Txi­ki eta Otae­gi. Víc­ti­mas del fran­quis­mo y Víc­ti­mas del post-fran­quis­mo- Antxon Gomez eta Txar­li Gonzalez

La bio­gra­fía de los dic­ta­do­res que se sien­ten impu­nes man­tie­ne una cohe­ren­cia que, como en el caso de Fran­cis­co Fran­co, estu­vo mar­ca­da por el cri­men y el geno­ci­dio. Decla­ró que él res­pon­de­ría sola­men­te ante Dios y la his­to­ria y mien­tras muchos siguen rezan­do por el alma de aquel cri­mi­na­lo­tros­que­re­mos insis­tir en la ver­da­de­ra his­to­ria de un régi­men que hizo de la muer­te su úni­ca seña de iden­ti­dad y que Juan Car­los de Bor­bón hizo suya al jurar sus car­gos, reafir­man­do, con emo­ción con­te­ni­da, el ori­gen del poder que reci­bía en heren­cia, aque­lla eri­gi­da sobre la legi­ti­mi­dad del 18 de julio de 1936 y la “nece­si­dad” de los sufri­mien­tos que provocó.

Los últi­mos aná­li­sis sobre el núme­ro de repre­sa­lia­dos por el régi­men fran­quis­ta, duran­te los años 1936 – 1950, con­ta­bi­li­zan más de 150.000 ase­si­na­dos en el con­jun­to del Esta­do, eje­cu­ta­dos median­te pro­ce­sos extra­ju­di­cia­les o median­te Con­se­jos de Gue­rra suma­rí­si­mos a par­tir de 1939. La úni­ca dife­ren­cia entre ambos méto­dos, es que en este últi­mo, los cri­mi­na­les dejan cons­tan­cia docu­men­tal de sus crí­me­nes. De esta mane­ra fue­ron ase­si­na­dos: Isaac Puen­te (1936); José Pla­zer (1937); Este­pan Urkia­ga (1937), Nico­lás de Geren­diain (1937), Julián Zuga­za­goi­tia (1940); Jesús Larra­ña­ga (1942); Julián Gri­mau (1963)… suce­dien­do­se los ase­si­na­tos en los con­tro­les, mani­fes­ta­cio­nes y embos­ca­das (entre 1960 y 1975, fue­ron ase­si­na­dos 86 ciu­da­da­nos vas­cos), la dic­ta­du­ra siguió uti­li­zan­do los Con­se­jo de Gue­rra Suma­rí­si­mos como medio de legi­ti­ma­ción de la repre­sión y como medio para mos­trar su for­ta­le­za, ante la disi­den­cia política.

El pri­mer año de la con­vul­sa déca­da de los 70 el régi­men orga­ni­zó un «macro­pro­ce­so» mili­tar, con­tra la resis­ten­cia vas­ca, el lla­ma­do Pro­ce­so de Bur­gos, en el que se emi­tie­ron nue­ve sen­ten­cias de muer­te y qui­nien­tos die­ci­nue­ve años de cár­cel. La acti­va­ción del movi­mien­to obre­ro en el inte­rior y la ola de soli­da­ri­dad inter­na­cio­nal, en favor de los encau­sa­dos, hizo que las penas de muer­te fue­ran con­mu­ta­das. Sin embar­go el régi­men en 1974 ase­si­nó a Sal­va­dor Puig Antich median­te «garro­te vil». En sep­tiem­bre de 1975 orga­ni­za­ron un nue­vo con­se­jo de gue­rra (el cuar­to des­de 1963) sen­ten­cian­do a muer­te a un total de 11 ciu­da­da­nos. El Con­se­jo de Minis­tros del vier­nes 26 de sep­tiem­bre indul­ta a seis de ellos y se les denie­ga a otros 5. Al alba del día 27 de sep­tiem­bre de 1975, fue­ron ase­si­na­dos, Juan Pare­des (Txi­ki), 22 años, Angel Otae­gi, 33 años; Ramón Gar­cía-Sanz, 27 años, José Luís Sán­chez-Bra­vo, 21 años, y José Hum­ber­to Bae­na, 24 años. Días antes, las fuer­zas anti­fas­cis­tas de Eus­ka­di con­vo­can jor­na­das de lucha para el 11 y 12 de sep­tiem­bre. A par­tir del 27 de sep­tiem­bre se pro­du­ci­rán nume­ro­sos actos de denun­cia con­tra la dic­ta­du­ra fran­quis­ta, algu­nos con espe­cial viru­len­cia inclui­do el asal­to a emba­ja­das o la peti­ción de del pre­si­den­te de la Repú­bli­ca de Méxi­co, Luís Etxe­be­rria Álva­rez al Secre­ta­rio Gene­ral de la o­nU para expul­sar al Esta­do espa­ñol. El 30 de sep­tiem­bre Car­los Arías Nava­rro, pre­si­den­te del Gobierno, se diri­ge por tele­vi­sión al «pue­blo espa­ñol» para seña­lar que «para res­pon­der a las accio­nes terro­ris­tas dis­po­ne­mos del reper­to­rio de medios, pro­pio de un moderno Esta­do de dere­cho, empe­zan­do por el abne­ga­do e inapre­cia­ble valor de las fuer­zas del orden públi­co que tan­tas vidas vie­ne sacri­fi­can­do en estos últi­mos tiem­pos» (La Voz de Espa­ña 1/​X/​1975). El mis­mo día una Jun­ta de Afir­ma­ción Nacio­nal con­vo­ca­ba una con­cen­tra­ción en la Pla­za de Orien­te bajo el lema «Todos a una con Espa­ña», anun­cián­do­se la inter­ven­ción del Dic­ta­do arro­pa­do por Juan Car­los de Bor­bón y su espo­sa Sofía de Gre­cia. La reac­ción inter­na­cio­nal adqui­rió una gran dimen­sión social, y coad­yu­vó a pro­fun­di­zar en la gra­ve cri­sis inter­na que venía sufrien­do el régi­men fran­quis­ta que esta­ba sien­do cues­tio­na­da por las movi­li­za­cio­nes obre­ras y gol­pea­da fuer­te­men­te en sus estruc­tu­ras con accio­nes arma­das como la que se mate­ria­li­zó en con­tra del pre­si­den­te del Gobierno, Luís Carre­ro Blan­co, el 20 de diciem­bre de 1973. Todo ello con­so­li­dó una con­cien­cia socio­po­lí­ti­ca, sobre la cer­ca­nía del final del régi­men fran­quis­ta y la posi­bi­li­dad real de pro­vo­car un cam­bio polí­ti­co hacia un sis­te­ma de liber­ta­des democráticas.

Trans­cu­rri­dos 36 años de aque­llos acon­te­ci­mien­tos, una par­te de la cla­se polí­ti­ca y la judi­ca­tu­ra espa­ño­la con­ti­núa negan­do la con­di­ción polí­ti­ca de los ase­si­na­dos al alba del 27 sep­tiem­bre de 1975. Escri­be el pro­fe­sor Alfons Ara­go­ne­ses (2009) que duran­te la tran­si­ción «no hubo nin­gu­na depu­ra­ción tras la diso­lu­ción del TOP, sus inte­gran­tes se rein­te­gra­ron sin más en otros tri­bu­na­les ordi­na­rios. Igual suce­dió con el per­so­nal judi­cial del Tri­bu­nal Supre­mo. Una “tran­si­ción” según el pro­fe­sor Viçens Nava­rro «inmo­dé­li­ca» en la medi­da en que todo el blo­que de poder eco­nó­mi­ca pasó incó­lu­me nue­va fase his­tó­ri­ca en la que siguió osten­tan­do y ejer­cien­do el poder, de todo ello se deri­va el defi­cien­te desa­rro­llo del Esta­do del bien­es­tar espa­ñol. Leyes como la ley de memo­ria his­tó­ri­ca de 2007, la ley de víc­ti­mas de 2011 o los posi­cio­na­mien­tos en con­tra de la anu­la­ción de sen­ten­cias de los con­se­jos de gue­rra fran­quis­tas, mani­fes­ta­dos en el par­la­men­to espa­ñol, la más recien­te aún, sobre la nega­ti­va a anu­lar las leyes de pun­to final impi­den enjui­ciar a los cri­mi­na­les fran­quis­tas no son otra cosa que la mani­fes­ta­ción de esta reali­dad jurí­di­co polí­ti­ca que pone en evi­den­cia una reali­dad con­tras­ta­da; la con­ti­nui­dad de las estruc­tu­ras de poder, ideo­lo­gía y com­por­ta­mien­tos pro­pios del régi­men fran­quis­ta, incrus­ta­dos en el actual Estado.

Tra­ta­rán de impe­dir actos de home­na­je y recuer­do de los fusi­la­dos el 27 de sep­tiem­bre de 1975; lo hicie­ron aquel dra­má­ti­co año en Nuar­be con la ocu­pa­ción mili­tar del pue­blo; lo hicie­ron en Zarautz, en don­de fue­ron dete­ni­dos la madre de Txi­ki y el párro­co de la loca­li­dad. Tra­ta­rán de impe­dir que en nues­tras calles se colo­quen pla­cas y monu­men­tos en recuer­do de aque­llos que die­ron la vida por unos idea­les; segui­rán hacien­do uso de los medios que les ofre­ce el Esta­do de dere­cho, para impe­dir que se mani­fies­te públi­ca­men­te el reco­no­ci­mien­to y apo­yo social para con aque­llos; pero con cada impe­di­men­to deja­rán en evi­den­cia lo que ya fue una reali­dad duran­te la dic­ta­du­ra fran­quis­ta: la exis­ten­cia de 2 reali­da­des que siguen enfrentadas.

La repre­sen­ta­da por las altas ins­ti­tu­cio­nes jurí­di­co-polí­ti­cas; y aque­lla otra reali­dad que fue sus­ten­to del pro­ce­so de libe­ra­ción nacio­nal y social de los pue­blos del Esta­do, y el que hoy sigue sien­do la base fun­da­men­tal de la nue­va Eus­kal Herria: el pue­blo tra­ba­ja­dor vas­co. Un pue­blo que no olvi­da a quie­nes die­ron su vida por sus libertades.

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