Las vías del socia­lis­mo lati­no­ame­ri­cano- William I. Robinson

Trans­for­mar el orden esta­ble­ci­do es infi­ni­ta­men­te más difí­cil que per­pe­tuar­lo. La izquier­da, his­tó­ri­ca­men­te cons­ti­tui­da en torno a un pro­yec­to de trans­for­ma­ción social, está divi­di­da en lo refe­ren­te a las estra­te­gias para alcan­zar­la. ¿Refor­ma o revo­lu­ción ? El deba­te sin­di­cal de 1914 en Esta­dos Uni­dos resue­na actual­men­te en Lati­noa­mé­ri­ca, azo­ta­da por una “olea­da rosa-roja”. En Euro­pa, pare­ce que la tími­da regu­la­ción de la eco­no­mía de mer­ca­do sea el úni­co tema en el orden del día, dado que las cor­ta­pi­sas neo­li­be­ra­les orien­tan la ini­cia­ti­va polí­ti­ca. Las comu­ni­da­des utó­pi­cas o las for­mas de par­ti­ci­pa­ción pro­pias de Ita­lia tra­tan de ofre­cer res­pues­tas al estan­ca­mien­to actual. Pero, ¿bas­ta­rán para apor­tar una pers­pec­ti­va a las izquier­das europeas ?

¿Y aho­ra Perú ? Cons­ti­tui­da en labo­ra­to­rio del neo­li­be­ra­lis­mo a par­tir de media­dos de los años 70, Amé­ri­ca Lati­na ha cam­bia­do de cara en los últi­mos tiem­pos. Des­de hace unos diez años, una gran par­te de la región “se ha pasa­do a la izquier­da”, un fenó­meno a menu­do des­cri­to como una olea­da. Aho­ra bien, suce­de que la ola arras­tra con­si­go un nue­vo bas­tión de la dere­cha. La tar­de de la elec­ción pre­si­den­cial perua­na de junio de 2011, el can­di­da­to triun­fan­te –Ollan­ta Huma­la, un hom­bre de izquier­da– pro­cla­ma­ba : “Nun­ca más el gobierno ser­vi­rá a los intere­ses de la eli­te que ven­de las rique­zas mine­ras del Perú a las mul­ti­na­cio­na­les. Todo esto debe cam­biar”. ¿Rup­tu­ra ? En el mis­mo dis­cur­so, Huma­la pro­me­tía, con la mis­ma fir­me­za, no cam­biar nada en el mode­lo eco­nó­mi­co peruano.

La ola pro­gre­sis­ta que se ha pro­du­ci­do en Amé­ri­ca Lati­na, sue­le ser cali­fi­ca­da de “rosa” [“marea rosa”], debi­do a las dife­ren­tes corrien­tes que la atra­vie­san. Has­ta el pun­to que algu­nos gobier­nos de la región, que habían logra­do la mayo­ría elec­to­ral movi­li­zan­do a las cla­ses popu­la­res, aho­ra se ven con­fron­ta­dos a una doble ame­na­za : por una par­te, el resur­gi­mien­to de la dere­cha (a tra­vés de las urnas, como en Chi­le en 2010, o por la fuer­za, como en Hon­du­ras en 2009) ; por la otra, movi­mien­tos de pro­tes­ta ali­men­ta­dos por los áni­mos frus­tra­dos de una par­te de la pobla­ción. Dos fac­to­res que, com­bi­na­dos, reve­lan cier­tos lími­tes inter­nos y exter­nos de los pro­ce­sos polí­ti­cos en Amé­ri­ca Lati­na. La maña­na del 30 de sep­tiem­bre de 2010, tra­tan­do de nego­ciar con agen­tes de poli­cía que ocu­pa­ban los loca­les admi­nis­tra­ti­vos en el cen­tro de Qui­to para pro­tes­tar con­tra una ley que pre­veía la reduc­ción de sus bene­fi­cios sala­ria­les, el pre­si­den­te de Ecua­dor, Rafael Correa, fue ata­ca­do, secues­tra­do y lue­go rete­ni­do en un hos­pi­tal mili­tar antes de ser final­men­te soco­rri­do por medio de una ope­ra­ción de armas pesa­das lle­va­da a cabo por un coman­do de fuer­zas espe­cia­les (1). Des­car­tan­do la even­tua­li­dad de un gol­pe de Esta­do, algu­nos obser­va­do­res ana­li­za­ron enton­ces el acon­te­ci­mien­to como un “movi­mien­to social”, des­en­ca­de­na­do por el eno­jo de una par­te de las fuer­zas poli­cia­les. La acción, sin embar­go, había esta­do coor­di­na­da : en todo el país, otras uni­da­des de la poli­cía y del ejér­ci­to blo­quea­ron tan­to las auto­pis­tas como los aero­puer­tos inter­na­cio­na­les de Qui­to y de Gua­ya­quil, ocu­pa­ron el Par­la­men­to y toma­ron por asal­to los loca­les de la tele­vi­sión nacio­nal, TV Ecua­dor. Enton­ces, ¿arran­que de ira o gol­pe abor­ta­do en razón del débil apo­yo del ejército… ?

Que la dere­cha ecua­to­ria­na y los hal­co­nes de Washing­ton hubie­ran que­ri­do ver a Correa apar­ta­do del poder no sor­pren­de : al cerrar la base aérea esta­dou­ni­den­se de Man­ta, en el terri­to­rio de su país, en octu­bre de 2007, el pre­si­den­te había decla­ra­do que “la pre­sen­cia de seme­jan­te base sólo sería con­si­de­ra­ble el día en que Esta­dos Uni­dos per­mi­tie­ra la ins­ta­la­ción de una base ecua­to­ria­na en Mia­mi”. Ade­más, des­de su ascen­so al poder, con­si­guió redu­cir en 3.200 millo­nes de dóla­res el peso de la deu­da extran­je­ra, al demos­trar que ésta se con­tra­jo ile­gal­men­te. En fin, no con­ten­to con pro­me­ter la cons­truc­ción del “socia­lis­mo del siglo XXI”, Correa hizo ingre­sar a Ecua­dor en la Alian­za Boli­va­ria­na para los Pue­blos de Nues­tra Amé­ri­ca-Tra­ta­do de Comer­cio de los Pue­blos (ALBA-TCP), una ini­cia­ti­va de inte­gra­ción regio­nal impul­sa­da por Vene­zue­la y Cuba.

Pero esta Admi­nis­tra­ción no inco­mo­da úni­ca­men­te a las eli­tes. Des­de su elec­ción, el pre­si­den­te ecua­to­riano poco a poco se dis­tan­ció de las orga­ni­za­cio­nes indí­ge­nas, los sin­di­ca­tos y las aso­cia­cio­nes popu­la­res que lo lle­va­ron al poder, y que cons­ti­tu­yen toda­vía la base de su elec­to­ra­do. Al mis­mo tiem­po que diri­gía públi­ca­men­te la ten­ta­ti­va del gol­pe de Esta­do del 30 de sep­tiem­bre de 2010 (y seña­lan­do con el dedo a “las fuer­zas impe­ria­lis­tas” y los movi­mien­tos de dere­chas que lo habrían fomen­ta­do), la pode­ro­sa Con­fe­de­ra­ción de Nacio­na­li­da­des Indí­ge­nas de Ecua­dor (CONAIE), la tar­de del acon­te­ci­mien­to, decla­ra­ba en un comu­ni­ca­do : “Un pro­ce­so de cam­bio, por tími­do que sea, corre siem­pre el ries­go de ser con­tra­rres­ta­do, e inclu­so recu­pe­ra­do por la dere­cha, si el Gobierno no esta­ble­ce o no refuer­za pro­gre­si­va­men­te la alian­za con las orga­ni­za­cio­nes cons­ti­tui­das y la socie­dad civil”. Agre­ga­ba que la polí­ti­ca de Correa, dema­sia­do com­pla­cien­te res­pec­to “de los sec­to­res más reac­cio­na­rios y de los intere­ses finan­cie­ros emer­gen­tes”, los había deja­do lo sufi­cien­te­men­te pode­ro­sos como para tra­tar de derro­car­lo. Por su par­te, Clé­ver Jime­nez –miem­bro de Pacha­ku­tik, el bra­zo polí­ti­co de la CONAIE– orde­na­ba “al movi­mien­to indí­ge­na y a los movi­mien­tos socia­les cons­ti­tuir un solo fren­te nacio­nal para exi­gir la par­ti­da del pre­si­den­te Correa (2)”. A ries­go de que­dar aso­cia­do, de hecho, a la ten­ta­ti­va de golpe.

En Vene­zue­la, la opo­si­ción regis­tró un avan­ce espec­ta­cu­lar en el momen­to de las elec­cio­nes legis­la­ti­vas de 2010, al jun­tar cer­ca del 50% de los sufra­gios (3). Aun­que el par­ti­do del pre­si­den­te Hugo Chá­vez, el Par­ti­do Socia­lis­ta Uni­do de Vene­zue­la (PSUV) con­si­guió man­te­ner­se, no logró con­ser­var la mayo­ría de los dos ter­cios en la Asam­blea Nacio­nal. Este éxi­to de la dere­cha no es total­men­te ajeno a la ince­san­te cam­pa­ña de des­es­ta­bi­li­za­ción que lle­va ade­lan­te Esta­dos Uni­dos a tra­vés de todo el país : el perio­dis­ta Jeremy Big­wood reve­ló recien­te­men­te que entre 2007 y 2009, el Depar­ta­men­to de Esta­do esta­dou­ni­den­se había paga­do varios millo­nes de dóla­res a perio­dis­tas lati­no­ame­ri­ca­nos, espe­cial­men­te en Vene­zue­la (4). Pero el resul­ta­do del escru­ti­nio de 2010 refle­ja tam­bién la des­mo­vi­li­za­ción de una par­te de los par­ti­da­rios de la “revo­lu­ción boli­va­ria­na”. Las razo­nes son múl­ti­ples : difi­cul­ta­des eco­nó­mi­cas (debi­das en par­ti­cu­lar al des­cen­so de los ingre­sos del petró­leo), inse­gu­ri­dad (5), corrup­ción endé­mi­ca, opor­tu­nis­mo den­tro de las eli­tes “revo­lu­cio­na­rias”, len­ti­tud del pro­ce­so de trans­for­ma­ción de la socie­dad, etc. En ese con­tex­to, el anun­cio ofi­cial según el cual el pre­si­den­te Chá­vez sufría de cán­cer, el 30 de junio de 2011, puso de mani­fies­to otra de las debi­li­da­des del pro­ce­so vene­zo­lano : la con­cen­tra­ción de poder en torno a la figu­ra del jefe de Esta­do, que hun­de a la izquier­da en la duda res­pec­to de los poten­cia­les suce­so­res del diri­gen­te actual.

En Boli­via, el pre­si­den­te Evo Mora­les está enfren­ta­do des­de prin­ci­pios del año 2010 a una ola casi inin­te­rrum­pi­da de huel­gas y de movi­mien­tos de movi­li­za­ción con­du­ci­dos por sin­di­ca­tos, comu­ni­da­des indí­ge­nas y diver­sas orga­ni­za­cio­nes popu­la­res. Las más recien­tes, que denun­cian la cons­truc­ción de una carre­te­ra en medio de un par­que nacio­nal pro­te­gi­do en terri­to­rio indí­ge­na, fue­ron seve­ra­men­te repri­mi­das por las fuer­zas del orden en el mes de sep­tiem­bre de 2011 y con­du­je­ron a varios miem­bros del gobierno a pre­sen­tar sus renun­cias. Las rei­vin­di­ca­cio­nes tie­nen que ver prin­ci­pal­men­te con los sala­rios, las medi­das de aus­te­ri­dad y la fal­ta de escu­cha por par­te del gobierno res­pec­to de los con­ce­ja­les y de la pobla­ción, espe­cial­men­te en el tema de la explo­ta­ción de los recur­sos natu­ra­les. “¿Qué es lo que ha cam­bia­do en el cur­so de estos últi­mos años ?”, se pre­gun­ta­ba recien­te­men­te, en tono de bur­la, el céle­bre inte­lec­tual neo­li­be­ral boli­viano Rober­to Laser­na. “Mucho, si obser­va­mos el pro­ce­so en tér­mi­nos de dis­cur­so y de sím­bo­los en una pers­pec­ti­va a cor­to pla­zo. Pero muy poco, des­de el pun­to de vis­ta estruc­tu­ral o de las ten­den­cias eco­nó­mi­cas y socia­les, en una pers­pec­ti­va a lar­go pla­zo (6)”. ¿Se tra­ta­ba úni­ca­men­te de una provocación ?

Se podrían citar muchos otros ejem­plos. Uno por uno, los gobier­nos pro­gre­sis­tas de la región tro­pie­zan con­tra la úni­ca opción que pare­ce haber sido la suya : la redis­tri­bu­ción en el mar­co del capi­ta­lis­mo (la cual, des­de el esta­lli­do de la cri­sis finan­cie­ra de 2008, se reve­la más deli­ca­da aún).

Sin embar­go, repro­char­les una even­tual “trai­ción” impli­ca reco­no­cer que hay paí­ses que podrían eman­ci­par­se más. Pero, ¿exis­ten real­men­te ? Para sus­traer­se a la eco­no­mía de mer­ca­do –a tra­vés de la nacio­na­li­za­ción total de la eco­no­mía que algu­nos exi­gen – , hay que poder con­tar tan­to con las tec­no­lo­gías que las casas matri­ces extran­je­ras per­mi­ten apro­ve­char a sus filia­les en Amé­ri­ca Lati­na, como con los cua­dros capa­ces de reem­pla­zar a los CEO (direc­tor eje­cu­ti­vo) des­pe­di­dos (7) : los movi­mien­tos o par­ti­dos actual­men­te en el poder care­cen de ellos y les resul­ta difí­cil for­mar­los. Ade­más, la his­to­ria lati­no­ame­ri­ca­na ilus­tra los peli­gros sufri­dos por los pro­yec­tos con­si­de­ra­dos dema­sia­do “radi­ca­les” en Washing­ton. Algu­nas sema­nas des­pués de la elec­ción de Sal­va­dor Allen­de, en Chi­le, el con­se­je­ro en segu­ri­dad nacio­nal, Henry Kis­sin­ger decla­ra­ba : “No veo por qué ten­dría­mos que dejar que un país se vuel­va mar­xis­ta sim­ple­men­te por­que su pobla­ción es irres­pon­sa­ble” (8).

¿Con­se­cuen­cias ? Si bien muchas nacio­nes de Amé­ri­ca Lati­na cele­bra­ron en el 2010 el bicen­te­na­rio de su inde­pen­den­cia, per­ma­ne­cen sin embar­go pro­fun­da­men­te inser­tas en el sis­te­ma eco­nó­mi­co pla­ne­ta­rio : des­pués de todo, este sis­te­ma ha pre­si­di­do su desa­rro­llo eco­nó­mi­co y polí­ti­co des­de la con­quis­ta, en 1492, has­ta la era de la glo­ba­li­za­ción libe­ral. Pro­duc­ción indus­trial, agro­ali­men­ta­ria, ban­ca, turis­mo, comer­cio mino­ris­ta : a prin­ci­pios del siglo xxi, la fuen­te de bene­fi­cios ya no se limi­ta a la expor­ta­ción mine­ral, pero los lazos con el “cen­tro” del sis­te­ma-mun­do no deja­ron sin embar­go de cre­cer. Un ejem­plo : las cade­nas de hiper­mer­ca­dos inter­na­cio­na­les con­tro­lan hoy el 70% del comer­cio de la región, con­tra el 10 o el 20% en los años 1990 (9).

En Amé­ri­ca Lati­na, qui­zá toda­vía más que en cual­quier otra par­te, esta evo­lu­ción ha deja­do su hue­lla. Entre 1980 y 2004, la can­ti­dad de per­so­nas que vivía bajo la línea de la pobre­za se dupli­có, y pasó de cer­ca de 120 millo­nes a más de 210 millo­nes. La suer­te de las cla­ses más aco­mo­da­das resul­ta­ba menos dolo­ro­sa en este con­ti­nen­te que per­ma­ne­ce como el más des­igual del mun­do. Estas trans­for­ma­cio­nes par­ti­ci­pa­ron tan­to en la emer­gen­cia de impor­tan­tes movi­mien­tos de pro­tes­ta, como en la lle­ga­da al poder de gobier­nos que pro­me­tie­ron el fin de las polí­ti­cas de ajus­te estructural.

Y las cosas cam­bian. Mien­tras que entre 1988 y 2003, 90.000 millo­nes de dóla­res de bie­nes públi­cos fue­ron liqui­da­dos por los esta­dos de Amé­ri­ca Lati­na (10), la “marea rosa” inte­rrum­pe las pri­va­ti­za­cio­nes. Los gas­tos públi­cos aumen­tan –su mon­to por habi­tan­te, se tri­pli­ca en Vene­zue­la, en 1999 y 2008– y se crean pro­gra­mas socia­les ambi­cio­sos, o que se bene­fi­cian con más recur­sos : “Plan de urgen­cia social” en Uru­guay, “Bol­sa Fami­lia” en Bra­sil (11), “Asig­na­ción uni­ver­sal por hijo” en Argen­ti­na (12), etc. Por todas par­tes, los dere­chos de los tra­ba­ja­do­res son mejor defen­di­dos, el sala­rio míni­mo aumen­ta, y los pre­su­pues­tos dedi­ca­dos a la vivien­da y a la edu­ca­ción se incre­men­tan : el anal­fa­be­tis­mo retro­ce­de en toda la región. Mien­tras que Fran­cia, a pesar de las mani­fes­ta­cio­nes masi­vas, impo­nía a la pobla­ción un retra­so de la edad de jubi­la­ción, Boli­via la hacía pasar de 65 a 58 años. Otro ejem­plo : en Bra­sil, la par­te de los sala­rios en el valor aña­di­do aumen­tó un 3,6% entre 1999 y 2009, has­ta alcan­zar el 43, 6% (13). En el mis­mo perio­do, retro­ce­dió en la mayo­ría de los otros paí­ses del pla­ne­ta. Los pro­gre­sos son pues, incon­tes­ta­bles (ver tabla “Menos pobres”).

Polí­ti­cas como estas expli­can sin duda la popu­la­ri­dad que con­ti­núan tenien­do en su con­jun­to los gobier­nos pro­ve­nien­tes de la izquier­da lati­no­ame­ri­ca­na. Pero, antes inclu­so de vol­ver­se más frá­gi­les por la cri­sis y la reac­ción de las dere­chas, ¿bas­ta­ban, real­men­te, estas polí­ti­cas para res­pon­der a las expec­ta­ti­vas de las cla­ses populares ?

Es cier­to que los gobier­nos pro­gre­sis­tas redi­ri­gie­ron hacia la pobla­ción más des­fa­vo­re­ci­da una par­te de las ganan­cias gene­ra­das por la expor­ta­ción de mate­rias pri­mas. “No se obser­va un cam­bio estruc­tu­ral, sino la recon­ver­sión de una vie­ja for­ma de acu­mu­la­ción, en la cual el Esta­do vier­te una par­te más impor­tan­te de los bene­fi­cios gene­ra­dos por la extrac­ción mine­ra y petro­le­ra, ejer­ce cier­to con­trol sobre las acti­vi­da­des de las mul­ti­na­cio­na­les, y una par­te más amplia de los ingre­sos de las expor­ta­cio­nes es redis­tri­bui­da bajo la for­ma de pro­gra­mas socia­les” (14), esti­ma el eco­no­mis­ta boli­viano Alber­to Acos­ta, ex minis­tro de minas y de medio ambien­te. “¿Cómo hacer de otra mane­ra, para cons­truir las carre­te­ras, los cen­tros de salud, las escue­las que nos fal­tan y para satis­fa­cer las deman­das de nues­tra socie­dad ?, res­pon­de Álva­ro Gar­cía Line­ra, vice­pre­si­den­te del país (15).

No deja de ser cier­to que a pesar de lo que se diga, cuan­do las refor­mas fis­ca­les son tími­das, los cam­bios sig­ni­fi­ca­ti­vos del des­igual sis­te­ma de redis­tri­bu­ción de las rique­zas, sue­len ser más raros. En Amé­ri­ca Lati­na, la car­ga fis­cal pro­me­dio sigue sien­do débil : 22,9% del PIB (Pro­duc­to Inte­rior Bru­to) fren­te al 36,2% para los paí­ses de la Orga­ni­za­ción para la Coope­ra­ción y el Desa­rro­llo Eco­nó­mi­co (OCDE). En Bra­sil, entre 2006 y 2007, “el núme­ro de indi­vi­duos que poseen más de un millón de dóla­res de acti­vos finan­cie­ros se incre­men­tó en un 19, 1%”, obser­va el eco­no­mis­ta Pie­rre Sala­ma (16). El his­to­ria­dor Perry Ander­son esti­ma : “Lejos de ser una ame­na­za para los pro­pie­ta­rios, el Gobierno [de Luis Inácio Lula da Sil­va (2003 – 2010)] los ha favo­re­ci­do mucho”. Según él, “el capi­ta­lis­mo no tuvo jamás tan­ta pros­pe­ri­dad como bajo Lula. Los círcu­los finan­cie­ros y los indus­tria­les bra­si­le­ros se cuen­tan den­tro de los sos­te­ne­do­res del gobierno de Lula. La bol­sa bra­si­le­ña superó a todas las demás pla­zas del mun­do. Las sub­ven­cio­nes ver­ti­das en el mar­co del pro­gra­ma “Bol­sa Fami­lia” no repre­sen­tan sino el 0,5% del PIB, mien­tras que los intere­ses de la deu­da públi­ca se incre­men­ta­ron del 6% al 7%, y los impues­tos se estan­ca­ron o dis­mi­nu­ye­ron” (17). Como otros paí­ses ubi­ca­dos a la izquier­da, Bra­sil no ha rea­li­za­do ver­da­de­ra­men­te una trans­for­ma­ción estruc­tu­ral sus­cep­ti­ble de erra­di­car las cau­sas de la pobre­za y las des­igual­da­des : el mejo­ra­mien­to de las con­di­cio­nes de vida sigue sien­do frá­gil, pues­to que se basa en pro­gra­mas guber­na­men­ta­les que podrían ser sus­pen­di­dos –inclu­so supri­mi­dos – , como con­se­cuen­cia de un cam­bio de gobierno o de un plan de aus­te­ri­dad “impues­to” por una rece­sión eco­nó­mi­ca… Por otra par­te, la pala­bra “pri­va­ti­za­ción”, prohi­bi­da por la Admi­nis­tra­ción de Lula, reapa­re­ce en el dis­cur­so de su suce­so­ra, Dil­ma Roussef.

Las refor­mas han sido más pro­fun­das en Vene­zue­la, don­de se inser­tan en un pro­yec­to ambi­cio­so de trans­for­ma­ción del Esta­do, de cues­tio­na­mien­to de la noción de pro­pie­dad pri­va­da y de refuer­zo de la par­ti­ci­pa­ción popu­lar den­tro del sis­te­ma demo­crá­ti­co. Al mis­mo tiem­po que com­pro­me­tía a su país en la vía de lo que lla­mó “el socia­lis­mo del siglo xxi”, a par­tir de 2005, Chá­vez tra­ta­ba de cons­ti­tuir un blo­que anti­li­be­ral alián­do­se con Cuba, y unien­do a su doc­tri­na a algu­nos paí­ses veci­nos, en espe­cial la Boli­via, de Evo Mora­les y el Ecua­dor, de Correa. En los tres Esta­dos, asam­bleas cons­ti­tu­yen­tes desig­na­das por refe­rén­dum se reu­nie­ron para refor­mar la cons­ti­tu­ción en bene­fi­cio de las cla­ses popu­la­res, inver­tir las polí­ti­cas neo­li­be­ra­les más emble­má­ti­cas, rena­cio­na­li­zar el sec­tor de la ener­gía y los recur­sos natu­ra­les con el fin de inver­tir en pro­gra­mas sociales.

Aun­que en 2010 el sec­tor pri­va­do seguía sien­do res­pon­sa­ble del 70% de la pro­duc­ción de la rique­za nacio­nal, la Admi­nis­tra­ción de Chá­vez, des­de su lle­ga­da al poder, nacio­na­li­zó gran can­ti­dad de socie­da­des en el sec­tor de la ener­gía, de las tele­co­mu­ni­ca­cio­nes, de la extrac­ción mine­ra, de la ali­men­ta­ción, de la cons­truc­ción o del sec­tor ban­ca­rio. Alen­tó tam­bién la crea­ción de miles de peque­ñas empre­sas agru­pa­das en coope­ra­ti­vas, y redis­tri­bu­yó varios millo­nes de hec­tá­reas de tie­rra en bene­fi­cio de los agri­cul­to­res (una eta­pa que toda­vía no han atra­ve­sa­do ni Boli­via ni Ecuador).

Estos gobier­nos –denun­cia­dos como “radi­ca­les” por los obser­va­do­res mode­ra­dos y libe­ra­les– con­quis­ta­ron el poder a par­tir de elec­cio­nes que los ubi­ca­ron al fren­te de Esta­dos corrup­tos, clien­te­lis­tas, buro­crá­ti­cos y oli­gár­qui­cos. Una rup­tu­ra pare­ce haber­se pro­du­ci­do tras cada vota­ción : la ame­na­za más gran­de que pesa sobre estos paí­ses qui­zás pro­vie­ne menos de la dere­cha, que del “inte­rior” del blo­que en el poder. Pre­ben­das, nepo­tis­mo, baro­nías loca­les : cuan­do los cua­dros com­pe­ten­tes fal­tan, los “empre­sa­rios de la revo­lu­ción” se hacen car­go. Ellos se mues­tran menos incli­na­dos a trans­for­mar la situa­ción que los pro­mue­ve al ran­go de nue­va cla­se pri­vi­le­gia­da. Y lue­go, a medi­da que su nivel de vida pro­gre­sa, una par­te de la pobla­ción afron­ta de mane­ra dife­ren­te la urgen­cia de la trans­for­ma­ción social…

Arma­dos de ban­de­ras sobre las que se podía leer “Ni capi­tal ni buró­cra­tas. Más socia­lis­mo y más revo­lu­ción”, miles de sin­di­ca­lis­tas, miem­bros de los par­ti­dos de izquier­da y de repre­sen­tan­tes de los círcu­los aso­cia­dos, des­fi­la­ron en las calles de las gran­des ciu­da­des de Vene­zue­la a fina­les de 2010 y a prin­ci­pios de 2011 para pedir el refuer­zo del códi­go de tra­ba­jo, la pro­se­cu­ción del pro­ce­so de nacio­na­li­za­ción de las indus­trias estra­té­gi­cas, el refuer­zo del poder de los obre­ros en el mar­co de las cor­po­ra­cio­nes sin­di­ca­les, en par­ti­cu­lar sobre los sitios recien­te­men­te nacio­na­li­za­dos. Pero el capi­ta­lis­mo inter­na­cio­nal no se deja apa­bu­llar fácil­men­te… Algu­nos pare­cen que­dar satis­fe­chos toman­do nota (por lo menos por aho­ra). ¿Pero es así, realmente ?

Con la espe­ran­za de com­pen­sar el des­gas­te cau­sa­do por la cri­sis de 2008 y de gene­rar ingre­sos atra­yen­do capi­ta­les inter­na­cio­na­les, el pre­si­den­te ecua­to­riano fir­mó en 2009 una ley sobre las extrac­cio­nes mine­ras que auto­ri­za la explo­ta­ción de los recur­sos mine­ros por mul­ti­na­cio­na­les sin con­sul­ta pre­via con las comu­ni­da­des, que podrían ver­se afec­ta­das : una vio­la­ción de las con­ven­cio­nes de la Orga­ni­za­ción Inter­na­cio­nal del Tra­ba­jo (OIT). Una nue­va ley acuer­da tam­bién a las indus­trias mine­ras, petro­le­ras y agro­ali­men­ta­rias un acce­so pre­fe­ren­cial al agua : resul­ta sos­pe­cho­sa de pre­pa­rar la pri­va­ti­za­ción de las redes de dis­tri­bu­ción. Las pro­tes­tas entre las comu­ni­da­des autóc­to­nas pro­vo­ca­das por esta orien­ta­ción, fue­ron a veces repri­mi­das por la poli­cía y el ejér­ci­to. Defen­der el medio ambien­te, sus bases indí­ge­nas y el mejo­ra­mien­to de las con­di­cio­nes de vida del con­jun­to de la pobla­ción no siem­pre es fácil. El pro­yec­to ecua­to­riano Yasu­ní ITT es reve­la­dor ; apun­ta a recu­rrir a la “comu­ni­dad inter­na­cio­nal” para evi­tar que se explo­ten los recur­sos natu­ra­les en el cora­zón de un espa­cio espe­cial­men­te impor­tan­te para la bio­di­ver­si­dad. Aho­ra bien, los fon­dos pro­me­ti­dos no lle­gan. La cues­tión es ¿Pue­de defen­der Qui­to a la “madre Tie­rra” en soli­ta­rio ? Algu­nos movi­mien­tos socia­les, sobre todo indí­ge­nas, lo exigen.

El escri­tor Ben­ja­min Dangl com­pa­ra la diná­mi­ca de los paí­ses de la “marea rosa” a “un dúo entre movi­mien­tos socia­les y Esta­dos” (18) que se refor­za­ría a medi­da que se inten­si­fi­ca la cri­sis mun­dial. Para los repre­sen­tan­tes de orga­ni­za­cio­nes pro­ve­nien­tes de la socie­dad civil, com­pro­me­ti­dos con el poder públi­co, ante la pers­pec­ti­va de “cam­biar el mun­do”, el camino entre cola­bo­ra­ción y coop­ta­ción es escar­pa­do. Si por casua­li­dad olvi­dan que su misión es repre­sen­tar los intere­ses de las bases, se lle­ga mecá­ni­ca­men­te a una des­mo­vi­li­za­ción y una dis­mi­nu­ción de su capa­ci­dad de orien­tar las deci­sio­nes polí­ti­cas nacionales.

A pesar de las con­tra­dic­cio­nes, un índi­ce sugie­re sin embar­go, que Amé­ri­ca Lati­na cam­bia : Esta­dos Uni­dos y la dere­cha lati­no­ame­ri­ca­na con­ti­núan su con­tra­ofen­si­va para tra­tar de inver­tir una ten­den­cia que les dis­gus­ta. Así, los gobier­nos pro­gre­sis­tas de Amé­ri­ca Lati­na sopor­tan la ira de las eli­tes de la región : en Hon­du­ras, por ejem­plo, en 2009, el gobierno pro­gre­sis­ta de Manuel Zela­ya fue depues­to por el ejér­ci­to duran­te un gol­pe de Esta­do fomen­ta­do por el apo­yo táci­to de Washing­ton. Esta­dos Uni­dos exten­dió, ade­más, su pre­sen­cia mili­tar sobre todo el con­ti­nen­te, ins­ta­lan­do inclu­so nue­vas bases.

El autor es Pro­fe­sor de socio­lo­gía y de estu­dios inter­na­cio­na­les en la Uni­ver­si­dad de Cali­for­nia (San­ta Bár­ba­ra). Autor de Ame­ri­ca and Glo­bal Capi­ta­lism : A cri­ti­cal Glo­ba­li­za­tion Pers­pec­ti­ve, Johns Hop­kins Uni­ver­sity Press, Bal­ti­mo­re, 2010. 

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(1) Véa­se Mau­ri­ce Lemoi­ne, “Etat d’exception en Equa­teur”, La vali­se diplo­ma­ti­que, 1 de octu­bre de 2010.

(2) Cita­do por Mau­ri­ce Lemoi­ne, op. cit.

(3) Véa­se Renaud Lam­bert, “Légis­la­ti­ves au Vene­zue­la, une défai­te à l’envers”, La vali­se diplo­ma­ti­que, 1 de octu­bre de 2010.

(4) Jeremy Big­wood, “Buying Venezuela’s press with U. S. tax dollars”, Report on the Ame­ri­cas, Nue­va York, sep­tiem­bre /​octu­bre de 2010.

(5) Véa­se Mau­ri­ce Lemoi­ne, “¿Arde Cara­cas ?”, Le Mon­de diplo­ma­ti­que en espa­ñol, agos­to de 2010.

(6) Rober­to Laser­na, “El cam­bio que no cam­bia”, Pul­so, La Paz, 8 de agos­to de 2010.

(7) Véa­se Álva­ro Gar­cía Line­ra, “Las cua­tro con­tra­dic­cio­nes de nues­tra revo­lu­ción”, Le mon­de diplo­ma­ti­que en espa­ñol, octu­bre de 2011.

(8) Cita­do por Gra­ce Livings­to­ne en America’s back­yard : The Uni­ted Sta­tes and Latin Ame­ri­ca from the Mon­roe doc­tri­ne to the war on terror, Zed Books, Nue­va York, 2009.

(9) Tho­mas Rear­don y Julio A. Ber­de­gué, “The Rapid Rise of Super­mar­kets in Latin Ame­ri­ca ; Cha­llen­ges and Opor­tu­ni­ties for Deve­lop­ment”, Deve­lop­ment policy review, nº 20 volu­me 4, Black­well publishers, Mal­den, 2002.

(10) Car­los Aguiar de Medei­ros, “Asset-stri­ping the sta­te”, New Left Review, Lon­dres, enero-febre­ro de 2009.

(11) Leer Gei­sa Maria Rocha, “¿Cuál es el balan­ce social de Lula ?”, Le Mon­de diplo­ma­ti­que, en espa­ñol, sep­tiem­bre de 2010.

(12) Leer Céci­le Raimb­beau, “En Argen­ti­na, los “pique­te­ros” se impa­cien­tan”, Le Mon­de diplo­ma­ti­que en espa­ñol, noviem­bre de 2011.

(13) Comu­ni­ca­do nº 47 del Ins­ti­tut de recher­che éco­no­mi­que appli­quée (IPEA), mayo de 2010.

(14) Car­me­lo Ruiz Marre­ro, “The New Latin Ame­ri­can ‘Pro­gres­sis­mo’ and the Extrac­ti­vism of the 21st Cen­tury”, Ame­ri­cas pro­gram, 17 de febre­ro de 2011.

(15) Gar­cía Line­ra, op. cit.

(16) “Lula a‑t-il vrai­ment fait recu­ler la pau­vre­té ?”, Alter­na­ti­ves inter­na­tio­na­les, hors-série nº 7, París, diciem­bre de 2009.

(17) Perry Ander­son, “Lula’s Bra­zil”, Lon­don Review of Books, vol 33, nº 7, 31 de mar­zo de 2011.

(18) Ben­ja­min Dangl, Dan­cing with Dyna­mi­te : Social Move­ments and Sta­tes in Latin Ame­ri­ca, AK Press, Bal­ti­mo­re, 2010.

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