Pla­za­ra!, nue­va herra­mien­ta para con­quis­tar los dere­chos – Txotxe Andueza

Lle­vá­ba­mos algu­nos meses de deba­tes, inten­tan­do bus­car la mejor mane­ra de con­for­mar en Gas­teiz un movi­mien­to efi­caz en la defen­sa de los dere­chos civi­les y polí­ti­cos, bus­can­do defi­ni­cio­nes ade­cua­das, tra­tan­do de acer­tar en el diag­nós­ti­co local de los lími­tes a su ejer­ci­cio, y lo más difí­cil, que­rien­do apor­tar algo nue­vo a la lar­ga, pro­fu­sa e ima­gi­na­ti­va his­to­ria de luchas y rei­vin­di­ca­cio­nes de este pue­blo. Lo hacía­mos poco a poco, cons­cien­tes de que por mucho que en algu­nos ámbi­tos polí­ti­cos se estén dan­do en los últi­mos tiem­pos varia­cio­nes sin duda sig­ni­fi­ca­ti­vas, la ten­den­cia mun­dial y local es hacia el con­trol y la segu­ri­dad en detri­men­to de esas garan­tías indi­vi­dua­les y colec­ti­vas tan pom­po­sa­men­te reco­gi­das en los tra­ta­dos inter­na­cio­na­les del pasa­do siglo.

En pri­ma­ve­ra con­si­de­rá­ba­mos ya que está­ba­mos pre­pa­ra­dos para dar los pri­me­ros pasos de socia­li­za­ción de las ideas y para la pues­ta en mar­cha de tareas y obje­ti­vos. Y ahí nos tro­pe­za­mos, pre­ci­sa­men­te, con esa reali­dad que que­re­mos denun­ciar y cam­biar. Habla­mos de lími­tes a la par­ti­ci­pa­ción, de una ges­tión de los dere­chos y las liber­ta­des públi­cas que par­te de la pre­mi­sa de con­si­de­rar pre­sun­to delin­cuen­te a todo aquel agen­te o indi­vi­duo que se quie­re expre­sar, que ve peli­gro en la par­ti­ci­pa­ción de la ciu­da­da­nía, que cie­rra el deba­te y el con­tras­te de ideas entre paredes…

Enten­di­mos que en julio no pudié­ra­mos uti­li­zar la pla­za de los Fue­ros para nues­tro acto de pre­sen­ta­ción, por­que esta­ba ocu­pa­da todos los fines de sema­na con acti­vi­da­des con las que se hacía muy difí­cil com­par­tir el espa­cio (jue­gos…). Pero no pode­mos enten­der ni mucho menos com­par­ti­mos que nos digan que las dos prin­ci­pa­les pla­zas públi­cas de la ciu­dad (Fue­ros y Vir­gen Blan­ca) «están reser­va­das sólo a la ini­cia­ti­va ins­ti­tu­cio­nal». Nos suge­rían Arria­ga, o sea, nada que ver con el cen­tro de la ciu­dad que algu­nos con­si­de­ran su salon­ci­to par­ti­cu­lar. Tam­bién nos hicie­ron la mis­ma «suge­ren­cia» cuan­do les comu­ni­ca­mos nues­tra inten­ción de hacer una mesa redon­da en las Buru­lle­rías, para la que nos nega­ron el per­mi­so, segu­ra­men­te por­que el Ayun­ta­mien­to ha pues­to ese espa­cio públi­co en manos privadas.

Son ape­nas unos gra­nos de are­na en este desier­to en el que demo­cra­cia par­ti­ci­pa­ti­va es sólo una expre­sión hue­ca. Son ejem­plos ais­la­dos del ansia de con­trol del espa­cio públi­co que cie­ga a los res­pon­sa­bles polí­ti­cos del mun­do, de Eus­kal Herria, de Gas­teiz. Es la mues­tra de que las ins­ti­tu­cio­nes públi­cas, en lugar de velar por la sal­va­guar­da de los dere­chos de todos y todas, lo que debe­ría ser su máxi­ma fun­ción, actúan como seño­ri­tos en su cor­ti­jo. Y son, en defi­ni­ti­va, algu­nas de las razo­nes por las que con­si­de­ra­mos nece­sa­rio un movi­mien­to en defen­sa de los dere­chos civi­les y polí­ti­cos, que asien­te fir­me­men­te sus raí­ces en esta socie­dad, dema­sia­do acos­tum­bra­da a pedir per­mi­so para no pedir per­dón, a acep­tar que las vidas, has­ta en los espa­cios más ínti­mos, estén regu­la­das a gol­pe de ley.

Y tal y como se acep­ta la intro­mi­sión del Esta­do en nues­tras vidas, con más faci­li­dad si cabe se tole­ra que se res­trin­jan liber­ta­des colec­ti­vas bajo el pal­ma­rio argu­men­to de la «sal­va­guar­da de la segu­ri­dad». El filó­so­fo San­tia­go Alba Rico denun­cia­ba en uno de sus artícu­los la pasi­vi­dad de la socie­dad espa­ño­la ante la suce­sión de medi­das de excep­ción con­tra el inde­pen­den­tis­mo en Eus­kal Herria: «Tan acos­tum­bra­dos esta­mos los ciu­da­da­nos del Esta­do espa­ñol a acep­tar la excep­cio­na­li­dad jurí­di­ca y polí­ti­ca del País Vas­co que no repa­ra­mos en que de hecho está ya fue­ra del “mar­co demo­crá­ti­co” que no le deja esca­par. Tan acos­tum­bra­dos esta­mos a esta extra­te­rri­to­ria­li­dad legal que es posi­ble exten­der su domi­nio fue­ra de los raí­les cada vez un poco más sin que nadie se inmu­te: des­pués de todo, sólo afec­ta a los que han hecho algo o podrían hacer­lo o podría pen­sar­se que lle­ga­ran a pen­sar hacer­lo». La demo­cra­cia espa­ño­la, como Fran­co, no tie­ne nada con­tra los que no se meten en polí­ti­ca: a ésos inclu­so les deja votar. Pero podría­mos exten­der esa crí­ti­ca al cen­tro de la pro­pia socie­dad vas­ca, don­de se tole­ra de for­ma acrí­ti­ca, cuan­do no se defien­de con vehe­men­cia, toda nor­ma legal y actua­ción que pro­ven­ga de la auto­ri­dad competente.

Entre las acti­vi­da­des que hemos rea­li­za­do pre­via­men­te a nues­tra pre­sen­ta­ción en socie­dad, pro­yec­ta­mos una pelí­cu­la, «Caza de bru­jas», que rela­ta las decla­ra­cio­nes ante el deno­mi­na­do Comi­té de Acti­vi­da­des Anti­ame­ri­ca­nas de cineas­tas, escri­to­res, perio­dis­tas, fun­cio­na­rios… que fue­ron acu­sa­dos por el sena­dor McCarthy de sen­tir sim­pa­tía por el comu­nis­mo. Se tra­ta de unos hechos ocu­rri­dos en EEUU y a media­dos del siglo XX, pero más de medio siglo des­pués, en Eus­kal Herria, segui­mos vien­do cómo las auto­ri­da­des, en sus dis­tin­tos ámbi­tos de actua­ción, limi­tan o sus­pen­den dere­chos civi­les bajo el argu­men­to de la nece­si­dad de pre­ser­var la segu­ri­dad. Lo hemos vis­to con pla­nes y leyes de mar­ca­do obje­ti­vo polí­ti­co, des­de el plan ZEN has­ta la Ley de Par­ti­dos. Es paten­te en la can­ti­dad y talan­te de las muchas poli­cías que patru­llan nues­tras calles. Se hace evi­den­te en la for­ma en que afron­tan des­de el poder expe­rien­cias de auto­ges­tión popu­lar como son los gaztetxes.

Por eso, sin­tién­do­nos here­de­ros de años de lucha, auzo­la­na, sufri­mien­to y avan­ces, en Gas­teiz vamos a tra­ba­jar para sacar a la pla­za públi­ca la defen­sa, la denun­cia, el ejer­ci­cio de los dere­chos. Vamos a aunar volun­ta­des, sumar com­pro­mi­sos, acu­mu­lar siner­gias. Como socie­dad, nun­ca nos hemos con­for­ma­do; en los peo­res momen­tos hemos apa­re­ci­do uni­dos. Y aho­ra nos hemos dota­do de miles de ladri­llos con los que levan­tar un muro popu­lar que no es con­tra nadie, sino a favor de todos y de todas; que no limi­ta, sino que que­re­mos uti­li­zar­lo para pro­te­ger los espa­cios abier­tos a las ideas y su defen­sa, a los pro­yec­tos y su pues­ta en prác­ti­ca, a los colo­res y a los acentos.

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