Paso a paso se hace el camino- Ohia­na LLorente

El sába­do reci­bi­re­mos la ansia­da visi­ta del vie­jo car­bo­ne­ro. Las fami­lias se reu­ni­rán alre­de­dor de una mesa de ensue­ño para degus­tar los mejo­res man­ja­res del año y, allí don­de la cri­sis no haya hecho estra­gos, una pila de rega­los espe­ra­rá bajo el árbol de navi­dad las carre­ras de los niños y las niñas de la casa.

Son fechas para el encuen­tro. Tiem­po para pasar en fami­lia y con esas vie­jas amis­ta­des que no ves des­de hace meses. Los villan­ci­cos y las luces que alum­bran nues­tras calles se cue­lan en nues­tro día a día y aun­que inten­te­mos evi­tar­lo, el espí­ri­tu navi­de­ño con­si­gue afe­rrar­se con fuerza.

Cuan­do el reen­cuen­tro resul­ta impo­si­ble, estas fechas se con­vier­ten en momen­to para el recuer­do. Aque­llos que no están entre noso­tros copan nues­tras con­ver­sa­cio­nes y, sobre todo, nues­tros silen­cios. Los que viven a miles de kiló­me­tros de sus fami­lias depor­ta­dos en luga­res don­de Olen­tze­ro pasea en baña­dor; los que pasa­rán la noche­bue­na con una birria de cena en una soli­ta­ria y géli­da cel­da; y los que ni siquie­ra sabe­mos dón­de ni cómo están. Cien­tos de sillas vacías espe­ran esta noche­bue­na la solu­ción de este vie­jo con­flic­to que se está hacien­do esperar.

Mien­tras Mariano Rajoy sigue callan­do ante el nue­vo tiem­po abier­to en Eus­kal Herria, cada vez son más los ciu­da­da­nos que se dan la mano por la reso­lu­ción. Una solu­ción que debe repa­rar tan­to en las raí­ces como en las con­se­cuen­cias. Lo que nos sitúa direc­ta­men­te a las puer­tas de las pri­sio­nes de los esta­dos espa­ñol y francés.

La repa­tria­ción de los pre­sos polí­ti­cos vas­cos es ya cau­sa común y agen­tes tan poco sos­pe­cho­sos como el Par­la­men­to de Nafa­rroa aprue­ban decla­ra­cio­nes ins­ti­tu­cio­na­les de este cala­do. Es el momen­to de aunar esfuerzos.

Lle­nar la calles para vaciar las cár­ce­les. Esa es la apues­ta para el pró­xi­mo sie­te de enero. Una cita inelu­di­ble para todos aque­llos que quie­ren tran­si­tar el sen­de­ro que nos tras­la­de a la democracia.

Paso a paso se hace el camino.

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