A mí que me regis­tren – Jon Odriozola

La dife­ren­cia, des­pués de dos­cien­tos años, está en que hoy la bur­gue­sía con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria nece­si­ta el voto de la «ple­be» como el comer para «legi­ti­mar­se». Eso es la demo­cra­cia bur­gue­sa: votar cada cua­tro años para cam­biar de caco