Swa­zi­lan­dia y Mswa­ti III, la últi­ma monar­quía abso­lu­tis­ta de Áfri­ca- Igor Urrutikoetxea

Recien­te­men­te tuvi­mos la opor­tu­ni­dad de visi­tar el país acom­pa­ña­dos por los com­pa­ñe­ros de Num­sa, sin­di­ca­to del metal de Sudá­fri­ca inte­gra­do en la cen­tral sin­di­cal COSATU, que ha ini­cia­do una cam­pa­ña a nivel inter­na­cio­nal para denun­ciar la fal­ta de liber­ta­des polí­ti­cas, sin­di­ca­les y civi­les que pade­ce la pobla­ción de este país y que se extien­de a todos los ámbi­tos de la vida coti­dia­na. Cam­pa­ña que a nivel inter­na­cio­nal está desa­rro­llan­do tam­bién la Fede­ra­ción Sin­di­cal Mundial.

Swa­zi­lan­dia es uno de los paí­ses más peque­ños de Áfri­ca (poco más de 17.000 kiló­me­tros cua­dra­dos), con cer­ca de 1.200.000 habi­tan­tes y care­ce de sali­da al mar. Su balan­za comer­cial es cla­ra­men­te defi­ci­ta­ria y sus expor­ta­cio­nes son agrí­co­las en un 90%: El azú­car y la made­ra son los prin­ci­pa­les pro­duc­tos. Tie­ne una cla­ra depen­den­cia eco­nó­mi­ca con res­pec­to a Sudáfrica.

El sala­rio medio en sec­to­res como el metal es de 180 euros men­sua­les, mien­tras en otros sec­to­res femi­ni­za­dos como el tex­til o el comer­cio no lle­ga a los 100 euros men­sua­les. Los pro­fe­so­res y pro­fe­sio­na­les de la sani­dad gozan de sala­rios algo más altos (entre 400 y 700 euros men­sua­les), pero son un sec­tor cla­ra­men­te mino­ri­ta­rio. Estos sala­rios están muy por deba­jo de los de Sudá­fri­ca, por lo que un gran núme­ro de tra­ba­ja­do­res emi­gran al país vecino, don­de se les emplea como mano de obra barata.

El régi­men polí­ti­co nos retro­trae al feu­da­lis­mo. El rey Mswa­ti III es el monar­ca abso­lu­to. Mien­tras él tie­ne 14 pala­cios reales en los que viven dise­mi­na­dos él y sus 13 espo­sas (la poli­ga­mía es legal en Swa­zi­lan­dia), y rea­li­za ingen­tes gas­tos para su fami­lia que cons­ta de 250 miem­bros, un 34% de la pobla­ción acti­va está en paro y el 70% de la pobla­ción vive con menos de un dólar dia­rio. Swa­zi­lan­dia cuen­ta ade­más con un tris­te récord: es el país con más infec­ta­dos por VIH, el 39% de la pobla­ción, por lo que la espe­ran­za media de vida no lle­ga a los 50 años.

Es, ade­más, el pro­pie­ta­rio del 90% de la tie­rra de for­ma direc­ta (tie­rra rural comu­ni­ta­ria) o indi­rec­ta (gran­jas que per­te­ne­cen al rey, a pesar de que las ges­tio­nan los cam­pe­si­nos). Sólo el 10% de la tie­rra, el por­cen­ta­je sobre el que están cons­trui­das las casas y las caba­ñas para el gana­do, per­te­ne­ce a la pobla­ción. El rey sue­le orde­nar con rela­ti­va fre­cuen­cia la cons­truc­ción de dife­ren­tes obras, y no duda en expul­sar a la pobla­ción que vive en las tie­rras don­de pre­ten­de cons­truir. Hay que tener en cuen­ta que el 73% de la pobla­ción vive en áreas rurales.

En las elec­cio­nes, los ciu­da­da­nos eli­gen a las per­so­nas que con­for­ma­rán la Asam­blea (for­ma­da por 55 miem­bros elec­tos, más otros 10 ele­gi­dos por el Rey). Ésta eli­ge, a su vez, 10 miem­bros para el Sena­do, cuya com­po­si­ción se com­ple­ta con otros 20 miem­bros ele­gi­dos por el Rey. Estas ins­ti­tu­cio­nes son mera­men­te con­sul­ti­vas, ya que el rey nom­bra a los minis­tros, ejer­ce simul­tá­nea­men­te los pode­res eje­cu­ti­vo y legis­la­ti­vo, y con­tro­la férrea­men­te el judicial.

Ile­ga­li­za­ción, cár­cel y tortura

En 2008, Mswa­ti III apro­bó la Supres­sion Terro­rist Act, la ver­sión swa­zi de la Ley de Par­ti­dos espa­ño­la por la que se ile­ga­li­za­ron los prin­ci­pa­les par­ti­dos polí­ti­cos opo­si­to­res, entre los que des­ta­ca Pude­mo, cuyo pre­si­den­te Mario Masu­ku, ha esta­do cons­tan­te­men­te entran­do y salien­do de la cár­cel. La últi­ma vez fue encar­ce­la­do por hablar en el fune­ral de un acti­vis­ta polí­ti­co víc­ti­ma de la repre­sión y estu­vo diez meses encarcelado.

Pude­mo y el res­to de orga­ni­za­cio­nes opo­si­to­ras han con­for­ma­do el Fren­te Demo­crá­ti­co Uni­do de Swa­zi­lan­dia, que está denun­cian­do la situa­ción a nivel internacional.

Uno de los casos más dra­má­ti­cos y recien­tes de repre­sión fue el caso de las tor­tu­ras y muer­te de Sipho Jele, un tra­ba­ja­dor y mili­tan­te sin­di­cal que el 1 de mayo de 2010 se diri­gía a la mani­fes­ta­ción con­vo­ca­da por el SFTU. Tal y como nos con­tó su tía, con la que vivía, fue dete­ni­do por lle­var una cami­se­ta del ile­ga­li­za­do Pude­mo, y dos días más tar­de, el 3 de mayo, su cadá­ver le fue entre­ga­do con evi­den­tes sig­nos de tor­tu­ra. Pese a que el caso fue denun­cia­do ante la ONU y la OIT los cul­pa­bles jamás han sido juzgados.

Swa­zi­lan­dia está atra­ve­san­do una cri­sis eco­nó­mi­ca sin pre­ce­den­tes. El Gobierno suda­fri­cano puso a Mswa­ti III como con­di­ción para otor­gar­le cré­di­tos la nece­si­dad de demo­cra­ti­zar el régi­men polí­ti­co, a lo que éste se opu­so, y, por tan­to, no reci­bió ayu­da algu­na del Gobierno de Sudáfrica.

En medio de este pano­ra­ma repre­si­vo y asfi­xian­te, cada vez son más los sec­to­res de la socie­dad los que están hacien­do fren­te al régi­men abso­lu­tis­ta. Por ejem­plo, duran­te nues­tra visi­ta al país, fui­mos tes­ti­gos de una huel­ga de abo­ga­dos, que se que­ja­ban de la fal­ta de garan­tías jurí­di­cas para desa­rro­llar su tra­ba­jo, espe­cial­men­te cuan­do tie­nen algún plei­to con­tra ins­ti­tu­cio­nes ofi­cia­les, ya que en esos casos a menu­do las deman­das no son ni siquie­ra admi­ti­das a trámite.

Los líde­res de los prin­ci­pa­les par­ti­dos polí­ti­cos, sin­di­ca­tos opo­si­to­res, orga­ni­za­cio­nes de muje­res y movi­mien­tos socia­les son en su mayo­ría jóve­nes, lo que demues­tra que algo está cam­bian­do en la socie­dad swazi.

Todas las fuer­zas opo­si­to­ras con­si­de­ran que la mejo­ra en el ámbi­to eco­nó­mi­co y social pasa inelu­di­ble­men­te por un cam­bio polí­ti­co y por la dero­ga­ción de la monar­quía abso­lu­tis­ta, para lo que con­si­de­ran impres­cin­di­ble la denun­cia en dife­ren­tes ins­tan­cias inter­na­cio­na­les, espe­cial­men­te, en la ONU y en la Com­mon­wealth, de la que Swa­zi­lan­dia es miembro.

Tal y como nos comen­tó un swa­zi, «tene­mos un her­mo­so país con reser­vas natu­ra­les, leo­nes, tigres, cebras, ríos y lagos lim­pios y ver­des mon­ta­ñas, y un pue­blo pobre, pero digno y tra­ba­ja­dor. Sólo nos sobran el rey y sus pala­cios. El día que des­apa­rez­can podre­mos empe­zar a son­reír al futu­ro. Se lo debe­mos a Sipho Jele y al res­to de los que han cai­do luchando».

Igor URRUTIKOETXEA | Secre­ta­rio de Rela­cio­nes Inter­na­cio­na­les de LAB

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *