«Tra­ba­je­mos hoy por el reco­no­ci­mien­to y la ver­dad»- Vic­ti­mas de la vio­len­cia estatal

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El docu­men­to pre­sen­ta­do a la opi­nión públi­ca por este gru­po de víc­ti­mas de la vio­len­cia esta­tal ayer en Bil­bo, y leí­do por Car­men Gal­deano e Idoia Murua­ga, cons­ta de cin­co pun­tos y está redac­ta­do en eus­ka­ra y cas­te­llano. Este es su con­te­ni­do ínte­gro en esta últi­ma lengua:

1 Nues­tros fami­lia­res fue­ron ase­si­na­dos y/​o per­die­ron la vida como con­se­cuen­cia del uso de la vio­len­cia que los esta­dos han ejer­ci­do y siguen ejer­cien­do con­tra nues­tro pueblo.

Murie­ron a manos de sus diver­sas poli­cías, el ejér­ci­to o de los lla­ma­dos «incon­tro­la­dos». En otros casos, la gue­rra sucia y la acti­vi­dad para­po­li­cial pro­mo­vi­da y con­sen­ti­da por par­te de los esta­dos espa­ñol y fran­cés estu­vo detrás de sus ase­si­na­tos; algu­nos de nues­tros fami­lia­res falle­cie­ron como con­se­cuen­cia de las tor­tu­ras pade­ci­das en los cen­tros de detención.

Asi­mis­mo, la impo­si­ción duran­te déca­das de una polí­ti­ca car­ce­la­ria cri­mi­nal, no sólo con las per­so­nas encar­ce­la­das, sino tam­bién para con sus fami­lia­res y alle­ga­dos, ha pro­vo­ca­do dece­nas de muer­tes, del mis­mo modo que la repre­sión vio­len­ta y des­me­di­da de mani­fes­ta­cio­nes popu­la­res, o el terror sem­bra­do en con­tro­les de carre­te­ra han cau­sa­do daños irre­pa­ra­bles a innu­me­ra­bles personas.

Duran­te estos últi­mos años han sido varios cien­tos las per­so­nas muer­tas en las cir­cuns­tan­cias men­cio­na­das y miles las per­so­nas que han sufri­do en sus car­nes la tor­tu­ra y la repre­sión, ya que Eus­kal Herria ade­más de nega­da, tam­bién ha sido oprimida.

Des­gra­cia­da­men­te la vio­len­cia del Esta­do aún no ha cesa­do. A día de hoy sigue habien­do per­so­nas des­apa­re­ci­das, aún con­ti­núa la vul­ne­ra­ción de dere­chos en las cár­ce­les y comisarías.

El Esta­do, con sus leyes prohi­bi­cio­nis­tas, pre­ten­de ocul­tar estas reali­da­des, sus nom­bres, sus fotos, inten­tan­do así evi­tar su recuer­do. Pues bien, eran nues­tros fami­lia­res, nues­tros seres que­ri­dos, y esta­mos aquí para rei­vin­di­car sus nom­bres con dig­ni­dad y claridad.

2 Somos cons­cien­tes de que ha habi­do y sigue habien­do mucho sufri­mien­to a con­se­cuen­cia del con­flic­to. Segu­ra­men­te no todos nos pon­dre­mos de acuer­do a la hora de inter­pre­tar las cau­sas del con­flic­to, pero nos reco­no­ce­mos en el dolor. Por ello no nega­mos el dolor que la lucha arma­da ha pro­vo­ca­do, y jamás sere­mos insen­si­bles ante el mis­mo. A pesar de las dis­tan­cias y de que nues­tra ver­sión de la his­to­ria y de los hechos ocu­rri­dos sea muy dis­tin­ta, no nos es ajeno com­pren­der los sen­ti­mien­tos de quie­nes han per­di­do a un ser querido.

Enten­de­mos que las bases para una ver­da­de­ra con­vi­ven­cia en paz par­ten del reco­no­ci­mien­to del otro, del dife­ren­te, inclu­so del opues­to. De que no hay un rela­to que por si sólo refle­je y expli­que la dra­má­ti­ca reali­dad vivi­da. Se deben acep­tar los dife­ren­tes pun­tos de vis­ta y su legi­ti­mi­dad para cons­truir una reali­dad inclu­yen­te en la que que­pa­mos tod@s. Esta debe ser la base para una futu­ra con­vi­ven­cia entre dife­ren­tes. Por ello nos pare­ce del todo inco­rrec­to que se pre­ten­da impo­ner un úni­co y par­cial rela­to. Es del todo injus­to e inade­cua­do pedir a ETA el reco­no­ci­mien­to del daño cau­sa­do y al mis­mo tiem­po ocul­tar e inclu­so negar las tam­bién dra­má­ti­cas con­se­cuen­cias cau­sa­das por la vio­len­cia de Esta­do. Tod@s sabe­mos y cono­ce­mos cua­les han sido las accio­nes de ETA. Debe­mos res­pe­to a quien de for­ma direc­ta o indi­rec­ta ha sido obje­to de su violencia.

Los esta­dos sin embar­go siguen sin reco­no­cer su res­pon­sa­bi­li­dad, siguen sin reco­no­cer la vio­len­cia uti­li­za­da den­tro y fue­ra de la ley, y con ello el tam­bién irre­pa­ra­ble daño cau­sa­do en cues­tión de dere­chos huma­nos. Los esta­dos tam­bién deben reco­no­cer las con­se­cuen­cias de su estra­te­gia vio­len­ta. A este pue­blo se la debe una VERDAD COMPLETA.

3 No veni­mos a pedir ni dine­ro ni ven­gan­za. Nada de ello repa­ra­ría nues­tra pér­di­da. Veni­mos a pedir una SOLUCIÓN DEMOCRÁTICA que ayu­de a pasar de una reali­dad de opre­sión y enfren­ta­mien­to a otra de con­vi­ven­cia en paz y liber­tad. El daño cau­sa­do duran­te déca­das no pue­de ser repa­ra­do total­men­te, las per­di­das huma­nas son irre­cu­pe­ra­bles, pero ante la socie­dad vas­ca, mos­tra­mos nues­tra volun­tad de con­tri­buir a supe­rar esa fase del con­flic­to y para cons­truir un futu­ro con garan­tías de que no se repi­tan las injus­ti­cias vividas.

Esta es nues­tra humil­de apor­ta­ción, lo que las per­so­nas que más qui­si­mos nos hubie­ran pedi­do: mirar hacia a delan­te, hacia un futu­ro don­de los úni­cos ven­ce­do­res sean nues­tros hijos e hijas, en una Eus­kal Herria sin injus­ti­cia ni violencia.

A nues­tro pare­cer, no hay mayor jus­ti­cia ni repa­ra­ción posi­ble que ésa, y por ella trabajaremos.

4 El fac­tor humano es un ele­men­to esen­cial en una paz basa­da en los acuer­dos y las liber­ta­des indi­vi­dua­les y colec­ti­vas. Las rela­cio­nes entre per­so­nas que han vivi­do enfren­ta­das debe­rán ser par­te de nue­vos esce­na­rios y la acep­ta­ción mutua la base de estas. No será fácil ni rápi­do supe­rar las líneas divi­so­rias del dolor que afec­tan a nues­tra socie­dad, pero la CONVIVENCIA debe­rá ser nues­tro obje­ti­vo. Una con­vi­ven­cia basa­da en el res­pe­to al dife­ren­te y sus dere­chos, inser­ta­da en un con­tex­to polí­ti­co de igua­les características.

Aso­cia­cio­nes de víc­ti­mas, gru­pos como el nues­tro, u otros agen­tes socia­les tie­nen su rol en la cons­truc­ción de la con­vi­ven­cia, des­de nues­tro pun­to de vis­ta, una fun­ción en posi­ti­vo, no obs­truc­cio­nis­ta ni enquis­ta­da en el dolor.

Pero el pro­ta­go­nis­mo es de la socie­dad, de los agen­tes socia­les, de la ciu­da­da­nía en su con­jun­to, quien jun­to a sus repre­sen­tan­tes legí­ti­mos debe arti­cu­lar y defi­nir las cla­ves para la con­vi­ven­cia y para la solu­ción demo­crá­ti­ca al conflicto.

5 Final­men­te, hace­mos un lla­mien­to a quie­nes como con­se­cuen­cia de la vio­len­cia de Esta­do han per­di­do un fami­liar, han sido vic­ti­ma de tor­tu­ras, han sufri­do la vio­len­cia poli­cial o para­po­li­cial, para que con­tri­bu­yan en esta labor de sacar a la luz la reali­dad de miles de per­so­nas cuyas expe­rien­cias han sido ocul­ta­das y nega­das duran­te tan­tos años. Es el momen­to de que se reco­noz­ca la ver­dad. De exi­gir el cese de la vio­len­cia que aún per­du­ra. Al igual que en el pasa­do hemos com­par­ti­do sufri­mien­to y nega­ción, tra­ba­je­mos hoy por el reco­no­ci­mien­to y la verdad.

Eus­kal Herria, a 26 de noviem­bre de 2011

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