“Face­book es el sue­ño de los espías”

Des­de Praga

El hotel Praha es un vie­jo anti­cua­rio de los años más esplen­do­ro­sos del comu­nis­mo che­co­es­lo­va­co, cuan­do la pri­ma­ve­ra toda­vía no había lle­ga­do a la ciu­dad. El Praha tie­ne esca­le­ras de már­mol inmen­sas, una vis­ta colo­sal sobre el Cas­ti­llo de Pra­ga, ara­ñas lumi­no­sas, salo­nes oscu­ros y un silen­cio que a veces atur­de por la sole­dad del ambien­te. El encuen­tro con Annie Machon, la ex agen­te de inte­li­gen­cia del pode­ro­so ser­vi­cio de inte­li­gen­cia bri­tá­ni­co MI5, pare­cie­ra ocu­rrir en una de esas vie­jas pelí­cu­las de la épo­ca sovié­ti­ca, en las que los agen­tes se para­pe­ta­ban en la barra de un bar, y mien­tras la músi­ca fun­cio­nal ame­ni­za­ba el ambien­te le daban al whisky sin pie­dad. Machon esta en Pra­ga –como este cro­nis­ta– para par­ti­ci­par de una con­fe­ren­cia sobre perio­dis­mo y tec­no­lo­gía orga­ni­za­da por Sour­ce­fa­bric, una empre­sa que desa­rro­lla soft­wa­re libre para medios digitales.

Annie Machon renun­ció en 1996 al ser­vi­cio secre­to jun­to a David Shay­ler, lue­go de que este últi­mo denun­cia­ra que el MI6 habia esta­do invo­lu­cra­do en un inten­to de ase­si­nar a Muam­mar Kha­da­fi de mane­ra encu­bier­ta. En agos­to de 1997, Shay­ler le entre­gó docu­men­tos al Mail on Sun­day que demos­tra­ban la para­noia del MI5 sobre el socia­lis­mo del Par­ti­do Labo­ris­ta y fue pro­ce­sa­do por el Acta de Secre­tos Ofi­cia­les de 1989. Des­de enton­ces, Machon –com­pa­ñe­ra de Sha­yer en el MI5– se ha dedi­ca­do a denun­ciar la pro­ble­má­ti­ca éti­ca de que los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia ten­gan capa­ci­da­des poli­cía­cas sobre sus ciu­da­da­nos. Des­de hace varios años, Machon se ha dedi­ca­do a la difu­sión de sus ideas, rea­li­zan­do artícu­los perio­dís­ti­cos, un libro (Spies, Lies and Whistle­blo­wers: MI5 and the David Shay­ler Affair), y vive via­jan­do por el mun­do dan­do con­fe­ren­cias, orga­ni­zan­do cam­pa­ñas y hacien­do con­sul­to­ría. “Mi vida va de hotel en hotel, ni siquie­ra ten­go tiem­po de cono­cer las ciu­da­des don­de voy”, le dice a Página/​12 des­de la oscu­ri­dad del Praha.

Machon tra­ba­jó en el gobierno, en los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia y en los medios, lo cual la con­vier­te en pro­ta­go­nis­ta pri­vi­le­gia­da capaz de com­pren­der el mun­do des­de dife­ren­tes aris­tas. Pero hay una que no ha cam­bia­do: la de la segu­ri­dad. Su tar­je­ta per­so­nal tie­ne ape­nas un par de datos de con­tac­to y una cla­ve crip­to­grá­fi­ca PGP que le per­mi­ti­rá al des­ti­na­ta­rio enviar­le un men­sa­je encrip­ta­do que sólo ella podra leer. Y mien­tras fuma y se toma algún tra­go fuer­te inten­ta des­ar­ti­cu­lar ese aspec­to épi­co que Holly­wood les da a los espías. Aun­que, hay que decir­lo, el con­tex­to no ayu­da. En la con­fe­ren­cia lla­ma­da Media­fa­bric, Machon habla­rá de su his­to­ria y de la impor­tan­cia de los medios elec­tró­ni­cos de tener pla­ta­for­mas segu­ras para per­mi­tir a las fuen­tes comu­ni­car­se de mane­ra con­fia­ble. Y dirá que Brad­ley Man­ning, la supues­ta fuen­te de Wiki­leaks en el caso del Cable­ga­te, no fue des­cu­bier­to por un pro­ble­ma de segu­ri­dad del sitio de Julian Assan­ge, sino por una supues­ta con­fe­sión que hizo el mis­mo sol­da­do a otra per­so­na a tra­vés de un chat inseguro.

–¿Cómo es su rela­ción con el MI5?

–El MI5 es mi ex…

–¿Modi­fi­có su per­fil en Face­book, entonces?

–(Ríe…) Es com­pli­ca­do, defi­ni­ti­va­men­te lo es. Me sien­to tris­te por­que miran­do para atrás, mucha de la gen­te que se unió a los ser­vi­cios secre­tos en esa épo­ca era idea­lis­ta y muchos se fue­ron por una gran des­ilu­sión éti­ca cuan­do se comen­za­ron a cono­cer los casos de terro­ris­mo en los que los espías esta­ban invo­lu­cra­dos. Me pone tris­te que la denun­cia sobre estos hechos no cam­bia nada real­men­te, por­que duran­te muchos años mi his­to­ria estu­vo muy visi­ble en los medios y sin embar­go nada cam­bió en estos años. Las agen­cias de inte­li­gen­cia siguen hacien­do lo mis­mo, es una frus­tra­ción entre mí y mi ex socio.

–Muchas veces pare­cie­ra ser que no se pue­de hacer inte­li­gen­cia sin hacer­lo de mane­ra ilegal…

–Ese es un acer­ca­mien­to equi­vo­ca­do. Esta­mos en el siglo XXI y esa mane­ra de pen­sar va en una direc­ción erró­nea. Los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia bri­tá­ni­cos son lo menos trans­pa­ren­tes y menos acep­ta­bles que hay en los paí­ses occi­den­ta­les. Los espías usan su estruc­tu­ra para tra­ba­jar de mane­ra poli­cía­ca con­tra pro­tes­tan­tes loca­les, en vez de usar la inte­li­gen­cia para otros aspec­tos. Por otro lado, los poli­cías hacen acti­vi­da­des de espio­na­je. Y los espías hacen tra­ba­jo de poli­cía con los terro­ris­tas y usan méto­dos de inte­li­gen­cia para encon­trar gen­te. La inte­li­gen­cia se tie­ne que basar en la ley, o de otra mane­ra la inte­li­gen­cia poli­cial ter­mi­na­rá crean­do un Esta­do como fue la Ale­ma­nia nazi. Por eso Ale­ma­nia tie­nen una Cons­ti­tu­ción tan fuer­te, y por eso tie­nen una ley tan fuer­te que sepa­ra cla­ra­men­te la pro­tec­ción de inte­li­gen­cia de la inves­ti­ga­ción policial.

–¿Qué rela­ción encuen­tra entre la inte­li­gen­cia y la tec­no­lo­gía de las redes socia­les? Por momen­tos pare­cie­ra que Face­book tra­ba­ja para la inteligencia.

–Sí, abso­lu­ta­men­te. Las redes socia­les son gran­dio­sas, fas­ci­nan­tes, para perio­dis­tas, para los medios, pero en reali­dad noso­tros les esta­mos sacan­do tra­ba­jo a los ser­vi­cios. Pone­mos en un lugar solo nues­tras redes tota­les de con­tac­tos. Estas redes de gen­te que cono­ce­mos que se conec­tan y sus ami­gos y sus ami­gos… ¡Es el sue­ño de los espías! Conoz­co muchos acti­vis­tas que no usan Face­book por esta razón. Yo uso Face­book para que la gen­te pue­da encon­trar­me, pero mi red no se expo­ne, pre­su­mo que la gen­te lo sabe.

–Face­book cam­bió la idea de pri­va­ci­dad, a la gen­te no le preo­cu­pa que le abran el mail…

–Lo que no saben es que los correos elec­tró­ni­cos comer­cia­les, espe­cial­men­te en Yahoo, Hot­mail, Gmail o AOL, se usan por­que la gen­te cree que es cool. Pero cada cosa que se man­da a tra­vés de ser­vi­do­res ame­ri­ca­nos será estu­dia­do a tra­vés de Data Mining (mine­ría de datos), una tec­no­lo­gía que per­mi­te bus­car la infor­ma­cion desea­da de mane­ra pro­fun­da. Si se quie­ren pro­te­ger los datos tie­nen que salir de allí. Es un pro­ble­ma, pero tam­bién es un cam­bio gene­ra­cio­nal. Tra­ba­jo con acti­vis­tas, y hay muchos nati­vos digi­ta­les que no cono­cen otra cosa que inter­net. El con­cep­to de pri­va­ci­dad ha cam­bia­do y creo que pue­de ser un cam­bio radi­cal si los gobier­nos se con­vier­ten en Esta­dos poli­cías. La gen­te real­men­te cons­cien­te fren­te a los pro­ble­mas que pue­da traer el uso de las tec­no­lo­gías es poca. La mayo­ría de la gen­te sim­ple­men­te dice “si no tene­mos nada que escon­der, ¿por qué escon­der­lo?” Pero no es así como fun­cio­na el Esta­do polí­cia­co, aun­que seas total­men­te ino­cen­te. El pro­ble­ma es no per­der las liber­ta­des indi­vi­dua­les. La noción de pri­va­ci­dad está sien­do per­di­da, se pier­den liber­ta­des, nues­tros gobier­nos no lo hacen aho­ra, pero ¿y qué si otros lo hacen mas ade­lan­te? ¿Y qué si de pron­to se hac­kea un sis­te­ma de voto elec­tró­ni­co y un gobierno se que­da con nues­tros derechos..?

–¿Cómo se leen los dia­rios des­de su perspectiva?

–Hago meta­lec­tu­ra. Los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia en gene­ral con­tac­tan a los perio­dis­tas por sus posi­cio­nes, y saben quién pue­de hablar de tal tema, quién tie­ne tal pos­tu­ra. A quién le pue­den man­dar algo y a quién no. Pero des­de que esta­mos dedi­cán­do­nos a denun­ciar a los ser­vi­cios secre­tos, com­pren­dí el poder de las men­ti­ras que se dije­ron sobre David. La ope­ra­cion fue total­men­te opues­ta a la ver­dad. Sé cómo la influen­cia pue­de tra­ba­jar en la opi­nión públi­ca. Así que soy muy escép­ti­ca cuan­do leo los medios inter­na­cio­na­les más impor­tan­tes. En Ingla­te­rra, The Guar­dian repre­sen­ta el ala izquier­da y el Daily Mail y el Tele­graph son la dere­cha, y cubren los even­tos des­de pun­tos abso­lu­ta­men­te opues­tos. Yo publi­co oca­sio­nal­men­te en The Guardian.

–Cuan­do usted tra­ba­ja­ba en el MI5, ¿cómo era la rela­ción con los periodistas?

–Hay muchas for­mas y nive­les de inter­sec­ción entre perio­dis­mo e inte­li­gen­cia. Hay muchas leyes que pro­te­gen a la inte­li­gen­cia de los secre­tos que pue­dan tener los perio­dis­tas y aque­llos que denun­cia­mos. Los perio­dis­tas pue­den ser pues­tos en pri­sión por repor­tar la infor­ma­ción de alguien que hace una denun­cia sobre un mal pro­ce­der. Es una legis­la­ción tan dura que aun en Rusia esto no pasa. Por ejem­plo, si esta­mos en Ingla­te­rra hablan­do y usted me pide que diga algo nue­vo del MI5 me está inci­tan­do a rom­per la ley. Si esta reve­la­ción se con­vier­te en un daño, no sólo me acu­san a mí y me ponen en pri­sión por dos años, sino tam­bién al perio­dis­ta por dar secre­tos del MI5.

–Así suce­dió con Wiki­leaks, don­de quie­ren demos­trar que Assan­ge inci­tó al sol­da­do Manning.

–Sobre el caso de Wiki­leaks real­men­te se saben las fuen­tes. Aun lo tor­tu­ran y no saben real­men­te cómo fue. Es terri­ble que esté ais­la­do y sin jui­cio. Las agen­cias saben cómo hacer que los perio­dis­tas publi­quen deter­mi­na­dos artícu­los, saben cómo poner­te en cri­sis y tomar el con­trol de su orga­ni­za­ción. Se lla­ma “ope­ra­ción de infor­ma­ción” y el MI6 tie­ne un depar­ta­men­to que entre­ga his­to­rias a los medios algu­nas cier­tas y otras no. Hay muchas for­mas de con­tro­lar el periodismo.

–¿Tie­nen perio­dis­tas tra­ba­jan­do en los medios?

–No lo diría así. En la inte­li­gen­cia bri­tá­ni­ca hay una lar­ga his­to­ria de gen­te que se ha movi­do de hacer inte­li­gen­cia a ser perio­dis­tas. Hay corres­pon­sa­les que lue­go se hacían agen­tes de inte­li­gen­cia, pero si sos perio­dis­ta no sos paga­do por los ser­vi­cios, aun­que sí un agen­te de influen­cia. Hace poco tuve una cena con un emi­nen­te perio­dis­ta, me dijo que en cada redac­ción hay dos agen­cias de inte­li­gen­cia influ­yen­do. David Shay­ler era perio­dis­ta antes de con­ver­tir­se en espía.

Rebe­lión

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