El ata­que mili­tar con­tra el cli­ma global

Des­de todo pun­to de vis­ta, el Pen­tá­gono es el mayor usua­rio ins­ti­tu­cio­nal de pro­duc­tos de petró­leo y ener­gía… Sin embar­go, el Pen­tá­gono tie­ne una excep­ción gene­ral en todos los acuer­dos cli­má­ti­cos inter­na­cio­nal… Cual­quier dis­cu­sión de cam­bio cli­má­ti­co que no inclu­ya a los mili­ta­res no es más que pala­bre­ría, según Sara Floun​ders​.Es un agu­je­ro [en la Con­ven­ción de Kio­to sobre Cam­bio Cli­má­ti­co] bas­tan­te gran­de como pasar por él con un tan­que, según el infor­me “Un cli­ma de gue­rra”.

En 1940, los mili­ta­res de EE.UU. con­su­mie­ron un 1% del uso total de ener­gía del país; al final de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, la par­te de los mili­ta­res aumen­tó a un 29%. [1] El petró­leo es indis­pen­sa­ble para la guerra.

En la mis­ma medi­da, el mili­ta­ris­mo es la acti­vi­dad más con­su­mi­do­ra de petró­leo en el pla­ne­ta, y cre­ce más rápi­do con avio­nes más gran­des, más con­su­mi­do­res de car­bu­ran­te, tan­ques y navíos emplea­dos en gue­rras aéreas y terres­tres más inten­si­vas. Al comen­zar la gue­rra de Iraq en mar­zo de 2003, el Ejér­ci­to cal­cu­ló que nece­si­ta­ría más de 151 millo­nes de litros de gaso­li­na para tres sema­nas de com­ba­te, exce­dien­do la can­ti­dad total uti­li­za­da por todas las fuer­zas Alia­das en los cua­tro años de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial. Como par­te del arma­men­to del Ejér­ci­to para la gue­rra pusie­ron en mar­cha 2.000 pesa­dos tan­ques M‑1 Abrams que que­ma­ban 1000 litros de car­bu­ran­te por hora. [2]

La Fuer­za Aérea de EE.UU. (USAF, por sus siglas en inglés) es el mayor con­su­mi­dor de car­bu­ran­te jet en el mun­do. Ima­gi­nad, si podéis, el astro­nó­mi­co con­su­mo de los avio­nes de gue­rra de la USAF: El caza F‑4 Phan­tom que­ma más de 6.000 litros de car­bu­ran­te jet por hora y un máxi­mo de 54.500 litros por hora a velo­ci­da­des super­só­ni­cas. El B‑52 Stra­to­crui­ser con ocho moto­res a reac­ción, se tra­ga 1.900 litros por minu­to; ¡diez minu­tos de vue­lo usan tan­to com­bus­ti­ble como el con­duc­tor pro­me­dio usa con­du­cien­do en un año! Un cuar­to del car­bu­ran­te jet del mun­do ali­men­ta la flo­ta de máqui­nas volan­tes ase­si­nas de la USAF; en 2006, con­su­mie­ron tan­to car­bu­ran­te como los avio­nes de EE.UU. usa­ron duran­te la Segun­da Gue­rra Mun­dial (1941−1945) – sor­pren­den­tes 6.000 millo­nes de galo­nes. (3)

Barry San­ders seña­la con una car­ga de iro­nía trá­gi­ca que, mien­tras muchos de noso­tros redu­ci­mos asi­dua­men­te nues­tra hue­lla de car­bono a tra­vés de una vida más sim­ple, comien­do local­men­te, reci­clan­do y reuti­li­zan­do, con­ser­van­do ener­gía, usan­do trans­por­te públi­co, ins­ta­lan­do pane­les sola­res, etc., el mayor con­ta­mi­na­dor ins­ti­tu­cio­nal y con­tri­bui­dor al calen­ta­mien­to glo­bal –los mili­ta­res de EE.UU. – son inmu­nes a las preo­cu­pa­cio­nes por el cam­bio cli­má­ti­co. Los mili­ta­res no infor­man sobre emi­sio­nes de cam­bio cli­má­ti­co a nin­gún orga­nis­mo nacio­nal o inter­na­cio­nal gra­cias a pre­sión esta­dou­ni­den­se duran­te las nego­cia­cio­nes de 1997 del pri­mer acuer­do inter­na­cio­nal para limi­tar las emi­sio­nes de calen­ta­mien­to glo­bal: el Pro­to­co­lo de Kio­to sobre Cam­bio Cli­má­ti­co. Para pro­te­ger a los mili­ta­res de toda limi­ta­ción de sus acti­vi­da­des, EE.UU. exi­gió y obtu­vo la exen­ción de lími­tes de emi­sión a com­bus­ti­bles “bún­ker” (com­bus­ti­bles pesa­dos para bar­cos de gue­rra) y todas las emi­sio­nes de gases inver­na­de­ro de ope­ra­cio­nes mili­ta­res en todo el mun­do, inclui­das las gue­rras. Por si fue­ra poco, Geor­ge W. Bush extra­jo a EE.UU. del Pro­to­co­lo de Kio­to, en uno de los pri­me­ros actos de su pre­si­den­cia, afir­man­do que pon­dría una cami­sa de fuer­za a la eco­no­mía esta­dou­ni­den­se con con­tro­les dema­sia­do cos­to­sos de emi­sio­nes de gases inver­na­de­ro. Lo siguien­te fue que la Casa Blan­ca ini­ció una cam­pa­ña neo­lu­di­ta con­tra la cien­cia del cam­bio cli­má­ti­co. Al inves­ti­gar para The Green Zone: The Envi­ron­men­tal Costs of Mili­ta­rism [La zona ver­de: los cos­tos medioam­bien­ta­les del mili­ta­ris­mo] San­ders esta­ble­ció que obte­ner esta­dís­ti­cas sobre las bajas en la gue­rra del Depar­ta­men­to de Defen­sa (DoD) es más fácil que obte­ner datos sobre el uso de carburante.

Solo hace poco ha sali­do a pri­mer plano el tras­cen­den­tal tema del uso de com­bus­ti­ble mili­tar y su masi­vo, pero ocul­to, papel en el cam­bio cli­má­ti­co, gra­cias a un puña­do de pers­pi­ca­ces inves­ti­ga­do­res. Lis­ka y Perrin ase­ve­ran que, apar­te de emi­sio­nes de los tubos de esca­pe, nues­tro uso de gaso­li­na pro­vo­ca una inmen­sa con­ta­mi­na­ción por gases inver­na­de­ro “ocul­tos”. Este impac­to en el cam­bio cli­má­ti­co debe­ría ser cal­cu­la­do sobre el aná­li­sis del ciclo vital com­ple­to de la gaso­li­na. Cuan­do la Agen­cia de Pro­tec­ción del Medioam­bien­te (EPA) com­pa­ra la gaso­li­na y los bio­com­bus­ti­bles por su res­pec­ti­va con­ta­mi­na­ción atmos­fé­ri­ca, las emi­sio­nes de gas inver­na­de­ro cal­cu­la­das para la gaso­li­na debe­rían incluir acti­vi­da­des mili­ta­res rela­cio­na­das con la obten­ción de petró­leo cru­do extran­je­ro, del cual se deri­va la gaso­li­na. (Pero no es así, gra­cias a la exen­ción mili­tar a los Acuer­dos de Kio­to). La segu­ri­dad petro­le­ra com­pren­de tan­to la pro­tec­ción mili­tar con­tra el sabo­ta­je a oleo­duc­tos y buques cis­ter­na y tam­bién gue­rras diri­gi­das por EE.UU. en regio­nes ricas en petró­leo para ase­gu­rar el acce­so a lar­go pla­zo. Cer­ca de 1.000 bases mili­ta­res esta­dou­ni­den­ses tra­zan un arco des­de los Andes al Nor­te de Áfri­ca a tra­vés de Medio Orien­te has­ta Indo­ne­sia, las Fili­pi­nas y Corea del Nor­te, que se extien­de sobre todos los prin­ci­pa­les recur­sos petro­lí­fe­ros – todo rela­cio­na­do, en par­te, con la pro­yec­ción de fuer­za a favor de la segu­ri­dad ener­gé­ti­ca. Ade­más, las emi­sio­nes pro­pias de pro­ce­sos cola­te­ra­les al del ciclo de vida de los pro­duc­tos (“ups­tream emis­sions”) de gases inver­na­de­ro de la fabri­ca­ción de equi­pa­mien­to mili­tar, infra­es­truc­tu­ra, vehícu­los y muni­cio­nes uti­li­za­dos en la pro­tec­ción del sumi­nis­tro del petró­leo y gue­rras impul­sa­das por el petró­leo tam­bién debe­rían ser inclui­das en el impac­to medioam­bien­tal gene­ral del uso de gaso­li­na. Agre­gan­do estos fac­to­res a sus cálcu­los, los auto­res con­clu­yen que cer­ca “de un 20% del pre­su­pues­to con­ven­cio­nal del DoD… es atri­bui­ble a los obje­ti­vos de segu­ri­dad petrolera”.

Un aná­li­sis corres­pon­dien­te de inves­ti­ga­do­res en Oil Chan­ge Inter­na­tio­nal cuan­ti­fi­ca las emi­sio­nes de gases inver­na­de­ro de la gue­rra de Iraq y los cos­tes alter­na­ti­vos invo­lu­cra­dos en esa gue­rra, en lugar de inver­tir­los en tec­no­lo­gía lim­pia, duran­te los años 2003 – 2007. Sus resul­ta­dos cru­cia­les son ine­quí­vo­cos sobre la vas­ta con­ta­mi­na­ción del cli­ma por la gue­rra y la infle­xi­ble polí­ti­ca bipar­ti­dis­ta de renun­ciar a la futu­ra salud glo­bal a favor del mili­ta­ris­mo de nues­tros días.

  1. Los cos­tes tota­les pro­yec­ta­dos de la gue­rra de Iraq (cal­cu­la­dos en 3 billo­nes [millo­nes de millo­nes] de dóla­res) cubri­rían “todas las inver­sio­nes glo­ba­les en gene­ra­ción de ener­gía reno­va­ble” nece­si­ta­das entre aho­ra y 2030 para rever­tir las ten­den­cias al calen­ta­mien­to global.
  2. Entre 2003 y 2007, la gue­rra gene­ró por lo menos 141 millo­nes de tone­la­das métri­cas de equi­va­len­te de dió­xi­do de car­bono (CO2e) (4), más cada año de gue­rra que lo que 139 paí­ses del mun­do libe­ran anual­men­te. (5) La recons­truc­ción de escue­las, casas, nego­cios, puen­tes, carre­te­ras y hos­pi­ta­les de Iraq pul­ve­ri­za­dos por la gue­rra, y nue­vos muros y barre­ras de segu­ri­dad reque­ri­rán millo­nes de tone­la­das de cemen­to, una de las mayo­res fuen­tes indus­tria­les de emi­sio­nes de gases invernadero.
  3. En 2006, EE.UU. gas­tó más en la gue­rra en Iraq que lo que gas­tó todo el mun­do en inver­sión para ener­gías renovables.
  4. En 2008, el gobierno de Bush gas­tó 97 veces más en las fuer­zas arma­das que en el cam­bio cli­má­ti­co. Como can­di­da­to pre­si­den­cial, el pre­si­den­te Oba­ma había pro­me­ti­do gas­tar 150.000 millo­nes de dóla­res duran­te diez años en tec­no­lo­gía e infra­es­truc­tu­ra de ener­gía ver­de – menos que lo que EE.UU. esta­ba gas­tan­do en un año de la gue­rra de Iraq.

Uno de los secre­tos mejor guar­da­dos por el gobierno es cuán­to petró­leo con­su­me el Pen­tá­gono. Lo más pro­ba­ble, seña­la Barry San­ders, es que nadie en el DoD lo sepa con exac­ti­tud. Su esfuer­zo incan­sa­ble por ave­ri­guar las cifras es uno de los más exhaus­ti­vos has­ta la fecha. San­ders comien­za con cifras para obten­ción anual de petró­leo para todas las ramas de las fuer­zas arma­das sumi­nis­tra­das por el Cen­tro de Apo­yo Ener­gé­ti­co de la Defen­sa. Lue­go com­bi­na otros tres fac­to­res de con­su­mo mili­tar de petró­leo sobre los que no se infor­ma: un cálcu­lo de “petró­leo gra­tui­to” sumi­nis­tra­do en el extran­je­ro (del cual Kuwait fue el mayor pro­vee­dor para la gue­rra de Iraq en 2003), un cálcu­lo del petró­leo uti­li­za­do por con­tra­tis­tas mili­ta­res pri­va­dos y vehícu­los alqui­la­dos por los mili­ta­res y un cálcu­lo del com­bus­ti­ble bún­ker uti­li­za­do por bar­cos de gue­rra. Según su cálcu­lo, los mili­ta­res de EE.UU. con­su­men has­ta un millón de barri­les de petró­leo por día y cau­san un 5% de las actua­les emi­sio­nes de calen­ta­mien­to glo­bal. Hay que con­si­de­rar que los mili­ta­res tie­nen a 1,4 millo­nes de per­so­nas en ser­vi­cio acti­vo, o sea un 0,0002% de la pobla­ción, que gene­ran un 5% de la con­ta­mi­na­ción climática.

Sin embar­go, inclu­so esta com­pa­ra­ción sub­es­ti­ma el extre­mo impac­to mili­tar en el cam­bio cli­má­ti­co. El com­bus­ti­ble mili­tar es más con­ta­mi­nan­te por el tipo de com­bus­ti­ble uti­li­za­do por la avia­ción. Las emi­sio­nes de CO2 por el car­bu­ran­te jet son mayo­res –posi­ble­men­te el tri­ple– por litro que las del die­sel y del petró­leo. Ade­más, los gases del tubo de esca­pe de avio­nes tie­nen efec­tos con­ta­mi­nan­tes sin­gu­la­res que lle­van a un mayor efec­to de calen­ta­mien­to por uni­dad de car­bu­ran­te uti­li­za­do. Los efec­tos radio­ac­ti­vos de los gases del tubo de esca­pe de jets, inclui­dos el óxi­do nítri­co, el dió­xi­do de azu­fre, hollín y vapor de agua exa­cer­ban el efec­to calen­ta­dor de las emi­sio­nes de CO2 de los gases de tubo de esca­pe. (6) De un modo per­ver­so, por lo tan­to, los mili­ta­res de EE.UU. con­su­men com­bus­ti­bles fósi­les en can­ti­da­des incom­pa­ra­bles con cual­quier otro con­su­mo ins­ti­tu­cio­nal y per cápi­ta a fin de pre­ser­var el acce­so estra­té­gi­co al petró­leo – una locu­ra ins­ti­ga­da por una serie de deci­sio­nes del ejecutivo.

Bre­ve his­to­ria de la mili­ta­ri­za­ción de la energía

Diez de 11 rece­sio­nes de EE.UU. des­de la Segun­da Gue­rra Mun­dial han sido pre­ce­di­das por aumen­tos repen­ti­nos del pre­cio del petró­leo… Man­te­ner pre­cios bajos y esta­bles del petró­leo es un impe­ra­ti­vo polí­ti­co aso­cia­do con las eco­no­mías moder­nas basa­das en el petró­leo. En 1945, EE.UU. cons­tru­ye­ron una base aérea en Dhah­ran, Ara­bia Sau­dí, el comien­zo de la garan­tía de acce­so per­ma­nen­te de EE.UU. a petró­leo de Medio Orien­te recien­te­men­te des­cu­bier­to. El pre­si­den­te Roo­se­velt había nego­cia­do un quid pro quo con la fami­lia real sau­dí: pro­tec­ción mili­tar a cam­bio de petró­leo bara­to para los mer­ca­dos y mili­ta­res de EE.UU. Eisenho­wer poseía gran pres­cien­cia sobre el cre­ci­mien­to en la pos­gue­rra des­pués de la Segun­da Gue­rra Mun­dial por el dic­ta­do de polí­ti­ca nacio­nal por una indus­tria per­ma­nen­te basa­da en la gue­rra y la nece­si­dad de vigi­lan­cia y par­ti­ci­pa­ción ciu­da­da­na para con­tro­lar el com­ple­jo “mili­tar indus­trial”. Sin embar­go, tomó una deci­sión des­afor­tu­na­da sobre la polí­ti­ca ener­gé­ti­ca, que colo­có a EE.UU. y al mun­do en un camino del cual tene­mos que encon­trar la mane­ra de salir.

El exce­len­te infor­me de la Comi­sión Paley de 1952 pro­pu­so que EE.UU. basa­ra su eco­no­mía sobre fuen­tes de ener­gía solar. El infor­me tam­bién pre­sen­tó una fuer­te eva­lua­ción nega­ti­va de la ener­gía nuclear y lla­mó a rea­li­zar “inves­ti­ga­ción agre­si­va en todo el terreno de la ener­gía solar” así como inves­ti­ga­ción y desa­rro­llo de ener­gía eóli­ca y de bio­ma­sa. En 1953, el nue­vo pre­si­den­te Eisenho­wer hizo caso omi­so de la reco­men­da­ción del infor­me e inau­gu­ró “Áto­mos por la Paz”, pre­go­nan­do la ener­gía nuclear como el nue­vo mila­gro ener­gé­ti­co del mun­do que será “dema­sia­do bara­ta como para ser medi­da”. Esta deci­sión no solo lan­zó al país (y al mun­do) por un camino acia­go de ener­gía nuclear, sino tam­bién ancló la cen­tra­li­dad de petró­leo, gas y car­bón den­tro de la eco­no­mía de EE.UU.

A fines de los años seten­ta, la inva­sión sovié­ti­ca de Afga­nis­tán y la Revo­lu­ción Ira­ní ame­na­za­ron el acce­so de EE.UU. al petró­leo de Medio Orien­te, lo que lle­vó a la doc­tri­na beli­cis­ta del pre­si­den­te Car­ter en su men­sa­je sobre el Esta­do de la Unión de 1980. La Doc­tri­na Car­ter sos­tie­ne que cual­quier ame­na­za al acce­so de EE.UU. al petró­leo de Medio Orien­te enfren­ta­rá resis­ten­cia “por cua­les­quie­ra medios nece­sa­rios, inclui­da la fuer­za militar”.

Car­ter refor­zó su doc­tri­na al crear la Fuer­za Con­jun­ta de Tareas de Rápi­do Des­plie­gue, cuyo pro­pó­si­to era empren­der ope­ra­cio­nes de com­ba­te en el área del Gol­fo Pér­si­co cuan­do fue­ra nece­sa­rio. Ronald Reagan inten­si­fi­có la mili­ta­ri­za­ción del petró­leo con la for­ma­ción del Coman­do Cen­tral de EE.UU. (CENTCOM), cuya razón de ser era ase­gu­rar el acce­so al petró­leo, dis­mi­nuir la influen­cia de la Unión Sovié­ti­ca en la región, y con­tro­lar a regí­me­nes en la región en fun­ción de los intere­ses de segu­ri­dad nacio­nal de EE.UU. Con la cre­cien­te depen­den­cia del petró­leo de Áfri­ca y de la región del Mar Cas­pio, EE.UU. ha aumen­ta­do des­de enton­ces su capa­ci­dad mili­tar en esas regiones.

En 2003, la doc­tri­na de uso de fuer­za cuan­do fue­ra nece­sa­ria de Car­ter fue rea­li­za­da con “con­mo­ción y pavor”, en lo que fue el uso más inten­si­vo y derro­cha­dor uso de com­bus­ti­ble fósil que el mun­do haya pre­sen­cia­do. Hay que recor­dar, tam­bién, que cuan­do cayó Bag­dad, las tro­pas inva­so­ras de EE.UU. hicie­ron caso omi­so del saqueo de escue­las, hos­pi­ta­les y de una ins­ta­la­ción de ener­gía nuclear, así como de museos nacio­na­les y el incen­dio de la Biblio­te­ca y Archi­vos Nacio­na­les don­de había una docu­men­ta­ción sin par, irrem­pla­za­ble, de la “cuna de la civi­li­za­ción”. Los mili­ta­res de EE.UU., sin embar­go, se apo­de­ra­ron y pro­te­gie­ron de inme­dia­to la sede del Minis­te­rio del Petró­leo ira­quí y colo­ca­ron a 2.000 sol­da­dos para sal­va­guar­dar los cam­pos petro­lí­fe­ros. (7) Pri­me­ro lo más importante.

Muchos fac­to­res han con­ver­gi­do y se han acla­ra­do con el pasar del tiem­po, que apo­yan la afir­ma­ción de que, esen­cial­men­te, la gue­rra de Iraq fue una gue­rra por petró­leo. La eli­mi­na­ción de armas de des­truc­ción masi­va, el derro­ca­mien­to de un dic­ta­dor tirá­ni­co, la eli­mi­na­ción de terro­ris­mo vin­cu­la­do al 11‑S, el empleo de la diplo­ma­cia de caño­ne­ra para ins­ta­lar la demo­cra­cia y los dere­chos huma­nos – fue­ron en gran par­te pre­tex­tos para el petró­leo. Alan Greens­pan lo dijo sin­ce­ra­men­te: “Me entris­te­ce que sea polí­ti­ca­men­te incon­ve­nien­te reco­no­cer lo que todos saben: la gue­rra de Iraq tie­ne que ver en gran par­te con petró­leo”. (8)

A medi­da que nos acer­ca­mos al pico en la pro­duc­ción de petró­leo, es decir, el pun­to de dis­mi­nu­ción de los resul­ta­dos de la explo­ra­ción y pro­duc­ción de petró­leo y de mayo­res pre­cios del petró­leo, la par­te de la pro­duc­ción glo­bal de los paí­ses de la OPEC “aumen­ta­rá de 46% en 2007 a un 56% en 2030. “Iraq tie­ne las ter­ce­ras reser­vas por su tama­ño de petró­leo; Iraq y Kazajs­tán son “dos de los cua­tro prin­ci­pa­les paí­ses con los mayo­res aumen­tos de pro­duc­ción [de petró­leo] pro­nos­ti­ca­dos de 2000 a 2030. Medio Orien­te y Asia Cen­tral son, pre­vi­si­ble­men­te, epi­cen­tros de las ope­ra­cio­nes mili­ta­res y gue­rras de EE.UU. Un infor­me de 2006 sobre segu­ri­dad nacio­nal y depen­den­cia del petró­leo de EE.UU. publi­ca­do por el Con­se­jo de Rela­cio­nes Exte­rio­res con­clu­yó que EE.UU. debe man­te­ner “una fuer­te pos­tu­ra mili­tar que per­mi­ta des­plie­gues de una rapi­dez ade­cua­da a la región [del Gol­fo Pér­si­co]” duran­te por lo menos 20 años. Los mili­ta­res pro­fe­sio­na­les de EE.UU. están de acuer­do y se pre­pa­ran para la pers­pec­ti­va de una “lucha arma­da en gran esca­la” por el acce­so a recur­sos energéticos.

Dón­de estamos

La segu­ri­dad nacio­nal de EE.UU. ha sido redu­ci­da en gran par­te a segu­ri­dad ener­gé­ti­ca, lo que nos ha lle­va­do a mili­ta­ri­zar nues­tro acce­so al petró­leo median­te el esta­ble­ci­mien­to de una pre­sen­cia mili­tar en las regio­nes posee­do­ras de petró­leo del mun­do y la ins­ti­ga­ción del con­flic­to arma­do en Iraq, sos­te­nién­do­lo en Afga­nis­tán y pro­vo­cán­do­lo en Libia. La gue­rra aérea en Libia ha otor­ga­do algu­na aten­ción y fuer­za al nue­vo Coman­do Áfri­ca (AFRICOM) de EE.UU. –en sí otra exten­sión de la Doc­tri­na Car­ter – . Unos pocos comen­ta­ris­tas han con­clui­do que la gue­rra de la OTAN en Libia es una inter­ven­ción mili­tar huma­ni­ta­ria jus­ti­fi­ca­ble. El jui­cio más pene­tran­te, con­si­de­ro, es que la gue­rra aérea vio­ló la Reso­lu­ción 1973 del Con­se­jo de Segu­ri­dad de la ONU, la Cons­ti­tu­ción de EE.UU., y la Ley de Pode­res de Gue­rra; y que esta­ble­ce un pre­ce­den­te y “mode­lo para cómo EE.UU. uti­li­za la fuer­za en otros paí­ses don­de sus intere­ses son ame­na­za­dos”, para citar a fun­cio­na­rios del gobierno. La gue­rra aérea en Libia es otro revés para la diplo­ma­cia no mili­ta­ri­za­da; mar­gi­nó a la Unión Afri­ca­na y esta­ble­ció un camino para más inter­ven­ción mili­tar en Áfri­ca cuan­do estén en jue­go intere­ses de EE.UU. ¿Es un mode­lo para futu­ras gue­rras la gue­rra aérea? Si es así, sería un gol­pe mor­tal para el pla­ne­ta. Este insa­cia­ble mili­ta­ris­mo es el mayor con­tri­bui­dor ins­ti­tu­cio­nal a los cre­cien­tes desas­tres natu­ra­les inten­si­fi­ca­dos por el cam­bio cli­má­ti­co global.

Post­da­ta

En agos­to de 2010, mien­tras con­ce­bía esta serie “La gue­rra y la ver­da­de­ra tra­ge­dia de los eji­dos”, fue­gos incon­tro­la­dos cau­sa­dos por la sequía y olas de calor con­su­mían amplias áreas de Rusia y asfi­xia­ban a Mos­có con con­ta­mi­na­ción del aire. Un miem­bro de la Aca­de­mia Rusa de Cien­cias advir­tió que los vien­tos indu­ci­dos por el fue­go podrían trans­por­tar par­tí­cu­las radio­ac­ti­vas a cien­tos de kiló­me­tros del bos­que en fue­go alre­de­dor de Cher­nó­bil, lle­gan­do a ciu­da­des en Rusia e inclu­so en Euro­pa Orien­tal. El mis­mo ries­go exis­te en regio­nes en otros sitios con­ta­mi­na­das con dese­chos radio­ac­ti­vos y pues­tas en peli­gro por incen­dios incon­tro­la­dos. Mien­tras ocu­rrían los incen­dios rusos, más de uno de cada diez paquis­ta­níes fue­ron des­arrai­ga­dos, con­ver­ti­dos en depen­dien­tes de ayu­da ali­men­ta­ria y pues­tos en peli­gro por enfer­me­da­des por las peo­res inun­da­cio­nes en la his­to­ria escri­ta, inun­da­cio­nes que afec­ta­ron a un quin­to del país, des­de la región noroes­te al sur. Pakis­tán –una poten­cia nuclear alta­men­te mili­ta­ri­za­da con ten­sas rela­cio­nes con su vecino nuclear, India, cuya área fron­te­ri­za con Afga­nis­tán es una zona de gue­rra, y den­tro de cuyas fron­te­ras la CIA rea­li­za una gue­rra de dro­nes – da prio­ri­dad al mili­ta­ris­mo por sobre el desa­rro­llo. Se encuen­tra en el sitio 15 en fuer­za mili­tar glo­bal y 141 de 182 paí­ses en el Índi­ce Glo­bal de Desa­rro­llo Humano.

En el verano de 2011, mien­tras com­ple­ta­ba la serie, incen­dios fores­ta­les que­ma­ron casi 21.230 hec­tá­reas en, y alre­de­dor de, las ins­ta­la­cio­nes de pro­duc­ción de armas nuclea­res y de alma­ce­na­mien­to de dese­chos en el Labo­ra­to­rio Nacio­nal Los Ála­mos. Entre los mate­ria­les radio­ac­ti­vos y dese­chos en peli­gro había has­ta 30.000 tam­bo­res de 208 litros de dese­chos con­ta­mi­na­dos con plu­to­nio alma­ce­na­dos en car­pas de tela, espe­ran­do su trans­por­te a un ver­te­de­ro de baja radia­ción en el sur de Nue­vo Méxi­co. Dos meses des­pués, Ver­mont sufrió sus peo­res inun­da­cio­nes y los daños resul­tan­tes de todos los tiem­pos, sin que nin­gu­na par­te del Esta­do deja­ra de ser afec­ta­da por la Tor­men­ta Tro­pi­cal Ire­ne – con­si­de­ra­da una de los diez más cos­to­sas en la his­to­ria de EE.UU.

En coin­ci­den­cia con estas tra­ge­dias eco­ló­gi­cas inten­si­fi­ca­das por el calen­ta­mien­to glo­bal, se encuen­tra el con­ti­nuo true­que en el pre­su­pues­to fede­ral de EE.UU. entre la defen­sa mili­ta­ri­za­da y la autén­ti­ca segu­ri­dad huma­na y medioam­bien­tal. EE.UU. con­tri­bu­ye más de un 30% de los gases de calen­ta­mien­to glo­bal a la atmós­fe­ra, gene­ra­dos por un 5% de la pobla­ción del mun­do y el mili­ta­ris­mo de EE.UU. Los tro­zos de la tor­ta pre­su­pues­ta­ria fede­ral de EE.UU. que finan­cian edu­ca­ción, ener­gía, medioam­bien­te, ser­vi­cios socia­les, vivien­da y crea­ción de más empleo, reci­ben en con­jun­to menos finan­cia­mien­to que el pre­su­pues­to mili­tar, de defen­sa. El ex secre­ta­rio del Tra­ba­jo, Robert Reich, ha cali­fi­ca­do el pre­su­pues­to mili­tar de pro­gra­ma de empleo apo­ya­do por el con­tri­bu­yen­te y argu­men­ta a favor de vol­ver a prio­ri­zar los gas­tos fede­ra­les en empleos en la ener­gía ver­de, la edu­ca­ción y la infra­es­truc­tu­ra – la ver­da­de­ra segu­ri­dad nacional.

EE.UU. tie­ne la rique­za (que relle­na actual­men­te el pre­su­pues­to de defen­sa) y la capa­ci­dad téc­ni­ca para revo­lu­cio­nar su eco­no­mía ener­gé­ti­ca y con­ver­tir­la en unas pocas déca­das en una eco­no­mía basa­da en la efi­cien­cia y en fuen­tes reno­va­bles de ener­gía, eli­mi­nan­do así un fac­tor crí­ti­co de deman­da de nues­tro Goliat mili­tar. ¿Has­ta qué pun­to sería cos­to­so eli­mi­nar cau­sas sub­ya­cen­tes de gue­rra e injus­ti­cia, como ser la pobre­za y la des­igual­dad de géne­ro, y res­tau­rar el entorno natu­ral? En su libro más recien­te: Plan B 4.0: Mobi­li­zing to Save Civi­li­za­tion, Les­ter Brown esti­ma que la erra­di­ca­ción de la pobre­za, la edu­ca­ción de muje­res, el sumi­nis­tro de recur­sos repro­duc­ti­vos y la res­tau­ra­ción de bos­ques en todo el mun­do cos­ta­ría un ter­cio del pre­su­pues­to de defen­sa de 2008 de EE.UU. El pro­ble­ma no son los dine­ros públicos.

Otro feroz fac­tor de deman­da es el pul­po de las com­pa­ñías de la indus­tria de la defen­sa que extien­de sus ten­tácu­los a casi todos los Esta­dos y que con­tro­la a la mayo­ría de los con­gre­sis­tas. Por lo tan­to, otro recur­so vital esca­so –algún mine­ral en un lecho marino en dispu­ta, por ejem­plo– podría reem­pla­zar al petró­leo y con­ver­tir­se en el pró­xi­mo pun­to álgi­do para más for­ta­le­ci­mien­to y reac­ción mili­tar, a menos que se cape al com­ple­jo militar-industrial.

Tal vez el fac­tor más escu­rri­di­zo de la gue­rra son los valo­res que sub­ya­cen a la tra­di­ción y a la cos­tum­bre de solu­cio­nes mili­ta­ri­za­das. La gue­rra refle­ja la cul­tu­ra de un país. El mili­ta­ris­mo de EE.UU. –des­de su entre­na­mien­to, tác­ti­cas y logís­ti­ca a sus moti­vos para ir a la gue­rra y sus armas de gue­rra– está cla­ra­men­te con­for­ma­do por ele­men­tos cla­ve de la iden­ti­dad esta­dou­ni­den­se. Esas fuer­zas cul­tu­ra­les deter­mi­nan­tes son, según el his­to­ria­dor mili­tar Vic­tor Davis Han­son: des­tino mani­fies­to; men­ta­li­dad de vaque­ros del lejano oes­te; indi­vi­dua­lis­mo extre­mo y lo que lla­ma “inde­pen­den­cia agre­si­va”; capi­ta­lis­mo de mer­ca­do des­con­tro­la­do; el ideal de meri­to­cra­cia (no impor­ta de qué cla­se se sea, uno pue­de ascen­der a la cús­pi­de de las fuer­zas arma­das de EE.UU.); y una fas­ci­na­ción por las máqui­nas, la moder­ni­dad y la movi­li­dad. Todo con­ver­ge para gene­rar una tec­no­lo­gía béli­ca mayor, mejor y más des­truc­to­ra. Agre­ga que la inte­gra­ción de los mili­ta­res a la socie­dad es faci­li­ta­da por el dere­cho a por­tar armas según la Segun­da Enmienda.

Esta com­pe­ten­cia cul­tu­ral por la gue­rra de alta tec­no­lo­gía, con sus orí­ge­nes en nues­tra pasa­da ani­qui­la­ción de los ame­ri­ca­nos nati­vos, pue­de ser el néme­sis de nues­tra socie­dad a menos que reali­ce­mos una intros­pec­ción crí­ti­ca sobre nues­tros valo­res cul­tu­ra­les y per­so­na­les y nos com­pro­me­ta­mos acti­va­men­te con su trans­for­ma­ción. Hay una mul­ti­tud de con­tra­co­rrien­tes en nues­tra socie­dad que han cues­tio­na­do pro­fun­da­men­te el per­fil cul­tu­ral domi­nan­te pin­ta­do en pala­bras por el mili­ta­ris­ta Han­son: los movi­mien­tos femi­nis­tas y por los dere­chos civi­les, los movi­mien­tos con­tra la gue­rra y por la paz, los medios públi­cos inte­lec­tua­les y pro­gre­sis­tas, los estu­dios de jus­ti­cia y paz, los tra­ba­ja­do­res pro­gre­sis­tas sin­di­ca­les y de la salud, los movi­mien­tos coope­ra­ti­vos y de las comu­ni­da­des de tran­si­ción y el puña­do de polí­ti­cos pro­gre­sis­tas, entre otros. El desa­fío es aho­ra cons­truir influen­cia vocal, de cohe­sión social e influen­cia públi­ca para nues­tros valo­res com­par­ti­dos de un sen­ti­do de comu­ni­dad, cone­xión con la natu­ra­le­za, preo­cu­pa­ción por los explo­ta­dos y sed de equi­dad y jus­ti­cia con­tra los men­sa­jes domi­nan­tes del mer­ca­do de rique­za, pres­ti­gio social, ima­gen, poder a tra­vés de la domi­na­ción y el enfren­ta­mien­to de con­flic­tos con la fuerza.

“Una nación que sigue, año tras año, gas­tan­do más dine­ro en defen­sa mili­tar que en pro­gra­mas de pro­gre­so social se acer­ca a la muer­te espi­ri­tual”. – Mar­tin Luther King

Notas:

1. Barry San­ders (2009), «The Green Zone: The Envi­ron­men­tal Costs of Mili­ta­rism,» Oakland, Cali­for­nia: AK Press, p.39.

2. Barry San­ders (2009), «The Green Zone: The Envi­ron­men­tal Costs of Mili­ta­rism,» Oakland, Cali­for­nia: AK Press, p.51.

3. Barry San­ders (2009), «The Green Zone: The Envi­ron­men­tal Costs of Mili­ta­rism,» Oakland, Cali­for­nia: AK Press, pps.50, 61 para datos en esta sección.

4. Uni­da­des de dió­xi­do de car­bono equi­va­len­tes a las emi­sio­nes de gas inver­na­de­ro en su conjunto.

5. Esta cifra es con­ser­va­do­ra por­que no exis­ten cifras creí­bles del con­su­mo mili­tar de com­bus­ti­bles bún­ker nava­les para el trans­por­te de com­bus­ti­ble y sol­da­dos. Tam­po­co hubo datos sobre el uso o libe­ra­ción de pro­duc­tos quí­mi­cos de gases inver­na­de­ros inten­si­vos en la gue­rra, inclui­dos halón, un quí­mi­co extin­gui­dor de incen­dios ago­ta­dor de ozono prohi­bi­do en EE.UU. des­de 1992 para pro­duc­ción y uso civil, pero per­mi­ti­do para uso en “misión crí­ti­ca” por el DoD.

6. Geor­ge Mon­biot (2006), «Heat: How to Stop the Pla­net from Bur­ning,» cita­do en San­ders, p.72.

7. Chal­mers John­son (2010), «Dis­mantling the Empi­re: Ame­ri­ca’s Last Best Hope,» New York: Metro­po­li­tan Books. pp.40 – 51.

8. Cita­do en Lis­ka and Perrin, p.9.

…………

H. Patri­cia Hynes es pro­fe­sor de salud medioam­bien­tal en reti­ro en la Escue­la de Salud Públi­ca de la Uni­ver­si­dad y Pre­si­den­ta del con­se­jo de Tra­prock Cen­ter for Pea­ce and Jus­ti­ce en Mas­sa­chu­setts occidental.

http://​www​.truth​-out​.org/​w​a​r​-​a​n​d​-​t​r​a​g​e​d​y​-​c​o​m​m​o​n​s​-​p​a​r​t​-​7​-​m​i​l​i​t​a​r​y​-​a​s​s​a​u​l​t​-​g​l​o​b​a​l​-​c​l​i​m​a​t​e​/​1​3​1​5​4​1​8​406

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