Una refor­ma labo­ral al ser­vi­cio del capi­tal- Jor­ge Alcázar

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Char­les Cha­plin: «Tiem­pos modernos»

El pro­ble­ma del des­em­pleo en Espa­ña, uni­do a la actual situa­ción de cri­sis del sis­te­ma, están hacien­do apa­re­cer múl­ti­ples voces que recla­man una refor­ma del mer­ca­do labo­ral con el obje­ti­vo de dis­mi­nuir la tasa insos­te­ni­ble de des­em­pleo (22’8% del total de pobla­ción activa).
Aun­que toda­vía no pare­ce exis­tir un pro­yec­to de refor­ma sóli­do, las volun­ta­des de unos (gobierno entran­te) y otros (patro­nal), así como el goteo dia­rio de decla­ra­cio­nes por par­te de refe­ren­tes de las tres par­tes impli­ca­das –gobierno, patro­nal y sindicatos‑, pare­ce que apun­tan en una direc­ción determinada.

Así, se apues­ta por dis­mi­nuir o eli­mi­nar la indem­ni­za­ción por des­pi­do, redu­cir o eli­mi­nar el sala­rio míni­mo inter­pro­fe­sio­nal, supri­mir o entor­pe­cer en la medi­da de lo posi­ble la nego­cia­ción colec­ti­va, gene­rar nue­vos mode­los de con­tra­to deno­mi­na­dos «mini­con­tra­tos», cuya remu­ne­ra­ción se tra­du­ce en «mini­suel­dos», poten­ciar aún más la even­tua­li­dad del con­tra­to o exten­der la dura­ción de los mal lla­ma­dos con­tra­tos de for­ma­ción en prác­ti­cas. De la mis­ma for­ma, la patro­nal per­si­gue la erra­di­ca­ción de la cuo­ta a apor­tar a la Segu­ri­dad Social por par­te del empre­sa­rio o que el fun­cio­na­rio pue­de ser des­pe­di­do para recor­tar las plan­ti­llas públi­cas, eli­mi­nan­do así el «pri­vi­le­gio del que dis­fru­ta­ba» este colectivo.

Has­ta aquí las deman­das de la patro­nal y lo que se pre­vé accio­nes del futu­ro gobierno del señor Rajoy.

Sin embar­go, por el camino se nos cue­lan una serie de obje­cio­nes lógi­cas deri­va­das de la pro­pia natu­ra­le­za de dichas demandas.

La for­ma del sala­rio en el tra­ba­jo borra toda hue­lla de la divi­sión de la jor­na­da labo­ral en tra­ba­jo nece­sa­rio y plus­tra­ba­jo, esto es, en tra­ba­jo retri­bui­do al tra­ba­ja­dor y tra­ba­jo no retri­bui­do, cuyos bene­fi­cios deri­va­dos pasan a manos del empre­sa­rio y cons­ti­tu­yen la fuen­te de su ganan­cia. En el tra­ba­jo asa­la­ria­do apa­re­ce como retri­bui­do has­ta el plus­tra­ba­jo o no retribuido.

Las luchas obre­ras, sin­di­ca­les y socia­les die­ron a luz unas con­di­cio­nes labo­ra­les en los paí­ses occi­den­ta­les que sal­va­guar­da­ban, en par­te, al tra­ba­ja­dor de la des­igual­dad pal­ma­ria con la que se enfren­ta­ba ante la rela­ción emplea­dor-emplea­do. De ahí sur­gie­ron las aso­cia­cio­nes sin­di­ca­les, la regu­la­ción del mer­ca­do labo­ral, dere­chos como los de pres­ta­ción por des­em­pleo, nego­cia­ción colec­ti­va o esta­bi­li­dad labo­ral. Se esta­ble­cie­ron meca­nis­mo para dis­mi­nuir la jor­na­da labo­ral o fijar la remu­ne­ra­ción median­te con­ve­nios y se dotó de lega­li­dad a las rela­cio­nes labo­ra­les que se deri­van del enfren­ta­mien­to empresario-trabajador.

Dichas luchas ejer­cie­ron de con­tra­pe­so y actua­ron en pos del equi­li­brio inexis­ten­te que sur­gía de esta divi­sión de la jor­na­da labo­ral en tra­ba­jo remu­ne­ra­do y plus­tra­ba­jo, no remunerado.

Lo que aho­ra se plan­tea como nece­sa­rio, no es más que una vuel­ta atrás que deje sin vigen­cia aque­llos logros socia­les. Todas las medi­das se vuel­ven agre­si­vas con­tra el trabajador.

En el nue­vo pano­ra­ma, la apro­pia­ción de tra­ba­jo no retri­bui­do cobra más fuer­za. La cuo­ta de plus­va­lía aumen­ta aho­ra en las manos del capital.

¿Quié­nes son los gran­des bene­fi­cia­rios de éstas medi­das? A esta pre­gun­ta se res­pon­de que el común de la socie­dad labo­ral, inte­gra­da por empre­sa­rios y tra­ba­ja­do­res y por ende, todo el con­jun­to de la socie­dad. Pero esto es fal­so, rotun­da­men­te fal­so, si se mira con un poco de detenimiento.

En Espa­ña, las micro­em­pre­sas (empre­sas con entre 0 y 9 emplea­dos) repre­sen­tan el 94’5 % del teji­do empre­sa­rial. De éstas, el 85 % tie­nen en nómi­na dos, uno o nin­gún emplea­do, fren­te al 15 % res­tan­te con entre 3 y 9 emplea­dos. Sin embar­go, estas com­pa­ñías sólo con­cen­tran el 26’5 % de los tra­ba­ja­do­res de nues­tro país. . Ade­más, la mayo­ría de estas micro­em­pre­sas ejer­ce su acti­vi­dad en el sec­tor ser­vi­cios o en el de comer­cio, con lo que, en un momen­to de rece­sión eco­nó­mi­ca como el actual, don­de el con­su­mo interno se redu­ce a mar­chas for­za­das, su mayor pro­ble­ma no es el de las con­di­cio­nes de con­tra­ta­ción de un tra­ba­ja­dor, más bien al con­tra­rio, ya que muchas de éstas se ven abo­ca­das a des­pe­dir per­so­nal debi­do a la reduc­ción de ingre­sos, o bien a su desaparición.

Esto nos deja con la cifra del 73’5 % de tra­ba­ja­do­res en Espa­ña que lo hacen para la media­na y gran empre­sa, y más con­cre­ta­men­te el 26’7 % de los tra­ba­ja­do­res de nues­tro país lo hace para empre­sas con más de 200 emplea­dos, sien­do éstas el 0’2 % del total. Sir­va como indi­ca­dor ade­más que por cada 100 tra­ba­ja­do­res sólo exis­ten 17’4 PYMES.

Todos estos datos echan por tie­rra la fal­sa inten­ción de crear empleo a tra­vés de unas con­di­cio­nes fle­xi­bles y ven­ta­jo­sas para el peque­ño y mediano empresario.

Lo que se pone de mani­fies­to es la ver­da­de­ra voca­ción de la refor­ma, que no es otra que la de apro­piar­se de más can­ti­dad de plus­tra­ba­jo o tra­ba­jo no retri­bui­do y como con­se­cuen­cia minar y soca­var las con­di­cio­nes labo­ra­les de la cla­se trabajadora.

Ese défi­cit his­tó­ri­co exis­ten­te entre capi­ta­lis­ta y tra­ba­ja­dor, que median­te la regu­la­ción, las pres­ta­cio­nes socia­les y los dere­chos bási­cos como Sani­dad o Edu­ca­ción públi­cas se con­tro­ló duran­te déca­das, posi­bi­li­tan­do así un mayor repar­to de la rique­za, se pre­ten­de agran­dar. Se quie­re gene­rar un cal­do de cul­ti­vo pro­pi­cio para que la masa de plus­tru­ba­jo aumen­te, con la con­se­cuen­te amplia­ción de ganan­cia por par­te del gran capi­ta­lis­ta. Éste hace bueno el refrán de «a río revuel­to, ganan­cia de pes­ca­do­res», y se apro­ve­cha, median­te la fala­cia y el enga­ño, para poder usur­par aún más rique­za y pro­duc­ti­vi­dad que no le es pro­pia, sino que devie­ne de un tra­ba­jo no retribuido.

Esta es la ver­da­de­ra natu­ra­le­za de la refor­ma labo­ral en cier­nes y estas las inten­cio­nes de los voce­ros que se apres­tan a pro­cla­mar­la. De ahí que vea­mos al señor Rosell pasear­se a pecho des­cu­bier­to por los medios de comu­ni­ca­ción al ser­vi­cios de la cau­sa. De ahí que se nos vaya pre­pa­ran­do el cuer­po por par­te de los acó­li­tos del señor Rajoy (o en su defec­to del señor Zapa­te­ro) hacia lo que viene.

En la coyun­tu­ra actual, el capi­tal ha vis­to la opor­tu­ni­dad pro­pi­cia para des­pren­der­se de las ata­du­ras que amor­da­za­ban su plus­va­lía, y que amor­ti­gua­ban el impac­to del saqueo pro­du­ci­do a tra­vés de ese tra­ba­jo no remu­ne­ra­do pre­sen­te en toda rela­ción empre­sa­rio-asa­la­ria­do. Se des­nu­da por com­ple­to el real obje­ti­vo de la refor­ma: «el capi­ta­lis­ta bus­ca obte­ner la mayor can­ti­dad posi­ble de tra­ba­jo por la menor can­ti­dad posi­ble de dine­ro», prác­ti­ca­men­te sólo le intere­sa la dife­ren­cia entre el pre­cio de la fuer­za y el valor que crea su función.

Son estos gran­des gru­pos y cor­po­ra­cio­nes empre­sa­ria­les quie­nes verán incre­men­ta­das sus ganan­cias a tra­vés de este nue­vo hur­to. Serán El Cor­te Inglés, Eulen, Indi­tex, Alcam­po, Indra, etc., en repre­sen­ta­ción de sus res­pec­ti­vos equi­pos direc­ti­vos y accio­nis­tas, quie­nes se repar­tan el botín, pues nadie pien­se que estos miran el bene­fi­cio colec­ti­vo. Cuan­do aho­ra acu­dan es estas con­di­cio­nes al mer­ca­do labo­ral, lo harán sin unas tra­bas eco­nó­mi­cas antes exis­ten­tes y que rete­nían par­te de la rique­za pro­du­ci­da por el tra­ba­ja­dor; en éstas, dis­mi­nu­cio­nes sala­ria­les, rup­tu­ra de con­ve­nios, la pre­sión social ejer­ci­da por el ejer­ci­to de des­em­plea­dos y la ley de la ofer­ta y la deman­da labo­ral some­ti­da a estas ten­sio­nes, posi­bi­li­ta­rán que el flu­jo de rique­za flu­ya de la colec­ti­vi­dad a la indi­vi­dua­li­dad y el expo­lio se consume.

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