Diez razo­nes por las que EEUU está con­de­na­do a repe­tir la cri­sis de 2008 – Resu­men Latinoamericano

Resu­men Latinoamericano/​Wall Street Jour­nal - La últi­ma cri­sis finan­cie­ra no ter­mi­nó, pero ya podría­mos empe­zar a pre­pa­rar­nos para la próxima.

Lamen­to ser pesi­mis­ta, pero está a la vis­ta. ¿Por qué? Aquí tie­ne diez razones.

1. De la últi­ma cri­sis, esta­mos apren­dien­do las lec­cio­nes equi­vo­ca­das. La bur­bu­ja inmo­bi­lia­ria, ¿en reali­dad fue cau­sa­da por Fan­nie Mae, Fred­die Mac, la Ley de Rein­ver­sión en la Comu­ni­dad, Bar­ney Frank, Bill Clin­ton, los “libe­ra­les”, y así suce­si­va­men­te? Eso es lo que aho­ra ale­ga un cre­cien­te ejér­ci­to de per­so­nas. Sólo hay un pro­ble­ma. Si es así, ¿cómo es enton­ces que tam­bién hubo una gigan­tes­ca bur­bu­ja inmo­bi­lia­ria en Espa­ña? ¿Y qué decir acer­ca de las enor­mes bur­bu­jas inmo­bi­lia­rias en Irlan­da, el Rei­no Uni­do y Aus­tra­lia? ¿Todo lo pro­vo­có Bar­ney Frank? ¿Y las bur­bu­jas por toda Euro­pa del Este y otras regio­nes? Me reiría, pero dece­nas de millo­nes de per­so­nas son enga­ña­das por este arti­fi­cio que es pro­mo­vi­do con el pro­pó­si­to de cubrir a los ver­da­de­ros cul­pa­bles para que pue­dan esca­par. Y está funcionando.

2. Nadie fue cas­ti­ga­do. Eje­cu­ti­vos como Dick Fuld, de Leh­man Brothers, y Ange­lo Mozi­lo, de Country­wi­de, jun­to con muchos otros, se lle­va­ron cien­tos de millo­nes de dóla­res en efec­ti­vo antes de que el bar­co se estre­lla­ra con­tra las rocas. Pres­ta­mis­tas depre­da­do­res y des­ho­nes­tos pres­ta­mis­tas hipo­te­ca­rios hicie­ron millo­nes de dóla­res en ganan­cias ilí­ci­tas. Sin embar­go, no están en la cár­cel. Ni siquie­ra son some­ti­dos a un pro­ce­so penal. Salie­ron impu­nes. Como regla gene­ral, cuan­to peor se haya com­por­ta­do uno entre 2000 y 2008, mejor ha sido tra­ta­do. Y por eso vol­ve­rán a hacer­lo. Está garantizado.

3. Los incen­ti­vos siguen sien­do des­ho­nes­tos. La gen­te aje­na al mun­do de las finan­zas ‑des­de res­pe­ta­dos ana­lis­tas polí­ti­cos como Geor­ge Will has­ta la gen­te común- toda­vía no pue­de enten­der­lo. Las reglas de Wall Street no son las mis­mas que en el res­to de la socie­dad. El tipo que mane­ja un ban­co en Wall Street no está expues­to la mis­ma ecua­ción de “riesgo/​recompensa” que, diga­mos, un tipo que mane­ja una tin­to­re­ría. Tome­mos todas nues­tras imá­ge­nes men­ta­les de la empre­sa de libre mer­ca­do esta­dou­ni­den­se y pon­gá­mos­las a un lado. Esto es total­men­te dife­ren­te. Para la gen­te de Wall Street, si sale cara, ganan, y si sale ceca, vuel­ven a tirar. Gra­cias a las accio­nes res­trin­gi­das, las opcio­nes, el jue­go de las boni­fi­ca­cio­nes, la titu­la­ri­za­ción, estruc­tu­ras de comi­sio­nes, tran­sac­cio­nes con infor­ma­ción pri­vi­le­gia­da, ser “dema­sia­do gran­de para que­brar” y la res­pon­sa­bi­li­dad limi­ta­da, se les paga para com­por­tar­se de for­ma impru­den­te y pier­den poco ‑o nada- si las cosas salen mal.

4. Los árbi­tros son corrup­tos. Se supo­ne que tene­mos un sis­te­ma de libre empre­sa ampa­ra­do en la ley. Con un úni­co pro­ble­ma: los juga­do­res pue­den sobor­nar a los árbi­tros. Ima­gi­ne­mos que eso ocu­rrie­ra en la Liga Nacio­nal de Fút­bol Ame­ri­cano (NFL, por sus siglas en inglés). Los ban­cos y otros sec­to­res col­man de enor­mes can­ti­da­des de dine­ro al Con­gre­so, los pre­si­den­tes y todo el esta­blish­ment de ayu­dan­tes, ase­so­res y pará­si­tos de Washing­ton. Lo hacen a tra­vés de con­tri­bu­cio­nes de cam­pa­ña. Lo hacen a tra­vés de US$500.000 en hono­ra­rios por con­fe­ren­cias y pri­vi­le­gios en una mesa de direc­to­rio a la hora del reti­ro. Y lo hacen gas­tan­do for­tu­nas en gru­pos de lobby así uno sabe que si se por­tan bien cuan­do están en el gobierno, tam­bién pue­den obte­ner un tra­ba­jo de US$500.000 al año como cabil­de­ro al jubi­lar­se. ¿Qué tan gran­des son los sobor­nos? El sec­tor finan­cie­ro gas­tó US$474 millo­nes sólo en lobby el año pasa­do, según el Cen­ter for Res­pon­si­ve Poli­tics (una orga­ni­za­ción inde­pen­dien­te y sin fines de lucro con sede en Washing­ton DC).

5. Las accio­nes se han dis­pa­ra­do otra vez. El índi­ce de Stan­dard & Poor’s 500 se dupli­có des­de los míni­mos de mar­zo de 2009. ¿No es una bue­na noti­cia? Bueno, sí, has­ta cier­to pun­to. Por­que es cier­to que en gran par­te se debe al dete­rio­ro del dólar (cuan­do el dólar baja, Wall Street sube, y vice­ver­sa). Y nos olvi­da­mos de que hubo enor­mes alzas en Wall Street en el mar­co de los mer­ca­dos bajis­tas de las déca­das de 1930 y 1970, al igual que en Japón en la de 1990. Sin embar­go, el auge del mer­ca­do, diri­gi­do en espe­cial hacia las accio­nes más ries­go­sas y de peor cali­dad, aumen­ta los ries­gos. Deja a los inver­sio­nis­tas menor mar­gen para las sor­pre­sas posi­ti­vas y mucho más lugar a la decep­ción. Y las accio­nes no son bara­tas. La ren­ta­bi­li­dad por divi­den­do en el S&P es sólo de 2%. De acuer­do con una medi­ción de lar­go pla­zo -”la teo­ría de la q de Tobin”, que com­pa­ra los pre­cios de las accio­nes con el cos­to de repo­si­ción de acti­vos de la empre­sa- las accio­nes están aho­ra cer­ca de 70% por enci­ma del pro­me­dio de las valo­ra­cio­nes. Ade­más, en EE.UU. tene­mos el enve­je­ci­mien­to de la pobla­ción del “baby boom” de pos­gue­rra, que toda­vía tie­nen muchas accio­nes y que van a ven­der­las a medi­da que se acer­quen a la jubilación.

6. La bom­ba de tiem­po de los deri­va­dos es más gran­de que nun­ca, y en cuen­ta regre­si­va. Jus­to antes del colap­so de Leh­man, en lo que aho­ra lla­ma­mos el pun­to más alto de la últi­ma bur­bu­ja, las empre­sas de Wall Street lle­va­ban ries­go­sos deri­va­dos finan­cie­ros en sus libros, por un valor astro­nó­mi­co de US$183 billo­nes (millo­nes de millo­nes). Eso repre­sen­ta­ba 13 veces el tama­ño de la eco­no­mía de Esta­dos Uni­dos. Si sue­na una locu­ra, lo era. Des­de enton­ces, hemos teni­do cua­tro años de páni­co, una pre­sun­ta refor­ma y el retorno a la sobrie­dad finan­cie­ra. Aho­ra bien, ¿a cuán­to ascien­de cifra aho­ra? Unos US$248 billo­nes. En serio. Ah, los bue­nos tiempos.

7. El anti­guo régi­men está al man­do. Me ten­go que reír cada vez que escu­cho a los repu­bli­ca­nos des­po­tri­car por­que Oba­ma es “libe­ral” o “socia­lis­ta” o comu­nis­ta. ¿Están bro­mean­do? Oba­ma es un Bush. Un poco más pare­ci­do al más vie­jo que al más joven. Pero vea­mos quié­nes siguen mane­jan­do la eco­no­mía: Ber­nan­ke. Geith­ner. Sum­mers. Gold­man Sachs. J.P. Mor­gan Cha­se. Hemos teni­do al mis­mo esta­blish­ment a car­go des­de al menos 1987, cuan­do Paul Volc­ker se reti­ró como pre­si­den­te de la Reser­va Fede­ral. ¿Cam­bio? ¿Qué “cam­bio”? (E inclu­so lo poco que tenía­mos era dema­sia­do para Wall Street, que en 2010 se com­pró un Con­gre­so nue­vo y más obediente).

8. Ben Ber­nan­ke no entien­de su tra­ba­jo. El pre­si­den­te de la Reser­va Fede­ral hizo una asom­bro­sa admi­sión en su pri­me­ra con­fe­ren­cia de pren­sa. Citó el auge del índi­ce Rus­sell 2000 de accio­nes ries­go­sas con peque­ña capi­ta­li­za­ción como una señal de que el “rela­ja­mien­to cuan­ti­ta­ti­vo” había fun­cio­na­do. La Reser­va Fede­ral tie­ne por ley un doble man­da­to: bajar la infla­ción y bajar el des­em­pleo. Aho­ra, al pare­cer, tie­ne una ter­ce­ra obli­ga­ción: impul­sar la coti­za­ción de las accio­nes de Wall Street. Esto es una locu­ra. Se ter­mi­na bien, me sorprenderé.

9. Esta­mos apa­lan­can­do como locos. ¿Bus­ca de una “bur­bu­ja cre­di­ti­cia”? Ya esta­mos en ella. Todo el mun­do sabe acer­ca de la dis­pa­ra­ta­da deu­da fede­ral, y del ries­go de que el Con­gre­so no ele­ve el techo de la deu­da. Pero eso es sólo una par­te de la his­to­ria. Las cor­po­ra­cio­nes de EE.UU. han toma­do pres­ta­do US$513.000 millo­nes en el pri­mer tri­mes­tre. Están pidien­do el doble de prés­ta­mos que a fines del año pasa­do, cuan­do la deu­da cor­po­ra­ti­va ya esta­ba en alza. Los aho­rris­tas, deses­pe­ra­dos por obte­ner ingre­sos, van a com­prar casi cual­quier tipo de bono. No sor­pren­de que los ren­di­mien­tos de los bonos de alto ren­di­mien­to se hayan derrum­ba­do. Bas­ta de hablar acer­ca de que hay “efec­ti­vo en los balan­ces”. Las cor­po­ra­cio­nes esta­dou­ni­den­ses no finan­cie­ras en gene­ral están pro­fun­da­men­te endeu­da­das, en el orden de los US$7,3 billo­nes. Eso es un nivel récord, y un aumen­to de 24% en los últi­mos cin­co años. Y cuan­do se suman deu­das de los hoga­res, la deu­da públi­ca y las deu­das del sec­tor finan­cie­ro, el nivel de deu­da alcan­za al menos los US$50 billo­nes. Más apa­lan­ca­mien­to impli­ca más ries­go. Es algo que está en la pri­me­ra pági­na de los manua­les de economía.

10. Las sobras de la eco­no­mía real en el tan­que. La segun­da ron­da de rela­ja­mien­to cuan­ti­ta­ti­vo no ha con­se­gui­do nada nota­ble a excep­ción de bajar el tipo de cam­bio. El des­em­pleo es mucho, mucho más alto que lo que dicen las cifras ofi­cia­les (por ejem­plo, inclu­so la letra chi­ca del Depar­ta­men­to de Tra­ba­jo de EE.UU. admi­te que uno de cada cua­tro hom­bres de media­na edad care­ce de empleo a tiem­po com­ple­to, lo que es asom­bro­so). Nues­tro défi­cit de cuen­ta corrien­te es de US$120.000 millo­nes al año (y no se ha regis­tra­do supe­rá­vit des­de 1990). Los pre­cios inmo­bi­lia­rios están en caí­da, sin recu­pe­rar­se. Los sala­rios reales están estan­ca­dos. Sí, la pro­duc­ti­vi­dad aumen­ta. Pero eso, iró­ni­ca­men­te, tam­bién ayu­da a redu­cir el empleo.

Segu­ro que sabe lo que dijo Geor­ge San­ta­ya­na (filó­so­fo espa­ñol-esta­dou­ni­den­se) sobre las per­so­nas que olvi­dan el pasa­do. Pero somos inclu­so aún más ton­tos. Esta­mos con­de­na­dos a repe­tir el pasa­do no por­que lo haya­mos olvi­da­do, sino por­que nun­ca hemos apren­di­do las lecciones.

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