Visi­tan­te Calle 13, el tra­duc­tor de la música

Eduardo Cabra, también conocido como "Visitante" de Calle 13 (Foto:EFE)Eduar­do Cabra, tam­bién cono­ci­do como «Visi­tan­te» de Calle 13 (Foto:EFE)

Por Car­men Gra­cie­la Díaz
El Nue­vo Día, Puer­to Rico

Eduar­do Cabra, el “Visi­tan­te” de Calle 13, des­pi­de vibras de músi­co, de un ser crea­ti­vo que pare­ce­ría que qui­sie­ra vivir las 24 horas del día en un estu­dio, entre ins­tru­men­tos y cavi­lan­do en notas y amal­ga­mas rítmicas.

Unos lo coro­nan como el “cere­bro musi­cal” del gru­po, el res­pon­sa­ble del soni­do de un reper­to­rio que se nutre de can­cio­nes que por tan­ta fusión ins­tru­men­tal dan la sen­sa­ción de poseer un cuer­po cur­vi­lí­neo, como lo evi­den­cia la pro­duc­ción “Entren los que quieran”.

“Este dis­co, para mí, hizo la comu­nión entre los dife­ren­tes gru­pos de per­so­nas que nos seguían alre­de­dor de nues­tra carre­ra”, expu­so quien obser­vó que muchos segui­do­res de Calle 13 se pue­den sub­di­vi­dir entre el pri­mer dis­co, el segun­do y el ter­ce­ro. Pero, a su jui­cio, esta últi­ma pro­duc­ción dis­co­grá­fi­ca tuvo la capa­ci­dad de aglu­ti­nar a “todos esos gru­pi­tos de per­so­nas que fue­ron sim­pa­ti­zan­do con el tra­ba­jo de nosotros”.

Por ello, para Eduar­do, el 2011 no es más que la suma de la per­sis­ten­cia. “Es como cuan­do estás hacien­do unos pun­tos para tra­zar rayas o poner un cua­dro”, dijo al esta­ble­cer una metá­fo­ra con el tra­ba­jo que han labra­do a lo lar­go de los años y por cali­fi­car a este cuar­to dis­co como “el cua­dro que se logra col­gar en la pared”.

El músi­co, que se auto­de­no­mi­na un adic­to de los Beatles (el refe­ren­te del que ase­gu­ra no poder zafar­se) y aman­te de Bach, el fol­clor lati­no­ame­ri­cano y euro­peo, refle­xio­nó que la arro­lla­do­ra vic­to­ria en los Grammy lati­nos les pro­vo­ca gra­ti­tud, pero que “más impor­tan­te fue tocar con la Orques­ta Juve­nil Simón Bolí­var (bajo la batu­ta del maes­tro Gus­ta­vo Duda­mel, con quie­nes inter­pre­ta­ron esa noche el tema ‘Lati­noa­mé­ri­ca’) y las opor­tu­ni­da­des que nos ha dado la músi­ca para cono­cer gen­te, paí­ses, públicos”.

Según Eduar­do, el tra­ba­jo inten­so del 2011 lla­ma por un des­can­so, un tiem­po para des­pe­jar la cabeza.

“En este año que vie­ne, el 2012, vamos a reor­ga­ni­zar­nos, a hacer nue­va músi­ca, tener tiem­po para eso por­que en nin­gún momen­to en la carre­ra de noso­tros nos hemos aga­rra­do un tiem­po exclu­si­vo para hacer un dis­co”, indi­có quien apun­tó que para ello, pre­ten­den tra­ba­jar des­de prin­ci­pios del 2012 para que a fina­les de ese año ten­gan un mate­rial más con­cre­to para el 2013.

Sus pla­nes son pro­cu­rar momen­tos fami­lia­res y el claus­tro en el estu­dio. Tal vez, ade­más, embar­car­se en la aven­tu­ra de otro documental.

Pero si de cues­tio­nes musi­ca­les se tra­ta, el pro­duc­tor men­cio­nó que su meta ha sido, des­de el ori­gen de Calle 13, “no repe­tir lo que se escu­cha en la calle y lo que uno mis­mo hace”. De modo que, de acuer­do con Eduar­do, la idea ha sido que cada tema ten­ga una iden­ti­dad propia.

“Es usar ingre­dien­tes dife­ren­tes para crear rece­tas nue­vas”, seña­ló quien entien­de que la fór­mu­la gana­do­ra de Calle 13 es la com­bi­na­ción “del tra­ba­jo anor­mal” con una pro­pues­ta que pro­vie­ne “del corazón”.

En cuan­to a su pro­ce­so crea­ti­vo, el exin­te­gran­te de la agru­pa­ción Bayan­ga sos­tu­vo que cuan­do uno tra­ba­ja la músi­ca “siem­pre hay algo que está mal y enton­ces es tra­tar de ama­sar y lle­gar a este pun­to en el que estés tran­qui­lo y cómo­do con que todo esté bien”.

Ilus­tra el desa­rro­llo de las can­cio­nes como el fee­ling y la sen­sa­ción que debe seguir apar­te de plan­tear que no se deja lle­var ni por la radio ni por aque­llo que pen­sa­ría que le pue­de gus­tar a la gente.

“Tiro lo que creo que es correc­to, pero no sé, es algo bien con­fu­so por­que cuan­do uno ter­mi­na de hacer un tema a veces uno no sabe de dón­de salie­ron las cosas”, fina­li­zó quien acep­tó que ha lle­ga­do a la con­clu­sión de que él fun­cio­na como una ante­na que aga­rra infor­ma­ción, como un tra­duc­tor de la músi­ca, que la per­ci­be y la lanza.

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