Mientras el PNV tenga competencias en materias de urbanismo y cultura el patrimonio monumental de Euskal Herria estará sometido a la conjunción de prevaricación, corrupción y especulación, y consecuentemente a la brutal desaparición de su legado cultural, como reiteradamente ha ocurrido: la destrucción democrática de la ciudad y el territorio.
Kukutza ha sido hasta que Azkuna, el bronco alcalde españolista de Bilbao a la orden de su partido ha querido, una factoría, una manufactura de dinamización socio cultural y deportiva autogestionada que surge de la iniciativa popular, sin ayudas externas en la más esencial tradición de auzolan tan propia de nuestro país habiendo conseguido un incuestionable arraigo popular. Las múltiples y diversas actividades realizadas en estos 13 años poseen una indiscutible e interesantísima utilidad pública, aunque fuesen de carácter modesto, y efímero, lo que le otorga un valor como patrimonio social, colectivo, inmaterial, hasta el punto que por sus dimensiones y temporalidad ha sido un ejemplo muy reconocido en otros casos similares de remotos lugares. Su éxito ha sido visto con rencor y frustración por el Ayuntamiento que no ha controlado su eficaz gestión y ha sido el principal impulsor de su desaparición.
Como acertadamente dijo el catedrático Ramón Zallo en el debate celebrado en Kukutza el pasado 6 de julio, ”las causas de lo común y la comunidad crean ciudad”, y una ciudad como suma de épocas y diversidades es el escenario de la cultura, tanto de la representativa como de la participativa. Esta obra social no oficial pero sumamente eficaz de interés general, difícil de cuantificar en términos económicos, es sin duda prioritaria a un valor inmobiliario del terreno que se calcula de modo alcista en 11 millones de euro y por la Diputación en 2,19. Es preciso recordar que en la aberración arquitectónica cometida en La Alhóndiga se han despilfarrado 75 millones de euro para colocar una piscina y unos bares y su mantenimiento es extraordinariamente deficitario.
Arquitectura y patrimonio
El edificio y su actividad es un patrimonio cultural, incluso habiendo perdido su sede, cuya actividad tiene un inequívoco y adecuado encaje en el concepto de Espacio Cultural, (Ley 7/1990, de 3 de julio de 1990, de Patrimonio Cultural Vasco, Art. 2.c) “entendiéndose por tal el constituido por lugares, actividades, creaciones, creencias, tradiciones o acontecimientos del pasado vinculados a formas relevantes de la expresión de la cultura y modos de vida del pueblo vasco”.
Situado en un extremo al sur de la villa en el barrio de Errekalde es un lugar periférico poco frecuentado salvo por el vecindario. Emplazado en un interesante y agudo vértice de la Estrada Caleros nº 1 con fachadas laterales de unos 30 y 40 metros, con planta baja de notable y desigual altura debido a la pendiente de las calles y tres plantas más con una cubierta plana y una planta más reducida de tamaño y no visible desde el exterior con tipología de vivienda. Brillantemente resuelto su encaje en la parcela con una esquina curvilínea que enfatiza la expresividad del conjunto a pesar de su sobriedad ornamental y en sintonía con otras singulares arquitecturas racionalistas civiles e industriales abundantes tanto en Bilbao como en nuestro país.
Correctamente integrado en su trama urbana siendo probablemente el de mayor calidad compositiva del entorno. El edificio fue construido hacia 1950 para la fábrica de maquinaria Cerezo según proyecto del notable arquitecto Anastasio Arguinzoniz (1871−1976) en hormigón armado en un estilo pos-racionalista. Compuesto cuidadosamente con acentuado rigor arquitectónico en base a franjas casi continúas de ventanales con reticulado de hormigón para contener cristales traslúcidos y el resto de la fachada de plaqueta cerámica de ladrillo rojo evidenciando su identidad industrial. Un edificio que explica la historia, laboral, social y económica de un sitio escasamente relevante, creando un lugar al que se vincula integralmente y en su actividad social reciente adquiere una importancia cultural. Constructivamente por su solidez estructural y diafanidad espacial es incluso una edificación capaz de admitir cualquier reutilización, lofts, viviendas u oficinas, como se ha hecho en otras ocasiones, como en la reciente reutilización del nuevo Depósito Franco de Deustua para sede de Idom.
El edificio está recogido en el Inventario de Patrimonio Industrial y Obra Pública de Euskadi, del Departamento de Cultura y Euskera de Eusko Jaurlaritza. Asimismo se incluye en el Catálogo General de Patrimonio Industrial de Bilbao que la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública – Industri Ondare eta Herri Laneko Euskal Elkartea elaboró por encargo del Ayuntamiento de Bilbao, como documento complementario en la fase previa para la inmediata revisión del Plan General vigente.
Incluso podría considerarse que la obviedad no precisa de una catalogación, recordando como tampoco lo estaba la Colonia Infantil de la BBK en Sukarrieta, y elementos catalogados han sido desposeídos de tal protección por vergonzosos y especulativos intereses inmobiliarios: Deposito Franco de Uribitarte, Garaje RAG, Arco de la Tribuna de San Mamés, etc.
Sus propietarios, la inmobiliaria Cabisa, ya consiguieron hace años un sospechoso trato de favor del Ayuntamiento al ser recalificado el terreno comprado como industrial por 2,1 M € a residencial, no habiéndose interesado en edificar hasta hace el pasado mes de mayo. Durante todos estos años se han despreocupado del edificio sin cumplir con el obligado deber establecido en el Plan General, de conservación y mantenimiento, subsanado por su permanente utilización que los cívicos ocupantes han hecho asiduamente durante 13 años de modo voluntario a sus expensas con esmero, verificable eficacia, y acertado gusto. Por ello esta conjunción de usos sociales vinculados a una notable arquitectura industrial le otorga a Kukutza una excepcional valía e interés cultural.
Desde que empezaron los rumores sobre su demolición he esperado hasta el final creyendo que una nueva Comisión del Patrimonio de Arquitectos de Bizkaia creada en 2007 en dicho Colegio, y que abandoné por serias discrepancias, se pronunciaría a tiempo, con precisión, contundencia y sin autocensura con la credibilidad que se pueda dar a una institución que antaño tuvo un reconocido prestigio en la defensa de los valores de la ciudad. Ya es tarde para todo.
Juicio y derribo
Habiendo asistido el pasado día 22 a la Vista de Medidas Cautelares en el Juzgado de lo Contencioso Administrativo nº 5, por si fuese precisa mi colaboración como arquitecto perito en patrimonio, a las declaraciones de los abogados de ambas partes que sostenían razonamientos sobre conceptos distintos. Parecía ya evidente que la jueza apreciaba la demagogia y falsedades de los representantes del Ayuntamiento y Cabisa, quienes aludían continua y exclusivamente a la no catalogación del edificio. Concepto parcialmente falso como ya se ha indicado anteriormente. En representación de Errekaldeberriz Auzo Elkartea, el letrado José Ángel Esnaola aludía a la manifiesta ilegalidad urbanística, mostrada con el texto del Plan General en una documentada intervención incluso con planos que puede resumirse en qué no se puede otorgar licencia de derribo sino existe un proyecto de construcción., cosa que evidentemente no existe, sólo la idea. ¿Qué lectura tan parcial de la legalidad vigente ha realizado la jueza para autorizar su derribo a las pocas horas de una Vista precipitada con escasísimas posibilidades de defensa de sus diversos valores, tras haberlo paralizado poco antes? ¿No merecía la pena haber pospuesto la situación a la celebración de un juicio con un sensato y completo análisis del caso dado que no existía ningún motivo razonado para cesar la actividad, ni necesidad por una edificación inmediata?
El derribo de Kukutza es un incomprensible acto de terrorismo cultural que no aporta absolutamente nada, salvo un hueco físico en el barrio y un enorme vacío social, generando una lógica y considerable alarma ciudadana ante el enorme valor de lo destruido, similar en su concepción patrimonial a la sucedida con la barbarie arqueológica de la Plaza del Castillo en Iruñea.
Este atentado tiene también otros responsables en el Ayuntamiento: la concejala de Cultura Ibone Bengoetxea y el de Urbanismo Ricardo Barkala, ambos del PNVe personajes cuya afición más conocida es la asidua asistencia a la tortura y muerte de 54 toros en cada Aste Nagusia que les suministra considerables dosis de barbarie, tienen una mirada plena de sangre y el cerebro saturado de violencia. La primera conocida por su indiferencia y responsabilidad moral en la muerte de los hermanos Aitor y Oihane Aginako el 3 de enero de 2006 en el paso de peatones de Basurto y el segundo por la malversación de dinero público, 12 millones de euro en las desgraciadas World Series en julio de 2005.
La concejala muestra su soberbia y reiterada incapacidad para un cargo impuesto por su partido que se evidencia cuando jamás ha visitado el edificio y sus actividades ni tampoco se ha interesado por este modélico proceso sociocultural. El concejal ha prevaricado al autorizar un derribo precipitado e incontrolado minutos después de una resolución judicial, que ya presumían favorable, sin el correspondiente proyecto de garantías medio ambientales, una demolición ilegal. La empresa participante, que de momento ha ocultado su identidad, debería ser sancionada como ejecutora de un delito urbanístico, donde aparecen entremezclados y casi fusionados, hormigón, hierro de armaduras, otros elementos metálicos, puertas, tuberías, frigoríficos, cocinas, grifería, aparatos sanitarios, cristales, madera de puertas, estanterías, mobiliario, plásticos de sillas y otros objetos, colchones, ropas, libros, cuadros, equipos electrónicos, de megafonía, musicales, ordenadores, guitarras, bicicletas, los bolardos de la acera, etc. ¿Quien se responsabiliza de los daños causados en ella demolición a edificaciones próximas? Un repertorio de destrucción gratuita, indiscriminada, salvaje propio de delincuentes que puede sentar precedente y que un perito forense, previa denuncia, inexcusablemente deberá valorar todo lo utilizable y reciclable ferozmente destrozado. Con estas calamidades y su capacidad destructiva el Ayuntamiento va a la deriva.
En este trágico episodio cultural, uno más en los últimos años bajo el mandato del demagogo alcalde Iñaki Azkuna, su frase “Detrás de todo esto está Bildu”, una orden precampaña electoral de Urkullu ante la previsible debacle, criticada incluso por gentes sensatas de su partido es propia de un fascista franquista, ideología que parece ocupar progresivamente una parte de su personalidad. Este alcalde ya está amortizado políticamente por su partido y con esta atrocidad autorizada y sus continuas infames, falaces y miserables declaraciones, de gran bajeza democrática en el ámbito de lo políticamente soez, a lo largo del proceso reafirmando su carácter chulesco y déspota, desde un análisis social está exterminado sensitiva e intelectualmente. Una vez más se ha valido de medios de comunicación serviles, comprados, que no admiten réplicas, como El Correo (del) Español y Telebilbao. En una ciudad culta y democrática una brutalidad de esta naturaleza ocasionaría la dimisión o cese de su alcalde y su cuadrilla de cómplices, y cuanto antes suceda mejor para Bilbao. Ojalá que las próximas elecciones le castiguen duramente.
De este atentado arquitectónico y cultural es preciso informar rápida y detalladamente, me ofrezco a ello, al comité del World Design Capital (WDC) que organiza el ICSID, siglas en inglés del Consejo Internacional de las Sociedades de Diseño Industrial, que es la entidad que dirime para elegir la Capital Mundial del Diseño (Destructivo) de 2014 que se decidirá en la reunión de Taipei (Taiwan) los días 24 al 26 de octubre. Otro despilfarro, y algo más, inducido por los mismos de las World Series, Marcos Muro y su sanedrín de oportunistas.
Venganza y represión
Asimismo hay que criticar con contundencia el terrorismo social practicado por la Ertzaintza. Hay abundantes testimonios, visuales y grabados y lo he presenciado muy de cerca con el cerco policial de sesgo militar a un barrio impidiendo la movilidad vecinal, humillando y agrediendo con una inusitada bestialidad, disparos incluidos a toda clase de personas que encontraban a su paso, ancianos, mujeres, niños a lo largo de los días que han durado las protestas. Actúan con su chulería habitual, prepotencia inmunidad provocando a la población para poder detenerlos, acusarlos o masacrarlos, algo denigrante que muestra los más bajos instintos de que es capaz un ser humano cuando se disfraza acorazado y se dota de armamento.
No se debe eludir la responsabilidad de Azkuna en su petición a la Consejería de Interior del gobierno rapiña vasco-español, de una represión contundente ante la previsible y lógica protesta ciudadana, asunto que quizá no era necesario conocidos los antecedentes antivascos del consejero Rodolfo Ares un brutal hostigador (Arespresión) especialmente de todo aquello que, su escaso horizonte intelectual manifestado con un repetitivo y rutinario palabreo que empieza y termina en ETA, terrorismo, victimas y nada más, tenga raíces populares e identitarias.
La respuesta de los jóvenes expulsados en todas su expresiones es legítima, correcta y proporcionada como una contundente, muestra de desahogo e indignación por la pérdida de su creación, bienes personales y contestación a la fiereza policial, una de las más brutales en los últimos años, que ha dejado numerosos heridos incluso entre vecindario ajeno que transitaba por la calle y las caprichosas detenciones inculpándoles como es habitual con falsos testimonios y a los que deberemos apoyar sin titubeo si llegaran a ser procesados. ¡Kukutza aurrera!