Un año más, las distintas formas de españolismo, desde las “laicas” y “progresistas” de los “constitucionalistas” hasta las abiertamente fascistas de los defensoras del más rancio ¡Santiago y cierra España!, todas ellas embozadas en pretendidas objetividades históricas, celebrarán el 12 de octubre. El que para unos será “Día de la Hispanidad”, para otros “Día de la Raza”, pero, para todos ellos, el Día de su España. Esa “unidad de destino” obligada, ya sea en lo universal, lo estatal, o incluso lo “internacionalista”.
No es casual que el españolismo celebre su día utilizando como fecha aquella en que se conmemora el inicio de la conquista por la fuerza y el expolio institucionalizado de decenas de naciones. El día en que comenzó la opresión, esclavización y exterminio de cientos de pueblos indígenas del continente de Abya Yala. Estos hechos sintetizan a la perfección las raíces históricas y las esencias ideológicas de todo lo español. Un imperialismo ladrón y genocida que se inicio con el expansionismo de las aristocracias castellano-aragonesas que en el siglo XIII invadieron Andalucía y, posteriormente, las Islas Canarias y distintos territorios norte-africanos, que continuó en el XVI con el de gran parte del “nuevo continente”, y culminó en el XVII y el XVIII con la ocupación del resto de sus “posesiones ultramarinas”, como hasta hace unos poco las denominaban.
En el XIX, tras la triunfante lucha de liberación nacional y popular de muchos de esos pueblos, y la consiguiente pérdida de la mayoría de las colonias, como consecuencia de la alianza aristocrático-burguesa y el correspondiente reparto del poder político y económico de los restos del Imperio, ese conjunto ya solo formado por las naciones peninsulares ocupadas junto a las últimas colonias retenidas (Andalucía, Canarias, etc.), se constituirán los estados españoles. Unos estados formalmente conformados bajo los moldes de un clásico Estado-nación, pero que nunca han sido otra cosa que la adaptación a los tiempos, para posibilitar su pervivencia, de los restos de aquel viejo “Imperio donde no se ponía el Sol”, reducido ahora a sus posesiones peninsulares, “islas adyacentes” y “plazas africanas”, bajo la apariencia de una falseada, impuesta y artificiosa “nación” llamada España, que justificará la existencia de dichos estados.
España, por tanto, ya desde sus orígenes, es sinónimo de imperialismo, primero del antiguo régimen y con posterioridad capitalista. Por ello, España no niega naciones, arrasa culturas, oprime pueblos o explota trabajadores, como consecuencia coyuntural de determinados regímenes o debido a las características de sus instituciones, marcos constitucionales, formas de Estado o gobernantes. España, a lo largo de su historia, siempre lo ha hecho porque ésta en su propia naturaleza, porque esa es su razón de ser. De ahí lo acertado de la fecha escogida como su día, y el gran error de quienes pretenden diferenciar buenas y malas Españas, o propugnan Españas alternativas.
Esa es también la razón de que Andalucía siempre haya ocupado el mismo espacio de dependencia socio-política, subdesarrollo y economía de subsistencia, dentro de todos esos estados españoles, fuesen cuales fuesen sus formas de Estado, legislaciones o gobiernos. El porqué es obvio, el constituir una colonia interior dentro de un Estado imperialista al servicio de los intereses zonales del capitalismo peninsular, continental e internacional. Dentro del reparto de tareas de este inmenso latifundio de explotación intensiva llamado España, ese es el papel que se nos impone. El “atraso secular” de Andalucía no es la consecuencia de “malos gobiernos” y menos aún culpa de nuestra “natural indolencia”, es el resultado estructural de ese papel impuesto dentro del reparto de funciones de los territorios del Estado. No es, por tanto, sólo que Andalucía sea una nación ocupada y negada, primera colonia de aquel Imperio Español, sino que en su continuación como imperialismo capitalista, los estados españoles la mantienen condenada, como colonia interior, a permanecer en la indigencia social y económica para proporcionar materias primas a bajo coste y mano de obra barata y sumisa.
Como para aquellos pueblos de Abya Yala, que tras siglos de colonización iniciados aquel fatídico 12 de octubre, y que recuerdan como “Día de la Resistencia Indígena”, fueron conscientes de la necesidad de arrancarse el yugo español como primer paso transformador de su realidad, al Pueblo Trabajador Andaluz debe de serlo igualmente comprendiendo que nunca poseerá libertad ni alcanzara cotas de progreso social real sin el previo logro de su liberación nacional y social. Sin ser los dueños de sí y su país nada será posible, y de que España es el origen de sus carencias y la causa de su permanencia. Como consecuencia, la lucha por la recuperación global de la soberanía: política, económica, etc., es la única estrategia revolucionaria para la Andalucía actual. Una estrategia que, si pretende ser coherente, no puede intentarse integrar dentro de otras “más amplias”, por Españas distintas o nuevos estados españoles, sino que tiene que, por el contario, debe ser una lucha contra toda España y cualquier Estado Español. España es el problema y nunca podrá formar parte de la solución.
En una fecha tan significativa para el españolismo, desde Nación Andaluza queremos reiterar nuestra oposición frontal a cualquier proyecto de futuro para nuestra tierra y nuestro pueblo, que no parta del previo e incondicional reconocimiento, devolución y plena potestad de ejercicio de su soberanía al Pueblo Trabajador Andaluz. Sin la posesión de la soberanía no hay libertad, ni capacidad de elección. Sin soberanía no puede haber tampoco progreso, igualdad, ni justicia. Ante todo y sobretodo nuestra libertad. Por eso siempre nos encontrarán en la trinchera contraria todos aquellos que pretendan mantener nuestras cadenas nacionales (España) o sociales (el capitalismo).
En éste día del imperialismo español y de sus continuadores, los estados españoles, volvemos a hacer un llamamiento a todos los andaluces conscientes, a los colectivos e individualidades de la izquierda andaluza, a la unidad de acción en torno a la lucha por los derechos de nuestro pueblo, por la democracia y la libertad de Andalucía. A iniciar el proyecto en común por hacer realidad la primera República Andaluza. Una república que será concretización de un Pueblo Trabajador Andaluz nuevamente libre. Dueño de sí, de su tierra y su trabajo. Una República Andaluza de trabajadores y trabajadoras.
¡Contra España y el Capital!
¡Por nuestra soberanía nacional y popular!
¡Viva la República Andaluza de Trabajadores/as!
¡Viva Andalucía libre y socialista!