Del terror a la espe­ran­za- Fer­min Balen­tzia y JC Berrio

Para quie­nes lle­van déca­das en esta pelea por la recu­pe­ra­ción de la memo­ria his­tó­ri­ca, el 18 de diciem­bre no es una fecha sig­ni­fi­ca­ti­va como el 14 de abril o el 18 de julio. Es una fecha más que, sin embar­go, el domin­go cobra­rá su impor­tan­cia, ya que es la que hemos ele­gi­do para des­pe­dir el año en el que se ha cum­pli­do el 75 ani­ver­sa­rio del gol­pe mili­tar. Este es tam­bién el año del 25 ani­ver­sa­rio del naci­mien­to de la Aso­cia­ción de Fami­lia­res de Ase­si­na­dos de Nava­rra, AFAN y del libro «Nava­rra 1936. De la espe­ran­za al terror», esa obra colec­ti­va que reco­ge la vio­len­ta his­to­ria de la repre­sión des­en­ca­de­na­da en nues­tros pue­blos. Un libro que fue escri­to por muchas manos y múl­ti­ples bocas. Obra ges­ta­da en el horror de los hechos y tes­ti­mo­nios que reco­ge, es cier­to. Se tra­ta de un libro duro y terro­rí­fi­co. No podía ser de otra mane­ra. Sin embar­go, al abrir­lo nos encon­tra­mos con un libro que siem­pre ha mira­do al futu­ro, que mira al futu­ro con el obje­ti­vo de que hechos como los que reco­ge no vuel­van a suce­der nun­ca más.

AFAN no sur­gió del odio ni del deseo de ven­gan­za. El libro que entre todos y todas fui­mos capa­ces de escri­bir, tam­po­co. Una afir­ma­ción que segui­mos expre­san­do con rotun­di­dad. Si alguien quie­re seguir dudán­do­lo, no tie­ne más que recor­dar a las per­so­nas que nos pusie­ron en mar­cha y que ya no están entre noso­tros: José Ara­na con su «¡No Gene­ral!» y José María Jimeno Jurío con sus tra­ba­jos pio­ne­ros sobre la repre­sión. Pero tam­po­co qui­si­mos nun­ca ser neu­tra­les, y por eso reco­gi­mos los idea­les de los fusi­la­dos y los hemos traí­do has­ta la actua­li­dad, recor­dan­do cons­tan­te­men­te que de lo ocu­rri­do en 1936 se deri­vó una lar­ga dic­ta­du­ra y des­pués una tran­si­ción con­ti­nuis­ta que duran­te estos últi­mos 30 años ha segui­do olvi­dan­do a las víc­ti­mas y, peor toda­vía, sus ideales.

Así, con la mira­da pues­ta en el maña­na, es como nos acer­ca­mos al recuer­do de nues­tros ase­si­na­dos y ase­si­na­das, repre­sa­lia­dos y repre­sa­lia­das. Vamos a con­ti­nuar en la tarea de recu­pe­rar sus res­tos, dibu­jar el mapa de las fosas, res­ta­ble­cer su dig­ni­dad, depo­si­tar flo­res y can­cio­nes en los luga­res don­de los ase­si­na­ron o en los cemen­te­rios don­de repo­san sus res­tos ya recu­pe­ra­dos. Es impor­tan­te que siga­mos hacién­do­lo. Pero a todo ello hay que aña­dir algo que siem­pre hemos teni­do cla­ro, ya que será una tarea del todo incom­ple­ta si no alu­di­mos a las razo­nes y moti­va­cio­nes indi­vi­dua­les y colec­ti­vas que nos impe­len a cele­brar este tipo de actos. Memo­ria his­tó­ri­ca tan­to de los hechos como de las cau­sas que los pro­vo­ca­ron. Los mata­ron por sus ideas, por­que eran ideas de jus­ti­cia social y liber­tad, ideas que esta­ban cam­bian­do el mun­do y nues­tra tie­rra. Un rela­to en el que se sub­ra­ye que jun­to a sus hue­sos siem­pre supi­mos reco­ger su pensamiento.

El 18 de diciem­bre que­re­mos jun­tar­nos en Tafa­lla. Dire­mos sus nom­bres y segui­rán vivien­do en el eco de nues­tras voces. Can­ta­re­mos y fes­te­ja­re­mos en una fies­ta ale­gre y rei­vin­di­ca­ti­va, en la que tam­bién defen­de­re­mos sus idea­les, los mis­mos por los que les arre­ba­ta­ron la vida y, de esta mane­ra, segui­rán vivos en nues­tros hechos. Nun­ca los recor­da­re­mos como mere­cen si no toma­mos su tes­ti­go en esta lucha por la jus­ti­cia social y con­tra el caci­quis­mo que los fusi­ló y que toda­vía impe­ra en nues­tra tie­rra. Os ani­ma­mos a acu­dir a Tafa­lla y seguir ali­men­tan­do la espe­ran­za; la mis­ma a la que hici­mos alu­sión en el libro hace 25 años; la mis­ma que hace 75 años les cos­tó la vida.

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