Además de denunciar la política carcelaria de ambos estados, el informe detalla la situación de diez presos que sufren enfermedades graves en estado muy avanzado: cáncer, sida, trastorno esquizoafectivo… Algunos estos males ya no tienen cura debido a que los diagnósticos han sido tardíos, y los posteriores controles y seguimientos no se realizan con la frecuencia y las condiciones que se precisan por los impedimentos y «excusas absurdas» de los responsables de las instituciones penitenciarias.
Según el artículo 92 del Código Penal español, las personas encarceladas con enfermedades graves tienen derecho a recobrar la libertad y vivir en un ambiente adecuado con el objetivo de evitar su empeoramiento. «No debemos olvidar que ha sido la cárcel la que ha provocado muchos de estos casos», advierten desde la citada asociación. A pesar de todo, una vez tras otra se les niega la libertad condicional y en otros casos se les niega el acercamiento. Jaiki Hadi considera que con las penas actuales ‑hasta 30 y 40 años‑, se aplica de facto la pena de muerte.
Según el artículo 92 del Código Penal español, las personas encarceladas con enfermedades graves tienen derecho a recobrar la libertad y vivir en un ambiente adecuado con el objetivo de evitar su empeoramiento. «No debemos olvidar que ha sido la cárcel la que ha provocado muchos de estos casos», advierten desde la citada asociación. A pesar de todo, una vez tras otra se les niega la libertad condicional y en otros casos se les niega el acercamiento. Jaiki Hadi considera que con las penas actuales ‑hasta 30 y 40 años‑, se aplica de facto la pena de muerte.
La asociación ha enumerado los cinco pilares de la política penitenciaria que acarrean tales consecuencias: régimen carcelario más estricto ‑primer grado‑, dispersión, intervención de todo tipo de comunicaciones ‑sean físicas o escritas‑, aislamiento y condenas a «cadena perpetua».
Todas y todos los presos políticos vascos han sufrido, y sufren, alguna de estas medidas y pagan sus consecuencias. Los números así lo demuestran. En la actualidad, hay más de 700. De ellos, 112 padecen enfermedades físicas ‑20 en el Estado francés y 92 en el Estado español- y 40 reciben asistencia sicológica ‑5 en las cárceles francesas y 35 en las españolas-.
No obstante, una sicóloga de Jaiki Hadi alerta de que la lista es «muy variable» y que el número real de enfermos es mucho mayor. «Detectar todos los casos es muy difícil», añade, a la vez que asegura que cada vez son más los males sicológicos: cuadros depresivos, paranoias, delirios, esquizofrenia, ansiedad, brotes sicóticos, estrés postraumático como consecuencia de las torturas…