi­cia­les, el pai­sa­je y las vías de comu­ni­ca­ción si las ins­ta­la­cio­nes para extraer y trans­por­tar la nue­va rique­za pre­sen­tan defec­tos o erro­res de manejo.”

Bas­te seña­lar que entre las nume­ro­sas sus­tan­cias quí­mi­cas que se inyec­tan con el agua para extraer este gas se encuen­tran el ben­ceno y el tolueno, que son sus­tan­cias terri­ble­men­te cancerígenas

La exper­ta Lour­des Mel­gar, del Ins­ti­tu­to Tec­no­ló­gi­co y de Estu­dios Supe­rio­res de Mon­te­rrey, opi­na que:

“‘Es una tec­no­lo­gía que gene­ra mucho deba­te y son recur­sos ubi­ca­dos en zonas don­de no hay agua’…”.

“Las luti­tas gasí­fe­ras ‑expre­sa IPS- son can­te­ras de hidro­car­bu­ros no con­ven­cio­na­les, enca­lla­das en rocas que las gua­re­cen, por lo que se apli­ca la frac­tu­ra hidráu­li­ca (cono­ci­da en inglés como ‘frac­king’) para libe­rar­las a gran escala.”

“La gene­ra­ción de gas sha­le invo­lu­cra altos volú­me­nes de agua y la exca­va­ción y frac­tu­ra gene­ran gran­des can­ti­da­des de resi­duos líqui­dos, que pue­den con­te­ner quí­mi­cos disuel­tos y otros con­ta­mi­nan­tes que requie­ren tra­ta­mien­to antes de su desecho.”

“La pro­duc­ción de esquis­to sal­tó de 11.037 millo­nes de metros cúbi­cos en 2000 a 135.840 millo­nes en 2010. En caso de seguir a este rit­mo la expan­sión, en 2035 lle­ga­rá a cubrir 45 por cien­to de la deman­da de gas gene­ral, según la EIA.

“Inves­ti­ga­cio­nes cien­tí­fi­cas recien­tes han aler­ta­do del per­fil ambien­tal nega­ti­vo del gas lutita.

“Los aca­dé­mi­cos Robert Howarth, Renee San­to­ro y Anthony Ingraf­fea, de la esta­dou­ni­den­se Uni­ver­si­dad de Cor­nell, con­clu­ye­ron que ese hidro­car­bu­ro es más con­ta­mi­nan­te que el petró­leo y el gas, según su estu­dio ‘Metano y la hue­lla de gases de efec­to inver­na­de­ro del gas natu­ral pro­ve­nien­te de for­ma­cio­nes de sha­le’, difun­di­do en abril pasa­do en la revis­ta Cli­ma­tic Change.

“‘La hue­lla car­bó­ni­ca es mayor que la del gas con­ven­cio­nal o el petró­leo, vis­tos en cual­quier hori­zon­te tem­po­ral, pero par­ti­cu­lar­men­te en un lap­so de 20 años. Com­pa­ra­da con el car­bón, es al menos 20 por cien­to mayor y tal vez más del doble en 20 años’, resal­tó el informe.”

“El metano es uno de los gases de efec­to inver­na­de­ro más con­ta­mi­nan­tes, res­pon­sa­bles del aumen­to de la tem­pe­ra­tu­ra del planeta.”

“‘En áreas acti­vas de extrac­ción (uno o más pozos en un kiló­me­tro), las con­cen­tra­cio­nes pro­me­dio y máxi­mas de metano en pozos de agua pota­ble se incre­men­ta­ron con pro­xi­mi­dad al pozo gasí­fe­ro más cer­cano y fue­ron un peli­gro de explo­sión poten­cial’, cita el tex­to escri­to por Stephen Osborn, Avner Ven­gosh, Natha­niel War­ner y Robert Jack­son, de la esta­tal Uni­ver­si­dad de Duke.

“Estos indi­ca­do­res cues­tio­nan el argu­men­to de la indus­tria de que el esquis­to pue­de sus­ti­tuir al car­bón en la gene­ra­ción eléc­tri­ca y, por lo tan­to, un recur­so para miti­gar el cam­bio climático.

“‘Es una aven­tu­ra dema­sia­do pre­ma­tu­ra y riesgosa’.”

“En abril de 2010, el Depar­ta­men­to de Esta­do de Esta­dos Uni­dos puso en mar­cha la Ini­cia­ti­va Glo­bal de Gas Sha­le para ayu­dar a los paí­ses que bus­can apro­ve­char ese recur­so para iden­ti­fi­car­lo y desa­rro­llar­lo, con un even­tual bene­fi­cio eco­nó­mi­co para las trans­na­cio­na­les de esa nación.”

He sido inevi­ta­ble­men­te exten­so, no tenía otra opción. Redac­to estas líneas para el sitio web Cuba­de­ba­te y para Tele­sur, una de las emi­so­ras de noti­cias más serias y hones­tas de nues­tro sufri­do mundo.

Para abor­dar el tema dejé trans­cu­rrir los días fes­ti­vos del vie­jo y el nue­vo año.

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