Un escritor catalán me envía un texto con referencias a la fiesta nacional española: el día de la Hispanidad. Con el dato de la fecha del ‘descubrimiento’ de América, los españoles siguen celebrando la fiesta del exterminio, la mayor limpieza étnica de la historia universal, la muerte de más de cien millones de indígenas en menos de un siglo.
Es una fecha espantosa, llena de reminiscencia racistas (durante años fue el ‘día de la Raza’). Pero, más allá de la hazaña insólita de descubrir un territorio que ya lo conocían cientos de millones de personas, pero que no cuentan porque eran seres inferiores al lado de la superioridad europea, lo que se festeja es el orgullo que esa siniestra aventura puso en marcha: el imperio en el que no se ponía el sol, el dominio del mundo. Es un orgullo que retrata a la perfección el sistema de valores de lo español. De los españoles.
Lo cierto, y en ello concuerdo con el catalán, es que ese orgullo y esa forma de interpretar el mundo todavía nos amenaza a quienes no hemos conseguido poner frente a ellos un océano por medio, catalanes y vascos. La nota del escritor, que cita entre otros a Bartolomé de las Casas como testigo de su tiempo, merece ser consultada. Quisiera reproducir algunos de sus párrafos.
“¿Qué interés podía tener De Las Casas en «exagerar» el genocidio español en América? Ninguno, puesto que así se ponía contra todos los poderes constituidos. Lo que dice De Las Casas es un valiente alegato, la cruda verdad del genocidio castellano en América.
Pidamos la prohibición de la fiesta colonial y racista «de la hispanidad» o «de la raza» (como se ha llamado tradicionalmente), relanzada en 1940 por el Dictador genocida Franco con motivo de la visita del Reichsführer Heinrich Himmler ‑significativamente, máximo responsable del Holocausto nazi- a Madrid.
¿Cómo fue «la conquista de América»?
Sobre este tema, la verdad es que la mayoría de datos están perdidos. Durante los Austrias la censura de libros era muy estricta, con confiscación sistemática de libros prohibidos (Syllabus, que incluía la Biblia –salvo permiso especial‑, el Corán, libros judios, o los que hablaban de protestantismo, de nueva astrología y ciencia, de América, etc.). La impresión o tenencia de libros prohibidos podía castigarse con pena de hoguera en plaza pública y confiscación de bienes.
Cada barco que salía o volvía a la Península (sólo podían desembarcar en Cadiz o Sevilla, que tenían el monopolio americano) era estrictamente registrado por hombres del rey o de la Inquisición. Los libros más requisados y perseguidos eran precisamente los que daban cuenta de lo que sucedía en América. La marquesa de Medina Sidonia o Jordi Bilbeny tienen información sobre estos temas de la «reescritura de la Historia»
(hispánica y americana).
Pero como botón de muestra, he aquí algunas citas significativas de por donde fueron los tiros:
EL GRAN GENOCIDIO AMERICANO:
“Yo os certifico que, Dios mediante, entraremos a la fuerza a vuestro país y os haremos la guerra.…y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia.….y le haremos todo el daño que podamos, como a vasallos que no obedecen y rehusan a recibir a su Señor y lo resisten y contradicen” (“Requerimiento” de los conquistadores castellanos contra los indios durante los Austrias).
En la Española (Haiti y Rep. Dominicana) los Arawks muertos llegaron a 50,000 y pocos años después de la llegada de Colon los pacíficos habitantes de esta isla paradisíaca habían sido completamente exterminados. [SH204]
Los sobrevivientes fueron victimas de violaciones, asesinatos o cayeron en la esclavitud española.
Los culpables escriben: murieron tantos indios que no podían ser contados, por todas partes habían indios muertos. El olor era horrible y pestilente. [SH69]
El jefe indio Hatuey escapo con su gente pero fue capturado y quemado vivo. Mientras «lo ataban a la estaca, un fraile Franciscano lo exhortó a tomar a Jesús en su corazón, así su alma podía ir al cielo, y no al infierno. Hatuey contestó: “si el cielo es donde van los cristianos, prefiero ir al infierno. [SH70]
Lo que le ocurrió al pueblo de Hatuey es descrito por un testigo ocular así: «Los españoles encontraban placer en inventar todo tipo de crueldades extrañas … construyeron una horca larga, lo suficientemente larga como para que los dedos de los pies pudieran tocar el piso como para que no se ahorcaran completamente y colgaban trece nativos a la vez en honor a Cristo Nuestro Salvador y los doce Apóstoles; y después envolvían los cuerpos destrozados en paja, para luego ser quemados.
O en otra ocasión: «Los españoles le cortaban el brazo a uno, los muslos a otro, y a otros la cabeza de un tajo, como carniceros cortando la carne y despostando para el mercado. Seiscientos, incluyendo el cacique, fueron muertos de esta forma como si fueran bestias brutas.…Vasco (de Balboa) ordenó que cuarenta de ellos fueran destrozados por perros.» [SH83]
Cuba: La «población de la isla, la cual llegaba a los ocho millones, cuando llegó Colon en el 1492, declino a un tercio o la mitad antes de que el año 1496 hubiese terminado.» Eventualmente todos los nativos de la isla fueron exterminados, entonces los españoles fueron «forzados» a importar esclavos de otras islas del Caribe, quienes en poco tiempo corrieron la misma suerte. De esta forma los «millones de habitantes nativos del Caribe fueron efectivamente liquidados en poco menos de 25 años». [SH72-73] «En menos de lo que vive un ser humano, una cultura entera de millones de personas, los cuales habían habitado sus tierras por miles de años, fueron exterminados.» [SH75]
“El rey tiene todo el derecho de enviar sus hombres a las Indias para reclamar ese territorio de estos idólatras, porque él lo recibió del Papa. Si los indios se rehúsan, legalmente puede muy bien combatirlos, matarlos y esclavizarlos, igual que Josué esclavizó a los habitantes de la tierra de Canaán” (Martín Fernández de Encisco, 1470 – 1528, jurista y geógrafo español).
«Cuando Hernan Cortés entró a la meseta de Anaguaqui, en México, en 1519, habían 23.200.000 habitantes de las diferentes culturas de la región: aztecas, golmecas, toltecas, mayas. En 1593, de los 23.200.000 sólo quedan 1.700.000. No se trata de una leyenda negra: lo que es negro no es la leyenda, son los hechos» («Cómo celebrar el Quinto Centenario», Leonardo Boff, teólogo perseguido y expulsado por la Curia Vaticana).
«¿Adónde habremos de ir todavía? Somos gente sencilla, somos perecederos, somos mortales, dejadnos, pues, morir, dejadnos perecer, pues nuestros días ya están muertos” (Anónimo del Tlatelolco, cántico de 1523, México).
“No había sagrado lenguaje; no había Divina Enseñanza en los sustitutos de los dioses que llegaron aquí. ¡Castrar el sol! Eso vinieron a hacer aquí los extranjeros” Libro de Chilam Balam de Chumayel. Pg. 26.
«Arrancaron nuestros frutos y ramas, quemaron nuestro tronco, pero nuestras raíces no pudieron matar» «Ellos nos enseñaron el miedo, por ellos se marchitarán nuestras flores. Para que la flor de ellos viviera, destruyeron y devoraron la nuestra…» (Popul Vuh, libro maya de crónicas indígenas sobre la conquista castellana, 1532).
El 16 de noviembre de 1532 el Inca Atahualpa es secuestrado por los “cristianos”. El padre Dominico Vicente de Valverde ordena la captura del inca después de rehusarse a aceptar la Biblia y la orden del Papa de Roma de entregar sus tierras a los reyes Católicos. El mismo año los españoles le prometen la libertad a cambio de un cuarto lleno de oro. El rescate mas caro de la historia. Los españoles faltan a su palabra y no lo liberan a pesar del pago.
“Traicioneramente invitado al campo de los españoles, el príncipe Indio Atahualpa se presentó acompañado por su cuerpo de guardia pero desarmado. A una señal dada los españoles se abalanzaron sobre los desprevenidos indios, los masacraron de la forma más horrible, y tomaron posesión de su jefe. Privado de su jefe, el gran ejército que estaba acampado cerca de Cajamarca, no sabiendo qué hacer, se retiró al interior. Como precio de su libertad, el monarca Indio ofreció a sus captores oro suficiente para llenar el cuarto (22 por 17 pies) en el cual era mantenido cautivo. En unos pocos meses la promesa fue cumplida. De acuerdo con Garcilaso de la Vega, se acumuló oro por la cantidad de 4,605,670 ducados (15,000,000 pesos), y Atahualpa pidió su libertad. En esta coyuntura llegó Almagro con soldados para fortalecer su posición, y naturalmente insistió en que ellos también tendrían parte en el botín. Esto fue convenido y después de que la quinta parte, la participación del rey, había sido separada, se hizo una división adecuada del resto, arrojando una porción de $52,000 para cada soldado, aún para aquellos que habían llegado al final. No obstante, Atahualpa fue acusado y ejecutado el 24 de Junio de 1534” (Descripción del engaño de Pizarro al gran inca Atahualpa para apoderarse del Imperio Incaico).
El 26 de Julio de 1533 Atahualpa es forzado a convertirse al cristianismo después de ser condenado a la hoguera por “idolatría” y otros “crímenes”. Su conversión le permite la posibilidad de ser ahorcado en vez de quemado.
Ya el Emperador Carlos I ordena la castellanización lingüística de Amerindia y tiene la osadía de poner por excusa que ni «en la más perfecta lengua de los indios se puede explicar bien con propiedad los Misterios de nuestra Santa Fe Cathólica».
«Convertid el árbol en leña y podrá quemarse a vuestro servicio, pero ya no florecerá ni dará frutos” (Rabindranath Tagore, 1861 – 1941, filósofo y escritor bengali).
«Tomaban las criaturas de las tetas de las madres por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas. Otros daban con ellas en ríos por las espaldas, riendo y burlando y cayendo en el agua decían, «bullis cuerpo de tal»; otras criaturas metían en la espada con las madres juntamente, y todos cuantos delante de si hallaban. Hacían unas orcas largas que juntasen casi los pies á la tierra, y de trece en trece, a honor y reverencia de nuestro Redentor y de los doce Apóstoles, poniéndoles leña y fuego los quemaban vivos.»
¿1542?: «Brevísima relación de la destrucción de las Indias», de Fray Bartolomé de las Casas: «En estas ovejas mansas…entraron los españoles… como lobos e tigres y leones cruelísimos… Y otra cosa no han hecho de 40 años a esta parte, hasta hoy, e hoy en este día lo hacen, sino despedazallas, atallas, angustiallas, afligillas, atormentallas y destruillas… La causa por la que han muerto y destruido (islas y sus indígenas)… por la insaciable codicia e ambición que han tenido».
“(Los amerindios:)… y muestran tanto amor que darían los corazones…” “…secavales la leche de las tetas a las mugeres paridas: e assi murieron en breve todas las criaturas. Y por estar los maridos apartados que nunca vian a las mugeres, cesso entre ellos la generación…” “Que las gentes naturales de todas las partes y cualquiera dellas donde habemos entrado en las Indias tienen derecho adquirido de hacernos guerra justísima y raernos de la haz de la tierra y este derecho les durará hasta el día del juicio” (Fray Bartolomé de las Casas: Memorial de Indias).
«(Los españoles:) Y en verdad son tantas acciones y tan graves y tan inauditas, tan crueles y execrables que no se pueden decir o explicar nunca de una en una, ni enumerar, y, más aún, ni se pueden creer si no se ven con los ojos; lo que oyen decir, por si solo, llena a los oyentes de estupor. ¿Y quien contará de quienes han sido condenados a servidumbre? ¿Qué decir de las propiedades? ¿Qué, del oro y la plata, de todo el paramento y la inmensidad de las riquezas tomadas por la fuerza? ¿Qué, de los dominios, estatutos y honores y dignidades, aun reales, usurpados? ¿Qué, de los vicios, adulterios, estupros, incestos y concubinatos en los cuales se envuelven delante mismo de los infieles sin darles importancia?. Por lo tanto, en crueldad y actos de violencia e inhumanidad y actos criminales imitan Mahoma y sus sequaces; más aún, los igualan; más aún, los superan. Y, ¡ay!, pese a que a la hora de la muerte llegue (…) ni restituyen ni satisfacen ninguna de las muchas y grandes rapiñas y asaltos, daños y cargas irreparables, sino que con esta seguridad o, más bien dicho, insensibilidad se van de esta vida como bestias, muriendo en sus pecados…» (pág. 344).
1559: Jaume Rasquin ‑valenciano hijo de un mercader francés- emprende expedición a Rio de Plata y enrola a más de 100 valencianos (cosa rara que catalanes de lengua fueran a América a estas fechas, pero se trataba del tipo Enrolate en la Legión). Uno de los expedicionarios, castellano, observa que «Todos o los más valencianos que iban en el viaje eran hombres de bando (=bandoleros) y homicidas y fugitivos, ecepto algunos caballeros que iban muy honrados, más al fin son valencianos y de menil condición, porque son de cuadrilla».
“Encontramos un gran número de libros… y ya que no contenían nada sino supersticiones y falsedades del Demonio, los quemamos a todos” [Diego de Landa, obispo católico, en julio de 1562, después de quemar libros de incalculable valor, sobre historia y ciencia maya]
«Siendo por naturaleza siervos, bárbaros, incultos y inhumanos, rechazan el imperio de los más prudentes, poderosos y perfectos, el cual deben admitir para gran beneficio suyo…” (El progenocida Ginés de Sepúlveda escribe en su obra «De las justas causas de la guerra contra los indios», hacia 1563).
«Voy a las montañas a buscar mis hermanos cristos, a los Cristos Crucificados… Que Dios nos libre de los misioneros, porque nos enseñan un Dios cruel y sin piedad» (Felipe Guamán Poma de Ayala, «gran descendiente de los incas», cuando vuelve a Perú tras 40 años de vivir en la Corte, lo encuentra todo destruido por los conquistadores, siempre acababa así sus oraciones: “Que Dios nos libre de los misioneros”).
«Cuando el siglo XVI terminó, 200.000 españoles habían emigrado a las Américas. Ya para ese entonces mas de 60.000.000 nativos habían sido muertos.» [SH95]
“Se extingan los diferentes idiomas de que se usa en los mismos dominios y solo se hable el castellano…” (Real Cédula de Carlos III).
“La mita consiste en que todos los pueblos deben dar á las haciendas de su pertenencia un número determinado de Indios para que se empleen en su trabajo, y otro número se asigna á las minas, quando habiéndolas registrado sus dueños han conseguido que se les conceda mita para hacer sus labores con mas conveniencia. Estos Indios deberían hacer mita por solo el tiempo de un año, y concluido restituirse á sus pueblos, porque yendo
entonces otros á mudarlos, deberían quedar libres hasta que les volviera á tocar el turno; pero esta formalidad aunque bien dispuesta por las leyes, no se guarda ya, por lo que lo mismo es para los Indios el trabajar en mita para beneficio del minero ó hacendado, que trabajar en libres para utilidad del Corregidor, pues de ambos modos les es igual la pensión. Todos los corregimientos de la provincia de Quito, y los demás que siguen en las otras provincias del Perú hacia el Sur y son de serranía, tienen mita: y todos los de valles hasta las jurisdicciones de Pisco y Nasca no son de mita, por no haber en estos minas de labor, y cultivarse la mayor parte, ó todas las haciendas que corresponden á valles con negros esclavos, pero los que comprehenden parte de serranía, en la extensión de esta hacen mita sus Indios moradores. Supuesta esta advertencia diremos lo que sucede en la provincia de Quilo, y de ello se puede venir en conocimiento de lo que pasa en todas las otras en las que corre una misma paridad ; y para hacerlo con mas formalidad será preciso dividir las haciendas en quatro clases, que serán, 1. Haciendas de sembradío. 2. Estancias de ganado mayor. 3. Rebaños ó líalos de ganado lanas. 4. Obrajes ó fábricas de tela. En las haciendas de la primera clase gana un Indio mitayo de 14 al 8 pesos al año, según el parageo corregimiento, y además de esto le da la hacienda un pedazo de tierra como de 20 á 30 varas en quadro, para que haga en él una sementera; con esto queda obligado el Indio á trabajar 300 días en el año, y hacer tarea entera en cada uno, dispensándole los 65 días restantes por los domingos, y otras fiestas de preceptos, enfermedades ú otro accidente que les estorbe el poder trabajar ; teniendo cuidado los mayordomos de las haciendas de apuntar cada semana los días que cada Indio ha trabajado para ajustarle la cuenta al cabo del año.….” (Jordi Joan i Santacilia, marino y científico valenciano que envió un extenso memorial al rey sobre los abusos contra los amerindios, s. XVIII).
«La destrucción de la personalidad de un sujeto histórico es un proceso completamente violento que, en general, se realiza por la vía de la aplicación masiva del terror. Esto explica que encontramos básicamente los mismos mecanismos de terror en las colonizaciones que en las prácticas «científicas» de tortura de los actuales regímenes totalitarios…» (Heinz Dieterich, «Emancipación e identidad de América Latina»: 1492 – 1992).
“Por desgracia para niña Pepita llegaron los tiempos en que a los indígenas les pareció muy pesado vivir unidos a una nación que les explotaba dispensándoles el gran favor de tenerlos en perpetua barbarie y comenzó la insurrección a levantar cabeza…” (“La Araña Negra”, 1ª parte, de Vicente Blasco Ibañez, 1867 – 1928).