El frau­de de la Navi­dad cris­tia­na- Mikel Arizaleta

Se nos vie­ne incul­can­do des­de anti­guo que el cris­tia­nis­mo como reli­gión se asien­ta y basa en los hechos his­tó­ri­cos de Dios de los que se habla en el Nue­vo y Vie­jo Tes­ta­men­to. Pero el estu­dio cien­tí­fi­co, libre y des­apa­sio­na­do de esos tex­tos, ini­cia­do hace unos 200 años, ha pues­to cla­ri­dad en las leyen­das y trans­mi­sio­nes cris­tia­nas y ha des­cu­bier­to fal­se­da­des y fraudes.

Todo lo que se nos habla en la Biblia del Israel pre-esta­tal ‑ante­rior al 1000 antes de Cris­to- fue con­fec­cio­na­do, narra­do e inven­ta­do a par­tir del VI antes de Cris­to, es decir 400 y 500 años des­pués ‑en la épo­ca post-esta­tal- y resul­ta ser pura fic­ción teo­ló­gi­ca. Elu­cu­bra­cio­nes y fan­ta­sías de teó­lo­gos e ilu­mi­na­dos o, en fra­se de Ernes­to Renan, cuan­do “la bes­tia­li­dad huma­na adquie­re la for­ma de pac­to con la divi­ni­dad. Se hace la solem­ne pro­me­sa de matar todo prohi­bién­do­se uno a sí mis­mo uti­li­zar la razón y la com­pa­sión. En la Biblia vete­ro­tes­ta­men­ta­ria se nos cuen­tan cos­tum­bres bár­ba­ras cho­rrean­tes de san­gre. Se con­sa­gra y entre­ga una ciu­dad o un país a la ani­qui­la­ción y se cree ofen­der a Dios si no se cum­ple tan maca­bro jura­men­to”. La crea­ción, la sali­da de Egip­to, la tie­rra pro­me­ti­da, Jeri­có y sus trom­pe­tas, Israel como pue­blo ele­gi­do de Dios… son cuen­tos pri­mi­ti­vos, ter­gi­ver­sa­cio­nes, tro­las, frau­de sin reali­dad his­tó­ri­ca algu­na. La mis­ma ver­dad que la que pue­de ence­rrar hoy como pala­bra de Dios la pré­di­ca del obis­po Rou­co Vare­la, la del obis­po Ice­ta, el obis­po del ejér­ci­to y la gue­rra Fran­cis­co Pérez o una nove­la de Salgari.

Y el vie­jo frau­de ini­cial pro­si­gue con la lle­ga­da del hijo de Dios al mun­do, con el naci­mien­to de Jesús, su auto­pro­mul­ga­da resu­rrec­ción de los muer­tos y el regre­so final y jui­cio al fin de los tiempos. 

Hoy advien­to es repe­ti­ción anual de cuen­to y leyen­da, en él no hay poso, ni lec­ción, ense­ñan­za o hue­lla de la inves­ti­ga­ción, aná­li­sis o pro­gre­so de la cien­cia. Hoy, como hace cien­tos de años, la Navi­dad cris­tia­na sigue sien­do teo­ría impermea­ble, que ya hace muchos años se reve­ló como frau­de y enga­ño: un Dios que se hace hom­bre median­te una vir­gen no fecun­da­da por varón alguno, que da a luz en una cua­dra mien­tras revo­lo­tean ánge­les, una estre­lla en el cie­lo seña­la su pese­bre y tres magos le ofre­cen dones y le rin­den honores. 

Nada nue­vo, repe­ti­ción de vie­jas leyen­das; tam­bién Buda exis­tía como ser inma­te­rial en el cie­lo antes de su baja­da a la tie­rra, tam­bién los gnós­ti­cos ense­ña­ban ya antes la baja­da del sal­va­dor, del pri­mo­gé­ni­to de Dios, tam­bién el dios del sol egip­cio fecun­dó a la espo­sa vir­gen del rey, tam­bién en Per­sia Zara­tus­tra era hijo de vir­gen. Hera parió a Hefes­to sien­do vir­gen. A Mitra le ado­ra­ron pas­to­res lle­ván­do­le las pri­mi­cias de sus reba­ños. Mucho antes de que la Igle­sia esta­ble­cie­ra el 25 de diciem­bre como el día del naci­mien­to de Cris­to (ocu­rre por pri­me­ra vez el año 353) ya se fes­te­ja­ba en ese día el naci­mien­to de Mitra: “La vir­gen ha pari­do, reci­bid la luz. El gran rey, el bien­he­chor Osi­ris, ha naci­do. Os ha naci­do hoy el sal­va­dor”i.

Los naci­mien­tos de vir­gen son cono­ci­dos en la anti­güe­dad. Hoy ya nadie osa ven­der como hecho his­tó­ri­co seme­jan­te cuen­to, sal­vo la Igle­sia y sus comerciales.

El aná­li­sis crí­ti­co-his­tó­ri­co de los tex­tos, el aná­li­sis serio de los tex­tos del Nue­vo Tes­ta­men­to que hablan del naci­mien­to de Jesús, remi­ten a lo siguien­teii:

Pri­me­ro: Los docu­men­tos más anti­guos del Nue­vo Tes­ta­men­to, las car­tas del após­tol Pablo y el Evan­ge­lio más anti­guo, el de Mar­cos, nada saben de un naci­mien­to de virgen.

Segun­do: Las his­to­rias navi­de­ñas con­tie­nen mayor­men­te ele­men­tos fic­ti­cios, que nada tie­nen que ver con lo real­men­te ocu­rri­do. De modo que no hubo un empa­dro­na­mien­to impe­rial bajo César Augus­to ni una matan­za de niños en Belén. Hero­des ya había muer­to antes de que Jesús nacie­ra. Los ánge­les pro­vie­nen de la mito­lo­gía pri­mi­ti­va y los pas­to­res en el cam­po, al igual que los magos de Orien­te, son per­so­na­jes idea­les. La narra­ción sobre la estre­lla de Belén es una fic­ción. Ade­más Jesús no nació en Belén sino en Nazaret.

Ter­ce­ro: Jesús tuvo un padre terre­nal, humano. El naci­mien­to de vir­gen es una inter­pre­ta­ción, quie­re recal­car la divi­ni­dad de la per­so­na de Jesús, colo­cán­do­le a la mis­ma altu­ra que a otros hijos de dio­ses de la anti­güe­dad, que tam­bién supues­ta­men­te nacie­ron de madres vír­ge­nes. El evan­ge­lis­ta Mateo para decir que Jesús habría naci­do de una vir­gen se apo­ya en la tra­duc­ción grie­ga del libro de Isaías, don­de en el cap. 7 v. 14 se dice: “Ved la vir­gen que­da­rá pre­ña­da y pari­rá un hijo”. Isaías esta­ba pen­san­do en un suce­so ocu­rren­te en su tiem­po, en el siglo VIII antes de Cris­to. Ade­más en el ori­gi­nal hebreo se dice “mujer joven” y no “vir­gen”.

La narra­ción de Mateo es una pura fic­ción; la repe­ti­ción anual en igle­sias, cate­dra­les y ermi­tas por curas, párro­cos y obis­pos es un raca-raca abu­rri­do de un vie­jo mito, un enga­ño cons­cien­te que hoy, para no pro­vo­car car­ca­ja­das en el oyen­te, lo subli­man, lo espi­ri­tua­li­zan con­vir­tién­do­lo en un algo no se sabe qué. Como la resu­rrec­ción de Jesús, que sabien­do que no fue un hecho real ni his­tó­ri­co ter­mi­nan dicien­do que es una resu­rrec­ción en la fe, en la pala­bra…, pero resu­rrec­ción. Vaya, un cho­ri­zo sin mon­don­go, sin nada den­tro, mera piel, un frau­de denunciable.

i Karlheinz Desch­ner, El cre­do fal­si­fi­ca­do, ed. Txa­la­par­ta, pag. 41 – 53

ii Gerd Lüde­mann, Wer war Jesus, zu Klam­pen, pag. 78 – 81

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